
A CAMBIO DE "PASTA", EL TENISTA RAFAEL NADAL SE ENCARGARÁ DE EMBELLECER A ARABIA SAUDITA
¿Cuál es el significado de la Inversión de Arabia saudíta en el deporte para el mundo?
¿Estamos presenciando una nueva era en el deporte donde la geopolítica y la inversión multimillonaria cambian las reglas del juego? ¿Cómo afecta la entrada de Arabia Saudí en el deporte global a los principios éticos y morales del juego?
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El tenis, tradicionalmente visto, con toda justicia, como un deporte propio y casi exclusivo de las clases sociales poderosas y aristocráticas de todo el mundo, ha encontrado un nuevo echadero en Arabia Saudita con la reciente incorporación de Rafael Nadal, el celebérrimo tenista español, como embajador de la Federación Saudí de Tenis (STF).
Según indica el digital "Público", Nadal, que comparte asimismo su actividad deportiva con importantes negocios hoteleros, no solo se ha hecho cargo de la promoción del tenis en ese país autoritario, islamita y con estructuras atrasadamente feudales, sino que igualmente se plantea abrir una icónica Academia Internacional dedicada a ese deporte.
En realidad, Nadal no está haciendo otra cosa que dar continuidad a una creciente tendencia, protagonizada por grandes estrellas deportivas, como el golfista Jon Rahm o el futbolista Cristiano Ronaldo, que tratan de embellecer la imagen siniestramente medieval de Arabia Saudita, a cambio de lucrativos contratos concertados con entidades de ese país.
Arabia Saudí, a través de su Fondo de Inversión Pública (PIF), ha venido inyectando miles de millones en el deporte, una estrategia deliberadamente centrada en mejorar su nefasta reputación internacional, que en una promoción auténtica del deporte.
SPORTWASHING
Este fenómeno, conocido con el palabro anglosajón de "sportwashing", intenta desviar la atención sobre cuestiones más preocupantes, como sin duda son la persecución y la represión de la libertad de expresión y asociación, totalmente ausentes en la Monarquía feudal saudí.
Según el digital citado, el gigante petrolero Aramco ha facilitado el flujo de capital que permite al país árabe atraer a estrellas de renombre mundial, incluyendo a jugadores como Karim Benzemá y Neymar, y aprovechar para organizar eventos como la Supercopa de España.
Sin embargo, este tipo de movimientos abren inevitablemente una serie de interrogantes en relación con valores éticos en el deporte, especialmente en un contexto donde la moralidad y el dinero parecen estar en constante contradicción.
El caso de Jordán Henderson, quien dejó el Liverpool por el club saudí Al-Ettifaq, ilustra cómo el atractivo económico puede ayudar a superar cualquier tipo de consideración de carácter ético, incluso para jugadores que son formalmente conocidos por su supuesto "compromiso social". La liga saudí, al disponer de potencial económico para atraer a estrellas del calibre de Ronaldo y Benzemá, no sólo está pretendiendo ser un reto para el fútbol europeo, sino que paralelamente está planteando también preguntas sobre la relación entre el deporte, la política y los derechos humanos.
El Fondo de Inversión Pública saudí ha logrado cambiar drásticamente la estructura del fútbol, tanto a nivel de clubes como a nivel internacional. La posible celebración del Mundial de 2034 en Arabia Saudí y las inversiones en boxeo, Fórmula 1 y golf forman parte de un esfuerzo más amplio por diversificar y mejorar la imagen global del país.
La vulnerabilidad del fútbol ante el fenómeno del "sportwashing" pone de manifiesto aspectos preocupantes sobre la manera en la que se está gestionando este deporte: no para los aficionados o jugadores, sino para Estados y Corporaciones con agendas específicas.
La historia de la liga saudí refleja no solo un cambio en el equilibrio de poder del fútbol mundial, sino también una reflexión sobre los valores y principios que están guiando deporte en la actualidad.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El tenis, tradicionalmente visto, con toda justicia, como un deporte propio y casi exclusivo de las clases sociales poderosas y aristocráticas de todo el mundo, ha encontrado un nuevo echadero en Arabia Saudita con la reciente incorporación de Rafael Nadal, el celebérrimo tenista español, como embajador de la Federación Saudí de Tenis (STF).
Según indica el digital "Público", Nadal, que comparte asimismo su actividad deportiva con importantes negocios hoteleros, no solo se ha hecho cargo de la promoción del tenis en ese país autoritario, islamita y con estructuras atrasadamente feudales, sino que igualmente se plantea abrir una icónica Academia Internacional dedicada a ese deporte.
En realidad, Nadal no está haciendo otra cosa que dar continuidad a una creciente tendencia, protagonizada por grandes estrellas deportivas, como el golfista Jon Rahm o el futbolista Cristiano Ronaldo, que tratan de embellecer la imagen siniestramente medieval de Arabia Saudita, a cambio de lucrativos contratos concertados con entidades de ese país.
Arabia Saudí, a través de su Fondo de Inversión Pública (PIF), ha venido inyectando miles de millones en el deporte, una estrategia deliberadamente centrada en mejorar su nefasta reputación internacional, que en una promoción auténtica del deporte.
SPORTWASHING
Este fenómeno, conocido con el palabro anglosajón de "sportwashing", intenta desviar la atención sobre cuestiones más preocupantes, como sin duda son la persecución y la represión de la libertad de expresión y asociación, totalmente ausentes en la Monarquía feudal saudí.
Según el digital citado, el gigante petrolero Aramco ha facilitado el flujo de capital que permite al país árabe atraer a estrellas de renombre mundial, incluyendo a jugadores como Karim Benzemá y Neymar, y aprovechar para organizar eventos como la Supercopa de España.
Sin embargo, este tipo de movimientos abren inevitablemente una serie de interrogantes en relación con valores éticos en el deporte, especialmente en un contexto donde la moralidad y el dinero parecen estar en constante contradicción.
El caso de Jordán Henderson, quien dejó el Liverpool por el club saudí Al-Ettifaq, ilustra cómo el atractivo económico puede ayudar a superar cualquier tipo de consideración de carácter ético, incluso para jugadores que son formalmente conocidos por su supuesto "compromiso social". La liga saudí, al disponer de potencial económico para atraer a estrellas del calibre de Ronaldo y Benzemá, no sólo está pretendiendo ser un reto para el fútbol europeo, sino que paralelamente está planteando también preguntas sobre la relación entre el deporte, la política y los derechos humanos.
El Fondo de Inversión Pública saudí ha logrado cambiar drásticamente la estructura del fútbol, tanto a nivel de clubes como a nivel internacional. La posible celebración del Mundial de 2034 en Arabia Saudí y las inversiones en boxeo, Fórmula 1 y golf forman parte de un esfuerzo más amplio por diversificar y mejorar la imagen global del país.
La vulnerabilidad del fútbol ante el fenómeno del "sportwashing" pone de manifiesto aspectos preocupantes sobre la manera en la que se está gestionando este deporte: no para los aficionados o jugadores, sino para Estados y Corporaciones con agendas específicas.
La historia de la liga saudí refleja no solo un cambio en el equilibrio de poder del fútbol mundial, sino también una reflexión sobre los valores y principios que están guiando deporte en la actualidad.
Federico Rubio Herrero | Domingo, 21 de Enero de 2024 a las 03:24:15 horas
En mi adolescencia, evidentemente, tengo 72 años, tuve la desgracia de vivir bajo la dictadura franquista. Los chicos de mi edad, fundamentalmente, nos ilusionábamos por el fútbol, realmente pocas cosas más había en esa España lamentable y casposa. El fútbol era nuestra vida de jóvenes de 14 o 16 años. Me gustaban jugadores como Di Stefano, Mendoza, Collar, etc. ¿Alguien se imagina que hubiera sido de la juventud española, si nos hubieran boicoteado desde el exterior?. No hubiera existido Copa de Europa, torneos extranjeros, etc. No solo en fútbol. Baloncesto, balonmano, Olimpiadas etc.
La pregunta es: ¿Que tiene que ver una actividad deportiva concreta, con un régimen político exento de libertades, con todo el subjetivismo que este análisis conlleva?
Un saludo y enhorabuena por la revista.
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