
CANARIAS EN LA ENCRUCIJADA DEL DECLIVE DEL PETRÓLEO: LÍMITES DEL CAPITALISMO
Los límites insuperables del capitalismo frente a la crisis energética
La desigualdad en la atención sanitaria es una realidad que se ha agravado en Canarias, donde las largas listas de espera son una muestra del desamparo que sufren los pacientes en un sistema sanitario progresivamente descapitalizado por la desviación de fondos públicos a la sanidad privada-concertada.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En su libro Canarias ante el declive del petróleo, el autor Juan Jesús Bermúdez Ferrer plantea una reflexión cada vez más urgente sobre los impactos del inevitable declive del petróleo en las Islas Canarias, una región cuya economía está peligrosamente atada a los combustibles fósiles.
Bermúdez realiza un recorrido por las estructuras económicas y energéticas de las islas, mostrando cómo sectores clave como el turismo, la construcción y la agricultura dependen de este recurso finito.
A partir de esta realidad, sugiere alternativas para mitigar los efectos de la crisis energética y traza un camino hacia la sostenibilidad. Sin embargo, pese al innegable valor de la reflexión efectuada por Bermúdez, un análisis crítico de sus propuestas pone de manifiesto que estas eluden plantear un problema estructural más amplio: el capitalismo como sistema socioeconómico es incapaz de resolver los desafíos que plantea la crisis energética sin caer en contradicciones insuperables.
La verdadera solución, pues, no puede limitarse a implementar ajustes dentro del sistema actual; requiere un cambio radical hacia un modelo económico postcapitalista.
La dependencia energética y el modelo económico de Canarias
El libro de Bermúdez describe con precisión cómo la economía de las Islas Canarias se encuentra completamente subordinada al petróleo, lo que la convierte en un microcosmos de las crisis globales que emergen del agotamiento de los combustibles fósiles. Los sectores económicos fundamentales en las islas—como el turismo, la construcción y el transporte—están intrínsecamente ligados al suministro de petróleo barato y abundante.
- El turismo, que aporta gran parte del PIB insular, depende del transporte aéreo, una de las actividades más intensivas en consumo de queroseno. El encarecimiento del petróleo pondrá en riesgo la competitividad de Canarias como destino turístico, afectando a miles de empleos y reduciendo los ingresos públicos.
- La agricultura local, limitada y dependiente de fertilizantes y agua desalada, también enfrenta problemas. Los altos costos energéticos encarecerán tanto la producción local como la importación de alimentos, exacerbando la inseguridad alimentaria en las islas.
- La construcción, otro motor económico tradicional, sufrirá ante la falta de energía barata para mover materiales y maquinaria, cuestionando su viabilidad como sector de futuro.
En este contexto, Bermúdez advierte que el declive energético no es solo una crisis de suministro, sino un desafío estructural que amenaza con desestabilizar los pilares mismos del modelo económico canario.
Las propuestas de Bermúdez: transición, diversificación y autosuficiencia
El autor ofrece un conjunto de soluciones para mitigar los impactos del declive del petróleo. Entre ellas destacan:
- El impulso a las energías renovables, como la solar, eólica y marina, con el objetivo de reducir la dependencia de combustibles fósiles
- La diversificación económica, priorizando sectores sostenibles y de bajo consumo energético.
- La autosuficiencia alimentaria, potenciando la agricultura local para reducir la dependencia de las importaciones.
- El decrecimiento programado, que implica reducir el consumo energético y reorganizar la economía en función de los límites planetarios.
Estas propuestas reflejan un esfuerzo serio por afrontar los desafíos desde una perspectiva regional y técnica, y Bermúdez insiste en la importancia de un debate social informado para implementar cambios. Sin embargo, sus soluciones están diseñadas para operar dentro del marco del capitalismo, lo que las sitúa en una posición limitada para resolver los problemas estructurales que él mismo describe.
Los límites insuperables del capitalismo frente a la crisis energética
Desde una perspectiva marxista, las propuestas de Bermúdez, aunque valiosas en su diagnóstico, no abordan el problema central: el capitalismo como sistema es insostenible por naturaleza.
Este sistema económico-social reproduce una contradicción inherente entre su necesidad de acumulación infinita y los límites físicos del planeta.
Esto se manifiesta en la crisis energética -del mismo modo que en la creciente crisis medioambiental que sufre el planeta – y no puede tener una solución meramente una técnica, como expresión de las contradicciones inherente del capital.
- La falacia del crecimiento "verde" Bermúdez apuesta por energías renovables y eficiencia energética como pilares para la transición. Sin embargo, tal como señala el físico Antonio Turiel, estas fuentes de energía no pueden sostener el ritmo de crecimiento económico capitalista. El capitalismo requiere un consumo creciente de energía para mantener la acumulación de capital, pero las renovables solo pueden cubrir un porcentaje limitado de las necesidades actuales.
La llamada "transición verde" que promueven instituciones globales y gobiernos es, en realidad, una estrategia para sostener el capitalismo mediante nuevas formas de extracción y explotación. Esto incluye la expansión de la minería para baterías y paneles solares, que reproduce patrones de destrucción ambiental y desigualdad económica.
- El mito de la autosuficiencia dentro del capitalismo La propuesta de Bermúdez de fomentar la autosuficiencia alimentaria y energética es valiosa, pero insuficiente dentro de un sistema globalizado. La economía canaria está integrada en cadenas de valor internacionales que imponen una dependencia estructural de mercados externos. Solo un modelo económico descentralizado y basado en la planificación democrática podría romper estas cadenas de dependencia.
- Decrecimiento capitalista: una contradicción en los términos Bermúdez menciona el decrecimiento como una solución necesaria, pero no aborda la incompatibilidad entre decrecimiento y capitalismo. Como señaló Sacristán, el capitalismo no puede existir sin crecimiento porque su lógica depende de la valorización constante del capital. Intentar implementar políticas de decrecimiento dentro de este sistema generaría crisis sociales, desempleo masivo y conflictos por los recursos.
¿Socialismo o barbarie?
Como señala Turiel, tenemos la capacidad técnica para garantizar condiciones dignas de vida con menos energía, pero esto requiere un modelo económico basado en la distribución equitativa de recursos y la producción planificada y no en la lógica de acumulación privada.
Esto implica:
- Un modelo económico autogestionado, donde la energía y los recursos se gestionen colectivamente para cubrir las necesidades sociales, no para maximizar beneficios.
- La socialización de la producción agrícola y energética, reduciendo la dependencia de multinacionales y promoviendo la soberanía regional.
- El fin del turismo masivo, reemplazado por un turismo sostenible que respete los límites del territorio y genere beneficios distribuidos equitativamente.
Tal y como señalara el filósofo marxista Manuel Sacristán el socialismo no es solo una opción ética, sino una necesidad histórica ante la crisis ecológica. Solo un cambio de sistema puede garantizar una transición justa y verdaderamente sostenible.
La verdadera solución a la crisis energética, como a la medioambiental, requiere un cambio sistémico hacia una economía socialista, basada en la sostenibilidad, la justicia y la planificación democrática. En un mundo de recursos finitos, la elección es hoy más clara que nunca -por más que la lucha por alcanzar este objetivo sea ardua y debe enfrentarse a la oposición más descarnada de las clases dominantes-: socialismo o barbarie.
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Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En su libro Canarias ante el declive del petróleo, el autor Juan Jesús Bermúdez Ferrer plantea una reflexión cada vez más urgente sobre los impactos del inevitable declive del petróleo en las Islas Canarias, una región cuya economía está peligrosamente atada a los combustibles fósiles.
Bermúdez realiza un recorrido por las estructuras económicas y energéticas de las islas, mostrando cómo sectores clave como el turismo, la construcción y la agricultura dependen de este recurso finito.
A partir de esta realidad, sugiere alternativas para mitigar los efectos de la crisis energética y traza un camino hacia la sostenibilidad. Sin embargo, pese al innegable valor de la reflexión efectuada por Bermúdez, un análisis crítico de sus propuestas pone de manifiesto que estas eluden plantear un problema estructural más amplio: el capitalismo como sistema socioeconómico es incapaz de resolver los desafíos que plantea la crisis energética sin caer en contradicciones insuperables.
La verdadera solución, pues, no puede limitarse a implementar ajustes dentro del sistema actual; requiere un cambio radical hacia un modelo económico postcapitalista.
La dependencia energética y el modelo económico de Canarias
El libro de Bermúdez describe con precisión cómo la economía de las Islas Canarias se encuentra completamente subordinada al petróleo, lo que la convierte en un microcosmos de las crisis globales que emergen del agotamiento de los combustibles fósiles. Los sectores económicos fundamentales en las islas—como el turismo, la construcción y el transporte—están intrínsecamente ligados al suministro de petróleo barato y abundante.
- El turismo, que aporta gran parte del PIB insular, depende del transporte aéreo, una de las actividades más intensivas en consumo de queroseno. El encarecimiento del petróleo pondrá en riesgo la competitividad de Canarias como destino turístico, afectando a miles de empleos y reduciendo los ingresos públicos.
- La agricultura local, limitada y dependiente de fertilizantes y agua desalada, también enfrenta problemas. Los altos costos energéticos encarecerán tanto la producción local como la importación de alimentos, exacerbando la inseguridad alimentaria en las islas.
- La construcción, otro motor económico tradicional, sufrirá ante la falta de energía barata para mover materiales y maquinaria, cuestionando su viabilidad como sector de futuro.
En este contexto, Bermúdez advierte que el declive energético no es solo una crisis de suministro, sino un desafío estructural que amenaza con desestabilizar los pilares mismos del modelo económico canario.
Las propuestas de Bermúdez: transición, diversificación y autosuficiencia
El autor ofrece un conjunto de soluciones para mitigar los impactos del declive del petróleo. Entre ellas destacan:
- El impulso a las energías renovables, como la solar, eólica y marina, con el objetivo de reducir la dependencia de combustibles fósiles
- La diversificación económica, priorizando sectores sostenibles y de bajo consumo energético.
- La autosuficiencia alimentaria, potenciando la agricultura local para reducir la dependencia de las importaciones.
- El decrecimiento programado, que implica reducir el consumo energético y reorganizar la economía en función de los límites planetarios.
Estas propuestas reflejan un esfuerzo serio por afrontar los desafíos desde una perspectiva regional y técnica, y Bermúdez insiste en la importancia de un debate social informado para implementar cambios. Sin embargo, sus soluciones están diseñadas para operar dentro del marco del capitalismo, lo que las sitúa en una posición limitada para resolver los problemas estructurales que él mismo describe.
Los límites insuperables del capitalismo frente a la crisis energética
Desde una perspectiva marxista, las propuestas de Bermúdez, aunque valiosas en su diagnóstico, no abordan el problema central: el capitalismo como sistema es insostenible por naturaleza.
Este sistema económico-social reproduce una contradicción inherente entre su necesidad de acumulación infinita y los límites físicos del planeta.
Esto se manifiesta en la crisis energética -del mismo modo que en la creciente crisis medioambiental que sufre el planeta – y no puede tener una solución meramente una técnica, como expresión de las contradicciones inherente del capital.
- La falacia del crecimiento "verde" Bermúdez apuesta por energías renovables y eficiencia energética como pilares para la transición. Sin embargo, tal como señala el físico Antonio Turiel, estas fuentes de energía no pueden sostener el ritmo de crecimiento económico capitalista. El capitalismo requiere un consumo creciente de energía para mantener la acumulación de capital, pero las renovables solo pueden cubrir un porcentaje limitado de las necesidades actuales.
La llamada "transición verde" que promueven instituciones globales y gobiernos es, en realidad, una estrategia para sostener el capitalismo mediante nuevas formas de extracción y explotación. Esto incluye la expansión de la minería para baterías y paneles solares, que reproduce patrones de destrucción ambiental y desigualdad económica.
- El mito de la autosuficiencia dentro del capitalismo La propuesta de Bermúdez de fomentar la autosuficiencia alimentaria y energética es valiosa, pero insuficiente dentro de un sistema globalizado. La economía canaria está integrada en cadenas de valor internacionales que imponen una dependencia estructural de mercados externos. Solo un modelo económico descentralizado y basado en la planificación democrática podría romper estas cadenas de dependencia.
- Decrecimiento capitalista: una contradicción en los términos Bermúdez menciona el decrecimiento como una solución necesaria, pero no aborda la incompatibilidad entre decrecimiento y capitalismo. Como señaló Sacristán, el capitalismo no puede existir sin crecimiento porque su lógica depende de la valorización constante del capital. Intentar implementar políticas de decrecimiento dentro de este sistema generaría crisis sociales, desempleo masivo y conflictos por los recursos.
¿Socialismo o barbarie?
Como señala Turiel, tenemos la capacidad técnica para garantizar condiciones dignas de vida con menos energía, pero esto requiere un modelo económico basado en la distribución equitativa de recursos y la producción planificada y no en la lógica de acumulación privada.
Esto implica:
- Un modelo económico autogestionado, donde la energía y los recursos se gestionen colectivamente para cubrir las necesidades sociales, no para maximizar beneficios.
- La socialización de la producción agrícola y energética, reduciendo la dependencia de multinacionales y promoviendo la soberanía regional.
- El fin del turismo masivo, reemplazado por un turismo sostenible que respete los límites del territorio y genere beneficios distribuidos equitativamente.
Tal y como señalara el filósofo marxista Manuel Sacristán el socialismo no es solo una opción ética, sino una necesidad histórica ante la crisis ecológica. Solo un cambio de sistema puede garantizar una transición justa y verdaderamente sostenible.
La verdadera solución a la crisis energética, como a la medioambiental, requiere un cambio sistémico hacia una economía socialista, basada en la sostenibilidad, la justicia y la planificación democrática. En un mundo de recursos finitos, la elección es hoy más clara que nunca -por más que la lucha por alcanzar este objetivo sea ardua y debe enfrentarse a la oposición más descarnada de las clases dominantes-: socialismo o barbarie.
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A través de sus testimonios denuncian lo que consideran una respuesta desmedida del estado ante sus actos de desobediencia civil no violenta. Señalan que se les tacha de ecoterroristas y critican que las multas, prohibiciones, sanciones e incluso penas de cárcel que enfrentan no son más que intentos de criminalizarlas, cuando su única misión es proteger la vida frente a la crisis ecosocial que amenaza el futuro de todas las personas. (Prólogo de Yayo Herrero)
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