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Lunes, 24 de Julio de 2023 Tiempo de lectura:

FIEBRE DEL LITIO: UNA BENDICIÓN ENERGÉTICA CON DESAFÍOS AMBIENTALES Y SOCIALES OCULTOS

El 'Triángulo del Litio': Entre el Tesoro Mineral y la Crisis Hídrica y Social"

En la carrera hacia la transición energética, el litio emerge como el oro blanco del siglo XXI, jugando un papel crucial en la generación de energías renovables. Sin embargo, detrás de la creciente demanda y la dominancia de China en la industria, se esconden desafíos ambientales y sociales complejos. Desde los 'triángulos de litio' de América del Sur hasta los riesgos hídricos y las amenazas a la biodiversidad (...)

 

POR MARTÍN ÁLVAREZ PARA CANARIAS SEMANAL

 

      Nos encontramos en medio de una fiebre por el oro blanco. Sí, hablamos del litio. Este elemento se ha convertido [Img #75920]en un actor principal de la transición verde, dada su importancia en la producción de baterías eléctricas y su papel crucial en la gestión de energía renovable.

 

      En tan solo veinte años, la demanda de este precioso metal se estima que se multiplicará por 42. Es como si cada individuo en el mundo entero quisiera una porción de este pastel de litio. Pero, ¿quién es el principal repostero de este manjar de la transición energética?

 

    China, la gigante asiática, ostenta el control de cerca del 80% de las inversiones en tecnologías de transición energética a nivel mundial. Aunque su pastel puede estar decorado con una gran cantidad de tierras raras y grafito, las complejidades de esta receta van más allá de sus fronteras.

 

     Países como República Democrática del Congo, Mozambique, Perú, Ghana o Indonesia se dedican, principalmente, a extraer minerales y venderlos con un refinamiento/procesamiento básico.

 

    Otros países, como Chile, Bolivia, Argentina los que extraen minerales y tienen distintos proyectos para avanzar hacia la industrialización, pero han topado con barreras internas.

 

    «Tienen un denominador común: se ven sometidos a la deuda externa o a los tratados de comercio e inversión, que funcionan como instrumentos para apuntalar su subordinación», indican desde el ODG. Por tanto, son empresas de otros países las que operan en el territorio.

 

    Es, pues, en América del Sur, donde nos encontramos con el 'triángulo del litio'. Este terreno es un cofre del tesoro, desbordante de minerales como el litio, potasio y boro. Sin embargo, el uso del término 'triángulo del litio' puede sugerir un degradante desdén por la riqueza natural y cultural de estas tierras.

 

     La extracción de este metal no es tan brillante como pudiera parecer. En zonas de estrés hídrico, la necesidad de grandes volúmenes de agua para la extracción de litio pone en peligro los recursos vitales de las comunidades. Además, la opacidad en la gestión del agua por parte de las empresas mineras arroja una sombra sobre la disponibilidad de agua para las poblaciones locales.

 

   Las repercusiones de la minería no se detienen allí. La biodiversidad y el turismo sostenible se ven amenazados por los impactos visuales y físicos de la actividad minera. Lamentablemente, carecemos de una investigación profunda sobre los efectos hidrológicos y ambientales que estos proyectos mineros pueden tener.

 

     El 'triángulo del litio', al igual que otros lugares ricos en minerales, se transforma en zonas de sacrificio, donde los impactos sociales y medioambientales de la minería son más intensos. La injusticia ambiental y la insatisfacción de las necesidades sociales y económicas se vuelven una dolorosa realidad para sus habitantes.

 

     Entonces, ¿cómo reducir el impacto ambiental y social de esta transición energética? Se impone el cuestionamiento a la urgencia que conduce a las grandes corporaciones a enfrentar este desafío. Podemos considerar la reducción de la demanda de tecnologías en el norte global, implementando políticas que limiten el consumo de litio.

 

    Una distribución justa de las oportunidades laborales y la cancelación de la deuda externa de los países más vulnerables son otros pilares fundamentales para una transición energética equitativa. A la vez, deberíamos reconsiderar los tratados comerciales y de inversión, priorizando la soberanía nacional y popular.

 

    En definitiva, la transición energética no solo requiere un enfoque ecológico, sino también una visión social justa.

 

  

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