
DOMINGO VALENCIA: EL LEGADO DE UN HÉROE CANARIO DE LA RESISTENCIA ANTIFRANQUISTA (VÍDEO)
Testimonio inédito de Domingo Valencia en el que desmiente la "historia oficial" de determinados personajes - Juan Rguez Doreste y el Obispo Pildain- presentados hoy como "héroes".
¿Cómo puede una vida marcada por la lucha y el sufrimiento trascender al olvido? ¿Qué es lo que convierte a una persona en un referente histórico de resistencia y justicia? En este artículo, se incursiona en la vida de Domingo Valencia, uno de los últimos sobrevivientes de la resistencia antifranquista en Canarias, y de su legado en la memoria histórica del Archipiélago. ¿Cómo pudo sobrevivir un joven de 15 años, analfabeto, condenado a muerte en un Consejo de Guerra, convirtiéndose hoy en símbolo de la resistencia a la dictadura?
POR MANUEL MEDINA (*) PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El 27 de noviembre de 2019, a los 99 años, fallecía en Las Palmas de Gran Canaria Domingo Valencia, un luchador infatigable contra la dictadura franquista y símbolo de la resistencia antifascista en el Archipiélago canario.
Su vida, marcada por la militancia política, la prisión y la clandestinidad, es un recordatorio de las incontables historias de sacrificio que, como él mismo lamentaba, habían quedado atrapadas en el "alzheimer histórico" que a lo largo de las últimas décadas se ha tratado de aplicar en este país.
Domingo Valencia nació en 1920 en Gran Canaria. Contando con apenas 15 años, el jovencísimo obrero analfabeto se unió a los movimientos de resistencia contra el golpe militar de 1936, participando en las puntuales escaramuzas que en contra del levantamiento militar se produjeron en Tamaraceite y en el Norte de esa isla. Sin embargo, el arrollador poder de los militares sublevados, respaldados por la represión falangista, pudo consolidarse
rápidamente, llevando al fracaso esas primeras tentativas de resistir a una dictadura que iba a durar nada menos que cuarenta años.
El destino de la vida de Domingo Valencia dio un vuelco cuando fue detenido mientras trabajaba en el Mercado de El Puerto. Encarcelado en los campos de concentración de La Isleta y Gando, fue sometido a un Consejo de Guerra sumarísimo que lo condenó a muerte, junto a otros compañeros de lucha de su pueblo, Tamaraceite.
No obstante, su corta edad, -tan solo tenía 15 años de edad cuando fue sentado en el banquillo del Consejo de Guerra-, permitió que su familia solicitara la conmutación de la pena, una demanda que in extremis le salvó la vida. El resto de sus compañeros no corrió con la misma suerte. Fueron fulminantemente fusilados.
Internado en el campo de concentración de Gando, -una antigua leprosería-, Domingo encontró allí, paradójicamente, una vía inesperada para su propia transformación personal: aprendió a leer y escribir gracias a sus compañeros de infortunio, a los que él siempre recordaba llamándolos "los intelectuales". "Ellos cambiaron mi vida", afirmaba Domingo con enorme gratitud.
Durante esos años de internamiento pidió su ingreso en el Partido Comunista de España (PCE), organización a la que permanecería afiliado hasta su muerte, pese a sus rotundas discrepancias ideológicas y sus acerbas críticas a la deriva socialdemócrata y reformista que caracterizó a esa organización a lo largo de las décadas de los setenta, ochenta y años posteriores.
Una vez liberado del campo de concentración, Domingo se comprometió enteramente con la lucha clandestina antifranquista. En las décadas de los 40 y 50, durante los duros años de plomo, desempeñó un papel crucial refugiando de la persecución a luchadores como "El Corredera", comunista ejecutado a garrote vil en 1959, o Germán Pírez, antiguo comisario del 5º Regimiento y, años después, destacado dirigente del PCE en Canarias. Estas acciones, realizadas bajo la amenaza siempre perseverante del aparato represivo del franquismo, pusieron de manifiesto la solidez de su compromiso con la ideología y la organización en la que militaba.
A pesar de una vida pletórica de generosidad y entrega, Valencia fue, como tantos otros miles de combatientes antifranquistas, víctima de los "pactos de silencio" que de manera tácita marcaron la Transición. Su memoria como militante estuvo al borde del olvido, una realidad que él mismo denunció en reiteradas ocasiones en relación con otros compañeros suyos.
Sin embargo, como resultado de una suerte de coincidencias fortuitas, tuve la oportunidad de conocer a Domingo y su azarosa historia de lucha, a través de un amigo común, José del Toro. Por aquella época, Valencia podría tener ya sobre sus espaldas 85 u 86 años, aunque por entonces aparentaba muchísimos menos.
Después de conocer las vicisitudes de su biografía, me resultaba difícil entender el discreto anonimato que la había rodeado. En realidad, aquel silencio que cercó la historia de Domingo Valencia no contenía ningún enigma ni misterio. Era, en esencia, el mismo tipo de silencio que había amordazado el conocimiento público de las trayectorias heroicas de miles de comunistas, cuya fe de lucha fue sometida a una suerte de alzheimer colectivo inducido, en virtud de los acuerdos tácitos de la llamada transición a la democracia y en aras de una falsa reconciliación entre los españoles, tras cuyo argumentario se escondían otros objetivos nada confesables.
El pasado había que enterrarlo a cal y canto, -se decía entonces-, para impedir que los demonios históricos pudieran ser nuevamente desenterrados. Una falacia ante la que no fueron pocos los que terminaron sucumbiendo.
A partir de nuestros primeros encuentros, y con la complicidad ideológica con el propio Domingo, nos propusimos rescatar aspectos de su biografía a través de un reportaje videográfico difundido por Canarias Semanal hace más de una década.
Aquel modestísimo documental, realizado con los primitivos procedimientos que entonces teníamos a mano, y la posterior publicación del libro "El isleño Valencia: memorias y reflexiones", del escritor cubano-canario Roberto Domínguez Lima, posibilitaron que pudiéramos quebrar el muro de silencio que había rodeado su vida, facilitando que miles de personas pudieran conocer la historia de un canario que, como la de otros muchos comunistas de todo el Estado, corría el riesgo de ser engullida por el anonimato ingrato de una desmemoria previamente concertada.
Luego, las cosas sucedieron como sucedieron. De manera abrupta, repentina, sin que nadie pudiera preverlo, los medios locales comenzaron a publicar reportajes sobre su vida, entrevistas, documentales, convocatorias a actos conmemorativos, etc..
Fue a partir de entonces cuando su trayectoria biográfica comenzó a ser realmente conocida en la Isla. El propio Domingo se lamentaba desconsolado de que las cosas se hubieran producido de esa forma, porque él nunca habia dejado de ser consciente de que el papel que a le habia tocado desempeñar en la clandestinidad durante las décadas de plomo de los 40 y 50, no había sido ni tan destacado ni arriesgado como el de otros de sus muchos camaradas, que fueron obligados a pasar por las duras pruebas de las torturas policiales y la prisión.
En 2015, Canarias Semanal tuvo además el privilegio de realizar la última entrevista a Domingo Valencia, un testimonio vital para la memoria contemporánea de la historia de Canarias. Todo ese material, junto con imágenes de un homenaje celebrado en el "Centro de Estudios Sociales Franchy y Roca", ha contribuido a preservar vivo el ejemplo de un luchador cuya biografía representa, sobre todo, la dignidad de quienes se negaron a ceder ante el terror de la dictadura.
Valencia solía decir que su vida la habían cambiado, quienes le ayudaron a salir del analfabetismo y la ignorancia. Pero hoy es, en cambio, su propia historia la que nos puede ayudar a ampliar nuestra propia comprensión acerca de en qué consistió para un militante sencillo y modesto, como era él, la resistencia antifranquista. Contribuye, igualmente, a mantener vivo el recuerdo de decenas de miles de combatientes que, como él, dedicaron su existencia a luchar por la libertad y el socialismo, sin esperar nada a cambio.
(*) Manuel Medina es profesor de Historia y divulgador de temas relacionados con esa materia.
VÍDEO 1: Testimonio póstumo de Domingo Valencia sobre dos contemporáneos suyos: Juan Rodríguez Doreste (alcalde de Las Palmas de G.C., 1980- 87) y el Obispo Antonio Pildáin Zapiain.
VÍDEO 2 - Acto de homenaje a Domingo Valencia celebrado, dos años antes de su muerte, en el Centro Franchy Roca de Las Palmas de G.C.
POR MANUEL MEDINA (*) PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El 27 de noviembre de 2019, a los 99 años, fallecía en Las Palmas de Gran Canaria Domingo Valencia, un luchador infatigable contra la dictadura franquista y símbolo de la resistencia antifascista en el Archipiélago canario.
Su vida, marcada por la militancia política, la prisión y la clandestinidad, es un recordatorio de las incontables historias de sacrificio que, como él mismo lamentaba, habían quedado atrapadas en el "alzheimer histórico" que a lo largo de las últimas décadas se ha tratado de aplicar en este país.
Domingo Valencia nació en 1920 en Gran Canaria. Contando con apenas 15 años, el jovencísimo obrero analfabeto se unió a los movimientos de resistencia contra el golpe militar de 1936, participando en las puntuales escaramuzas que en contra del levantamiento militar se produjeron en Tamaraceite y en el Norte de esa isla. Sin embargo, el arrollador poder de los militares sublevados, respaldados por la represión falangista, pudo consolidarse rápidamente, llevando al fracaso esas primeras tentativas de resistir a una dictadura que iba a durar nada menos que cuarenta años.
El destino de la vida de Domingo Valencia dio un vuelco cuando fue detenido mientras trabajaba en el Mercado de El Puerto. Encarcelado en los campos de concentración de La Isleta y Gando, fue sometido a un Consejo de Guerra sumarísimo que lo condenó a muerte, junto a otros compañeros de lucha de su pueblo, Tamaraceite.
No obstante, su corta edad, -tan solo tenía 15 años de edad cuando fue sentado en el banquillo del Consejo de Guerra-, permitió que su familia solicitara la conmutación de la pena, una demanda que in extremis le salvó la vida. El resto de sus compañeros no corrió con la misma suerte. Fueron fulminantemente fusilados.
Internado en el campo de concentración de Gando, -una antigua leprosería-, Domingo encontró allí, paradójicamente, una vía inesperada para su propia transformación personal: aprendió a leer y escribir gracias a sus compañeros de infortunio, a los que él siempre recordaba llamándolos "los intelectuales". "Ellos cambiaron mi vida", afirmaba Domingo con enorme gratitud.
Durante esos años de internamiento pidió su ingreso en el Partido Comunista de España (PCE), organización a la que permanecería afiliado hasta su muerte, pese a sus rotundas discrepancias ideológicas y sus acerbas críticas a la deriva socialdemócrata y reformista que caracterizó a esa organización a lo largo de las décadas de los setenta, ochenta y años posteriores.
Una vez liberado del campo de concentración, Domingo se comprometió enteramente con la lucha clandestina antifranquista. En las décadas de los 40 y 50, durante los duros años de plomo, desempeñó un papel crucial refugiando de la persecución a luchadores como "El Corredera", comunista ejecutado a garrote vil en 1959, o Germán Pírez, antiguo comisario del 5º Regimiento y, años después, destacado dirigente del PCE en Canarias. Estas acciones, realizadas bajo la amenaza siempre perseverante del aparato represivo del franquismo, pusieron de manifiesto la solidez de su compromiso con la ideología y la organización en la que militaba.
A pesar de una vida pletórica de generosidad y entrega, Valencia fue, como tantos otros miles de combatientes antifranquistas, víctima de los "pactos de silencio" que de manera tácita marcaron la Transición. Su memoria como militante estuvo al borde del olvido, una realidad que él mismo denunció en reiteradas ocasiones en relación con otros compañeros suyos.
Sin embargo, como resultado de una suerte de coincidencias fortuitas, tuve la oportunidad de conocer a Domingo y su azarosa historia de lucha, a través de un amigo común, José del Toro. Por aquella época, Valencia podría tener ya sobre sus espaldas 85 u 86 años, aunque por entonces aparentaba muchísimos menos.
Después de conocer las vicisitudes de su biografía, me resultaba difícil entender el discreto anonimato que la había rodeado. En realidad, aquel silencio que cercó la historia de Domingo Valencia no contenía ningún enigma ni misterio. Era, en esencia, el mismo tipo de silencio que había amordazado el conocimiento público de las trayectorias heroicas de miles de comunistas, cuya fe de lucha fue sometida a una suerte de alzheimer colectivo inducido, en virtud de los acuerdos tácitos de la llamada transición a la democracia y en aras de una falsa reconciliación entre los españoles, tras cuyo argumentario se escondían otros objetivos nada confesables.
El pasado había que enterrarlo a cal y canto, -se decía entonces-, para impedir que los demonios históricos pudieran ser nuevamente desenterrados. Una falacia ante la que no fueron pocos los que terminaron sucumbiendo.
A partir de nuestros primeros encuentros, y con la complicidad ideológica con el propio Domingo, nos propusimos rescatar aspectos de su biografía a través de un reportaje videográfico difundido por Canarias Semanal hace más de una década.
Aquel modestísimo documental, realizado con los primitivos procedimientos que entonces teníamos a mano, y la posterior publicación del libro "El isleño Valencia: memorias y reflexiones", del escritor cubano-canario Roberto Domínguez Lima, posibilitaron que pudiéramos quebrar el muro de silencio que había rodeado su vida, facilitando que miles de personas pudieran conocer la historia de un canario que, como la de otros muchos comunistas de todo el Estado, corría el riesgo de ser engullida por el anonimato ingrato de una desmemoria previamente concertada.
Luego, las cosas sucedieron como sucedieron. De manera abrupta, repentina, sin que nadie pudiera preverlo, los medios locales comenzaron a publicar reportajes sobre su vida, entrevistas, documentales, convocatorias a actos conmemorativos, etc..
Fue a partir de entonces cuando su trayectoria biográfica comenzó a ser realmente conocida en la Isla. El propio Domingo se lamentaba desconsolado de que las cosas se hubieran producido de esa forma, porque él nunca habia dejado de ser consciente de que el papel que a le habia tocado desempeñar en la clandestinidad durante las décadas de plomo de los 40 y 50, no había sido ni tan destacado ni arriesgado como el de otros de sus muchos camaradas, que fueron obligados a pasar por las duras pruebas de las torturas policiales y la prisión.
En 2015, Canarias Semanal tuvo además el privilegio de realizar la última entrevista a Domingo Valencia, un testimonio vital para la memoria contemporánea de la historia de Canarias. Todo ese material, junto con imágenes de un homenaje celebrado en el "Centro de Estudios Sociales Franchy y Roca", ha contribuido a preservar vivo el ejemplo de un luchador cuya biografía representa, sobre todo, la dignidad de quienes se negaron a ceder ante el terror de la dictadura.
Valencia solía decir que su vida la habían cambiado, quienes le ayudaron a salir del analfabetismo y la ignorancia. Pero hoy es, en cambio, su propia historia la que nos puede ayudar a ampliar nuestra propia comprensión acerca de en qué consistió para un militante sencillo y modesto, como era él, la resistencia antifranquista. Contribuye, igualmente, a mantener vivo el recuerdo de decenas de miles de combatientes que, como él, dedicaron su existencia a luchar por la libertad y el socialismo, sin esperar nada a cambio.
(*) Manuel Medina es profesor de Historia y divulgador de temas relacionados con esa materia.
VÍDEO 1: Testimonio póstumo de Domingo Valencia sobre dos contemporáneos suyos: Juan Rodríguez Doreste (alcalde de Las Palmas de G.C., 1980- 87) y el Obispo Antonio Pildáin Zapiain.
VÍDEO 2 - Acto de homenaje a Domingo Valencia celebrado, dos años antes de su muerte, en el Centro Franchy Roca de Las Palmas de G.C.
Ejenenacar | Domingo, 01 de Diciembre de 2024 a las 07:27:44 horas
Tuve el gran honor de conocerle y hablar con él en una de las Rutas de la Resistencia que se organizaron hace algo más de una década. Sería buenísimo que se continuara esa labor y dar a conocer a las nuevas generaciones quiénes fueron los cinco de San Lorenzo, Suárez, Egea y todo lo acontecido en aquellos años de traición al pueblo republicanos de los años treinta del pasado siglo. Muchos entenderían el actual devenir de estos tiempos tan polarizados.
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