
LOS MAJESTUOSOS EDIFICIOS DE ARENA DE CANARIAS: UN SINGULAR MILAGRO DE LA NATURALEZA, EN TRANCE DE EXTINCIÓN
Tratando de comprender el misterio de las dunas canarias: Un complicado "baile" entre la geología, el clima y la biiología.
Descubre el asombroso origen y evolución de las dunas canarias, unos majestuosos edificios de arena que se levantan en las costas de las islas más antiguas y orientales del archipiélago. En una maravillosa danza entre los vientos alisios, la erosión volcánica y el polvo del Sahara, estas dunas han sobrevivido y prosperado durante miles de años. Pero su existencia, y la de las especies que han logrado adaptarse a sus condiciones extremas, está amenazada por los crecientes impactos del desarrollo turístico.
POR M. RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Las dunas de las Islas Canarias, como las famosas Dunas de Maspalomas en Gran Canaria, tienen su origen en una combinación casi mágica entre diversos factores geológicos y climáticos.
Primero, valdría la pena señalar que las dunas se forman por las acumulaciones de arena impulsadas por el viento. En las Islas Canarias, concretamente, la arena proviene principalmente de dos fuentes. Una parte se origina por la erosión de los materiales locales, principalmente rocas volcánicas, a lo largo de miles de años. La otra parte proviene del polvo del Sáhara, transportado por los vientos alisios desde el continente africano.
Los vientos alisios predominantes en las Islas Canarias tiene su origen en el nordeste y juegan un papel crucial en la formación y movimiento de las dunas. Transportan la arena desde las playas y la depositan en las zonas donde la velocidad del viento disminuye, dando lugar a la formación de los edificios majestuosos que constituyen en las dunas.
Las condiciones climáticas y geográficas de las islas también influyen en la formación de las dunas. La existencia de áreas costeras planas y abiertas, el clima seco, y la cantidad de arena disponible son factores clave.
Es esa la razón por la que no todas las Islas Canarias poseen sistemas dunares. Las islas más jóvenes y montañosas, como El Hierro o La Palma, tienen menos playas y costas planas, por lo que no favorecen la formación de dunas. Por el contrario, en las Islas más antiguas y orientales, como son Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, donde hay más playas y zonas planas, son territorios en los que la naturaleza, la erección majestuosa para el desarrollo de extensas áreas de este tipo de imponentes edificios geológicos.
Pero hay, no obstante, más factores que contribuyen a la existencia de las dunas en Canarias. El tipo de vegetación autóctona desempeña igualmente un papel importante, ya que ciertas plantas adaptadas a la vida en las dunas ayudan a estabilizar la arena con sus raíces, contribuyendo a la formación de las dunas.
Las dunas canarias son, pues, el resultado de un complejo conjunto de factores geológicos, climáticos y biológicos que trabajan juntos en un proceso que ha tomado miles de años.
Pero sobre ellas nos queda todavía mucho más por escribir. Nuestras dunas son también hogares hospitalarios. ¿Cómo es eso posible? En efecto, criaturas y plantas que pueden resistir la alta salinidad y la arena en constante movimiento, hacen de estos lugares su casa. ¿De qué manera? Pues nada menos que tratando de mantener un delicado e inteligente equilibrio: si llueve lo suficiente, la vegetación echa raíces y la arena se detiene, creando una especie de muro que protegiendo su interior de la erosión marina. Aunque pueda resultar increíble, algunas plantas, como el balancón, florecen incluso en estas condiciones tan extremadamente duras.
En el pasado, las dunas canarias no fueron especialmente apreciadas siquiera por los propios canarios. Se menospreció olímpicamente su existencia. De hecho, fueron vistas como si se tratara de un serio problema para el desarrollo de la agricultura, ya que podían llegar a cubrir los campos de cultivo con arena.
Pero esa visión comenzó a cambiar, -en cierta medida, solo en cierta medida-, con la abrupta irrupción del turismo en el Archipiélago en la segunda mitad del pasado siglo XX. Las dunas se convirtieron entonces en una suerte objeto de deseo, en una oferta comercial para que los visitantes pudieran ejercer la práctica del nudismo, y que había que conservar no como una singularidad caprichosa de la naturaleza, sino como parte de la apetitosa renta del negocio turístico.
Pero ni a los niños canarios se les enseñó nunca el gigantesco valor que "escondía" la naturaleza insólita y adaptativa de su Archipiélago, ni tampoco una buena parte los mayores llegaron a conocer la riqueza, no necesariamente crematística, que encierran las costas de estos siete peñones perdidos en el Atlántico.
El desarrollo del turismo en las Islas orientales han ocasionado, no obstante, graves impactos en los edificios dunares de sus costas. La construcción de infraestructuras y la extracción de áridos han distorsionado la dinámica natural de las dunas, causando graves daños sobre estos frágiles ecosistemas. Aunque exista mayor sensibilidad en relación con la necesidad de su protección, la voracidad de los intereses económicos del turismo hace que sigan estando en serio peligro de desaparición total.
Ha sucedido, además, que los diseños urbanísticos de los años 60, 70, 80 y 90 del pasado siglo han convertido en irreversibles los daños ocasionados, ya que han terminado prevaleciendo siempre los intereses de las grandes constructoras y sus agentes inmobiliarios interpuestos.
De manera, lector, que en la próxima ocasión, cuando tengas la oportunidad de contemplar una "catedral" dunar recuerda: no solo es una masa mastodóntica de arena movida por el viento. Es también un hogar, un protector, un monumento a la increíble adaptabilidad de la naturaleza de estas Islas y, si nos atrevemos a luchar por su conservación, podrán ser también uno de los mejores legados que podremos dejar al patrimonio natural de nuestra gente.
POR M. RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Las dunas de las Islas Canarias, como las famosas Dunas de Maspalomas en Gran Canaria, tienen su origen en una combinación casi mágica entre diversos factores geológicos y climáticos.
Primero, valdría la pena señalar que las dunas se forman por las acumulaciones de arena impulsadas por el viento. En las Islas Canarias, concretamente, la arena proviene principalmente de dos fuentes. Una parte se origina por la erosión de los materiales locales, principalmente rocas volcánicas, a lo largo de miles de años. La otra parte proviene del polvo del Sáhara, transportado por los vientos alisios desde el continente africano.
Los vientos alisios predominantes en las Islas Canarias tiene su origen en el nordeste y juegan un papel crucial en la formación y movimiento de las dunas. Transportan la arena desde las playas y la depositan en las zonas donde la velocidad del viento disminuye, dando lugar a la formación de los edificios majestuosos que constituyen en las dunas.
Las condiciones climáticas y geográficas de las islas también influyen en la formación de las dunas. La existencia de áreas costeras planas y abiertas, el clima seco, y la cantidad de arena disponible son factores clave.
Es esa la razón por la que no todas las Islas Canarias poseen sistemas dunares. Las islas más jóvenes y montañosas, como El Hierro o La Palma, tienen menos playas y costas planas, por lo que no favorecen la formación de dunas. Por el contrario, en las Islas más antiguas y orientales, como son Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, donde hay más playas y zonas planas, son territorios en los que la naturaleza, la erección majestuosa para el desarrollo de extensas áreas de este tipo de imponentes edificios geológicos.
Pero hay, no obstante, más factores que contribuyen a la existencia de las dunas en Canarias. El tipo de vegetación autóctona desempeña igualmente un papel importante, ya que ciertas plantas adaptadas a la vida en las dunas ayudan a estabilizar la arena con sus raíces, contribuyendo a la formación de las dunas.
Las dunas canarias son, pues, el resultado de un complejo conjunto de factores geológicos, climáticos y biológicos que trabajan juntos en un proceso que ha tomado miles de años.
Pero sobre ellas nos queda todavía mucho más por escribir. Nuestras dunas son también hogares hospitalarios. ¿Cómo es eso posible? En efecto, criaturas y plantas que pueden resistir la alta salinidad y la arena en constante movimiento, hacen de estos lugares su casa. ¿De qué manera? Pues nada menos que tratando de mantener un delicado e inteligente equilibrio: si llueve lo suficiente, la vegetación echa raíces y la arena se detiene, creando una especie de muro que protegiendo su interior de la erosión marina. Aunque pueda resultar increíble, algunas plantas, como el balancón, florecen incluso en estas condiciones tan extremadamente duras.
En el pasado, las dunas canarias no fueron especialmente apreciadas siquiera por los propios canarios. Se menospreció olímpicamente su existencia. De hecho, fueron vistas como si se tratara de un serio problema para el desarrollo de la agricultura, ya que podían llegar a cubrir los campos de cultivo con arena.
Pero esa visión comenzó a cambiar, -en cierta medida, solo en cierta medida-, con la abrupta irrupción del turismo en el Archipiélago en la segunda mitad del pasado siglo XX. Las dunas se convirtieron entonces en una suerte objeto de deseo, en una oferta comercial para que los visitantes pudieran ejercer la práctica del nudismo, y que había que conservar no como una singularidad caprichosa de la naturaleza, sino como parte de la apetitosa renta del negocio turístico.
Pero ni a los niños canarios se les enseñó nunca el gigantesco valor que "escondía" la naturaleza insólita y adaptativa de su Archipiélago, ni tampoco una buena parte los mayores llegaron a conocer la riqueza, no necesariamente crematística, que encierran las costas de estos siete peñones perdidos en el Atlántico.
El desarrollo del turismo en las Islas orientales han ocasionado, no obstante, graves impactos en los edificios dunares de sus costas. La construcción de infraestructuras y la extracción de áridos han distorsionado la dinámica natural de las dunas, causando graves daños sobre estos frágiles ecosistemas. Aunque exista mayor sensibilidad en relación con la necesidad de su protección, la voracidad de los intereses económicos del turismo hace que sigan estando en serio peligro de desaparición total.
Ha sucedido, además, que los diseños urbanísticos de los años 60, 70, 80 y 90 del pasado siglo han convertido en irreversibles los daños ocasionados, ya que han terminado prevaleciendo siempre los intereses de las grandes constructoras y sus agentes inmobiliarios interpuestos.
De manera, lector, que en la próxima ocasión, cuando tengas la oportunidad de contemplar una "catedral" dunar recuerda: no solo es una masa mastodóntica de arena movida por el viento. Es también un hogar, un protector, un monumento a la increíble adaptabilidad de la naturaleza de estas Islas y, si nos atrevemos a luchar por su conservación, podrán ser también uno de los mejores legados que podremos dejar al patrimonio natural de nuestra gente.
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