
ROBERT F. KENNEDY JR: UNA NUEVA ILUSIÓN PARA LA "IZQUIERDA" AMERICANA Y EUROPEA
"LA VERDAD INCÓMODA: SON LOS MOVIMIENTOS, NO LOS INDIVIDUOS, CAMBIAN EL MUNDO"
En un sistema donde se fomenta la idea de que un líder puede cambiar el rumbo del país, la figura de Robert F. Kennedy Jr. ha irrumpido en la escena política estadounidense. Sin embargo, la historia nos demuestra una realidad diferente, una que destaca el valor de los movimientos colectivos por encima de los individuos. En este análisis, exploramos por qué no deberíamos dejar que el sueño de un salvador político nos distraiga del verdadero trabajo de transformación social.
POR MARGARET KIMBERLEY / CANARIAS SEMANAL.ORG
Existe un comprensible deseo de tener un "presidente progresista", pero al igual que los llamados "finales felices perpetuos", la fantasía no dejará de ser tal, simplemente por el hecho de desearla.
En 2015, Bruce Dixon, cofundador de Black Agenda Report, introdujo el término "perro pastor" para definir el papel que Bernie Sanders desempeñaría en la carrera presidencial de 2016.
Dixon pronosticó que el papel de Sanders sería
"preparar el terreno para Hillary, redirigiendo las energías de los activistas y la izquierda desilusionada de regreso al redil demócrata. Bernie se propone mantener las energías y recursos de los activistas ocupados hasta el verano de 2016, cuando la única opción restante será optar por el menor de dos males".
La pregunta que surge ahora es si un determinado contendiente demócrata es serio acerca de obtener la nominación o simplemente un "perro pastor" que se encargará de conducir a los descontentos de vuelta a las manos de la oligarquía de su Partido.
Esta interrogante emerge una vez más con el anuncio de Robert F. Kennedy Jr. de su candidatura presidencial. Kennedy tiene la ventaja del reconocimiento de su apellido y no duda en hacer frecuentes referencias a "mi tío" y "mi padre".
Sin embargo, resulta atractivo para los sectores más izquierdistas del Partido Demócrata porque de palabra está dispuesto a desafiar la ortodoxia establecida.
Por ejemplo, hace las obligadas referencias a la “brutal invasión” de Rusia a Ucrania, pero también señala lo que nadie en el Partido Demócrata se atrevería a mencionar: que la guerra fue instigada por las acciones de los EE.UU. y critica la asignación de miles de millones de dólares al gobierno ucraniano, calificándolo como una “operación de blanqueo de dinero para el complejo industrial militar”.
CONTRADICCIONES Y RETROCESOS: LA VOLATILIDAD DE LA POSTURA POLÍTICA DE KENNEDY
No obstante, Kennedy también muestra disposición a moderar su posición si recibe presiones. Ha dicho que la CIA asesinó a su tío, John F. Kennedy, y denuncia las numerosas intervenciones de la CIA en todo el mundo como una práctica "con la que terminaría si fuera presidente". Pero se retracta si recibe críticas, invalidando sus propias declaraciones anteriores:
“La mayoría de las personas que trabajan en la CIA son buenas personas, patriotas, comprometidas con sus misiones y la ley. Mi propia nuera era agente de campo y es una de las personas más valientes que conozco”.
Además, Kennedy captó claramente la línea pro-Israel. Elogió al músico Roger Waters por su oposición a la guerra en Ucrania, pero luego no dudó un segundo en borrar su comentario en Twitter porque Waters también se opone al apartheid israelí. En buena medida, añadió comentarios vacíos sobre las “aspiraciones del pueblo palestino”. Tras ser criticado, eliminó sus comentarios, invalidando su primer comentario.
La disposición de Kennedy de ceder ante las críticas y moderar las posiciones contrarias a las que dice estar compitiendo, plantea otro problema. ¿Acabarán sus seguidores como los que trabajaron para Jesse Jackson, Dennis Kucinich o Bernie Sanders, que creyeron en su candidato, para luego ser instados a apoyar a Mondale, Dukakis, Kerry, Clinton o Biden? Cabe preguntarse, ¿cuál es el sentido de correr el riesgo una vez más cuando la historia da una fuerte indicación de cómo terminará esta campaña?
La amnesia selectiva de muchos seguidores de Kennedy pone de manifiesto otro problema con lo que pasa por política de izquierdas en este país. Las personas han sido tan adoctrinadas sobre el valor de la política electoral que creen que es la única forma de lograr los cambios que desean. El resultado final es la búsqueda de un salvador, la creencia de que podemos votar para salir de una situación creada por la oligarquía que controla ambas alas del duopolio. Es reconfortante pensar que un presidente podría poner fin a la explotación capitalista y al imperialismo, pero tal creencia, aunque comprensible, no se sostiene ante la realidad.
¿Desaparecería repentinamente el complejo industrial militar si Kennedy llegara a ser presidente? ¿Los demócratas y republicanos comprados por las grandes petroleras, las farmacéuticas, la agroindustria, las empresas de salud y otros intereses poderosos, se desharían de las cadenas que aceptaron de buen grado? ¿Sus patrocinadores les permitirían hacerlo si quisieran?
EL VERDADERO CAMBIO EN LA POLÍTICA: LA NECESIDAD DE MOVIMIENTOS COLECTIVOS FRENTE A LOS SALVADORES POLÍTICOS
La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo "No". Ambos partidos están dirigidos por capitalistas que no han dudado en mantener su control sobre el sistema y no lo abandonarán solo porque algunos demócratas no puedan resistirse a participar en ilusiones.
Robert F. Kennedy Jr. aboga por posturas que necesitan ser escuchadas. Es positivo que un candidato presidencial se oponga a las intervenciones estadounidenses en todo el mundo y se comprometa a acabar con la censura estatal y corporativa. Pero no existe un salvador, solo el arduo trabajo de movilizar y organizar movimientos de izquierda logrará hacerlo.
Kennedy habla de la necesidad de una "revolución pacífica". Pero no está nada claro que las revoluciones puedan ser pacíficas. La reacción de las clases hegemónicas impide siempre que esta llegue a serlo . Pero, en cualquier caso, lo que está fuera de toda duda es que estas puedan llegar a tener lugar por la exclusiva y generosa voluntad de un presidente.
La pregunta sigue siendo la misma y no cambia cada cuatro años. ¿Cómo nos movilizamos contra intereses que no serán aplacados, cuáles son los imperativos antitéticos a las necesidades humanas? No importa si los izquierdistas quieren creer que Robert F. Kennedy Jr. puede ganar la nominación del Partido Demócrata y convertirse en presidente. No obtendrán los resultados deseados.
En lugar de invertir nuestras esperanzas en un solo individuo, necesitamos entender que el cambio real proviene de los movimientos colectivos que desafían a los poderes fácticos, sin importar quién esté en el cargo. Esta es una lección difícil de aprender, especialmente en una sociedad que a menudo idolatra a los individuos y minimiza el poder de la acción colectiva. Pero la historia nos muestra una y otra vez que los movimientos, no los individuos, son quienes verdaderamente generan cambios duraderos.
En lugar de buscar un salvador en la figura de un político, debemos fomentar la organización y la movilización de la ciudadanía en torno a los temas que nos importan. No hay atajos en la lucha por la justicia social, económica y medioambiental. Los verdaderos cambios se consiguen con trabajo, dedicación y la voluntad de desafiar el status quo.
La fantasía de un presidente progresista es comprensible, pero no deberíamos permitir que nos distraiga de la tarea mucho más dura y necesaria de construir un movimiento fuerte, capaz de resistir y de cambiar el sistema desde sus mismos cimientos.
En lugar de estar preguntándonos si Robert F. Kennedy Jr. podría ser o no el líder que necesitamos, deberíamos estarnos interrogándonos cómo podríamos fortalecer nuestras propias luchas y movimientos. El verdadero poder radicará siempre en nuestra propia capacidad para organizarnos y exigir el cambio que deseamos ver.
(*) Margaret Kimberley es la autora de "Prejudential: Black America and the Presidents" .
POR MARGARET KIMBERLEY / CANARIAS SEMANAL.ORG
Existe un comprensible deseo de tener un "presidente progresista", pero al igual que los llamados "finales felices perpetuos", la fantasía no dejará de ser tal, simplemente por el hecho de desearla.
En 2015, Bruce Dixon, cofundador de Black Agenda Report, introdujo el término "perro pastor" para definir el papel que Bernie Sanders desempeñaría en la carrera presidencial de 2016.
Dixon pronosticó que el papel de Sanders sería
"preparar el terreno para Hillary, redirigiendo las energías de los activistas y la izquierda desilusionada de regreso al redil demócrata. Bernie se propone mantener las energías y recursos de los activistas ocupados hasta el verano de 2016, cuando la única opción restante será optar por el menor de dos males".
La pregunta que surge ahora es si un determinado contendiente demócrata es serio acerca de obtener la nominación o simplemente un "perro pastor" que se encargará de conducir a los descontentos de vuelta a las manos de la oligarquía de su Partido.
Esta interrogante emerge una vez más con el anuncio de Robert F. Kennedy Jr. de su candidatura presidencial. Kennedy tiene la ventaja del reconocimiento de su apellido y no duda en hacer frecuentes referencias a "mi tío" y "mi padre".
Sin embargo, resulta atractivo para los sectores más izquierdistas del Partido Demócrata porque de palabra está dispuesto a desafiar la ortodoxia establecida.
Por ejemplo, hace las obligadas referencias a la “brutal invasión” de Rusia a Ucrania, pero también señala lo que nadie en el Partido Demócrata se atrevería a mencionar: que la guerra fue instigada por las acciones de los EE.UU. y critica la asignación de miles de millones de dólares al gobierno ucraniano, calificándolo como una “operación de blanqueo de dinero para el complejo industrial militar”.
CONTRADICCIONES Y RETROCESOS: LA VOLATILIDAD DE LA POSTURA POLÍTICA DE KENNEDY
No obstante, Kennedy también muestra disposición a moderar su posición si recibe presiones. Ha dicho que la CIA asesinó a su tío, John F. Kennedy, y denuncia las numerosas intervenciones de la CIA en todo el mundo como una práctica "con la que terminaría si fuera presidente". Pero se retracta si recibe críticas, invalidando sus propias declaraciones anteriores:
“La mayoría de las personas que trabajan en la CIA son buenas personas, patriotas, comprometidas con sus misiones y la ley. Mi propia nuera era agente de campo y es una de las personas más valientes que conozco”.
Además, Kennedy captó claramente la línea pro-Israel. Elogió al músico Roger Waters por su oposición a la guerra en Ucrania, pero luego no dudó un segundo en borrar su comentario en Twitter porque Waters también se opone al apartheid israelí. En buena medida, añadió comentarios vacíos sobre las “aspiraciones del pueblo palestino”. Tras ser criticado, eliminó sus comentarios, invalidando su primer comentario.
La disposición de Kennedy de ceder ante las críticas y moderar las posiciones contrarias a las que dice estar compitiendo, plantea otro problema. ¿Acabarán sus seguidores como los que trabajaron para Jesse Jackson, Dennis Kucinich o Bernie Sanders, que creyeron en su candidato, para luego ser instados a apoyar a Mondale, Dukakis, Kerry, Clinton o Biden? Cabe preguntarse, ¿cuál es el sentido de correr el riesgo una vez más cuando la historia da una fuerte indicación de cómo terminará esta campaña?
La amnesia selectiva de muchos seguidores de Kennedy pone de manifiesto otro problema con lo que pasa por política de izquierdas en este país. Las personas han sido tan adoctrinadas sobre el valor de la política electoral que creen que es la única forma de lograr los cambios que desean. El resultado final es la búsqueda de un salvador, la creencia de que podemos votar para salir de una situación creada por la oligarquía que controla ambas alas del duopolio. Es reconfortante pensar que un presidente podría poner fin a la explotación capitalista y al imperialismo, pero tal creencia, aunque comprensible, no se sostiene ante la realidad.
¿Desaparecería repentinamente el complejo industrial militar si Kennedy llegara a ser presidente? ¿Los demócratas y republicanos comprados por las grandes petroleras, las farmacéuticas, la agroindustria, las empresas de salud y otros intereses poderosos, se desharían de las cadenas que aceptaron de buen grado? ¿Sus patrocinadores les permitirían hacerlo si quisieran?
EL VERDADERO CAMBIO EN LA POLÍTICA: LA NECESIDAD DE MOVIMIENTOS COLECTIVOS FRENTE A LOS SALVADORES POLÍTICOS
La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo "No". Ambos partidos están dirigidos por capitalistas que no han dudado en mantener su control sobre el sistema y no lo abandonarán solo porque algunos demócratas no puedan resistirse a participar en ilusiones.
Robert F. Kennedy Jr. aboga por posturas que necesitan ser escuchadas. Es positivo que un candidato presidencial se oponga a las intervenciones estadounidenses en todo el mundo y se comprometa a acabar con la censura estatal y corporativa. Pero no existe un salvador, solo el arduo trabajo de movilizar y organizar movimientos de izquierda logrará hacerlo.
Kennedy habla de la necesidad de una "revolución pacífica". Pero no está nada claro que las revoluciones puedan ser pacíficas. La reacción de las clases hegemónicas impide siempre que esta llegue a serlo . Pero, en cualquier caso, lo que está fuera de toda duda es que estas puedan llegar a tener lugar por la exclusiva y generosa voluntad de un presidente.
La pregunta sigue siendo la misma y no cambia cada cuatro años. ¿Cómo nos movilizamos contra intereses que no serán aplacados, cuáles son los imperativos antitéticos a las necesidades humanas? No importa si los izquierdistas quieren creer que Robert F. Kennedy Jr. puede ganar la nominación del Partido Demócrata y convertirse en presidente. No obtendrán los resultados deseados.
En lugar de invertir nuestras esperanzas en un solo individuo, necesitamos entender que el cambio real proviene de los movimientos colectivos que desafían a los poderes fácticos, sin importar quién esté en el cargo. Esta es una lección difícil de aprender, especialmente en una sociedad que a menudo idolatra a los individuos y minimiza el poder de la acción colectiva. Pero la historia nos muestra una y otra vez que los movimientos, no los individuos, son quienes verdaderamente generan cambios duraderos.
En lugar de buscar un salvador en la figura de un político, debemos fomentar la organización y la movilización de la ciudadanía en torno a los temas que nos importan. No hay atajos en la lucha por la justicia social, económica y medioambiental. Los verdaderos cambios se consiguen con trabajo, dedicación y la voluntad de desafiar el status quo.
La fantasía de un presidente progresista es comprensible, pero no deberíamos permitir que nos distraiga de la tarea mucho más dura y necesaria de construir un movimiento fuerte, capaz de resistir y de cambiar el sistema desde sus mismos cimientos.
En lugar de estar preguntándonos si Robert F. Kennedy Jr. podría ser o no el líder que necesitamos, deberíamos estarnos interrogándonos cómo podríamos fortalecer nuestras propias luchas y movimientos. El verdadero poder radicará siempre en nuestra propia capacidad para organizarnos y exigir el cambio que deseamos ver.
(*) Margaret Kimberley es la autora de "Prejudential: Black America and the Presidents" .
jose antonio | Viernes, 07 de Julio de 2023 a las 13:14:08 horas
Estos personajes son más peligrosos. Que los llamados trump o tramp. De estos sabemos lo que son y ya estás sobre aviso. en caso de atentar o invadir. Pero estos que van de buenos entre comillas. Son como los mares mansos o las olas mansas. pero cuando te despistas. Estás atrapado. Sin embargo, en lo otro estas en alerta. Es más, a estos los mata la CIA por su rotundo fracaso en invadir cuba. Y no como dicen algunos por defender a los afroamericanos o los don nadie. Que no te engañen.
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