
LA CAÍDA DE ÍCARO: ¿QUÉ PODÍA SALIR MAL CON UN MINISTERIO DE IGUALDAD QUE NO HA PROMOVIDO LA IGUALDAD? (VÍDEOS)
Las políticas de Igualdad han ido en una única dirección y no precisamente en la del universo de mujeres y niñas
Parece que toda esta celebración de los “trans”, las dragqueens, los no-binarios; toda esa fabricación de “infancias trans” a través de los programas televisivos y los protocolos y materiales transgeneristas que se han impuesto en las escuelas, no han sido suficientes para convencer al electorado de que -según Irene Montero- “a los fascistas se los para con más derechos”.
Por TITA BARAHONA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La izquierda compatible o sistémica ha perdido bastante fuelle en estas recientes elecciones locales y autonómicas, especialmente Unidas Podemos y sus otras marcas en distintas Comunidades Autónomas. En algunas, como Canarias, han desaparecido del parlamento.
Los gestores “de izquierdas” de las órdenes del capital -vía Bruselas- y de las del complejo militar-industrial -vía Washington/OTAN- han sido prácticamente arrasados, y ahora toca el turno a la “derecha” para seguir cumpliendo las mismas órdenes.
Si lo que pretendía en su origen Podemos era “asaltar el cielo”, la caída ha sido más dramática que la de Ícaro.
No es mi propósito analizar el conjunto de motivos, internos y externos, que han desencadenado este fulminante morrazo, tarea que dejo para otros y mejores analistas.
No abordaré las promesas electorales incumplidas (abolición de la Ley Mordaza, de la reforma laboral de Rajoy…) o el fracaso de las medidas estrella (Ingreso Mínimo Vital), de las cuales hemos tratado en otros artículos.
"Quienes patrocinan la política de las identidades, como la izquierda compatible, siempre escamotean el hecho de que tanto LGB’s como “trans” y compañía están atravesados por diferencias de clase, estatus e ideología política"
Me centraré en la contribución al desastre electoral del Ministerio de Igualdad, que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, no sin visión estratégica, dejó en las manos de la podemita Irene Montero, y que ha sido objeto de duras críticas no sólo, aunque sí principalmente, procedentes del feminismo radical.
En un contexto de crecimiento continuado de los problemas que afectan a la clase trabajadora, especialmente a su sector más precarizado: pobreza, inseguridad laboral, desahucios, recortes en servicios públicos, inflación que no ha compensado la subida reciente del salario mínimo…, la labor del Ministerio de Igualdad y su órgano dependiente, el Instituto de la Mujer (rebautizado “de las Mujeres”) no se ha centrado en aliviar la situación de las mujeres más vulnerables socialmente o en tratar de revertir el aumento del sexismo que subyace en la violencia machista, la explotación sexual y otras formas de discriminación.
En este sentido debo destacar que de uno de los proyectos ministeriales aprobados, el llamado Plan Camino, dotado con 240 millones de euros para ayudar a las mujeres rescatadas de las redes de trata, no se sabe nada. O sí: según Sarah Berlori, superviviente de la prostitución, “el Plan Camino es puro humo”.
"Menos aún ha sido un acierto, durante la campaña electoral, hacer shows para promocionar la “cultura ballroom” y presentar candidatos y candidatas a quienes había que votar, no por sus programas, sino por ser trans, lesbiana, padecer sordera, estar gordas o ser bisexuales"
Por el contrario, la labor del Ministerio de Igualdad -y de todo el gobierno- ha sido importar del Partido Demócrata de EE.UU la política de las identidades y la posmoderna ideología transgenerista (basada en la teoría queer), para aplicarla -o más bien imponerla- a la realidad social del Estado español.
De ahí que prácticamente el único objetivo de sus medidas haya sido la supuesta defensa de los derechos del colectivo LGTBIQ+ y, dentro de él, especialmente de los de una identidad muy concreta, que encarna la minoría social llamada “trans” (la T de la sopa de letras).
Pero no nos confundamos, no es que los derechos de esos colectivos sean desdeñables. Llámense humanos o sociales- los derechos son, en el papel, universales. Sin embargo, en la práctica, la propia lógica del capitalismo hace que esos derechos sean total o parcialmente vulnerados constantemente para una gran parte de la población, especialmente para ese segmento de la clase trabajadora -nacional o extranjera y de cualquier identidad- al que me he referido.
"En Podemos utilizan la “transfobia” como un cliché vacío de contenido pero muy efectista porque toca las emociones, no la razón"
Tampoco debe sorprendernos el carácter reduccionista y manipulador de la sopa de letras LGTBIQ+, paraguas bajo el cual se agolpan grupos que no tienen nada en común y, en ciertos aspectos, incluso albergan intereses contrapuestos: unos por orientación sexual (LGB), otros por cambio de sexo (T), otros por haber nacido con sexo indiferenciado (I), y al cabo la Q (queer) y el + donde cabe todo el catálogo de nuevas identidades (agéneros, dos-espíritus, no binarios, etc.) sacadas de la chistera queer.
Todo este énfasis -lo hemos dicho en otras ocasiones- en la multiplicidad de identidades tiene por objeto sepultar la única “identidad” que, si tomara conciencia y se organizara, supondría el único desafío real al sistema: la de clase. Por eso, quienes patrocinan la política de las identidades, como la izquierda compatible, siempre escamotean el hecho de que tanto LGB’s como “trans” y compañía están atravesados por diferencias de clase, estatus e ideología política.
"Muchas mujeres no han acogido con agrado el posmo-feminismo liberal promovido por el gobierno que dice que el “perreo” es empoderante, que “mujer” es un sentimiento y que el sexo se puede “deconstruir”"
Es, por consiguiente, una falacia presentar, como hacen el Ministerio de Igualdad y el lobby transgenerista, al “colectivo trans” como “oprimido”, cuando ciertamente hay entre ellos y ellas personas millonarias y profesionales, con recursos para eludir “opresiones”, que son incluso celebradas por los medios de comunicación. Las hay también, en efecto, pobres que pueden estar al borde de la indigencia o en indigencia total, las cuales merecen, como cualquier otra persona en semejante situación, ayuda mediante prestaciones sociales.
Pero parece que toda esta celebración de los “trans”, las dragqueens, los no-binarios; toda esa fabricación de “infancias trans” a través de los programas televisivos y los protocolos y materiales transgeneristas que se han impuesto en las escuelas, no han sido suficientes para convencer al electorado de que “a los fascistas se los para con más derechos” -palabras de Irene Montero- cuando desde su Ministerio esos derechos han ido en una única dirección y no precisamente en la del universo de mujeres y niñas, ni contra el sexismo, sea el fascista o el transgenerista de brilli-brilli.
VÍDEO RELACIONADO: Mar Cambrollé llama a "maricones, bolleras y travelos" a "mover el culo". "No sólo en cuartos oscuros, que también, sino para ir a votar a Unidas Podemos".
Buena parte de esas mujeres no han acogido con agrado el posmo-feminismo liberal promovido por el gobierno que dice que el “perreo” es empoderante, que “mujer” es un sentimiento, que el sexo se puede “deconstruir”, y que permite a los nacidos varones usurpar los espacios reservados a mujeres (vestuarios, duchas, casas de acogida, listas electorales, cárceles, categorías deportivas femeninas…).
Tampoco parece haber sido un gran acierto del Ministerio de Igualdad no haberse reunido con las asociaciones feministas, ni consultado su opinión sobre la Ley Trans estatal, ni el haber gastado parte del presupuesto destinado a combatir la “violencia de género” en actividades trans-queer; ni el haber sostenido públicamente que la oposición a sus políticas provenía de la ultraderecha, ninguneando, de este modo, la oposición por la izquierda feminista a la que sólo se ha referido para insultarla con el apelativo “terf”; ni el haber aprobado una ley -la del “Sólo sí es sí”-, que tendrá sus puntos positivos, no lo niego, pero ha rebajado condenas y excarcelado a violadores.
Menos aún ha sido un acierto, durante la última campaña electoral, hacer shows para promocionar la “cultura ballroom” -ya se sabe: fundamental en momentos de crisis económica-; y presentar candidatos y candidatas a quienes había que votar, no por sus programas, sino por ser trans, lesbiana, padecer sordera, estar gordas o ser bisexuales.
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La secretaria de Estado, Ángela Rodríguez ‘Pam’, llegó a pedir el voto “por la seguridad de mi vida”, como si su vida no estuviese asegurada con los 130.000 euros que se lleva al año o corriera peligro por una orientación sexual, la suya, que a nadie le importa.
El remate de los desaciertos lo hizo Irene Montero en el último mitin de campaña, cuando interrumpida por las consignas de jóvenes feministas contra la prostitución, el aumento de las violaciones -en ningún momento sobre el tema trans-, las acusó muy vehementemente de difundir “transfobia”.
![[Img #75348]](https://canarias-semanal.org/upload/images/05_2023/4198_tuit.jpg)
Incluso recibieron insultos de "putas" y "guarras" por parte de algunos seguidores podemitas presentes en el acto.
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Con la misma vehemencia, su compañero Pablo Iglesias dijo que "los tránsfobos con los fascistas" y que "cada vez que se dice que una mujer trans no es una mujer, crece el fascismo".
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Lo que ha hecho crecer el "fascismo" es, entre otras cosas, el pastiche posmo-queer del “gobierno más progresista de la historia”; convertir en “transfobia” toda argumentación razonada que ponga en cuestión sus políticas. Lamentable que la “transfobia” se usara en ese evento de la misma manera que la “ETA” o los “okupas” por parte de la derecha, como un cliché vacío de contenido pero muy efectista porque toca las emociones, no la razón.
Por supuesto, ninguno de estos errores -y otros que nos hemos dejado en el tintero- serán reconocidos por los partidos que forman la coalición de gobierno, si es que hacen alguna valoración de su fracaso electoral.
Tampoco reconocerá Irene Montero, ni lo están haciendo los medios de comunicación corporativos, que la campaña con el hashtag “Feminismo no vota traidores”, para emitir votos nulos en estas últimas elecciones, ha dado sus frutos. No tengo a mano las cifras exactas, pero ese voto nulo ha aumentado considerablemente respecto a elecciones anteriores. El auto-proclamado "gobierno feminista" tendrá que valorar si quiere o no ganarse al electorado feminista.
Transfobia no es cuestionar y rechazar una ideología, la transgenerista, que es sexista hasta la médula. No confundamos personas con leyes o ideologías. Porque, si vamos a hablar de “delito de odio” y, por tanto, de que se penalice decir, por ejemplo, que “una mujer trans no es una mujer”, deberíamos hacerlo también, con mayor motivo, por promocionar la violencia contra las mujeres reflejada en la pornografía o en los insultos machistas que las jugadoras y entrenadoras de fútbol y otros deportes reciben a diario.
Por TITA BARAHONA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La izquierda compatible o sistémica ha perdido bastante fuelle en estas recientes elecciones locales y autonómicas, especialmente Unidas Podemos y sus otras marcas en distintas Comunidades Autónomas. En algunas, como Canarias, han desaparecido del parlamento.
Los gestores “de izquierdas” de las órdenes del capital -vía Bruselas- y de las del complejo militar-industrial -vía Washington/OTAN- han sido prácticamente arrasados, y ahora toca el turno a la “derecha” para seguir cumpliendo las mismas órdenes.
Si lo que pretendía en su origen Podemos era “asaltar el cielo”, la caída ha sido más dramática que la de Ícaro.
No es mi propósito analizar el conjunto de motivos, internos y externos, que han desencadenado este fulminante morrazo, tarea que dejo para otros y mejores analistas.
No abordaré las promesas electorales incumplidas (abolición de la Ley Mordaza, de la reforma laboral de Rajoy…) o el fracaso de las medidas estrella (Ingreso Mínimo Vital), de las cuales hemos tratado en otros artículos.
"Quienes patrocinan la política de las identidades, como la izquierda compatible, siempre escamotean el hecho de que tanto LGB’s como “trans” y compañía están atravesados por diferencias de clase, estatus e ideología política"
Me centraré en la contribución al desastre electoral del Ministerio de Igualdad, que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, no sin visión estratégica, dejó en las manos de la podemita Irene Montero, y que ha sido objeto de duras críticas no sólo, aunque sí principalmente, procedentes del feminismo radical.
En un contexto de crecimiento continuado de los problemas que afectan a la clase trabajadora, especialmente a su sector más precarizado: pobreza, inseguridad laboral, desahucios, recortes en servicios públicos, inflación que no ha compensado la subida reciente del salario mínimo…, la labor del Ministerio de Igualdad y su órgano dependiente, el Instituto de la Mujer (rebautizado “de las Mujeres”) no se ha centrado en aliviar la situación de las mujeres más vulnerables socialmente o en tratar de revertir el aumento del sexismo que subyace en la violencia machista, la explotación sexual y otras formas de discriminación.
En este sentido debo destacar que de uno de los proyectos ministeriales aprobados, el llamado Plan Camino, dotado con 240 millones de euros para ayudar a las mujeres rescatadas de las redes de trata, no se sabe nada. O sí: según Sarah Berlori, superviviente de la prostitución, “el Plan Camino es puro humo”.
"Menos aún ha sido un acierto, durante la campaña electoral, hacer shows para promocionar la “cultura ballroom” y presentar candidatos y candidatas a quienes había que votar, no por sus programas, sino por ser trans, lesbiana, padecer sordera, estar gordas o ser bisexuales"
Por el contrario, la labor del Ministerio de Igualdad -y de todo el gobierno- ha sido importar del Partido Demócrata de EE.UU la política de las identidades y la posmoderna ideología transgenerista (basada en la teoría queer), para aplicarla -o más bien imponerla- a la realidad social del Estado español.
De ahí que prácticamente el único objetivo de sus medidas haya sido la supuesta defensa de los derechos del colectivo LGTBIQ+ y, dentro de él, especialmente de los de una identidad muy concreta, que encarna la minoría social llamada “trans” (la T de la sopa de letras).
Pero no nos confundamos, no es que los derechos de esos colectivos sean desdeñables. Llámense humanos o sociales- los derechos son, en el papel, universales. Sin embargo, en la práctica, la propia lógica del capitalismo hace que esos derechos sean total o parcialmente vulnerados constantemente para una gran parte de la población, especialmente para ese segmento de la clase trabajadora -nacional o extranjera y de cualquier identidad- al que me he referido.
"En Podemos utilizan la “transfobia” como un cliché vacío de contenido pero muy efectista porque toca las emociones, no la razón"
Tampoco debe sorprendernos el carácter reduccionista y manipulador de la sopa de letras LGTBIQ+, paraguas bajo el cual se agolpan grupos que no tienen nada en común y, en ciertos aspectos, incluso albergan intereses contrapuestos: unos por orientación sexual (LGB), otros por cambio de sexo (T), otros por haber nacido con sexo indiferenciado (I), y al cabo la Q (queer) y el + donde cabe todo el catálogo de nuevas identidades (agéneros, dos-espíritus, no binarios, etc.) sacadas de la chistera queer.
Todo este énfasis -lo hemos dicho en otras ocasiones- en la multiplicidad de identidades tiene por objeto sepultar la única “identidad” que, si tomara conciencia y se organizara, supondría el único desafío real al sistema: la de clase. Por eso, quienes patrocinan la política de las identidades, como la izquierda compatible, siempre escamotean el hecho de que tanto LGB’s como “trans” y compañía están atravesados por diferencias de clase, estatus e ideología política.
"Muchas mujeres no han acogido con agrado el posmo-feminismo liberal promovido por el gobierno que dice que el “perreo” es empoderante, que “mujer” es un sentimiento y que el sexo se puede “deconstruir”"
Es, por consiguiente, una falacia presentar, como hacen el Ministerio de Igualdad y el lobby transgenerista, al “colectivo trans” como “oprimido”, cuando ciertamente hay entre ellos y ellas personas millonarias y profesionales, con recursos para eludir “opresiones”, que son incluso celebradas por los medios de comunicación. Las hay también, en efecto, pobres que pueden estar al borde de la indigencia o en indigencia total, las cuales merecen, como cualquier otra persona en semejante situación, ayuda mediante prestaciones sociales.
Pero parece que toda esta celebración de los “trans”, las dragqueens, los no-binarios; toda esa fabricación de “infancias trans” a través de los programas televisivos y los protocolos y materiales transgeneristas que se han impuesto en las escuelas, no han sido suficientes para convencer al electorado de que “a los fascistas se los para con más derechos” -palabras de Irene Montero- cuando desde su Ministerio esos derechos han ido en una única dirección y no precisamente en la del universo de mujeres y niñas, ni contra el sexismo, sea el fascista o el transgenerista de brilli-brilli.
VÍDEO RELACIONADO: Mar Cambrollé llama a "maricones, bolleras y travelos" a "mover el culo". "No sólo en cuartos oscuros, que también, sino para ir a votar a Unidas Podemos".
Buena parte de esas mujeres no han acogido con agrado el posmo-feminismo liberal promovido por el gobierno que dice que el “perreo” es empoderante, que “mujer” es un sentimiento, que el sexo se puede “deconstruir”, y que permite a los nacidos varones usurpar los espacios reservados a mujeres (vestuarios, duchas, casas de acogida, listas electorales, cárceles, categorías deportivas femeninas…).
Tampoco parece haber sido un gran acierto del Ministerio de Igualdad no haberse reunido con las asociaciones feministas, ni consultado su opinión sobre la Ley Trans estatal, ni el haber gastado parte del presupuesto destinado a combatir la “violencia de género” en actividades trans-queer; ni el haber sostenido públicamente que la oposición a sus políticas provenía de la ultraderecha, ninguneando, de este modo, la oposición por la izquierda feminista a la que sólo se ha referido para insultarla con el apelativo “terf”; ni el haber aprobado una ley -la del “Sólo sí es sí”-, que tendrá sus puntos positivos, no lo niego, pero ha rebajado condenas y excarcelado a violadores.
Menos aún ha sido un acierto, durante la última campaña electoral, hacer shows para promocionar la “cultura ballroom” -ya se sabe: fundamental en momentos de crisis económica-; y presentar candidatos y candidatas a quienes había que votar, no por sus programas, sino por ser trans, lesbiana, padecer sordera, estar gordas o ser bisexuales.
VÍDEO RELACIONADO: Unidas Podemos con la "cultura ballroom": ¿"Valentía para transformar"?
La secretaria de Estado, Ángela Rodríguez ‘Pam’, llegó a pedir el voto “por la seguridad de mi vida”, como si su vida no estuviese asegurada con los 130.000 euros que se lleva al año o corriera peligro por una orientación sexual, la suya, que a nadie le importa.
El remate de los desaciertos lo hizo Irene Montero en el último mitin de campaña, cuando interrumpida por las consignas de jóvenes feministas contra la prostitución, el aumento de las violaciones -en ningún momento sobre el tema trans-, las acusó muy vehementemente de difundir “transfobia”.
Incluso recibieron insultos de "putas" y "guarras" por parte de algunos seguidores podemitas presentes en el acto.
VÍDEO RELACIONADO: Irene Montero increpa en mitin a feministas, llamándolas "transfobas", aunque sus quejas no tuvieron que ver con la Ley trans
Con la misma vehemencia, su compañero Pablo Iglesias dijo que "los tránsfobos con los fascistas" y que "cada vez que se dice que una mujer trans no es una mujer, crece el fascismo".
VÍDEO RELACIONADO: Pablo Iglesias reclama "todo el desprecio" para quienes, según él, son responsables de alimentar el fascismo
Lo que ha hecho crecer el "fascismo" es, entre otras cosas, el pastiche posmo-queer del “gobierno más progresista de la historia”; convertir en “transfobia” toda argumentación razonada que ponga en cuestión sus políticas. Lamentable que la “transfobia” se usara en ese evento de la misma manera que la “ETA” o los “okupas” por parte de la derecha, como un cliché vacío de contenido pero muy efectista porque toca las emociones, no la razón.
Por supuesto, ninguno de estos errores -y otros que nos hemos dejado en el tintero- serán reconocidos por los partidos que forman la coalición de gobierno, si es que hacen alguna valoración de su fracaso electoral.
Tampoco reconocerá Irene Montero, ni lo están haciendo los medios de comunicación corporativos, que la campaña con el hashtag “Feminismo no vota traidores”, para emitir votos nulos en estas últimas elecciones, ha dado sus frutos. No tengo a mano las cifras exactas, pero ese voto nulo ha aumentado considerablemente respecto a elecciones anteriores. El auto-proclamado "gobierno feminista" tendrá que valorar si quiere o no ganarse al electorado feminista.
Transfobia no es cuestionar y rechazar una ideología, la transgenerista, que es sexista hasta la médula. No confundamos personas con leyes o ideologías. Porque, si vamos a hablar de “delito de odio” y, por tanto, de que se penalice decir, por ejemplo, que “una mujer trans no es una mujer”, deberíamos hacerlo también, con mayor motivo, por promocionar la violencia contra las mujeres reflejada en la pornografía o en los insultos machistas que las jugadoras y entrenadoras de fútbol y otros deportes reciben a diario.
Maribel Santana | Miércoles, 31 de Mayo de 2023 a las 18:54:46 horas
Pero aunque entren a gobernar la otra derecha PPVOX no quitaran las leyes trans, porque estos aparte de fascistas son neoliberales y el movimiento trans o basura lo bendice los ricos porque les interesa.
Jamás he escuchado a Iglesias decir elles, siempre dice ellas y ellos. Hombres y mujeres. Debe ser que se le escapa el inconsciente y cuando hay que expresarlo porque el guion se lo exige lo hace, pero la verdad es que jamás lo he escuchado.
De todas formas no se qué revuelo se ha formado si cada cuatro años el sistema pone y quita a los partido de turnos como refrescos.
Revientan a un partido o gobierno para que les defienda sus intereses y cuando explota y las masas populares se indignan hace el cambio de partido o gobierno. Estamos acostumbradas hace mas de 4 decadas.¿ que coño es lo que les asombra???
El pobre Sanchez tuvo que apechugar con la guerra donde nos metió, con el compromiso de la OTAN, con sacar de las arcas publicas el 2% para OTAN, con hacer de súbdito al Rey de Marruecos, con la entrega del Sahara y con el resto de todas las barbaridades que les exigió Los yanquis, Bruselas y el IBEX35.
Me da penita del pobre hombre, es un perrito sin testículos.
ahora le toca refrescarse hasta dentro de cuatro años otra vez al saliente de turno, le sacaran en las teles de los ricos para prepararlo para otra batalla. Ahora toca igualmente sacar del banquillo a los PPVOX para que suma y siga. Jodé porque se asombra?? repito que esta es la letanía de los que mandan, hace más de 4 décadas.
Tanto tiempo trabajando en la prostitución y nos damos cuenta ahora de lo que es un pene??? Por Dios y la Virgen Santa!!
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