
LA ADHESIÓN DE ESPAÑA A LA OTAN VISTA DESDE LA ASEPSIA PARTIDARIA
"El impacto de la guerra de Ucrania revela la pérdida gradual de autonomía y el crecimiento desorbitado de los presupuestos militares en España."
La adhesión de España a la OTAN en 1982 está generando una concatenación de graves consecuencias que demandan una revisión urgente y profunda de nuestra postura frente a esa institución militar internacional. La crisis económica desencadenada por la guerra de Ucrania ha evidenciado la pérdida gradual de nuestra autonomía en las políticas nacionales y el impacto que esta pertenencia tiene en el desmesurado crecimiento de nuestros presupuestos militares (...).
POR ALEJANDRO VILAR PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
La adhesión de España a la OTAN en 1982 está teniendo consecuencias que nos obligan revisar cuál debe ser nuestra posición en relación con esa institución militar internacional.
Por ello estimo que no basta con escuchar las voces y pronunciamientos provenientes de la izquierda política española. Existen otros ámbitos en nuestra sociedad, que manteniendo una posición aséptica en lo que a la pertenencia a uno Partido u otro Partido se refiere, debemos de empezar también a pronunciarnos sobre si interpretamos que nuestra membresía a esa organización militar supranacional está acorde o no en estos momentos, con los intereses objetivos de nuestro país. Esa es la línea desde la que aquí parto, y desde la que hago esta breve reflexión en voz alta.
La profunda crisis económica que se ha desatado como efecto de la guerra de Ucrania, nos ha permitido detectar hasta qué punto está alcanzando la pérdida gradual de nuestra autonomía en las políticas nacionales, así como el efecto que tal pertenencia tiene en el desorbitado crecimiento de nuestros presupuestos militares.
En la década de los 80 del siglo pasado, España se unió a la OTAN como el país número 16 en hacerlo. Tras un período de debate y un referéndum que tuvo lugar en 1986, quedaron establecidas tres condiciones sine qua non que determinaban cuál sería el grado de nuestro compromiso y participación esa Alianza: prohibición expresa de armas nucleares en territorio español, reducción de la presencia militar estadounidense y, finalmente, que nunca estaríamos integrados en la estructura militar de la organización.
Sin embargo, a lo largo de los años, hemos visto cómo estas condiciones han sido no solo incumplidas, sino que han terminado convirtiendo en nula aquella decisión plebiscitaria tomada por el pueblo español el 16 de marzo de 1986.
España se ha integrado plenamente en la estructura militar de la OTAN. Igualmente, sus sucesivos gobiernos, incumpliendo el mandato popular, han permitido la multiplicación de las bases militares estadounidenses en nuestro territorio. Solo una condición parece haberse cumplido, aunque no exista ningún control ni garantías para ello: que las bases militares en España no parecen almacenar armamento nuclear.
Los recientes acontecimientos políticos internacionales ponen de manifiesto que España ido perdiendo gradualmente su capacidad para tomar decisiones autónomas, así como para garantizar nuestra independencia en la toma de decisiones nacionales.
Todo ello nos indica que debería abrirse un debate honesto sobre nuestra pertenencia a esa Organización militar, así como abrir una evaluación sobre los beneficios y las consecuencias reales que nos ofrece tan peligrosa membresía.
¿Estamos realmente garantizando nuestra seguridad y defensa o estamos sacrificando nuestra autonomía? Debemos defender nuestros intereses y criterios, en lugar de seguir los dictados de otros actores internacionales.
Después de 41 años en la OTAN, debemos reflexionar sobre si esta pertenencia ha servido para defender mejor nuestros intereses, valores y criterios. O si, por el contrario, nos han convertido en seguidores forzados de agendas e intereses internacionales que nos son ajenos.
Ha llegado el momento de replantearnos nuestra posición en relación con el mandato de la sociedad española, expresado en el Referéndum de 1986, tratando de explorar todas aquellas vías que nos permitan encontrar una política de defensa y seguridad que se alinee con nuestros intereses y nuestra autonomía como sociedad organizada.
POR ALEJANDRO VILAR PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
La adhesión de España a la OTAN en 1982 está teniendo consecuencias que nos obligan revisar cuál debe ser nuestra posición en relación con esa institución militar internacional.
Por ello estimo que no basta con escuchar las voces y pronunciamientos provenientes de la izquierda política española. Existen otros ámbitos en nuestra sociedad, que manteniendo una posición aséptica en lo que a la pertenencia a uno Partido u otro Partido se refiere, debemos de empezar también a pronunciarnos sobre si interpretamos que nuestra membresía a esa organización militar supranacional está acorde o no en estos momentos, con los intereses objetivos de nuestro país. Esa es la línea desde la que aquí parto, y desde la que hago esta breve reflexión en voz alta.
La profunda crisis económica que se ha desatado como efecto de la guerra de Ucrania, nos ha permitido detectar hasta qué punto está alcanzando la pérdida gradual de nuestra autonomía en las políticas nacionales, así como el efecto que tal pertenencia tiene en el desorbitado crecimiento de nuestros presupuestos militares.
En la década de los 80 del siglo pasado, España se unió a la OTAN como el país número 16 en hacerlo. Tras un período de debate y un referéndum que tuvo lugar en 1986, quedaron establecidas tres condiciones sine qua non que determinaban cuál sería el grado de nuestro compromiso y participación esa Alianza: prohibición expresa de armas nucleares en territorio español, reducción de la presencia militar estadounidense y, finalmente, que nunca estaríamos integrados en la estructura militar de la organización.
Sin embargo, a lo largo de los años, hemos visto cómo estas condiciones han sido no solo incumplidas, sino que han terminado convirtiendo en nula aquella decisión plebiscitaria tomada por el pueblo español el 16 de marzo de 1986.
España se ha integrado plenamente en la estructura militar de la OTAN. Igualmente, sus sucesivos gobiernos, incumpliendo el mandato popular, han permitido la multiplicación de las bases militares estadounidenses en nuestro territorio. Solo una condición parece haberse cumplido, aunque no exista ningún control ni garantías para ello: que las bases militares en España no parecen almacenar armamento nuclear.
Los recientes acontecimientos políticos internacionales ponen de manifiesto que España ido perdiendo gradualmente su capacidad para tomar decisiones autónomas, así como para garantizar nuestra independencia en la toma de decisiones nacionales.
Todo ello nos indica que debería abrirse un debate honesto sobre nuestra pertenencia a esa Organización militar, así como abrir una evaluación sobre los beneficios y las consecuencias reales que nos ofrece tan peligrosa membresía.
¿Estamos realmente garantizando nuestra seguridad y defensa o estamos sacrificando nuestra autonomía? Debemos defender nuestros intereses y criterios, en lugar de seguir los dictados de otros actores internacionales.
Después de 41 años en la OTAN, debemos reflexionar sobre si esta pertenencia ha servido para defender mejor nuestros intereses, valores y criterios. O si, por el contrario, nos han convertido en seguidores forzados de agendas e intereses internacionales que nos son ajenos.
Ha llegado el momento de replantearnos nuestra posición en relación con el mandato de la sociedad española, expresado en el Referéndum de 1986, tratando de explorar todas aquellas vías que nos permitan encontrar una política de defensa y seguridad que se alinee con nuestros intereses y nuestra autonomía como sociedad organizada.
bartolome rodriguez | Lunes, 05 de Junio de 2023 a las 22:10:54 horas
Los sucesivos gobiernos de hace décadas, de tinte netamente fascistoide, fueron apuntalando la servidumbre al imperio,y con la desnazificación, emprendida por la Federación Rusa, los secuaces se han desprendido de su careta y se presentan y actúan como lo que son, fascistas.
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