
MÁS DE UN SIGLO DESPUÉS, DE NUEVO,LENIN FRENTE KAUTSKY: ¿"MULTIPOLARISMO" O SOCIALISMO?
Un artículo del lectura imprescindible para aquellos se deseen posicionar frente a las múltiples encrucijadas que hoy se plantean en nuestro planeta.
Este artículo del autor marxista estadounidense Greg Godels, examina con todo rigor, el actual concepto de la llamada"multipolaridad", hoy muy popular en ciertos círculos de la izquierda internacional. Godels analiza el tema partiendo de criterios netamente marxistas, estableciendo los nexos existentes con la vieja y enconada polémica que tuvo lugar en la primera década del siglo XX, entre Lenin y Kautsky. Este último, tal y como hacen hoy los llamados "multipolaristas" presentaba entonces su visión sobre el futuro del capitalismo como una fase de cooperación y paz. Tal postura contrastaba de manera diametral con la sostenida por Lenin,
NOTA DE LA REDACCION: Dada la extensión del artículo de Greg Godels, la Redacción de Canarias Semanal ha estimado conveniente ofrecer a sus lectores dos versiones del mismo: una resumida, (que es la que tienen pantalla), y otra que reproduce íntegramente el trabajo de este clarividente marxista estadounidense. En cualquier caso, recomendamos encarecidamente a nuestros lectores la lectura de este trabajo, ya sea en una u otra versión, pues estimamos que para quienes se reclaman hoy pertenecientes a la izquierda, no dejarse arrastrar por las modas y los oportunismos, resultará fundamental no sólo para que podamos salir del atolladero ideológico en el que nos encontramos, sino también para evitar nuestra desaparición como especie.
(Pinche AQUÍ para leer la versión íntegra del artículo)
POR GREG GODELS.-
El término de moda "multipolaridad" -popular entre un sector significativo de la izquierda internacional- tiene un antecedente histórico. En 1914, Karl Kautsky -entonces era, posiblemente, el teórico marxista más prominente del mundo-
escribió un ensayo sobre las fases del capitalismo, la pasada, la actual y la futura.
Al igual que muchos multipolaristas actuales que imaginan un imperialismo estable y pacífico tras la doma de EEUU, Kautsky preveía una fase benigna de cooperación capitalista y paz tras la guerra, una vez agotados los beligerantes. Los países capitalistas encontrarían la paz a escala internacional a través de un proceso similar a la cartelización, o sea, la formación de monopolios.
Kautsky creía que el crecimiento de la concentración de monopolios a nivel corporativo -un proceso en marcha a finales del siglo XIX y reconocido por casi todo el mundo- era paralelo a la concentración de países, sus colonias y esferas de interés a nivel internacional. Así como los monopolios reducen la competencia entre las corporaciones, razonaba Kautsky, el ultraimperialismo reduciría la competencia y la rivalidad entre las potencias estatales.
Escrito unos meses antes de la Primera Guerra Mundial y publicado unos meses después de que comenzara la guerra (con revisiones), Ultraimperialismo (septiembre de 1914) pretendía -ante todo- explicar los cambios cualitativos del capitalismo: desde su fase decimonónica como capitalismo de "libre mercado" dirigido y dominado por Gran Bretaña, a su fase o forma imperialista, existente en el momento del ensayo de Kautsky, a su fase ultraimperialista, anticipada por Kautsky después de que terminara la guerra.
Para el lector de hoy, el ultraimperialismo puede expresar algunas ideas inusuales, incluso excéntricas, aunque reflejan las circunstancias rápidamente cambiantes que preocupaban a los marxistas a finales del siglo pasado. La clase obrera estaba cambiando; los partidos socialistas estaban cambiando; y los líderes del movimiento estaban cambiando.
Las empresas capitalistas eran cada vez más grandes, absorbían a competidores más pequeños y concentraban industrias importantes en menos unidades. La acumulación de capital también había crecido, con el resultado de que los financieros buscaban oportunidades de inversión más lejos.
Y los Estados fomentaban la exportación de capital, al tiempo que se comprometían a proteger esas inversiones mediante la adquisición de colonias y el desarrollo de esferas de interés. Estos profundos cambios cualitativos no pasaron desapercibidos; dentro de los círculos marxistas, no sólo Kautsky, sino otros -Bukharin, Luxemburg y, por supuesto, Lenin- exploraban el significado de estos cambios.
Sin duda, la contribución de Lenin -su libro sobre el Imperialismo imprimió el sello más indeleble en la comprensión del fenómeno del imperialismo por parte de la izquierda durante los cien años siguientes. Kautsky esboza una historia natural plausible de los países capitalistas avanzados que buscan respuestas al problema del "sector agrario" mediante la exportación de capital a otros países en busca de comercio y mercados.
La colonización surge porque estos nuevos mercados carecen de infraestructuras y -con frecuencia- de estructuras estatales. Al exportador de capital le resulta más fácil imponer su Estado que crear uno nuevo.
Esta es la teoría de Kautsky sobre el ascenso del imperialismo.
Curiosamente, Kautsky, a diferencia de Lenin, caracteriza esta relación entre colonizador y colonizado como opresiva y no como explotadora. No todos los países que se desarrollan mediante la importación de capital son encerrados en un papel subordinado por los países industrializados; Kautsky cita a EE.UU.
Donde Lenin ve el imperialismo como un imperativo del capitalismo monopolista maduro -una etapa dictada por el propio mecanismo de poder del capitalismo- Kautsky entiende el imperialismo como una política, una elección hecha de alguna manera por el capitalista colectivo: "¿Representa [el imperialismo] la última forma fenoménica posible de la política mundial capitalista, o todavía es posible otra?", se pregunta.
Significativamente, el marxismo de Lenin presta atención a las leyes del movimiento para explicar la etapa imperialista, mientras que el marxismo de Kautsky cuenta el imperialismo como un camino tomado, entre otros disponibles.
La tendencia a la ocupación y subyugación de las zonas agrarias ha producido agudas contradicciones entre los Estados capitalistas industrializados, con el resultado de que la carrera armamentista... la largamente profetizada Guerra Mundial se ha convertido ya en un hecho.
¿Es también esta vertiente del imperialismo una necesidad para la existencia continuada del capitalismo, que sólo puede ser superada con el propio capitalismo?
Por el contrario, la economía capitalista está seriamente amenazada precisamente por las contradicciones entre sus Estados. Todo capitalista previsor debe hacer hoy un llamamiento a sus semejantes: ¡capitalistas de todos los países, uníos!
Así, para Kautsky -a diferencia de Lenin- la guerra no es un resultado constante y esperado del imperialismo. Ciertamente, ¡el llamamiento a los capitalistas para que se unan en torno a la paz subraya la diferencia!
Debido a que la economía del imperialismo se está volviendo en contra del capitalista -los rendimientos de las exportaciones de capital evidenciaron un declive, según Kautsky- "El imperialismo está cavando así su propia tumba... la política del imperialismo, por lo tanto, no puede continuar por mucho más tiempo".
Entonces, ¿qué viene después, a la luz de los escollos de continuar con el imperialismo? Kautsky responde: "Lo que Marx dijo del capitalismo puede aplicarse también al imperialismo: el monopolio crea la competencia y la competencia el monopolio. La competencia frenética de las grandes empresas, de los grandes bancos y de los multimillonarios obligó a los grandes grupos financieros, que absorbían a los pequeños, a idear la noción de cártel.
¿ES LA MULTIPOLARIDAD ACTUAL LO MISMO QUE EL ULTRAIMPERIALISMO DE KAUTSKY?
La superpotencia que sobrevivió a la Guerra Fría, ejercía un control casi absoluto sobre las instituciones mundiales, mantenía bases militares en todas las regiones y apenas encontró resistencia a sus planes. A medida que Estados Unidos intervenía en los asuntos internos de más y más países, la descripción de un "mundo unipolar" parecía cada vez más acertada. Como era de esperar, surgió la resistencia. Varios países se rebelaron, especialmente en Oriente Medio y en América Central y del Sur.
El creciente poderío económico de la China Popular, en gran medida ajena a las turbulencias económicas mundiales, desafió a Estados Unidos en ese frente, al igual que el creciente poderío militar y la competitividad energética de Rusia.
Estaba claro que, sólo unas décadas después de declararse líder mundial, la hegemonía estadounidense estaba en peligro. La influencia, el poder y el liderazgo se estaban diversificando. Y, en la medida en que este nuevo orden restringe el campo de acción de Estados Unidos, es algo positivo.
Pero la multipolaridad como realidad es diferente de la multipolaridad como doctrina. Dar la bienvenida a la multipolaridad porque restringe a EEUU es una cosa; dar la bienvenida a la multipolaridad porque anuncia una nueva era de coexistencia pacífica y armonía mundial es otra, algo mucho más engañoso y peligroso.
Al igual que Kautsky, algunos en la izquierda llegan a la conclusión de que el capitalismo puede desvincularse de la competencia o la rivalidad, si tan sólo se contuviera a EEUU. Como observó Lenin, hay más ilusiones en esta posición que un reflejo de la realidad.
Para los multipolaristas doctrinarios, una historia centenaria de rivalidad imperialista entre las grandes potencias, interrumpida sólo parcialmente por una cruzada unida antisoviética y anticomunista, cuenta poco como prueba de que el capitalismo aviva invariablemente las rivalidades imperialistas.
Menos de dos décadas después del final de la gran guerra imperialista, Japón, Italia y Alemania habían iniciado búsquedas de expansión imperialista, a menudo a expensas de los imperios de otras grandes potencias como el Reino Unido y Francia. A mediados de siglo, el enfrentamiento de la Guerra Fría y la amenaza de la aniquilación nuclear atenuaron el peligro de una guerra mundial, pero aun así se produjeron guerras tanto de liberación nacional como contra la insurgencia, guerras imperialistas.
En muchos casos, la agresión económica sustituyó a la militar, ya que los antiguos amos coloniales trataban de establecer relaciones neocoloniales. A pesar de este telón de fondo de competencia y conflicto imperialistas persistentes e interminables, los multipolaristas imaginan una próxima era de cooperación multilateral y respeto mutuo.
Imaginan que la India y Pakistán establecerán una armonía sin precedentes; que las reivindicaciones japonesas sobre las islas Kuriles se disolverán; que las rivalidades balcánicas y los conflictos de Armenia y Azerbaiyán se resolverán por arte de magia; que las rivalidades de larga data y siempre latentes en Oriente Medio desaparecerán; y que la lucha por controlar la vasta riqueza de la República Democrática del Congo se marchitará y se resolverá pacíficamente, una vez contenido el imperialismo estadounidense.
No ven signos ominosos en la creciente beligerancia y en los presupuestos militares enormemente ampliados de Alemania y Japón. Aclaman los realineamientos globales y las nuevas alianzas como pasos hacia la paz, en lugar de fuentes potenciales de conflicto.
La guerra de Ucrania desató una amenaza de guerra local, regional e incluso mundial mucho mayor que la que hemos visto en cincuenta años.
¿Se trata de un presagio de la utópica multipolaridad que se avecina? Al igual que la teoría del ultraimperialismo de Kautsky, esta teoría de un mundo pacífico y armonioso de potencias capitalistas se aleja radicalmente de lo que enseña la historia y de las realidades actuales.
Y al igual que Kautsky, sus defensores han perdido el contacto con la dinámica del capitalismo en la era del imperialismo. Kautsky vio la contradicción básica de su época entre el capitalismo competitivo y el capitalismo monopolista, con la "cartelización" de los imperios eliminando las rivalidades globales.
Los multipolaristas de hoy ven la lucha entre unipolaridad y multipolaridad como la principal contradicción a la que se enfrenta el mundo. Como en el caso del ultraimperialismo de Kautsky, se trata de una ilusión que les permite eludir la gran contradicción de nuestro tiempo: la lucha entre un sistema sobremaduro y fracasado -el capitalismo- y el socialismo.
Desde la desaparición del socialismo soviético, la defensa del socialismo ha pasado de moda. Para la mayoría de la izquierda, el socialismo es, en el mejor de los casos, un sueño lejano, fuera de nuestro alcance.
Sin duda, esta desesperación -incomparable incluso con los tiempos más desesperados del pasado- informa la atracción de la multipolaridad, algo que parece estar a nuestro alcance. Pero la integridad intelectual exige que vayamos donde nos lleve la verdad.
Y la verdad en nuestros días -como la verdad en tiempos de Kautsky- exige que reconozcamos que el capitalismo genera guerras. Y la solución final a la guerra es solo el socialismo.
NOTA DE LA REDACCION: Dada la extensión del artículo de Greg Godels, la Redacción de Canarias Semanal ha estimado conveniente ofrecer a sus lectores dos versiones del mismo: una resumida, (que es la que tienen pantalla), y otra que reproduce íntegramente el trabajo de este clarividente marxista estadounidense. En cualquier caso, recomendamos encarecidamente a nuestros lectores la lectura de este trabajo, ya sea en una u otra versión, pues estimamos que para quienes se reclaman hoy pertenecientes a la izquierda, no dejarse arrastrar por las modas y los oportunismos, resultará fundamental no sólo para que podamos salir del atolladero ideológico en el que nos encontramos, sino también para evitar nuestra desaparición como especie.
(Pinche AQUÍ para leer la versión íntegra del artículo)
POR GREG GODELS.-
El término de moda "multipolaridad" -popular entre un sector significativo de la izquierda internacional- tiene un antecedente histórico. En 1914, Karl Kautsky -entonces era, posiblemente, el teórico marxista más prominente del mundo- escribió un ensayo sobre las fases del capitalismo, la pasada, la actual y la futura.
Al igual que muchos multipolaristas actuales que imaginan un imperialismo estable y pacífico tras la doma de EEUU, Kautsky preveía una fase benigna de cooperación capitalista y paz tras la guerra, una vez agotados los beligerantes. Los países capitalistas encontrarían la paz a escala internacional a través de un proceso similar a la cartelización, o sea, la formación de monopolios.
Kautsky creía que el crecimiento de la concentración de monopolios a nivel corporativo -un proceso en marcha a finales del siglo XIX y reconocido por casi todo el mundo- era paralelo a la concentración de países, sus colonias y esferas de interés a nivel internacional. Así como los monopolios reducen la competencia entre las corporaciones, razonaba Kautsky, el ultraimperialismo reduciría la competencia y la rivalidad entre las potencias estatales.
Escrito unos meses antes de la Primera Guerra Mundial y publicado unos meses después de que comenzara la guerra (con revisiones), Ultraimperialismo (septiembre de 1914) pretendía -ante todo- explicar los cambios cualitativos del capitalismo: desde su fase decimonónica como capitalismo de "libre mercado" dirigido y dominado por Gran Bretaña, a su fase o forma imperialista, existente en el momento del ensayo de Kautsky, a su fase ultraimperialista, anticipada por Kautsky después de que terminara la guerra.
Para el lector de hoy, el ultraimperialismo puede expresar algunas ideas inusuales, incluso excéntricas, aunque reflejan las circunstancias rápidamente cambiantes que preocupaban a los marxistas a finales del siglo pasado. La clase obrera estaba cambiando; los partidos socialistas estaban cambiando; y los líderes del movimiento estaban cambiando.
Las empresas capitalistas eran cada vez más grandes, absorbían a competidores más pequeños y concentraban industrias importantes en menos unidades. La acumulación de capital también había crecido, con el resultado de que los financieros buscaban oportunidades de inversión más lejos.
Y los Estados fomentaban la exportación de capital, al tiempo que se comprometían a proteger esas inversiones mediante la adquisición de colonias y el desarrollo de esferas de interés. Estos profundos cambios cualitativos no pasaron desapercibidos; dentro de los círculos marxistas, no sólo Kautsky, sino otros -Bukharin, Luxemburg y, por supuesto, Lenin- exploraban el significado de estos cambios.
Sin duda, la contribución de Lenin -su libro sobre el Imperialismo imprimió el sello más indeleble en la comprensión del fenómeno del imperialismo por parte de la izquierda durante los cien años siguientes. Kautsky esboza una historia natural plausible de los países capitalistas avanzados que buscan respuestas al problema del "sector agrario" mediante la exportación de capital a otros países en busca de comercio y mercados.
La colonización surge porque estos nuevos mercados carecen de infraestructuras y -con frecuencia- de estructuras estatales. Al exportador de capital le resulta más fácil imponer su Estado que crear uno nuevo.
Esta es la teoría de Kautsky sobre el ascenso del imperialismo.
Curiosamente, Kautsky, a diferencia de Lenin, caracteriza esta relación entre colonizador y colonizado como opresiva y no como explotadora. No todos los países que se desarrollan mediante la importación de capital son encerrados en un papel subordinado por los países industrializados; Kautsky cita a EE.UU.
Donde Lenin ve el imperialismo como un imperativo del capitalismo monopolista maduro -una etapa dictada por el propio mecanismo de poder del capitalismo- Kautsky entiende el imperialismo como una política, una elección hecha de alguna manera por el capitalista colectivo: "¿Representa [el imperialismo] la última forma fenoménica posible de la política mundial capitalista, o todavía es posible otra?", se pregunta.
Significativamente, el marxismo de Lenin presta atención a las leyes del movimiento para explicar la etapa imperialista, mientras que el marxismo de Kautsky cuenta el imperialismo como un camino tomado, entre otros disponibles.
La tendencia a la ocupación y subyugación de las zonas agrarias ha producido agudas contradicciones entre los Estados capitalistas industrializados, con el resultado de que la carrera armamentista... la largamente profetizada Guerra Mundial se ha convertido ya en un hecho.
¿Es también esta vertiente del imperialismo una necesidad para la existencia continuada del capitalismo, que sólo puede ser superada con el propio capitalismo?
Por el contrario, la economía capitalista está seriamente amenazada precisamente por las contradicciones entre sus Estados. Todo capitalista previsor debe hacer hoy un llamamiento a sus semejantes: ¡capitalistas de todos los países, uníos!
Así, para Kautsky -a diferencia de Lenin- la guerra no es un resultado constante y esperado del imperialismo. Ciertamente, ¡el llamamiento a los capitalistas para que se unan en torno a la paz subraya la diferencia!
Debido a que la economía del imperialismo se está volviendo en contra del capitalista -los rendimientos de las exportaciones de capital evidenciaron un declive, según Kautsky- "El imperialismo está cavando así su propia tumba... la política del imperialismo, por lo tanto, no puede continuar por mucho más tiempo".
Entonces, ¿qué viene después, a la luz de los escollos de continuar con el imperialismo? Kautsky responde: "Lo que Marx dijo del capitalismo puede aplicarse también al imperialismo: el monopolio crea la competencia y la competencia el monopolio. La competencia frenética de las grandes empresas, de los grandes bancos y de los multimillonarios obligó a los grandes grupos financieros, que absorbían a los pequeños, a idear la noción de cártel.
¿ES LA MULTIPOLARIDAD ACTUAL LO MISMO QUE EL ULTRAIMPERIALISMO DE KAUTSKY?
La superpotencia que sobrevivió a la Guerra Fría, ejercía un control casi absoluto sobre las instituciones mundiales, mantenía bases militares en todas las regiones y apenas encontró resistencia a sus planes. A medida que Estados Unidos intervenía en los asuntos internos de más y más países, la descripción de un "mundo unipolar" parecía cada vez más acertada. Como era de esperar, surgió la resistencia. Varios países se rebelaron, especialmente en Oriente Medio y en América Central y del Sur.
El creciente poderío económico de la China Popular, en gran medida ajena a las turbulencias económicas mundiales, desafió a Estados Unidos en ese frente, al igual que el creciente poderío militar y la competitividad energética de Rusia.
Estaba claro que, sólo unas décadas después de declararse líder mundial, la hegemonía estadounidense estaba en peligro. La influencia, el poder y el liderazgo se estaban diversificando. Y, en la medida en que este nuevo orden restringe el campo de acción de Estados Unidos, es algo positivo.
Pero la multipolaridad como realidad es diferente de la multipolaridad como doctrina. Dar la bienvenida a la multipolaridad porque restringe a EEUU es una cosa; dar la bienvenida a la multipolaridad porque anuncia una nueva era de coexistencia pacífica y armonía mundial es otra, algo mucho más engañoso y peligroso.
Al igual que Kautsky, algunos en la izquierda llegan a la conclusión de que el capitalismo puede desvincularse de la competencia o la rivalidad, si tan sólo se contuviera a EEUU. Como observó Lenin, hay más ilusiones en esta posición que un reflejo de la realidad.
Para los multipolaristas doctrinarios, una historia centenaria de rivalidad imperialista entre las grandes potencias, interrumpida sólo parcialmente por una cruzada unida antisoviética y anticomunista, cuenta poco como prueba de que el capitalismo aviva invariablemente las rivalidades imperialistas.
Menos de dos décadas después del final de la gran guerra imperialista, Japón, Italia y Alemania habían iniciado búsquedas de expansión imperialista, a menudo a expensas de los imperios de otras grandes potencias como el Reino Unido y Francia. A mediados de siglo, el enfrentamiento de la Guerra Fría y la amenaza de la aniquilación nuclear atenuaron el peligro de una guerra mundial, pero aun así se produjeron guerras tanto de liberación nacional como contra la insurgencia, guerras imperialistas.
En muchos casos, la agresión económica sustituyó a la militar, ya que los antiguos amos coloniales trataban de establecer relaciones neocoloniales. A pesar de este telón de fondo de competencia y conflicto imperialistas persistentes e interminables, los multipolaristas imaginan una próxima era de cooperación multilateral y respeto mutuo.
Imaginan que la India y Pakistán establecerán una armonía sin precedentes; que las reivindicaciones japonesas sobre las islas Kuriles se disolverán; que las rivalidades balcánicas y los conflictos de Armenia y Azerbaiyán se resolverán por arte de magia; que las rivalidades de larga data y siempre latentes en Oriente Medio desaparecerán; y que la lucha por controlar la vasta riqueza de la República Democrática del Congo se marchitará y se resolverá pacíficamente, una vez contenido el imperialismo estadounidense.
No ven signos ominosos en la creciente beligerancia y en los presupuestos militares enormemente ampliados de Alemania y Japón. Aclaman los realineamientos globales y las nuevas alianzas como pasos hacia la paz, en lugar de fuentes potenciales de conflicto.
La guerra de Ucrania desató una amenaza de guerra local, regional e incluso mundial mucho mayor que la que hemos visto en cincuenta años.
¿Se trata de un presagio de la utópica multipolaridad que se avecina? Al igual que la teoría del ultraimperialismo de Kautsky, esta teoría de un mundo pacífico y armonioso de potencias capitalistas se aleja radicalmente de lo que enseña la historia y de las realidades actuales.
Y al igual que Kautsky, sus defensores han perdido el contacto con la dinámica del capitalismo en la era del imperialismo. Kautsky vio la contradicción básica de su época entre el capitalismo competitivo y el capitalismo monopolista, con la "cartelización" de los imperios eliminando las rivalidades globales.
Los multipolaristas de hoy ven la lucha entre unipolaridad y multipolaridad como la principal contradicción a la que se enfrenta el mundo. Como en el caso del ultraimperialismo de Kautsky, se trata de una ilusión que les permite eludir la gran contradicción de nuestro tiempo: la lucha entre un sistema sobremaduro y fracasado -el capitalismo- y el socialismo.
Desde la desaparición del socialismo soviético, la defensa del socialismo ha pasado de moda. Para la mayoría de la izquierda, el socialismo es, en el mejor de los casos, un sueño lejano, fuera de nuestro alcance.
Sin duda, esta desesperación -incomparable incluso con los tiempos más desesperados del pasado- informa la atracción de la multipolaridad, algo que parece estar a nuestro alcance. Pero la integridad intelectual exige que vayamos donde nos lleve la verdad.
Y la verdad en nuestros días -como la verdad en tiempos de Kautsky- exige que reconozcamos que el capitalismo genera guerras. Y la solución final a la guerra es solo el socialismo.
Eugenio | Viernes, 25 de Agosto de 2023 a las 15:01:31 horas
Todo comunista formado sabe que Kautsky fue dirigente socialchovinista supremo de la II Internacional que claudico ante el chovinismo Austro-Húngaro, tubo diversas teorías sobre la dictadura del proletariado la cual negaba, sobre el ultraimperialismo, ayudó a los socialdemócratas de derecha a ahogar la revolución alemana de 1918-1919 o apoyó también a Martov y a los mencheviques en su lucha contra los bolcheviques. Constituye un ejemplo sumamente típico y claro de cómo el reconocer el marxismo de palabra condujo, de hecho, a transformarlo en ‘struvismo’ o en ‘brentanismo’. Entre otras muchas “hazañas”.
Dicho todo esto hay una cosa que llama sumamente en la que coinciden los detractores del multiporalismo con Kautsky. De hecho hay una teoría que se parece mucho a lo que los “nuevos” sacerdotes del marxismo-leninismo están continuamente diseminando como científica y socialista. Es la de oponerse a que el proletariado mundial sienta simpatía por la causa multipolar de coexistencia pacifica entre naciones donde las relaciones económicas se desarrollen de forma pacifica e equitativa como Kautsky hizo oponiéndose al estrechamiento de relaciones con la Rusia Soviética y como he dicho antes posicionando con los menchiveques. ¿Que extraña coincidencia?
No es tan paradójico ya que lo único que buscan precisamente es eso restar apoyos a los países que están luchando contra el mayor y sangriento imperialismo de la historia de la humanidad, que no es otro que el Occidental dirigido por los Anglosajones, para mi no hay distinciones entre Estados Unidos, Reino Unido o el resto de excolonias de mayoría W.A.S.P (acrónimo del inglés White, Anglo-Saxon and Protestant —'blanco, anglosajón y protestante'—)
Al igual que exegetas del marxismo que acusan constantemente a los demás de desviacionistas o de malos comunistas lanzan al unisono fragmentos de Lenin tomados aquí y haya, para atacar a los que vemos en la lucha de China, económicamente o Rusia militarmente un paso en la historia y un oportunidad para que muchos países oprimidos puedan librarse del yugo imperialista occidental mejorando las condiciones materiales de la clase trabajadora, como es el caso actual de Níger.
Mensajes lanzados en el momento oportuno en que la hegemonía imperialista occidental se esta poniendo entredicho a través de un pequeño ejercito disciplinado(seguramente dirigidos por la inteligencia otanista). Níger no puede esperar ayuda del socialismo internacionalista porque en la practica no existe, dicho por ellos, ya que a China no lo consideran un país comunista, deben rechazar su ayuda, incluso la de Burkina Faso y Mali por no ser lo suficientemente socialista.
Ya que os gusta tanto recordar el pasado militante de algunos comentaristas para desacreditarlos, como es el caso de RedStar, os voy a decir que actuáis al igual que hicieron los Garzonistas en IU y en el PCE de acusar de carrillistas a los que se oponían a convertir ambas organizaciones en reformistas y vasallas del PSOE, cuando ellos actuaban como auténticos carrillistas y su líder Pablo Iglesias se declaraba admirador de Carrillo. O como hacen los seguidores de la teoría trans de acusar de Terfs a toda feminista que ose en poner en tela de juicio su credo negacionista del genero. Dime de que presumes y te diré de que careces.
Después de dar mucho circunloquios por parte de los guardianes de la interpretación del marxismo-leninismo vemos de donde les llega la inspiración que no es otro del país enemigo de la multiporalidad a través de ciertos “intelectuales” reales o ficticios surgidos de las factorías de los Thinks tanks de las universidades yanquis. Porque la bestia no solo alimenta al reformista, sino también al que coincide en sus criticas de su enemigos, aunque diga estar en las antípodas ideológicas del imperio.
Termino ya que no tengo posibilidad de publicar artículos en este semanario y tener que trocear mis respuestas se hace muy tedioso. Pero esto ultimo va para los encargados de esta publicación. Decía Lenin que todos tenemos derecho equivocarnos, pues el que no lo intenta nunca yerra, pero el que sigue persistiendo en el error no esta equivocado, es un traidor.
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