
LOS ÚLTIMOS CANARIOS DE FILIPINAS: UNA "HEROICIDAD INÚTIL" CONTRA LA CAUSA INDEPENDENTISTA
Eustaquio Gopar Hernández y José Hernández Arocha, los canarios entre los "últimos de Filipinas"
El Tratado de Paz entre España y los Estados Unidos de América, que se firmó en París el 10 de diciembre de 1898, puso fin a la guerra que se había iniciado en Cuba, el Imperio español en América y el Océano Pacífico. En este acuerdo, España cedió el archipiélago de las Islas Filipinas a cambio de una indemnización de 20.000.000 de dólares y la isla de Guam en las Marianas (...).
Por DIEGO ROJAS PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El Tratado de Paz entre España y los Estados Unidos de América, que se firmó en París el 10 de diciembre de 1898, puso fin a la guerra que se había iniciado en Cuba, el Imperio español en América y el Océano Pacífico. En este acuerdo, España cedió el archipiélago de las Islas Filipinas a cambio de una indemnización de 20.000.000 de dólares y la isla de Guam en las Marianas.
Esta pérdida de los últimos territorios coloniales constituyó la crisis o "desastre del 98", que desde un punto de vista territorial se enmarca en las ambiciones imperialistas de los Estados Unidos de América. Desde el punto de vista nacional hispano, en un proceso de decadencia moral, económico y social del país en un contexto internacional en el que potencias europeas como Francia y Gran Bretaña estaban en su momento álgido de expansión imperial.
LA DEFENSA DE LA IGLESIA DE BALER
Para la historia, reproducida incluso a través del cine, quedaría el singular episodio de la defensa de la iglesia de Baler, en la isla de Luzón, comandada por el capitán Enrique de las Morenas (y, a la muerte de éste, por el teniente Saturnino Martín), que resistió un asedio de los independentistas tagalos durante casi un año y capituló cuando se enteraron, seis meses más tarde, de que se había firmado la paz entre España y Estados Unidos de América, potencia que había patrocinado la sublevación filipina.
A pesar de la desnutrición y las enfermedades tropicales, la valentía de la guarnición fue reconocida por el líder independentista Emilio Aguinaldo en un documento oficial, hecho público el 2 de junio de 1899.
Finalmente, tras su regreso a España, "los últimos de Filipinas" fueron premiados por la reina regente doña María Cristina en nombre de Alfonso XXII y de la nación española.
En estos hechos, que muchos historiadores calificarán años después de "inútil heroicidad", participaron dos soldados de reemplazo canarios: el labrador majorero, de la localidad de Tuineje, Eustaquio Gopar Hernández y el lagunero, también labrador, José Hernández Arocha. Ambos tenían 23 años. Gopar, con el tiempo, fue alcalde de su localidad natal en los inicios del franquismo.
La sociedad canaria de la época no pasó por alto la presencia de estos soldados canarios en ese singular episodio, que ha quedado para la posteridad con el nombre de "los últimos de Filipinas". Al regresar a las Islas, recibieron homenajes y gratificaciones varias, además de la pensión de 60 pesetas mensuales que les fue concedida de forma oficial.
![[Img #74971]](https://canarias-semanal.org/upload/images/04_2023/6379_philippines.jpg)
En el caso de Hernández Arocha, se destacó el donativo concedido por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y las colectas que alcanzaron la nada despreciable cantidad de 2.686,37 pesetas para aquellos tiempos. Además, le fue concedida una vivienda en reconocimiento a su valentía. Por su parte, Gopar fue homenajado con un concierto público en el Teatro Tirso de Molina de Las Palmas de Gran Canaria, aunque en Fuerteventura no se dieron las condiciones para un evento de mayor envergadura.
En la actualidad, en la iglesia de San Luís de Tolosa de la localidad de Baler se encuentra una extensa lápida colocada en 1939 que recuerda la hazaña de la guarnición española de cuatro oficiales y cincuenta soldados que fue sitiada por los insurgentes filipinos entre el 27 de junio de 1898 y el 2 de junio de 1899. Los sitiados supieron por los periódicos dejados en el patio por un emisario del general Ríos que España había perdido las Filipinas.
La historia de "los últimos de Filipinas" es recordada en el Estado español como un ejemplo de valentía y heroísmo en una situación límite, aunque rara vez se recuerda que fue también un capítulo más en la lucha anticolonial de los filipinos por su libertad e independencia. Y ello, a pesar de que, al igual que sucedería en Cuba, los filipinos lograron sacudirse el colonialismo español solamente para caer bajo el dominio estadounidense, contra el que tuvieron que continuar luchando tras el año 1898. Pese a todo la resistencia liderada por Emilio Aguinaldo y otros líderes revolucionarios fue crucial para la conquista de la independencia de Filipinas en 1946.
Por DIEGO ROJAS PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El Tratado de Paz entre España y los Estados Unidos de América, que se firmó en París el 10 de diciembre de 1898, puso fin a la guerra que se había iniciado en Cuba, el Imperio español en América y el Océano Pacífico. En este acuerdo, España cedió el archipiélago de las Islas Filipinas a cambio de una indemnización de 20.000.000 de dólares y la isla de Guam en las Marianas.
Esta pérdida de los últimos territorios coloniales constituyó la crisis o "desastre del 98", que desde un punto de vista territorial se enmarca en las ambiciones imperialistas de los Estados Unidos de América. Desde el punto de vista nacional hispano, en un proceso de decadencia moral, económico y social del país en un contexto internacional en el que potencias europeas como Francia y Gran Bretaña estaban en su momento álgido de expansión imperial.
LA DEFENSA DE LA IGLESIA DE BALER
Para la historia, reproducida incluso a través del cine, quedaría el singular episodio de la defensa de la iglesia de Baler, en la isla de Luzón, comandada por el capitán Enrique de las Morenas (y, a la muerte de éste, por el teniente Saturnino Martín), que resistió un asedio de los independentistas tagalos durante casi un año y capituló cuando se enteraron, seis meses más tarde, de que se había firmado la paz entre España y Estados Unidos de América, potencia que había patrocinado la sublevación filipina.
A pesar de la desnutrición y las enfermedades tropicales, la valentía de la guarnición fue reconocida por el líder independentista Emilio Aguinaldo en un documento oficial, hecho público el 2 de junio de 1899.
Finalmente, tras su regreso a España, "los últimos de Filipinas" fueron premiados por la reina regente doña María Cristina en nombre de Alfonso XXII y de la nación española.
En estos hechos, que muchos historiadores calificarán años después de "inútil heroicidad", participaron dos soldados de reemplazo canarios: el labrador majorero, de la localidad de Tuineje, Eustaquio Gopar Hernández y el lagunero, también labrador, José Hernández Arocha. Ambos tenían 23 años. Gopar, con el tiempo, fue alcalde de su localidad natal en los inicios del franquismo.
La sociedad canaria de la época no pasó por alto la presencia de estos soldados canarios en ese singular episodio, que ha quedado para la posteridad con el nombre de "los últimos de Filipinas". Al regresar a las Islas, recibieron homenajes y gratificaciones varias, además de la pensión de 60 pesetas mensuales que les fue concedida de forma oficial.
En el caso de Hernández Arocha, se destacó el donativo concedido por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y las colectas que alcanzaron la nada despreciable cantidad de 2.686,37 pesetas para aquellos tiempos. Además, le fue concedida una vivienda en reconocimiento a su valentía. Por su parte, Gopar fue homenajado con un concierto público en el Teatro Tirso de Molina de Las Palmas de Gran Canaria, aunque en Fuerteventura no se dieron las condiciones para un evento de mayor envergadura.
En la actualidad, en la iglesia de San Luís de Tolosa de la localidad de Baler se encuentra una extensa lápida colocada en 1939 que recuerda la hazaña de la guarnición española de cuatro oficiales y cincuenta soldados que fue sitiada por los insurgentes filipinos entre el 27 de junio de 1898 y el 2 de junio de 1899. Los sitiados supieron por los periódicos dejados en el patio por un emisario del general Ríos que España había perdido las Filipinas.
La historia de "los últimos de Filipinas" es recordada en el Estado español como un ejemplo de valentía y heroísmo en una situación límite, aunque rara vez se recuerda que fue también un capítulo más en la lucha anticolonial de los filipinos por su libertad e independencia. Y ello, a pesar de que, al igual que sucedería en Cuba, los filipinos lograron sacudirse el colonialismo español solamente para caer bajo el dominio estadounidense, contra el que tuvieron que continuar luchando tras el año 1898. Pese a todo la resistencia liderada por Emilio Aguinaldo y otros líderes revolucionarios fue crucial para la conquista de la independencia de Filipinas en 1946.
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