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Lunes, 20 de Marzo de 2023 Tiempo de lectura:

A VEINTE AÑOS DEL GENOCIDIO DE IRAK... Y DE MI "BATALLA" POR SU PUEBLO

La invasion de Irak fue crimen calculado y perpetrado a gran escala por los EEUU y sus aliados,

En el 2002 era yo un joven alumno de Bachillerato de un Instituto público de la ciudad en la que entonces vivía. Mi profesor de Historia era un cuarentón y atildado licenciado en esa materia, que ante sus alumnos presumía ufano de tener un punto de vista "neutral". Hasta que un día (...)

 

POR ENRIC SERRANO PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-

 

   Hoy, hace veinte años, las tropas estadounidenses y aliadas invadieron Irak. La operación de bombardeos masivos, conocida militarmente con la significativa denominación de “conmoción y pavor”, había tenido su inicio justamente el día anterior.

 

    El terrorífico nombre de "Conmoción y Pavor" quería hacer referencia a una táctica militar basada en el uso de un poder abrumador y demostraciones espectaculares de fuerza para paralizar la percepción del enemigo del campo de batalla y destruir su voluntad de luchar. 


  En cualquier caso, lo que sucedió aquel 20 de marzo de 2003 no fue en ningún caso un “error”, como hoy se atreven a indicar algunos, sino un crimen calculado y premeditado, perpetrado a gran escala por los EEUU y sus aliados. Fue una guerra carente de sentido, si a este último término  le omitimos connotaciones tales como hegemonía imperialista,  codicia y prepotencia.


    El 15 de febrero de 2003, cinco días antes de que se iniciara la operación “conmoción y pavor”, tuvieron lugar las mayores protestas coordinadas que se hayan producido a lo largo de toda la historia de la humanidad, en las que entre seis y diez millones de personas se movilizaron en seiscientas ciudades de todo el planeta para decir “no” a los planificadores de la guerra. Un tipo de movilizaciones que, salvo honrosas excepciones, hoy parecen haberse esfumado en el olvido. Curiosa desmemoria sin Alzheimer.


    No obstante, pese a la enorme envergadura que tuvieron aquellas movilizaciones de protesta, no lograron evitar que,  en el curso de los años siguientes, murieran entre 550.000 y 580.000 personas la guerra de Irak, y más de cuatro mil jóvenes estadounidenses retornaran a sus hogares envueltos en negros bolsas de plástico, cubiertas con banderas de barras y estrellas.
 

     La guerra de Irak se intentó justificar en aquellos momentos con el falso argumento de que Saddam Hussein disponía de peligrosas “armas de destrucción masiva”, que se temía pudiera compartir con sus enemigos mortales de al-Qaeda para hacerle daño al inocente mundo occidental. Sin embargo, incluso en aquellos momentos las evidencias presentadas al público no pasaron de ser burdas mentiras que carecieron siempre de la más mínima verosimilitud.


     A pesar de los letales efectos que las guerras que los EEUU han provocado sobre ese enorme filón de petróleo que es Medio Oriente, algunos de los pocos apologetas que le quedaron desde entonces continúan insistiendo aún en que USA no fue protagonista de una agresión militar deliberada en Irak, y que podría haber sido aún peor haber dejado que Saddan Hussein permaneciera en el poder. Entre ellos se encontraba - y se encuentra- un antiguo profesor mío en aquel aciago año del 2003.  

 

 

MI "BATALLA" POR IRAK


     Por aquellas fechas, el que esto escribe era un joven alumno de Bachillerato de un Instituto público de la ciudad en la que entonces vivía. Mi profesor de Historia era un cuarentón y atildado licenciado en esa materia, que ante sus alumnos presumía ufano de tener un punto de vista "neutral", tanto sobre la asignatura que impartía, como sobre los acontecimientos políticos internacionales que se sucedían por aquellos días en el mundo.


   Aunque ya yo disponía de un cierto número de ideas propias acerca de lo que estaba pasando en Oriente Medio, el tono suficiente con el que el profesor citado se refería a la situación en Irak me empujó a tratar de ponerlo en un aprieto ante mis compañeros de clase, tratando de acorralarlo en una esquina del improvisado "cuadrilátero", y obligarlo a que se pronunciara, sin medias tintas, sobre la invasión norteamericana que ya se barruntaba en Irak.

 

    Con la suficiencia que suelen mostrar los ignorantes, que solo son capaces de alimentar el caudal de sus conocimientos con constructos de cartón piedra que sintonicen con la "verdad" políticamente correcta, el profe nos trataba de adoctrinar con la idea de que Irak poseía unos sofisticados arsenales de armas químicas y biológicas, capaces de acabar con la vida de poblaciones enteras tres veces superiores a las de los EEUU y España juntas.  La contundencia del ejemplo y su interesada ubicación geográfica parecía estar impresionando a la mayoría de mis condiscípulos.

 

    Lejos de dejarme arredrar por aquella perorata argumental, sacada al vuelo para lograr impactar nuestra ingenuidad juvenil, decidí pasar a la ofensiva:


    - Pero, ¿cómo puede usted, profe, saber y probar que Saddan Hussein tiene esos peligrosos arsenales y que podrían matarnos a todos con la velocidad de un rayo? Y si fuera tal y como usted lo está contando, ¿por qué razón no nos han atacado ya, y por sorpresa, y están esperando que sean los de al-Qaeda los que se encarguen de esa tarea? ¿No le parece que lo que nos cuenta, más que un argumento probatorio se parece más al "truco del almendruco"?.


    El profe estiró su cuello amorcillado hacia atrás y, atusándose su cursi bigotillo de filigranas que, pese a su edad ya madura, no le había terminado de arrancar, me espetó con tono doctoral:

 


   - Mira Enric, en primer lugar, un respetito es muy bonito. De manera que métete la lengua en el bolsillo, o donde te quepa, y no uses ese tono cuando te dirijas a mí...

    En segundo lugar, lo que yo estoy diciendo aquí, y lo mantengo en cualquier parte, está basado en las informaciones suministradas por los Servicios de Inteligencia de los Estados Unidos, QUE-PARA-ESO-ESTÁN- dijo pautando la frase y elevando la voz hasta llegar a aproximarla a una suerte de gimoteo levemente histérico.


   Con una respuesta como esta, las espadas habían quedado enhiestas, suspendidas en el aire, tensas en medio del aula. No era, pues, cuestión de huir de la batalla con la cabeza gacha. Si me retiraba no solo sería yo en que perdería. Sería también el pueblo irakí el que perdería ante aquellos cincuenta alumnos que habían presenciado el enfrentamiento dialéctico.  De manera que, cuál soldado con el cuchillo entre los dientes, me lancé de nuevo al abordaje.


    - Pero, profe, usted nos ha repetido, una y otra vez, que estudiar Historia es hacer también investigación, rebuscar en las páginas no escritas de los acontecimientos, tratar de indagar en los detalles que nos dejan los acontecimientos, contrastar entre las diferentes versiones de un mismo asunto, no creer en los argumentos que nos presentan los triunfadores... Y ahora nos viene usted y nos habla de los grandes descubrimientos que ha realizado por la CIA, y se rinde ante las razones de George Bush... Profe... ¿Sabe lo que le digo? Usted es un fraude profesional... Usted no es un profesor de Historia... Usted no me merece el más mínimo respeto.

 

     Por unos instantes el silencio cortaba el aire del aula. Hasta las moscas habían dejado de volar en el aula.


Riiiiiiiiiiiiinnnnnnnngggggggg... Riiiiiiiiiiiiinnnggg


    Repentinamente, sonó el timbre que se encargaba de anunciar que la hora de clase había terminado. A través del rabillo del ojo, pude ver como el profe descargaba su tórax con un profundo suspiro de alivio. Pero confieso que también yo aproveché el timbrazo para librarme de todo el aire que me estaba reventando los pulmones.

 

     

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