 
  EL DÍA QUE LA INTELIGENCIA CUBANA EMPREDIÓ LA "GUERRA SÓNICA" CONTRA LOS EE.UU. (VÍDEO)
Disección de un montaje estadounidense en el que   prestan su colaboración Washington, CIA y aparato mediático.    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        			        			        			        			        	
                                
                    			        			        
    
    
    ¿Imaginan los lectores a la pequeña isla de Cuba atacando frontalmente a los Estados Unidos en una suerte de "guerra sónica". Nuestro colaborador Aday Quesada, bebiendo directamente  de acreditadas fuentes estadounidenses, destripa en este artículo como entre la CIA, el gobierno norteamericano y el aparato mediático de ese país, pretendieron enredar al gobierno de La Habana, en una trama cuyo desenlace los hará desternillar de risa.
	
	
        
        
        			        			        			        			        			        			        	
                                
                    			        			        			        
        
                
        
         
 
 
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
 
     Fue en el año 2016, cuando las autoridades estadounidenses informaron por primera vez de la existencia de un misterioso "El Síndrome de La Habana" que supuestamente estaba afectando  de manera exclusiva al personal de la embajada de EEUU en La Habana. Se informó, además, que el inusitado "síndrome" atacaba de manera "muy especial" al personal de la embajada estadounidense que cumplía con funciones de Inteligencia. Curiosamente, poco tiempo después, el síndrome pareció extenderse igualmente entre los funcionarios de la Embajada canadiense en La Habana. 
 
 
   ¿Cuáles eran los síntomas de tan misteriosa y maligna afección? Según relataban los dolientes, repentinamente sentían fuertes dolores de cabeza, mareos que los debilitaban, así como la audición de sonidos insoportablemente dolorosos. Los síntomas se producían tanto en el trabajo como en las horas de asueto en sus domicilios particulares.  Sin embargo, los cubanos parecían ser inmunes a los efectos de aquel malévolo síndrome antinorteamericano.
 
 
    Al Departamento   de Defensa de los Estados Unidos le faltó tiempo para informar que de manera simultánea se estaban produciendo casos similares en sus delegaciones  diplomáticas en Rusia, China, Colombia, Uzbekistán. A partir de entonces, el Departamento de Defensa  se dispuso a bautizar a aquella misteriosa "enfermedad" con las siglas AHI (“Incidentes de Salud Anómalos” ).
  
   Según alegaba Washington, esta molestosa patología de "psicógenia masiva" había sido experimentada principalmente por espías, diplomáticos y personal militar del gobierno de EEUU en todo el mundo.
 
 
UN "ATAQUE SÓNICO" EN TODA REGLA  EN CONTRA DE LOS EEUU
 
    ¿Qué suerte de artilugio utilizado por los Servicios de la Inteligencia cubana estaba provocando este masivo desaguisado entre los representantes internacionales de la primera potencia mundial?
 
     Aparentemente alarmado, el Departamento de Estado anunció que iba a investigar en profundidad el affaire, otorgándole “una prioridad absoluta” a lo que a partir de entonces comenzaron a denominar, y no por casualidad, como el "Síndrome de La Habana". El secretario de Estado, Antony Blinken, para insuflarle más importancia al asunto, manifestó que "no hay nada que nos tomemos más en serio que la investigación sobre el AHI".
 
   Pronto, en diciembre de 2020, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina  estadounidenses emitieron su dictamen en un informe en el que llegaban a asegurar que la causa más probable de los "AHI" era la proyección de "una energía de microondas" .
 
    Como correspondía, la responsabilidad de los "ataques sónicos"  había que atribuirla, fuera de toda duda, a Cuba y Rusia.  El jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly , se apresuró a diagnosticar que:
 
    “Creemos que el gobierno cubano está en condiciones de poder detener los ataques a nuestros diplomáticos. Y no lo ha hecho”.
 
     En correspondencia con la presunta gravedad del asunto, el personal de la Embajada estadounidense que no realizaba funciones de emergencia, así como sus familiares, fueron rápidamente evacuados de Cuba a los Estados Unidos.
 
    Como no podía ser menos, el presidente Donald Trump, haciendo uso de  la habitual truculencia  que le es característica, no tuvo dificultad en señalar con su índice acusador a los cubanos como culpables directos de lo que estaba sucediendo.  Como represalia a los supuestos ataques, dio órdenes de que fuera expulsada de inmediato  el grueso del personal consular de la  representación diplomática cubana en Washington.
 
     El secretario de Estado, Rex Tillerson, manifestó que las expulsiones 
“ se habían realizado debido a que Cuba no había tomado  las medidas adecuadas para proteger a nuestros diplomáticos”.
   
     Sin embargo, para todos aquellos que contaban con la ventaja de tener dos dedos de frente, "era de cajón" que el Gobierno cubano, en la situación de acoso total  en el que se encuentra sometida la Isla, no tenía el más mínimo interés en desear provocar la ira de su poderoso vecino del norte. 
 
    Como correspondía, La Habana negó cualquier tipo de responsabilidad en la "misteriosa enfermedad" que habían sufrido los miembros de la embajada estadounidense en la capital cubana. Asimismo, el Ejecutivo cubano se ofreció a cooperar plenamente con las autoridades estadounidenses en su investigación del llamado "síndrome".
 
     Y para ello, La Habana desplegó nada menos que a 2.000 científicos y funcionarios que fueron puestos en disposición para investigar el enigmático "fenómeno". Pero la investigación ofrecida por las autoridades de la Isla tropezó de inmediato con la drástica negativa del gobierno de los EEUU.  que se negó en redondo a proporcionar información médica sobre los supuestos afectados por el "Síndrome de La Habana".  Igualmente, Washington impidió cualquier posibilidad de acceso a  los domicilios de los funcionarios norteamericanos en Cuba que supuestamente habían sido blanco de aquellos endiablados "ataques sónicos”.
 
EL APARATO MEDIATICO ESTADOUNIDENSE SE PONE EN PIE DE GUERRA
 
   De forma simultánea, el aparato mediático estadounidense comenzó por echarle imaginación al asunto, iniciando una campaña de intoxicación propagandística  a través de la radio, prensa y televisión, teniendo como base la invención de historias y narraciones truculentas, destinadas a hacer perder el sueño al norteamericano medio, en torno a los propósitos y aviesas intenciones que se escondían tras una "operación de Guerra sónica" en toda regla, que tenía como objetivo anular la dudosa capacidad cognitiva del personal diplomático estadounidense en todo el mundo.
 
 
    La CNN, por ejemplo, en relación con el "Síndrome de La Habana" llegó a decir que 
 
   “la lista de agresiones conocidas y sospechadas que Rusia ha llevado a cabo contra la democracia estadounidense y su personal es enorme”.
 
    La publicación conservadora "Politico" no tuvo inconveniente en identificar a los culpables de las torturas psíquicas a las que se estaba sometiendo a los funcionarios del gobierno de EEUU:
  
   "Una notoria Agencia de espionaje rusa [GRU] puede estar detrás de los presuntos ataques".  Para ratificar esta presunción, la publicación norteamericana se permitió exhibir el apabullante testimonio probatorio de un exfuncionario norteamericano de la Seguridad nacional, que les había contado que: “Se ve, se huele y se siente cómo los rusos se encuentran detrás de estas siniestras operaciones contra nuestro personal  en las embajadas". Con  esa contundencia argumental  bastaba.
 
   El periódico  "The New Yorker", no se quedó atrás, y advirtió a sus lectores que el "Síndrome de La Habana" había logrado infiltrarse hasta en la mismísima Casa Blanca.
 
    “Altos funcionarios de las administraciones de Trump y Biden aseguran, en privado, que Rusia es la responsable del "Síndrome de La Habana”. Como no podía faltar, el mismísimo jefe de la CIA, William Burns, llegó a calificar por aquellos días los incidentes sónicos como “ataques brutales”.
 
     Cuando se aprobó por unanimidad la ley bipartidista HAVANA (Helping American Victims Afflicted by Neurological Attacks) de 2021, los incidentes pasaron oficialmente a ser designados como “ataques”.
 
 
CUANDO LA VERDAD EMPIEZA A CIRCULAR POR CANALES NO DIRECTAMENTE INTERESADOS
    Sin embargo, la verdad acerca de aquellos misteriosos sonidos comenzó a transcurrir por canales   distintos a los políticamente interesados en que aparecieran determinados culpables de aquel inexplicable "síndrome de La Habana".
 
   La Marina de los Estados Unidos declaró, después de analizar las grabaciones de los "ruidos", su incapacidad para avanzar significativamente en el conocimiento sobre qué es lo que está dañando realmente a los diplomáticos estadounidenses.
 
    Joe Pompei, un ex investigador del MIT y experto en sonido, confesó a la NBC News que las ondas de sonido reportadas no podrían causar los supuestos síntomas:
“A menos que tuvieran transductores en la bañera y los diplomáticos sumergieran sus cabezas durante mucho tiempo, simplemente no es posible”.
 
    Los biólogos Alexander Stubbs, de UC Berkeley, y Fernando Montealegre, de la Universidad de Lincoln, hicieron pasar por un exhaustivo análisis científico a ccada una de aquellas grabaciones. Las conclusiones que ambos obtuvieron de los sonidos grabado no pudieron ser más devastadoras con las hipótesis hasta ese momento sostenidas: las identificaron con el  cric-cric  del canto nocturno de los grillos  (Anurogryllus celerinictus).
 
  Una vez que las cosas empezaron a ponerse en su sitio, el mismísimo "The New York Times",  se vio  en la obligación de admitir que  las investigaciones científicas  parecían  estar probando que  "los sonidos relacionados con las quejas iniciales pudieran haber sido una pista falsa".
 
    Sin embargo, para el equipo de los científicos cubanos, que  se dedicó a escrutar minuciosamente el asunto, los resultados de su investigación fueron aplastantemente concluyentes.   Nunca existió  tal  "arma  sónica".  Pero lo que si había sucedido realmente era que  los funcionarios norteamericanos  que trabajaban en la egación diplomática en La Habana, estaban sometidos a unas condiciones de trabajo  duramente  estresantes, que  habían terminado afectándoles psicológicamente. Asimismo, identificaron fuera de toda duda, que las grabaciones que Washington hhabía esgrimido como sofisticadas  proyecciones de microondas,  no era más que  "cantos nocturnos de  grillos", coincidiendo así con el diagnóstico que habían emitido  científicos norteamericanos  .
 
    Hace poco más de un año, en enero de 2022, una evaluación provisional de la CIA  tuvo que dejar filtrar la sugerencia de que el  "Síndrome de La Habana"  no era el resultado de “una campaña global sostenida por parte de una potencia hostil”,  sino que  el estrés, las condiciones ambientales y el deterioro cognitivo,  habían sido los responsables más probables en los 1000 casos investigados con “rigor analítico, buen oficio y compasión”, en palabras del director de la CIA, William Burns.
 
     Aún  con todo este conjunto de datos concluyentes, los fanáticos anticomunistas de la gusanera cubana y no cubana en los Estados Unidos, se  negaron en rotundo a aceptar esa explicación .  Marco Rubio, el ultraconservador senador estadounidense, rechazó de plano  la evaluación realizada por la misma Inteligencia americana, llegando a   tuitear que : "Es difícil de aceptar que esto no sucedió".
     Cuba  ha sido, efectivamente, "exonerada" como artífice y difusora  del "peligroso Síndrome de La Habana". Lo importante, en cualquier caso, es que esta pequeña pero influyente isla socialista, ubicada en el Caribe, continúa siendo un objetivo  prioritario a derrotar  por parte del Imperio del norte . Un detalle que no deberíamos de olvidar.
 
VÍDEO:
 
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                                                                                                                                                                                                    
    
    
	
    
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Fue en el año 2016, cuando las autoridades estadounidenses informaron por primera vez de la existencia de un misterioso "El Síndrome de La Habana" que supuestamente estaba afectando de manera exclusiva al personal de la embajada de EEUU en La Habana. Se informó, además, que el inusitado "síndrome" atacaba de manera "muy especial" al personal de la embajada estadounidense que cumplía con funciones de Inteligencia. Curiosamente, poco tiempo después, el síndrome pareció extenderse igualmente entre los funcionarios de la Embajada canadiense en La Habana.
   ¿Cuáles eran los síntomas de tan misteriosa y maligna afección? Según relataban los dolientes, repentinamente sentían fuertes dolores de cabeza, mareos que los debilitaban, así como la audición de sonidos insoportablemente dolorosos. Los síntomas se producían tanto en el trabajo como en las horas de asueto en sus domicilios particulares.  Sin embargo, los cubanos parecían ser inmunes a los efectos de aquel malévolo síndrome antinorteamericano.
 
 
Al Departamento de Defensa de los Estados Unidos le faltó tiempo para informar que de manera simultánea se estaban produciendo casos similares en sus delegaciones diplomáticas en Rusia, China, Colombia, Uzbekistán. A partir de entonces, el Departamento de Defensa se dispuso a bautizar a aquella misteriosa "enfermedad" con las siglas AHI (“Incidentes de Salud Anómalos” ).
Según alegaba Washington, esta molestosa patología de "psicógenia masiva" había sido experimentada principalmente por espías, diplomáticos y personal militar del gobierno de EEUU en todo el mundo.
UN "ATAQUE SÓNICO" EN TODA REGLA EN CONTRA DE LOS EEUU
    ¿Qué suerte de artilugio utilizado por los Servicios de la Inteligencia cubana estaba provocando este masivo desaguisado entre los representantes internacionales de la primera potencia mundial?
Aparentemente alarmado, el Departamento de Estado anunció que iba a investigar en profundidad el affaire, otorgándole “una prioridad absoluta” a lo que a partir de entonces comenzaron a denominar, y no por casualidad, como el "Síndrome de La Habana". El secretario de Estado, Antony Blinken, para insuflarle más importancia al asunto, manifestó que "no hay nada que nos tomemos más en serio que la investigación sobre el AHI".
Pronto, en diciembre de 2020, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina estadounidenses emitieron su dictamen en un informe en el que llegaban a asegurar que la causa más probable de los "AHI" era la proyección de "una energía de microondas" .
Como correspondía, la responsabilidad de los "ataques sónicos" había que atribuirla, fuera de toda duda, a Cuba y Rusia. El jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly , se apresuró a diagnosticar que:
“Creemos que el gobierno cubano está en condiciones de poder detener los ataques a nuestros diplomáticos. Y no lo ha hecho”.
En correspondencia con la presunta gravedad del asunto, el personal de la Embajada estadounidense que no realizaba funciones de emergencia, así como sus familiares, fueron rápidamente evacuados de Cuba a los Estados Unidos.
 
Como no podía ser menos, el presidente Donald Trump, haciendo uso de la habitual truculencia que le es característica, no tuvo dificultad en señalar con su índice acusador a los cubanos como culpables directos de lo que estaba sucediendo. Como represalia a los supuestos ataques, dio órdenes de que fuera expulsada de inmediato el grueso del personal consular de la representación diplomática cubana en Washington.
El secretario de Estado, Rex Tillerson, manifestó que las expulsiones
“ se habían realizado debido a que Cuba no había tomado las medidas adecuadas para proteger a nuestros diplomáticos”.
   
Sin embargo, para todos aquellos que contaban con la ventaja de tener dos dedos de frente, "era de cajón" que el Gobierno cubano, en la situación de acoso total en el que se encuentra sometida la Isla, no tenía el más mínimo interés en desear provocar la ira de su poderoso vecino del norte.
Como correspondía, La Habana negó cualquier tipo de responsabilidad en la "misteriosa enfermedad" que habían sufrido los miembros de la embajada estadounidense en la capital cubana. Asimismo, el Ejecutivo cubano se ofreció a cooperar plenamente con las autoridades estadounidenses en su investigación del llamado "síndrome".
Y para ello, La Habana desplegó nada menos que a 2.000 científicos y funcionarios que fueron puestos en disposición para investigar el enigmático "fenómeno". Pero la investigación ofrecida por las autoridades de la Isla tropezó de inmediato con la drástica negativa del gobierno de los EEUU. que se negó en redondo a proporcionar información médica sobre los supuestos afectados por el "Síndrome de La Habana". Igualmente, Washington impidió cualquier posibilidad de acceso a los domicilios de los funcionarios norteamericanos en Cuba que supuestamente habían sido blanco de aquellos endiablados "ataques sónicos”.
EL APARATO MEDIATICO ESTADOUNIDENSE SE PONE EN PIE DE GUERRA
 
   De forma simultánea, el aparato mediático estadounidense comenzó por echarle imaginación al asunto, iniciando una campaña de intoxicación propagandística  a través de la radio, prensa y televisión, teniendo como base la invención de historias y narraciones truculentas, destinadas a hacer perder el sueño al norteamericano medio, en torno a los propósitos y aviesas intenciones que se escondían tras una "operación de Guerra sónica" en toda regla, que tenía como objetivo anular la dudosa capacidad cognitiva del personal diplomático estadounidense en todo el mundo.
 
 
La CNN, por ejemplo, en relación con el "Síndrome de La Habana" llegó a decir que
“la lista de agresiones conocidas y sospechadas que Rusia ha llevado a cabo contra la democracia estadounidense y su personal es enorme”.
La publicación conservadora "Politico" no tuvo inconveniente en identificar a los culpables de las torturas psíquicas a las que se estaba sometiendo a los funcionarios del gobierno de EEUU:
"Una notoria Agencia de espionaje rusa [GRU] puede estar detrás de los presuntos ataques". Para ratificar esta presunción, la publicación norteamericana se permitió exhibir el apabullante testimonio probatorio de un exfuncionario norteamericano de la Seguridad nacional, que les había contado que: “Se ve, se huele y se siente cómo los rusos se encuentran detrás de estas siniestras operaciones contra nuestro personal en las embajadas". Con esa contundencia argumental bastaba.
El periódico "The New Yorker", no se quedó atrás, y advirtió a sus lectores que el "Síndrome de La Habana" había logrado infiltrarse hasta en la mismísima Casa Blanca.
“Altos funcionarios de las administraciones de Trump y Biden aseguran, en privado, que Rusia es la responsable del "Síndrome de La Habana”. Como no podía faltar, el mismísimo jefe de la CIA, William Burns, llegó a calificar por aquellos días los incidentes sónicos como “ataques brutales”.
Cuando se aprobó por unanimidad la ley bipartidista HAVANA (Helping American Victims Afflicted by Neurological Attacks) de 2021, los incidentes pasaron oficialmente a ser designados como “ataques”.
CUANDO LA VERDAD EMPIEZA A CIRCULAR POR CANALES NO DIRECTAMENTE INTERESADOS
    Sin embargo, la verdad acerca de aquellos misteriosos sonidos comenzó a transcurrir por canales   distintos a los políticamente interesados en que aparecieran determinados culpables de aquel inexplicable "síndrome de La Habana".
   La Marina de los Estados Unidos declaró, después de analizar las grabaciones de los "ruidos", su incapacidad para avanzar significativamente en el conocimiento sobre qué es lo que está dañando realmente a los diplomáticos estadounidenses.
 
Joe Pompei, un ex investigador del MIT y experto en sonido, confesó a la NBC News que las ondas de sonido reportadas no podrían causar los supuestos síntomas:
“A menos que tuvieran transductores en la bañera y los diplomáticos sumergieran sus cabezas durante mucho tiempo, simplemente no es posible”.
Los biólogos Alexander Stubbs, de UC Berkeley, y Fernando Montealegre, de la Universidad de Lincoln, hicieron pasar por un exhaustivo análisis científico a ccada una de aquellas grabaciones. Las conclusiones que ambos obtuvieron de los sonidos grabado no pudieron ser más devastadoras con las hipótesis hasta ese momento sostenidas: las identificaron con el cric-cric del canto nocturno de los grillos (Anurogryllus celerinictus).
Una vez que las cosas empezaron a ponerse en su sitio, el mismísimo "The New York Times", se vio en la obligación de admitir que las investigaciones científicas parecían estar probando que "los sonidos relacionados con las quejas iniciales pudieran haber sido una pista falsa".
Sin embargo, para el equipo de los científicos cubanos, que se dedicó a escrutar minuciosamente el asunto, los resultados de su investigación fueron aplastantemente concluyentes. Nunca existió tal "arma sónica". Pero lo que si había sucedido realmente era que los funcionarios norteamericanos que trabajaban en la egación diplomática en La Habana, estaban sometidos a unas condiciones de trabajo duramente estresantes, que habían terminado afectándoles psicológicamente. Asimismo, identificaron fuera de toda duda, que las grabaciones que Washington hhabía esgrimido como sofisticadas proyecciones de microondas, no era más que "cantos nocturnos de grillos", coincidiendo así con el diagnóstico que habían emitido científicos norteamericanos .
Hace poco más de un año, en enero de 2022, una evaluación provisional de la CIA tuvo que dejar filtrar la sugerencia de que el "Síndrome de La Habana" no era el resultado de “una campaña global sostenida por parte de una potencia hostil”, sino que el estrés, las condiciones ambientales y el deterioro cognitivo, habían sido los responsables más probables en los 1000 casos investigados con “rigor analítico, buen oficio y compasión”, en palabras del director de la CIA, William Burns.
Aún con todo este conjunto de datos concluyentes, los fanáticos anticomunistas de la gusanera cubana y no cubana en los Estados Unidos, se negaron en rotundo a aceptar esa explicación . Marco Rubio, el ultraconservador senador estadounidense, rechazó de plano la evaluación realizada por la misma Inteligencia americana, llegando a tuitear que : "Es difícil de aceptar que esto no sucedió".
     Cuba  ha sido, efectivamente, "exonerada" como artífice y difusora  del "peligroso Síndrome de La Habana". Lo importante, en cualquier caso, es que esta pequeña pero influyente isla socialista, ubicada en el Caribe, continúa siendo un objetivo  prioritario a derrotar  por parte del Imperio del norte . Un detalle que no deberíamos de olvidar.
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