
MACRON PONE A LOS FRANCESES FRENTE A LA DISYUNTIVA HITLERIANA DE "CAÑONES O MANTEQUILLA"
Las atinadas reflexiones de mi nonagenario amigo Pierre
Hay quienes mantienen que la historia se está repitiendo constantemente. Otros, en cambio, entre ellos el insigne Karl Marx, sostienen que se repite dos veces: la primera vez como tragedia y la segunda como farsa. Sean o no ciertas tales aseveraciones, escribe nuestro colaborador M. Relti - la verdad es que a veces las circunstancias que estamos viviendo nos provocan la sensación de que alguien nos ha empujado violentamente hacia una suerte de turbulento "túnel del tiempo" (...).
POR M. RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
Hay quienes mantienen que la historia se está repitiendo constantemente. Otros, en cambio, entre ellos el insigne Karl Marx, sostienen que se repite dos veces: la primera vez como tragedia y la segunda como farsa.
Sean o no ciertas tales aseveraciones, la verdad es que, a veces, las circunstancias que estamos viviendo nos provocan la sensación de que alguien nos ha empujado violentamente hacia una suerte de turbulento "túnel del tiempo", en el que el pasado histórico vuelve a reiterarse.
Tengo un amigo francés, que carga sobre sus espaldas la friolera de 94 años. No obstante su edad, continúa teniendo ánimos y fuerzas más que suficientes para tratar cada invierno guarecerse en la subtropicalidad de estas Islas perdidas del Atlántico, en las que intenta proteger sus años de los efectos letales de las gélidas temperaturas que barren, de Norte a Sur, la superficie de su país.
Hace apenas unos días, mientras paseábamos, me comentó con un cierto tono de desasosiego:
- Oye, me asalta a veces la sensación de estar viviendo una especie déja vu, de estar reviviendo algo que ya he vivido en un pasado impreciso. En ocasiones, cada vez con más frecuencia, me resulta difícil distinguir si estos flashes de memoria vieja son el resultado de mi obsesiva afición por la Historia, o la expresión de una experiencia personal vivida ya directamente por mí.
Mi amigo está persuadido de que aquella vieja disyuntiva hitleriana de "Cañones o mantequilla", con la que el Führer puso entre la espada y la pared a sus compatriotas alemanes en las vísperas de la II Guerra Mundial, ha vuelto a tomar cuerpo, a reproducirse, pero ahora abarcando a casi todos los países que integran la UE.
Cree mi amigo Pierre, que los gobiernos europeos, incomprensiblemente según él, han vuelto a recoger esa engañosa antorcha histórica al multiplicar de forma explosivamente exponencial, la cuantía de sus presupuestos militares. Y ello, pese al gravísimo estado en el que se encuentran sus respectivas economías y las necesidades por las que atraviesa el franchute de a pie.
Intrigado por las preocupaciones de mi provecto amigo, me he puesto a investigar con fruición la prensa francesa para averiguar qué es lo que realmente está ocurriendo al respecto. Ayudado por mi chapurreante traductor de Google, me pongo a buscar y rebuscar en los más destacados diarios parisinos. Y el resultado de mis domésticas investigaciones es más que contundente. Mientras en Francia están teniendo lugar las manifestaciones más participativas y multitudinarias de las dos últimas décadas para protestar en contra de la reforma de las pensiones y de la galopante
inflación que mantiene acogotado al pueblo francés, este año el Gobierno de Macrón aumentará de forma exponencial la producción de proyectiles de artillería.
Según recogía ayer el periódico Le Monde, el ministro de Defensa de Francia, Sebastien Lecornu, explicó el pasado fin de semana sus pulsiones guerreras:
"No esperaremos la aprobación de la nueva ley de presupuesto militar. Tomando en cuenta la experiencia del conflicto en Ucrania, realizaremos los pedidos ahora. En 2023, haremos un pedido de 16.000 proyectiles de calibre 155 mm. También se realizarán tres pedidos a gran escala para la producción anual de 15.000 proyectiles de calibre 155 mm" .
Según el periódico citado, Lecornu no se atrevió a precisar la cifra de proyectiles producidos que se van a "exportar", pero resaltó que el costo de las armas suministradas a Ucrania se calculará por separado en el presupuesto del Ministerio de Defensa para el año 2023, "en coordinación con el presidente francés, Emmanuel Macron".
El ministro razonó su decisión atribuyéndola a los "efectos" de la guerra de Ucrania y a la necesidad de aumentar la producción de proyectiles de calibre 155 mm para su suministro a Kiev.
Compruebo, no obstante, que esto no solo está sucediendo en Francia, sino que en casi todos los presupuestos de defensa europeos, incluido el de España, se producen incrementos similares. Instados por los Estados Unidos, los gobiernos del viejo continente están duplicando, triplicando o cuadruplicando sus presupuestos militares.
Salvo si se pensara que Rusia está realmente a punto de invadirnos, esta inusitada militarización de las economías europeas resultaría totalmente inexplicable. Pero sucede que Rusia, para lograr doblegar a Europa, no tendría siquiera la necesidad de invadirnos. Posee bombas atómicas hipersónicas que carecen de artilugios similares que puedan competir con su potencia y vertiginosa velocidad. Las bombas hipersónicas disponen de tal capacidad, que podrían destruir en un pis pas todas las grandes ciudades europeas, sin que llegara a darnos tiempo siquiera de llegar a conocer esa pavorosa noticia.
Pero, otra parte, tampoco parece probable que una hipotética ocupación rusa de Europa pudiera llegar a realizarse utilizando sus ejércitos regulares. Particularmente si consideráramos que son ciertas las enormes dificultades con las que, según nos repiten nuestros medios de comunicación, están tropezando en el avance de sus tropas en Ucrania. Si todo estuviera sucediendo de acuerdo con estas reflexiones mías, ¿a qué podría obedecer realmente este repentino crecimiento de los presupuestos militares europeos?
Hace algún tiempo tuve la oportunidad de leer un libro -"El mito de la guerra buena"-, en el que su autor, un historiador canadiense llamado Jacques R. Pauwels, demostraba con datos muy elocuentes, que los Estados Unidos pudo salir de la pavorosa crisis económica de la década de los 30, gracias al hecho de que durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el arsenal europeo, mientras sus ejércitos permanecían aún lejos de los campos de batalla. De hecho, sostiene Pauwels, el inmenso poder del que el gobierno estadounidense ha hecho uso y desuso desde la posguerra hasta nuestros días, se debió precisamente a haberse convertido en el gran arsenal armamentístico del planeta.
La aseveración que formula Pauwels me lleva a interrogarme de sobre si la economía estadounidense, atrapada ahora en una crisis económica de caballo, estaría pretendiendo repetir nuevamente aquellos mismos episodios mercantiles tan rentables, empujando ahora a sus socios europeos a pasar por el aro de las exigencias de su potente mercado armamentístico.
¿Se estarán convirtiendo, efectivamente, en una tangible realidad de nuestros días, los déjá vu de mi nonagenario amigo Pierre?
POR M. RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
Hay quienes mantienen que la historia se está repitiendo constantemente. Otros, en cambio, entre ellos el insigne Karl Marx, sostienen que se repite dos veces: la primera vez como tragedia y la segunda como farsa.
Sean o no ciertas tales aseveraciones, la verdad es que, a veces, las circunstancias que estamos viviendo nos provocan la sensación de que alguien nos ha empujado violentamente hacia una suerte de turbulento "túnel del tiempo", en el que el pasado histórico vuelve a reiterarse.
Tengo un amigo francés, que carga sobre sus espaldas la friolera de 94 años. No obstante su edad, continúa teniendo ánimos y fuerzas más que suficientes para tratar cada invierno guarecerse en la subtropicalidad de estas Islas perdidas del Atlántico, en las que intenta proteger sus años de los efectos letales de las gélidas temperaturas que barren, de Norte a Sur, la superficie de su país.
Hace apenas unos días, mientras paseábamos, me comentó con un cierto tono de desasosiego:
- Oye, me asalta a veces la sensación de estar viviendo una especie déja vu, de estar reviviendo algo que ya he vivido en un pasado impreciso. En ocasiones, cada vez con más frecuencia, me resulta difícil distinguir si estos flashes de memoria vieja son el resultado de mi obsesiva afición por la Historia, o la expresión de una experiencia personal vivida ya directamente por mí.
Mi amigo está persuadido de que aquella vieja disyuntiva hitleriana de "Cañones o mantequilla", con la que el Führer puso entre la espada y la pared a sus compatriotas alemanes en las vísperas de la II Guerra Mundial, ha vuelto a tomar cuerpo, a reproducirse, pero ahora abarcando a casi todos los países que integran la UE.
Cree mi amigo Pierre, que los gobiernos europeos, incomprensiblemente según él, han vuelto a recoger esa engañosa antorcha histórica al multiplicar de forma explosivamente exponencial, la cuantía de sus presupuestos militares. Y ello, pese al gravísimo estado en el que se encuentran sus respectivas economías y las necesidades por las que atraviesa el franchute de a pie.
Intrigado por las preocupaciones de mi provecto amigo, me he puesto a investigar con fruición la prensa francesa para averiguar qué es lo que realmente está ocurriendo al respecto. Ayudado por mi chapurreante traductor de Google, me pongo a buscar y rebuscar en los más destacados diarios parisinos. Y el resultado de mis domésticas investigaciones es más que contundente. Mientras en Francia están teniendo lugar las manifestaciones más participativas y multitudinarias de las dos últimas décadas para protestar en contra de la reforma de las pensiones y de la galopante inflación que mantiene acogotado al pueblo francés, este año el Gobierno de Macrón aumentará de forma exponencial la producción de proyectiles de artillería.
Según recogía ayer el periódico Le Monde, el ministro de Defensa de Francia, Sebastien Lecornu, explicó el pasado fin de semana sus pulsiones guerreras:
"No esperaremos la aprobación de la nueva ley de presupuesto militar. Tomando en cuenta la experiencia del conflicto en Ucrania, realizaremos los pedidos ahora. En 2023, haremos un pedido de 16.000 proyectiles de calibre 155 mm. También se realizarán tres pedidos a gran escala para la producción anual de 15.000 proyectiles de calibre 155 mm" .
Según el periódico citado, Lecornu no se atrevió a precisar la cifra de proyectiles producidos que se van a "exportar", pero resaltó que el costo de las armas suministradas a Ucrania se calculará por separado en el presupuesto del Ministerio de Defensa para el año 2023, "en coordinación con el presidente francés, Emmanuel Macron".
El ministro razonó su decisión atribuyéndola a los "efectos" de la guerra de Ucrania y a la necesidad de aumentar la producción de proyectiles de calibre 155 mm para su suministro a Kiev.
Compruebo, no obstante, que esto no solo está sucediendo en Francia, sino que en casi todos los presupuestos de defensa europeos, incluido el de España, se producen incrementos similares. Instados por los Estados Unidos, los gobiernos del viejo continente están duplicando, triplicando o cuadruplicando sus presupuestos militares.
Salvo si se pensara que Rusia está realmente a punto de invadirnos, esta inusitada militarización de las economías europeas resultaría totalmente inexplicable. Pero sucede que Rusia, para lograr doblegar a Europa, no tendría siquiera la necesidad de invadirnos. Posee bombas atómicas hipersónicas que carecen de artilugios similares que puedan competir con su potencia y vertiginosa velocidad. Las bombas hipersónicas disponen de tal capacidad, que podrían destruir en un pis pas todas las grandes ciudades europeas, sin que llegara a darnos tiempo siquiera de llegar a conocer esa pavorosa noticia.
Pero, otra parte, tampoco parece probable que una hipotética ocupación rusa de Europa pudiera llegar a realizarse utilizando sus ejércitos regulares. Particularmente si consideráramos que son ciertas las enormes dificultades con las que, según nos repiten nuestros medios de comunicación, están tropezando en el avance de sus tropas en Ucrania. Si todo estuviera sucediendo de acuerdo con estas reflexiones mías, ¿a qué podría obedecer realmente este repentino crecimiento de los presupuestos militares europeos?
Hace algún tiempo tuve la oportunidad de leer un libro -"El mito de la guerra buena"-, en el que su autor, un historiador canadiense llamado Jacques R. Pauwels, demostraba con datos muy elocuentes, que los Estados Unidos pudo salir de la pavorosa crisis económica de la década de los 30, gracias al hecho de que durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el arsenal europeo, mientras sus ejércitos permanecían aún lejos de los campos de batalla. De hecho, sostiene Pauwels, el inmenso poder del que el gobierno estadounidense ha hecho uso y desuso desde la posguerra hasta nuestros días, se debió precisamente a haberse convertido en el gran arsenal armamentístico del planeta.
La aseveración que formula Pauwels me lleva a interrogarme de sobre si la economía estadounidense, atrapada ahora en una crisis económica de caballo, estaría pretendiendo repetir nuevamente aquellos mismos episodios mercantiles tan rentables, empujando ahora a sus socios europeos a pasar por el aro de las exigencias de su potente mercado armamentístico.
¿Se estarán convirtiendo, efectivamente, en una tangible realidad de nuestros días, los déjá vu de mi nonagenario amigo Pierre?
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.117