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Martes, 31 de Enero de 2023 Tiempo de lectura:

¿ACABARÁN LOS TANQUES ALEMANES CON EL EJÉRCITO RUSO?

Pese a que la mayoría de los alemanes se pronuncia en contra de la entrega de tanques a Ucrania, finalmente las amenazas externas han logrado quebrar la voluntad de su ejecutivo.

Una encuesta realizada el pasado 8 de enero en Alemania, señalaba que el 50 % de los entrevistados rechazaban el envío de armamento pesado a Ucrania, concretamente carros de combate. Sin embargo, países que se autodenominan democráticos han sometido a una presión tan salvaje a ese país, que han logrado torcer su decisión inicial, entregando armamento pesado a Ucrania. Pero, ¿podrán los tanques Leopard 2 acabar con la guerra de Ucrania?

 
    Condensado del artículo del teniente Luis Gonzalo Segura "L
a verdadera cara de Occidente: Lo que revela el envío de carros de combate Leopard a Ucrania"


 

     Al final, ha sucedido: Alemania ha cedido a las brutales presiones a las que ha sido sometida para enviar —y acceder a que otros países envíen— carros de combate Leopard 2 a Ucrania, los cuales se unirán a los carros de combate británicos, Challenger 2, y, previsiblemente, a los carros de combate norteamericanos, M1 Abrams. Una nueva prueba de la verdadera cara de Occidente y una no tan nueva escalada del conflicto.

  
    ... Cuando analizamos la forma en la que Alemania ha decidido enviar carros de combate Leopard 2 a Ucrania, solo se perciben valores profundamente antidemocráticos, más propios de autocracias que de democracias, tanto en los dirigentes alemanes como en el resto de las naciones occidentales. Por un lado, se supone que las democracias se diferencian de las autocracias en que las primeras sirven a la ciudadanía y las segundas sirven a sus élites, pero lo cierto es que los resultados de múltiples encuestas en Alemania demuestran hasta qué punto una gran cantidad de los ciudadanos se opone al envío de armas a Ucrania para alimentar del conflicto.

 

    Así, a principios de año, el 1 de enero, un diario alemán publicó una encuesta en la que el rearme del Bundeswehr y el envío de armas pesadas a Ucrania solo era considerado como importante por una minoría, el 26 % de los encuestados en el primer caso y el 19 % en el segundo.

 

    Una encuesta posterior, del 8 de enero, señalaba que el 50 % de los entrevistados rechazaban el envío de armamento pesado a Ucrania, concretamente carros de combate. Razones más que suficiente para cuestionar que una considerable cantidad de ciudadanos alemanes estén disconformes con esta decisión, sobre todo porque no han sido cuestionados en referéndum ni para esta ni para ninguna otra decisión de tal magnitud en lo referente a Ucrania.

 

      Y, claro, si se supone en que las maravillosas democracias occidentales los políticos sirven con gran fervor a sus conciudadanos, ¿por qué no les han consultado al respecto del envío de armas a Ucrania y de muchas otras decisiones?

 

     Por otra parte, no resulta menos revelador que países que se autodenominan como profundamente democráticos hayan sometido a una presión tan salvaje a un país para torcer su decisión de no enviar armamento pesado a Ucrania—incluyendo amenazas abiertas de aislamiento internacional en el caso de que Alemania se negase a enviar carros de combate Leopard 2 a Ucrania, e impidiera que otros países lo hicieran,

 

   De hecho, esta ha sido una constante no solo en Europa, donde múltiples países que no deseaban enviar armamento de ningún tipo a Ucrania se han visto forzados a hacerlo. España sería otro ejemplo. ¿Dónde ha quedado el respeto a la soberanía de los países? Porque, Ucrania, recuerden, era un conflicto que surgía por la soberanía de Ucrania, ¿o no?

 


Incógnita militar, certeza industrial

 

      El envío de carros de combate occidentales, que Ucrania ha cifrado en trescientos, pero que pudieran no llegar a esa cifra —se estima que podrían ser enviados un centenar, aunque no hay nada seguro en este momento— no se considera un elemento en sí mismo decisivo para cambiar el curso de la guerra en Ucrania, aunque ni mucho menos es un asunto menor. Y más allá de lo que puedan señalar los múltiples ilusionistas y futurólogos occidentales —Fukuyama aseveró en octubre que el Ejército ruso colapsaría en días—, lo cierto es que resulta toda una incógnita en términos militares cuál será el impacto de la llegada de los carros de combate occidentales a Ucrania —ni siquiera se sabe el número exacto—.

 

     Sí se puede asegurar que, al igual que otro tipo de armamento enviado, como los vehículos blindados, proporcionarán movilidad y potencia de fuego, facilitando tanto la posibilidad de realizar movimientos ofensivos como defensivos —se especula con una ofensiva rusa en primavera y también con una ofensiva ucraniana en las próximas semanas—. Sin embargo, existen no pocas dudas al respecto de su impacto real.

 

   Por un lado, se trata de material militar que requiere de, al menos, cuatro militares experimentados —un comandante, un conductor, un tirador y un ayudante—. Pero eso solo si hablamos de un carro de combate, porque el movimiento de varios carros de combate de forma coordinada no es en absoluto sencillo y, por si fuera poco, el aporte de este armamento quedará condicionado al conjunto militar de Ucrania. En el caso de conseguir los ansiados 300 carros de combate, Ucrania necesitaría de 1.200 militares con gran experiencia y altas capacidades. Se antojan demasiados, máxime teniendo en cuenta las grandes pérdidas humanas que ha sufrido el Ejército ucraniano.

 

      Por otro lado, un solo sistema de armas no es capaz por sí mismo en la actualidad de ganar una guerra, al menos una guerra de alta intensidad. Por ejemplo, los 40 blindados Marder— que Alemania se comprometió a enviar a Ucrania a principios de enero —Francia y Estados Unidos también se comprometieron a enviar blindados— no alcanzan su mayor potencial si no es en combinación con los carros de combate occidentales —Leopard 2, M1 Abrams o Challenger 2—. Y es ahí la razón por la que los carros de combate occidentales adquieren importancia: por sus capacidades y por las capacidades que generan al resto de armas. Los Marder son blindados de transporte militar que sin carros de combate carecen de la suficiente potencia como para romper las líneas enemigas y se muestran frágiles ante las defensas y los ataques rusos. Se trata de una combinación de sistemas, no de un sistema en concreto, lo que permite ganar las guerras. Y es que los sistemas de armas solo alcanzan su máximo potencial si se usan de forma combinada...

 

     En definitiva, el carro de combate Leopard es un arma que puede proporcionar un valor añadido al Ejército ucraniano, siempre y cuando este sea capaz de usarlo de la manera más conveniente, en un entorno adecuado, con un empleo masivo de fuerzas y contando con el factor sorpresa, pero, de lo contrario, podría ser incluso contraproducente en términos militares y también propagandísticos, pues las imágenes de los carros de combate occidentales destruidos podrían viralizarse en las pocas redes sociales que todavía no hayan sido censuradas por Occidente.

 

    De hecho, un ejército experimentado como el turco en un conflicto asimétrico contra un enemigo menor fracasó de forma estrepitosa. Y es que no hay fórmulas mágicas: los ejércitos y las guerras, así como las variables y fuerzas que actúan en ellos, son muy complejos. Veremos a ver.
 

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  • amelia

    amelia | Martes, 31 de Enero de 2023 a las 14:55:45 horas

    Esta guerra perpetrada por los yankis y la otan, esta creando todo esto, creo, con el plan de desplazar a putin e implantar un gobierno títere en Rusia, estos psicópatas no tienen límite, y van a intentar derrotar a Rusia, pero no lo conseguiran

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