ESTADOS UNIDOS PREPARA UNA GUERRA EN EL SAHEL: LUCHA POR EL CONTROL DE ÁFRICA CON CANARIAS DE POR MEDIO
El motivo alegado es la lucha contra el terrorismo yihadista
De nuevo, con la excusa de la lucha anti-terrorista, las fuerzas de EE.UU, la UE y la OTAN preparan el terreno para un nuevo conflicto bélico en la zona africana del Sahel. Tras la retirada de las tropas francesas de Mali, la presencia de Rusia en la zona parece el principal motivo que llevó a la Subsecretaria de Estado de EE.UU, Victoria Nuland, a convocar a 85 países a una cumbre en la ciudad marroquí de Marraquech el pasado 11 de mayo.
Por EVA LAGUNERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La zona del Sahel, franja que atraviesa, de oeste a este, partes de Senegal, Mauritania, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán y Eritrea, será probablemente escenario de una nueva guerra auspiciada por EE.UU y sus aliados de la OTAN.
Aunque con una larga historia de inestabilidad política, han sido las naciones ex-colonias francesas, y especialmente Mali, el epicentro de los acontecimientos que han conducido a que el pasado 11 de mayo, la Subsecretaria de Estado de EE.UU, Victoria Nuland (una de las artífices del Euromaidan ucraniano), reuniera en Marraquech (Marruecos) a la “Coalición global contra Daesh” (Estado Islamico, también conocido como ISIS), en la que participaron 85 países, con representación asimismo de la UE, Interpol y la OTAN, a través de sus ministros de Exteriores.
El motivo de este encuentro, de cara a la galería, es frenar la presencia cada vez mayor de este y otros grupos yihadistas en África. Según Nuland, "hay que estar vigilantes" por el aumento de la actividad terrorista, especialmente en la zona del Sahel, donde -según afirmó- subió en un 43 % de 2018 a 2021.
Esta Coalicion global contra el Daesh se fundó en 2014, el mismo año en que Francia, potencia colonizadora de la parte centro-occidental del Sahel, contribuyó a la creación del llamado “Sahel Cinco” (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger) para combatir el terrorismo, objetivo que perseguían las propias fuerzas francesas -con la intervención también de EE.UU- a través de la fallida Operación Barkhane.
París incitó asimismo a la Unión Europea a crear la fuerza especial Tacuba, para ayudar a Francia en la lucha contra el terrorismo.
Lo cierto es que las relaciones de Mali con su ex-colonizador, Francia, no pasan por su mejor momento. En enero de 2020 tuvimos noticia de manifestaciones de malinenses en su capital, Bamako, exigiendo la retirada de las tropas francesas de su territorio, por la incapacidad de la operación Barkhane y la misión de la ONU para poner fin a la amenaza terrorista.
En agosto de ese año, el presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keïta, fue reemplazado por una Junta militar mediante un golpe de Estado. Los nuevos mandatarios han seguido demandando la retirada del ejército francés. Así, en junio de 2021, Francia anunciaba que su presencia militar en la región del Sahel, especialmente en Mali, se iba a reducir de 5.000 efectivos a la mitad.
Esta profunda implicación francesa en la región fue consecuencia de la destrucción del Estado libio en 2011, ya que los grupos yihadistas que habían participado en la “operación especial” de Libia se fueron infiltrando activamente en la zona del Sahara-Sahel, amenazando la estabilidad de una zona de especial interés estratégico para Francia.
Sin embargo, tras el período de frenética construcción de alianzas regionales e internacionales, quedó claro que Francia había encayado en las arenas saharianas y no podía cumplir su misión. Y esto no solo era evidente para los actores extra-regionales, sino también para los miembros del Sahel-Cinco, sobre todo Mali, que comenzaron a culpar a Francia de la ineficacia de su contingente, e incluso de indulgencia con los terroristas.
Una vez que Francia comenzó a retirar sus tropas, las autoridades de Mali decidieron buscar nuevas vías para reforzar su propia seguridad. Rusia aparecía como el candidato ideal ya que mostró que podría lograrse la estabilidad con relativamente pocas fuerzas.
La propuesta rusa pareció convincente, vistos los intentos fallidos de zanjar el problema yihadista por parte de las grandes coaliciones occidentales compuestas de más de 50 Estados. Entonces Francia vociferó en la ONU y en los medios occidentales contra las autoridades de Mali que habían osado invitar a un socio no deseado: Rusia, con su destacamento de mercenarios Wagner, dependiente directamente del Kremlin.
El 17 de febrero de 2022, a iniciativa de París, 28 países anunciaban la reducción de las operaciones Barkhane y Takuba en territorio malinense y la retirada de tropas en el plazo de 4 a 6 meses.
El 15 de mayo pasado, el gobierno de Mali anunció su decisión de retirarse del Sahel-Cinco debido a la presión a que se le estaba sometiendo mediante fuertes sanciones económicas, en un país pobre con una enorme deuda -como el resto de los del Sahel Cinco-, que el FMI se ha negado a condonar; y por la reticencia mostrada por París de pasar la presidencia del grupo a Mali, que debía haberlo hecho, por turno, en febrero pasado.
Los motivos de las acusaciones de Francia contra Bomako y Moscú -por su implicación en la lucha anti-terrorista mediante el destacamento Wagner y los alegados crímenes cometidos por éste y las autoridades de Mali en territorio malinense- son evidentes: Francia está perdiendo influencia en sus ex-colonias, especialmente en Mali, donde crece el aprecio a Rusia, cuya bandera han ondeado los malinenses en las manifestaciones contra la presencia francesa.
Pero, aparte de la penetración de Rusia en el Sahel, hay otros motivos por los que EE.UU y sus aliados europeos están especialmente interesados en intervenir militarmente en la región.
Aparte de intentar privar a Rusia de materias primas que podría obtener en el Sahel, según conversaciones sostenidas por el periodista Vijay Prashad con diferentes cargos oficiales de los Estados del Sahel, estos no creen que la lucha anti-terrorista sea el asunto principal por el que Francia presiona a sus gobiernos. En su opinión, los Estados europeos están más preocupados por el tema de la emigración que del terrorismo.
En vez de permitir a los migrantes -muchos de los cuales proceden de África occidental y Asia occidental- alcanzar las costas de Libia e intentar desde allí cruzar el Mediterráneo, pretenden construir un perímetro en el Sahel para limitar este movimiento migratorio. En otras palabras, creen que Francia quiere trasladar la frontera sur de Europa desde la costa norte del Mediterráneo al sur del Sahara.
No cabe duda que este motivo y, sobre todo, las tensiones entre potencias capitalistas competidoras, como son, por un lado, EE.UU y la UE, y, por otro, la Federación Rusa, subyacen en la pretendida excusa de la lucha contra un yihadismo que el propio EE.UU y sus aliados de la OTAN contribuyeron a crear.
No de otro modo se entiende la pretensión de instalar una base militar de la OTAN en las Islas Canarias, cercanas al occidente del Sahel, la rendición del gobierno de España ante Marruecos por el tema del Sahara y la reciente reunión el 28 de marzo pasado entre la ministra española de Defensa, Margarita Robles, y su homóloga francesa, Florence Parly.
España es, de hecho, la principal contribuyente a la misión de la Unión Europea (EUTM) en Mali, con más de 500 efectivos desplegados en el país, supuestamente entrenando a sus fuerzas de seguridad, además de otro contingente en Senegal.
Según nota del Ministerio de Defensa español sobre dicha reunión, en la cuestión del Sahel, España y Francia coinciden en seguir apoyando la lucha contra el terrorismo. La ministra gala dijo, sobre la retirada de las tropas francesas de Mali, que “Hemos planteado desplegar nuestros esfuerzos saliendo de Malí para poder desplegarnos mejor en otros lugares”.
Por EVA LAGUNERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La zona del Sahel, franja que atraviesa, de oeste a este, partes de Senegal, Mauritania, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán y Eritrea, será probablemente escenario de una nueva guerra auspiciada por EE.UU y sus aliados de la OTAN.
Aunque con una larga historia de inestabilidad política, han sido las naciones ex-colonias francesas, y especialmente Mali, el epicentro de los acontecimientos que han conducido a que el pasado 11 de mayo, la Subsecretaria de Estado de EE.UU, Victoria Nuland (una de las artífices del Euromaidan ucraniano), reuniera en Marraquech (Marruecos) a la “Coalición global contra Daesh” (Estado Islamico, también conocido como ISIS), en la que participaron 85 países, con representación asimismo de la UE, Interpol y la OTAN, a través de sus ministros de Exteriores.
El motivo de este encuentro, de cara a la galería, es frenar la presencia cada vez mayor de este y otros grupos yihadistas en África. Según Nuland, "hay que estar vigilantes" por el aumento de la actividad terrorista, especialmente en la zona del Sahel, donde -según afirmó- subió en un 43 % de 2018 a 2021.
Esta Coalicion global contra el Daesh se fundó en 2014, el mismo año en que Francia, potencia colonizadora de la parte centro-occidental del Sahel, contribuyó a la creación del llamado “Sahel Cinco” (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger) para combatir el terrorismo, objetivo que perseguían las propias fuerzas francesas -con la intervención también de EE.UU- a través de la fallida Operación Barkhane.
París incitó asimismo a la Unión Europea a crear la fuerza especial Tacuba, para ayudar a Francia en la lucha contra el terrorismo.
Lo cierto es que las relaciones de Mali con su ex-colonizador, Francia, no pasan por su mejor momento. En enero de 2020 tuvimos noticia de manifestaciones de malinenses en su capital, Bamako, exigiendo la retirada de las tropas francesas de su territorio, por la incapacidad de la operación Barkhane y la misión de la ONU para poner fin a la amenaza terrorista.
En agosto de ese año, el presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keïta, fue reemplazado por una Junta militar mediante un golpe de Estado. Los nuevos mandatarios han seguido demandando la retirada del ejército francés. Así, en junio de 2021, Francia anunciaba que su presencia militar en la región del Sahel, especialmente en Mali, se iba a reducir de 5.000 efectivos a la mitad.
Esta profunda implicación francesa en la región fue consecuencia de la destrucción del Estado libio en 2011, ya que los grupos yihadistas que habían participado en la “operación especial” de Libia se fueron infiltrando activamente en la zona del Sahara-Sahel, amenazando la estabilidad de una zona de especial interés estratégico para Francia.
Sin embargo, tras el período de frenética construcción de alianzas regionales e internacionales, quedó claro que Francia había encayado en las arenas saharianas y no podía cumplir su misión. Y esto no solo era evidente para los actores extra-regionales, sino también para los miembros del Sahel-Cinco, sobre todo Mali, que comenzaron a culpar a Francia de la ineficacia de su contingente, e incluso de indulgencia con los terroristas.
Una vez que Francia comenzó a retirar sus tropas, las autoridades de Mali decidieron buscar nuevas vías para reforzar su propia seguridad. Rusia aparecía como el candidato ideal ya que mostró que podría lograrse la estabilidad con relativamente pocas fuerzas.
La propuesta rusa pareció convincente, vistos los intentos fallidos de zanjar el problema yihadista por parte de las grandes coaliciones occidentales compuestas de más de 50 Estados. Entonces Francia vociferó en la ONU y en los medios occidentales contra las autoridades de Mali que habían osado invitar a un socio no deseado: Rusia, con su destacamento de mercenarios Wagner, dependiente directamente del Kremlin.
El 17 de febrero de 2022, a iniciativa de París, 28 países anunciaban la reducción de las operaciones Barkhane y Takuba en territorio malinense y la retirada de tropas en el plazo de 4 a 6 meses.
El 15 de mayo pasado, el gobierno de Mali anunció su decisión de retirarse del Sahel-Cinco debido a la presión a que se le estaba sometiendo mediante fuertes sanciones económicas, en un país pobre con una enorme deuda -como el resto de los del Sahel Cinco-, que el FMI se ha negado a condonar; y por la reticencia mostrada por París de pasar la presidencia del grupo a Mali, que debía haberlo hecho, por turno, en febrero pasado.
Los motivos de las acusaciones de Francia contra Bomako y Moscú -por su implicación en la lucha anti-terrorista mediante el destacamento Wagner y los alegados crímenes cometidos por éste y las autoridades de Mali en territorio malinense- son evidentes: Francia está perdiendo influencia en sus ex-colonias, especialmente en Mali, donde crece el aprecio a Rusia, cuya bandera han ondeado los malinenses en las manifestaciones contra la presencia francesa.
Pero, aparte de la penetración de Rusia en el Sahel, hay otros motivos por los que EE.UU y sus aliados europeos están especialmente interesados en intervenir militarmente en la región.
Aparte de intentar privar a Rusia de materias primas que podría obtener en el Sahel, según conversaciones sostenidas por el periodista Vijay Prashad con diferentes cargos oficiales de los Estados del Sahel, estos no creen que la lucha anti-terrorista sea el asunto principal por el que Francia presiona a sus gobiernos. En su opinión, los Estados europeos están más preocupados por el tema de la emigración que del terrorismo.
En vez de permitir a los migrantes -muchos de los cuales proceden de África occidental y Asia occidental- alcanzar las costas de Libia e intentar desde allí cruzar el Mediterráneo, pretenden construir un perímetro en el Sahel para limitar este movimiento migratorio. En otras palabras, creen que Francia quiere trasladar la frontera sur de Europa desde la costa norte del Mediterráneo al sur del Sahara.
No cabe duda que este motivo y, sobre todo, las tensiones entre potencias capitalistas competidoras, como son, por un lado, EE.UU y la UE, y, por otro, la Federación Rusa, subyacen en la pretendida excusa de la lucha contra un yihadismo que el propio EE.UU y sus aliados de la OTAN contribuyeron a crear.
No de otro modo se entiende la pretensión de instalar una base militar de la OTAN en las Islas Canarias, cercanas al occidente del Sahel, la rendición del gobierno de España ante Marruecos por el tema del Sahara y la reciente reunión el 28 de marzo pasado entre la ministra española de Defensa, Margarita Robles, y su homóloga francesa, Florence Parly.
España es, de hecho, la principal contribuyente a la misión de la Unión Europea (EUTM) en Mali, con más de 500 efectivos desplegados en el país, supuestamente entrenando a sus fuerzas de seguridad, además de otro contingente en Senegal.
Según nota del Ministerio de Defensa español sobre dicha reunión, en la cuestión del Sahel, España y Francia coinciden en seguir apoyando la lucha contra el terrorismo. La ministra gala dijo, sobre la retirada de las tropas francesas de Mali, que “Hemos planteado desplegar nuestros esfuerzos saliendo de Malí para poder desplegarnos mejor en otros lugares”.































Maribel Santana | Martes, 07 de Junio de 2022 a las 17:11:48 horas
Como todos los artículos de Eva Lagunero, interesante, importante y bastante pedagógico. sencillito para todos los públicos.
Estos fascistas españoles, La Margarona, el Borrell son de pieza mayor. El esbirro regimen español franco-monárquico-neoliberal, no hace sino lamerle las botas a los yanquis, no hay recursos para los jubilados y trabajadores pero si hay para destinar a la plataforma mortífera de la OTAN dinero publico.
Fuerte una pila de terroristas, criminales, ladrones. Y la izquierda tertuliana, que tinen que llenarse el estomago, ni chistar sobre el asunto, lo que hace es apoyar a los bandidos, como decía Lenin y Stalin de los franceses, Ingleses y EEUU. La justificación era los nazis con los que contaban además para los crímenes como ahora con el ejercito de ucrania llenos de nazis. Estos aliados europeos que eran los buenos de la peli. ESTOS DEMOCRATAS NEOLIBERALES SON LOS TERRORISTAS.
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