
¿EXISTE ALGÚN TIPO DE RELACIÓN ENTRE EL CRECIMIENTO DE LA ULTRADERECHA Y LA DESIGUALDAD?
La ubicación geográfica de la desigualdad encaja a la perfección con la del crecimiento de la extrema derecha.
Cuando el autor de este artículo, Luis Gonzalo Segura, lo escribió se preguntaba todavía si las elecciones francesas del pasado domingo podrían ser el " salto definitivo" de la extrema derecha en Europa, "pues la toma del bastión francés por la ultraderecha podría, incluso, cambiar el orden mundial". Después del pasado domingo electoral, esa incógnita continúa estremecedoramente abierta.
POR EL TENIENTE LUIS GONZALO SEGURA
Condensado de su articulo "¿Una consecuencia de la desigualdad? La razón detrás del crecimiento de la ultraderecha que amenaza a Francia y España (y al resto de Europa)"
Para leer el artículo en su integridad PULSE AQUÍ
Existe una fuerza que dirige el mundo occidental, muy especialmente a Europa, hacia el abismo mientras nadie parece ser lo suficientemente robusto como para cambiar la tendencia: el egoísmo. El egoísmo del que más tiene, ya sea individuo o nación. Una fuerza que, de continuar su marcha, entregará Occidente a la extrema derecha, si es que no lo ha hecho ya y hemos atravesado el punto de no retorno.
Unas fuerzas malignas que, el siglo pasado, acabaron por destruir el continente y parecen volver con la suficiente fuerza como para repetir la historia, aun cuando, quizás, sea esta la última vez que tropecemos con la misma piedra. Porque el egoísmo de élites y naciones está generando un aumento de la desigualdad que ha permitido asentar y aumentar la importancia de la extrema derecha en Europa.
Francia y España son dos ejemplos de ello. Las elecciones francesas que se celebrarán este mes de abril, los días 10 y 24, pueden ser definitivas para el salto de la extrema derecha en Europa, pues la toma del bastión francés por la ultraderecha podría, incluso, cambiar el orden mundial. El orden europeo, con toda seguridad, se tambalearía.
Y no es algo ni mucho menos imposible, pues las últimas encuestas muestran cómo Marine Le Pen se sitúa con un 22 % de intención de voto, por encima de Jean Luc-Mélenchon, con el 15,5 %, y a poco más de cinco puntos de Emmanuel Macron, que lidera los sondeos con un 27,5 %. Una distancia, cinco puntos, que, teniendo en cuenta las desviaciones, cocinas o históricos fracasos demoscópicos, se antojan demasiado exiguos. Y es verosímil, ante todo, por la desigualdad que arrasa el país galo en la mitad oriental, mientras gran parte de la occidental goza de unas condiciones económicas muy diferentes.
Así, la costa atlántica francesa - Bretaña, País del Loira y Nueva Aquitania - muestran condiciones muy diferentes a las de la Francia más oriental - Auvernia-Ródano-Alpes, Occitania o Provenza-Alpes-Costa Azul, donde se sitúan ciudades como Marsella, Lyon o Montpellier-. Porque la región más occidental y atlántica de Francia carece casi por completo de desigualdad - en Nantes, por ejemplo, se encuentra la mayor igualdad salarial de Francia y, a poco más de sesenta kilómetros al sureste, en Les Herbiers, se encuentra la tasa de desempleo más baja del país, con un 3,8 %- . Justo al contrario que la otra mitad francesa.
No es casualidad, pues, que el oeste francés sea la región en la que menores tasas de desempleo se registran y, también, donde peores resultados ha obtenido la ultraderecha tradicionalmente. Algo que ha quedado contrastado tanto en las elecciones generales de 2017 como en las regionales de 2021. De hecho, la relación entre la ultraderecha y factores como la desigualdad y el desempleo es más que evidente, basta con juntar un mapa administrativo con el voto de la ultraderecha francesa y otro con el del desempleo para comprobarlo.
"The Spanish Exception: Unemployment, inequality and immigration, but no right-wing populist parties". Así tituló el Real Instituto Elcano el 13 de febrero de 2017 la, en apariencia, anormal situación política de España: un país con altos niveles de desempleo y desigualdad en los que la ultraderecha no había aparecido en parlamento reseñable alguno. Y ello, a pesar de la crisis de 2008 y los niveles de pobreza infantil, entre los países con mayor número y porcentaje de niños en el umbral de la pobreza.
De hecho, según los últimos datos, de noviembre de 2021, España es el tercer país en el tétrico ranking de pobreza infantil de Europa, un anciano continente en el que más de veinte millones de niños vagan amenazados por la pobreza y la exclusión social. En España, para ser exactos, un tercio de los menores son, o están en riesgo de ser, pobres.
Incluí la expresión 'en apariencia' al referirme a la anómala situación española porque, para considerar que en España no había un partido populista de extrema derecha, había que obviar que el Partido Popular es un partido fundado por franquistas que ha liderado causas tan ultras como el acoso al matrimonio homosexual o el aborto, y ha protegido y promocionado a la extrema derecha en ámbitos tan importantes como el militar, el policial o el judicial. Además de incendiar Catalunya o Euskadi siempre que ha podido.
Así, aunque, ciertamente, no todas las familias que englobaban el Partido Popular eran - ni son - extremistas, también había liberales y ultraderechistas, no es menos cierto que la ultraderecha española se encontraba lo suficientemente satisfecha como para no plantear una alternativa seria. Al menos, hasta el estallido de la crisis.
POR EL TENIENTE LUIS GONZALO SEGURA
Condensado de su articulo "¿Una consecuencia de la desigualdad? La razón detrás del crecimiento de la ultraderecha que amenaza a Francia y España (y al resto de Europa)"
Para leer el artículo en su integridad PULSE AQUÍ
Existe una fuerza que dirige el mundo occidental, muy especialmente a Europa, hacia el abismo mientras nadie parece ser lo suficientemente robusto como para cambiar la tendencia: el egoísmo. El egoísmo del que más tiene, ya sea individuo o nación. Una fuerza que, de continuar su marcha, entregará Occidente a la extrema derecha, si es que no lo ha hecho ya y hemos atravesado el punto de no retorno.
Unas fuerzas malignas que, el siglo pasado, acabaron por destruir el continente y parecen volver con la suficiente fuerza como para repetir la historia, aun cuando, quizás, sea esta la última vez que tropecemos con la misma piedra. Porque el egoísmo de élites y naciones está generando un aumento de la desigualdad que ha permitido asentar y aumentar la importancia de la extrema derecha en Europa.
Francia y España son dos ejemplos de ello. Las elecciones francesas que se celebrarán este mes de abril, los días 10 y 24, pueden ser definitivas para el salto de la extrema derecha en Europa, pues la toma del bastión francés por la ultraderecha podría, incluso, cambiar el orden mundial. El orden europeo, con toda seguridad, se tambalearía.
Y no es algo ni mucho menos imposible, pues las últimas encuestas muestran cómo Marine Le Pen se sitúa con un 22 % de intención de voto, por encima de Jean Luc-Mélenchon, con el 15,5 %, y a poco más de cinco puntos de Emmanuel Macron, que lidera los sondeos con un 27,5 %. Una distancia, cinco puntos, que, teniendo en cuenta las desviaciones, cocinas o históricos fracasos demoscópicos, se antojan demasiado exiguos. Y es verosímil, ante todo, por la desigualdad que arrasa el país galo en la mitad oriental, mientras gran parte de la occidental goza de unas condiciones económicas muy diferentes.
Así, la costa atlántica francesa - Bretaña, País del Loira y Nueva Aquitania - muestran condiciones muy diferentes a las de la Francia más oriental - Auvernia-Ródano-Alpes, Occitania o Provenza-Alpes-Costa Azul, donde se sitúan ciudades como Marsella, Lyon o Montpellier-. Porque la región más occidental y atlántica de Francia carece casi por completo de desigualdad - en Nantes, por ejemplo, se encuentra la mayor igualdad salarial de Francia y, a poco más de sesenta kilómetros al sureste, en Les Herbiers, se encuentra la tasa de desempleo más baja del país, con un 3,8 %- . Justo al contrario que la otra mitad francesa.
No es casualidad, pues, que el oeste francés sea la región en la que menores tasas de desempleo se registran y, también, donde peores resultados ha obtenido la ultraderecha tradicionalmente. Algo que ha quedado contrastado tanto en las elecciones generales de 2017 como en las regionales de 2021. De hecho, la relación entre la ultraderecha y factores como la desigualdad y el desempleo es más que evidente, basta con juntar un mapa administrativo con el voto de la ultraderecha francesa y otro con el del desempleo para comprobarlo.
"The Spanish Exception: Unemployment, inequality and immigration, but no right-wing populist parties". Así tituló el Real Instituto Elcano el 13 de febrero de 2017 la, en apariencia, anormal situación política de España: un país con altos niveles de desempleo y desigualdad en los que la ultraderecha no había aparecido en parlamento reseñable alguno. Y ello, a pesar de la crisis de 2008 y los niveles de pobreza infantil, entre los países con mayor número y porcentaje de niños en el umbral de la pobreza.
De hecho, según los últimos datos, de noviembre de 2021, España es el tercer país en el tétrico ranking de pobreza infantil de Europa, un anciano continente en el que más de veinte millones de niños vagan amenazados por la pobreza y la exclusión social. En España, para ser exactos, un tercio de los menores son, o están en riesgo de ser, pobres.
Incluí la expresión 'en apariencia' al referirme a la anómala situación española porque, para considerar que en España no había un partido populista de extrema derecha, había que obviar que el Partido Popular es un partido fundado por franquistas que ha liderado causas tan ultras como el acoso al matrimonio homosexual o el aborto, y ha protegido y promocionado a la extrema derecha en ámbitos tan importantes como el militar, el policial o el judicial. Además de incendiar Catalunya o Euskadi siempre que ha podido.
Así, aunque, ciertamente, no todas las familias que englobaban el Partido Popular eran - ni son - extremistas, también había liberales y ultraderechistas, no es menos cierto que la ultraderecha española se encontraba lo suficientemente satisfecha como para no plantear una alternativa seria. Al menos, hasta el estallido de la crisis.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.3