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Lunes, 21 de Octubre de 2024 Tiempo de lectura:

COMPLEJO MILITAR-INDUSTRIAL: EL VERDADERO GANADOR DE LAS ELECCIONES EN EE.UU.

¿Cambiará algo si Trump o Harris ganan las elecciones?

Aunque los nombres en la boleta electoral cambien, el rumbo imperialista de Estados Unidos sigue siendo inmutable. La maquinaria bélica y las grandes corporaciones armamentistas controlan tanto las decisiones de política exterior como los intereses económicos del país, garantizando la perpetuación de guerras e intervenciones.

Por CÁNDIDO GÁLVEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

 

[Img #80813]     Las elecciones presidenciales en Estados Unidos, ya sean entre figuras como Kamala Harris o Donald Trump, no alteran los intereses fundamentales que gobiernan al país. La maquinaria del imperialismo norteamericano, profundamente ligada al complejo militar-industrial, dicta el rumbo de la política exterior y garantiza la continuidad de un ciclo de guerras, intervenciones y control de recursos.

 

 

   El Complejo Militar-Industrial y su Dominio

 

    Desde los tiempos de la Guerra Fría, el complejo militar-industrial ha jugado un papel crucial en la configuración de la política estadounidense. Este término, acuñado por Dwight D. Eisenhower, se refiere a la poderosa red de corporaciones armamentísticas y grupos financieros que se benefician de la producción y venta de armas. Para estas empresas, las guerras no solo son rentables, sino necesarias para su supervivencia. La industria militar estadounidense, que incluye gigantes como Lockheed Martin, Boeing y Raytheon, depende de la intervención constante en conflictos globales para asegurar contratos y mantener sus ganancias.

 

 

     Bajo esta dinámica, el objetivo no es la paz, sino la prolongación de tensiones internacionales. La idea de la "guerra perpetua" es clave para entender cómo funciona este sistema: mantener al mundo en un estado constante de conflicto permite la justificación de presupuestos militares masivos y la influencia de estas corporaciones en la toma de decisiones políticas.

 

Democracia y Derechos Humanos: La Máscara del Imperialismo

 

     El discurso oficial de los presidentes de Estados Unidos, independientemente de su afiliación política, suele basarse en la defensa de la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, detrás de este relato se esconde el verdadero motor de las intervenciones: el control de recursos estratégicos y la expansión del poder económico estadounidense. La política exterior estadounidense ha seguido una lógica imperialista en la que los derechos humanos se utilizan como pretexto para justificar invasiones y bombardeos.

 

 

     Ejemplos claros de esto son las guerras en Irak y Libia, justificadas por la "lucha contra el terrorismo" o la "protección de la democracia". En la realidad, ambos conflictos tenían intereses económicos detrás, como el control del petróleo y otros recursos estratégicos. Incluso el conflicto en Siria, donde las potencias occidentales intervienen supuestamente para "liberar" al pueblo sirio, es en realidad una lucha geopolítica por el control de rutas energéticas y territorios clave.

 

 

 

     Esta contradicción entre el discurso y la práctica es común en la política exterior de Estados Unidos. Las promesas electorales de paz y respeto por los derechos humanos se desvanecen rápidamente una vez en el poder, ya que el aparato militar y las corporaciones armamentistas exigen resultados concretos para asegurar sus ganancias. Ni Kamala Harris ni Donald Trump representan una ruptura con este sistema, ya que ambos están subordinados a los mismos intereses capitalistas.

 

Europa: Lacayo del Imperialismo Estadounidense

 

     Un aspecto central del imperialismo estadounidense es la complicidad de sus aliados europeos. A través de la OTAN, Europa ha sido arrastrada a conflictos que no responden a sus propios intereses, sino a los de Washington. La intervención en Yugoslavia en los años 90 y la posterior desintegración de la Federación Yugoslava fueron un claro ejemplo de cómo Europa sigue las directrices militares de Estados Unidos. Bajo la excusa de "intervenciones humanitarias", los bombardeos y la fragmentación de los Balcanes sirvieron para fortalecer la posición geopolítica de Estados Unidos en la región y asegurar nuevos mercados para sus productos, incluidas las armas.

 

 

     La guerra en Ucrania, que comenzó en 2014 y se intensificó en 2022, es otra muestra de cómo la Unión Europea actúa como un peón en el tablero imperialista. Mientras Washington persigue una estrategia de debilitamiento de Rusia, Europa sufre las consecuencias económicas y sociales de un conflicto que no ha sabido evitar. A través de sanciones y apoyo militar, los gobiernos europeos refuerzan su papel de subalternos del poder estadounidense, sacrificando sus propios intereses para mantener el estatus quo imperialista.

 

  Una Elección Sin Alternativa: Trump y Harris

 

      A pesar de las diferencias de estilo y discurso, tanto Kamala Harris como Donald Trump representan la misma política imperialista. El sistema bipartidista de Estados Unidos no ofrece una verdadera alternativa a los votantes, ya que ambos partidos están financiados y controlados por los mismos intereses económicos. La administración de Harris continuaría con las intervenciones militares, el apoyo incondicional a Israel y el mantenimiento del bloqueo a Cuba, mientras que una presidencia de Trump implicaría una política exterior igualmente agresiva, pero con una retórica más populista y nacionalista.

 

     En ambos casos, el complejo militar-industrial seguirá siendo el verdadero ganador de las elecciones. Los presidentes pueden cambiar, pero la estructura de poder detrás del gobierno de Estados Unidos sigue inalterable. La maquinaria bélica del Pentágono y las corporaciones armamentistas no permiten que ningún candidato se desvíe del camino marcado por el capital. El imperialismo, como expresión máxima del capitalismo, necesita guerras y conflictos para sobrevivir.

 

Conclusión: El Futuro del Imperialismo Estadounidense

 

      La perpetuación de guerras y conflictos es una necesidad inherente al sistema capitalista, en especial al imperialismo estadounidense. A medida que las crisis económicas se agravan, la única solución que ofrece este sistema es la intensificación de la violencia y la destrucción de países enteros. Ya sea con Kamala Harris o Donald Trump, Estados Unidos seguirá siendo una fuerza desestabilizadora en el mundo, defendiendo los intereses del capital por encima de cualquier valor humanitario o democrático.

 

    En resumen, las elecciones en Estados Unidos son una puesta en escena para legitimar un sistema que se mantiene gracias a la explotación, la guerra y la destrucción. Gane quien gane, el complejo militar-industrial seguirá mandando, y el ciclo de intervenciones y conflictos continuará sin cesar. Solo una ruptura con el capitalismo podría ofrecer una alternativa real a este escenario de violencia perpetua.

 
 
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