
ARGENTINA: RADIOGRAFÍA DE UNA CONMOCIÓN ELECTORAL
La oposición derechista obtuvo el 42% de los sufragios frente al 33% del oficialismo. La preeminencia lograda por el trotskismo no anula la enorme incidencia de otras tradiciones de la izquierda
La derecha avanzó en las elecciones timoneada por el poder económico, mediático y judicial. No unificó estrategias y liderazgos frente al novedoso Bolsonarismo que irrumpió con un proyecto represivo. El gobierno fue afectado por la pandemia y castigado por el empobrecimiento y la desigualdad. Ahora tantea un giro conservador que el Cristinismo tolera soslayando definiciones. La izquierda logró un inédito protagonismo que la induce a concretar propuestas y clarificar estrategias.
Por CLAUDIO KATZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Extracto
Los cuatro datos relevantes de las recientes elecciones legislativas en Argentina fueron el voto castigo al gobierno, el avance de la derecha, la irrupción del Bolsonarismo y la importante presencia de la izquierda. Estas tendencias quedaron circunstancialmente oscurecidas por el repunte que logró el oficialismo, luego de su gran caída en las primarias previas .
EL SOSTÉN SUBYACENTE
La oposición derechista obtuvo el 42% de los sufragios frente al 33% del oficialismo. En una contienda presidencial habría estado al borde de la victoria en primera vuelta. Conquistó impensables localidades, pintó de amarillo el grueso del mapa nacional y logró mayorías en los cinco distritos más poblados.
Ese triunfo fue apuntalado por el explícito sostén del poder económico, mediático y judicial. La clase dominante olvidó las frustraciones y los malos negocios de la era Macri. Aportó sin titubear el unánime respaldo del agro-negocio y el mayoritario apoyo de la industria y los bancos.
Igualmente decisivo fue el espaldarazo de los medios de comunicación, que impusieron la agenda, las figuras y la ideología predominante en los comicios. Instalaron un clima de insultos y mentiras descalificatorias de cualquier idea progresista y apuntalaron un sentido común de aprobación del neoliberalismo.
Los medios desplegaron su doble vara para eximir a los candidatos derechistas de las denuncias que focalizaron en los funcionarios. Retomaron además un discurso denigratorio del país, para achacar todos los males de Argentina al "populismo", las conquistas sociales y el protagonismo popular.
Con esa desvalorización resucitaron las fantasías de prosperidad en una remake de Cambiemos.
La campaña negativa para irritar a la población tuvo aristas enloquecedoras en los picos de la pandemia. Los medios hegemónicos despotricaron contra la dureza y la liviandad de las restricciones y emitieron esquizofrénicos reclamos de mayor severidad y mayor flexibilidad de esas limitaciones.
También criticaron la falta de vacunas y el mal uso del abundante stock, mientras descalificaban las inmunizaciones existentes y enaltecían las ausentes. Los medios objetaron las variedades aplicadas en el país y elogiaron las utilizadas en el exterior. Exigieron, además, el fin de los barbijos cuando eran indispensables y subrayaron su conveniencia cuando perdieron primacía. Este agobiante clima de hostilidad tuvo altos réditos electorales para la oposición.
UN MONSTRUO EN GESTACIÓN
Espert mejoró sus resultados de las PASO y Milei consiguió en la ciudad de Buenos Aires un inédito 17 %. Recolectaron votos con escándalos y provocaciones, pero no lograron transformarse en la tercera fuerza nacional de un espacio ya configurado.
Hay que evaluar esta modalidad de Bolsonarismo sin exageraciones , ni menosprecio de su peligrosidad . Los dos personajes reaccionarios de Argentina han sido fabricados por los medios. Carecen de trayectoria o militancia política previa. Milei adoptó la excéntrica pose de gritos, enojos y exabruptos que sus recomendaron asesores, para capturar la audiencia transformando la política en un programa de chimentos. Utilizó el dinero aportado por varias fundaciones estadounidenses para denostar a la "casta política", que ahora integra con plenitud. Despotricó además contra el estado, ocultando que se sostiene con recursos públicos.
Como en otros partes del mundo estos alocados personajes han sido auspiciados por los poderosos, para canaliza el descontento con los gobiernos inoperantes. Milei y Espert derrochan demagogia para capturar el enojo de la clase media y la desesperación de los empobrecidos. Con esa fórmula aportan su grano de arena a la gestación de un eventual gobierno derechista.
UN CASTIGO A LA CAPITULACIÓN
El cuasi empate en la provincia de Buenos Aires, no alteró la drástica pérdida de votos que ha sufrido el Frente de Todos en el último bienio. Esa remontada modificó el ánimo del oficialismo pero no el veredicto de las urnas.
Tampoco la recuperación de sufragios en Tierra del Fuego y Chaco compensó la seria recaída en Santa Fe, Chubut, La Pampa, Misiones y Entre Ríos. Los ajustados triunfos en Salta, San Juan y San Luis decepcionaron tanto, como el susto de Tucumán. El viejo postulado de invencibilidad del peronismo unificado quedó desmentido y el gobierno perdió la mayoría del Senado y su gran primacía en Diputados. Todas las paradojas enunciadas para disfrazar este retroceso eluden constatar el alcance de la derrota.
Tampoco la pandemia explicar lo ocurrido. Es cierto que durante la infección el oficialismo sólo obtuvo tres victorias en nueve elecciones de América Latina. Pero la hemorragia de adhesiones en Argentina fue más seria y Alberto no logró conservar el caudal, que por ejemplo mantuvo en los comicios de medio término su colega más cercano .
Los propios dirigentes de la coalición gobernante reconocieron que el empobrecimiento, la inflación y la desigualdad fueron más determinante del declive que la pandemia. Por eso demandaron luego de la PASO una inmediata mejora del "bolsillo de la gente", que el Ministro Guzmán desoyó para congraciarse con el FMI.
EL VIRAJE CONSERVADOR
Luego del terremoto electoral el gobierno intenta reconstituir su gestión con una nueva red de alianzas. Privilegia a la burocracia sindical y a los gobernadores para concertar una eventual tregua con las palomas de la oposición.
Alberto inauguró ese rumbo en las dos marchas organizadas por la CGT. Los "gordos" recomponen su propio aparato y reintegran a todas las alas para disciplinar las voces disidentes. Han logrado movilizar sus nutridas fuerzas evitando los silbidos del pasado y se disponen a renovar el sostén al oficialismo a cambio de prebendas.
La primacía de los gobernadores fue anticipada por la llegada de Manzur al gabinete. El tucumano es un típico heredero del menemismo. Gestiona la administración provincial con favores a las empresas amigas y no logra explicar su engrosado patrimonio personal. Abandonó a Cristina para sostener a Macri en el 2015, confrontó con las protestas sociales y rechazó la interrupción legal del embarazo a una niña violada de 11 años. Es un lobista de los grandes laboratorios, muy afín al Opus Dei.
LOS DILEMAS DEL KIRCHNERISMO CRÍTICO
En el progresismo K impera un inocultable malestar. Esa disconformidad ha sido abiertamente expresada por los exponentes de ese espectro, que tuvieron obturados los canales de la batalla interna en las unificadas listas de las PASO. Ese verticalismo alejó votantes, anestesió a la propia tropa y potenció el descontento de los sectores radicalizados.
Los cuestionamientos salieron a la superficie en el acto 17 de octubre, que el sector progresista motorizó para transparentar diferencias con el rumbo oficial. El protagonismo de Hebe y la crítica al convenio con el FMI ilustraron esas divergencias.
La Plaza de Mayo fue nuevamente testigo de un choque de los sectores avanzados y retrógrados del peronismo. Esos conflictos han atravesado toda la historia de esa formación política, desde los años de la resistencia hasta la JP, pasando por el propio Cristinismo. En la actualidad los progresistas cuestionan las capitulaciones de Alberto.
Luego de la bofetada sufrida en las PASO, el kirchnerismo crítico esperaba una reedición de la contraofensiva que sucedió a la derrota electoral del 2009. En ese momento Cristina reaccionó con la eliminación definitiva de las AFJP, la introducción de la Asignación Universal por Hijo y la recuperación del control estatal de Aerolíneas Argentinas e YPF. Motorizó, además, la ley de medios y el matrimonio igualitario, concitando una simpatía entre la juventud que renovó la militancia y nutrió las filas de la Cámpora.
EL NOVEDOSO IMPACTO DE LA IZQUIERDA
El gran avance electoral de la izquierda fue un dato subrayado por todos los analistas. Ese logro constituye una gran noticia en un escenario signado por la consolidación de la derecha y la irrupción del bolsonarismo. Los votos del FIT aportan un contrapeso a esa adversidad y renuevan las esperanzas de la militancia. En pocos países se observa esa contundente alternativa al auge de fuerzas reaccionarias.
La izquierda logró su mejor performance en una década, se asentó como tercera fuerza nacional, consiguió más del 7 % de los votos y aumentó su presencia en el Congreso. Consolidó la fidelidad de los sufragios anticipados en las rondas provinciales y capturó el descontento de sectores organizados de la clase trabajadora y los movimientos sociales, feministas o ambientalistas. Pudo proyectar esta vez a las urnas su protagonismo en las protestas contra el ajuste.
El logro electoral de la izquierda fue muy significativo en el conurbano bonaerense. Por primera vez conquistó una voz relevante entre los concejales de los distritos históricos del peronismo. Más impactante fue el 23 % conseguido en Jujuy.
LOS INTERROGANTES PENDIENTES
El perfil trotskista es un rasgo peculiar de la izquierda predominante en Argentina. El FIT reúne a cuatro partidos de esa adscripción y está circunvalado por otras dos formaciones del mismo tipo. Bajo un paraguas común coexisten distintas tradiciones de una matriz ideológica que ya acumula siete décadas de historia.
Las vertientes que privilegian la militancia en los sindicatos tradicionales, conviven con las corrientes que lograron una gran inserción en los movimientos sociales. Las variantes abiertas a la renovación teórica cohabitan con los partidarios de razonamientos más convencionales.
Esa preeminencia del trotskismo no anula la enorme incidencia de otras tradiciones de la izquierda, que hasta ahora no tienen cabida en el FIT. La ampliación de ese frente será un tema un clave, si su crecimiento plantea desafíos de mayor calibre. No es lo mismo disputar la calle, la dirección de sindicato o un mayor número de legisladores, que dirimir una intendencia o una gobernación. Esa eventualidad exige cohesionar previamente una estrategia de poder, que traduzca la repetida convocatoria al gobierno de los trabajadores en un curso efectivo para alcanzar esa meta.
Muchos dirigentes del FIT vislumbran un desplome próximo del peronismo, que desembocaría en una oleada de adhesiones a los ideales del socialismo. Con esa óptica han leído el resultado de las últimas elecciones, observando una gran erosión en el fervor justicialista del pasado. El acierto de esa constatación no se extiende sin embargo a su novedad.
El peronismo atravesó incontables momentos de retroceso, que no impidieron su reconstitución posterior. Ha logrado una supervivencia que lo distingue de sus pares de la región. Además, sus modalidades reaccionarias fueron reiteradamente contrapesadas por opciones progresistas . Esa trayectoria indica que el peronismo afronta nuevamente una gran crisis, pero no necesariamente el derrumbe terminal que tantas veces se ha presagiado.
Por CLAUDIO KATZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Extracto
Los cuatro datos relevantes de las recientes elecciones legislativas en Argentina fueron el voto castigo al gobierno, el avance de la derecha, la irrupción del Bolsonarismo y la importante presencia de la izquierda. Estas tendencias quedaron circunstancialmente oscurecidas por el repunte que logró el oficialismo, luego de su gran caída en las primarias previas .
EL SOSTÉN SUBYACENTE
La oposición derechista obtuvo el 42% de los sufragios frente al 33% del oficialismo. En una contienda presidencial habría estado al borde de la victoria en primera vuelta. Conquistó impensables localidades, pintó de amarillo el grueso del mapa nacional y logró mayorías en los cinco distritos más poblados.
Ese triunfo fue apuntalado por el explícito sostén del poder económico, mediático y judicial. La clase dominante olvidó las frustraciones y los malos negocios de la era Macri. Aportó sin titubear el unánime respaldo del agro-negocio y el mayoritario apoyo de la industria y los bancos.
Igualmente decisivo fue el espaldarazo de los medios de comunicación, que impusieron la agenda, las figuras y la ideología predominante en los comicios. Instalaron un clima de insultos y mentiras descalificatorias de cualquier idea progresista y apuntalaron un sentido común de aprobación del neoliberalismo.
Los medios desplegaron su doble vara para eximir a los candidatos derechistas de las denuncias que focalizaron en los funcionarios. Retomaron además un discurso denigratorio del país, para achacar todos los males de Argentina al "populismo", las conquistas sociales y el protagonismo popular.
Con esa desvalorización resucitaron las fantasías de prosperidad en una remake de Cambiemos.
La campaña negativa para irritar a la población tuvo aristas enloquecedoras en los picos de la pandemia. Los medios hegemónicos despotricaron contra la dureza y la liviandad de las restricciones y emitieron esquizofrénicos reclamos de mayor severidad y mayor flexibilidad de esas limitaciones.
También criticaron la falta de vacunas y el mal uso del abundante stock, mientras descalificaban las inmunizaciones existentes y enaltecían las ausentes. Los medios objetaron las variedades aplicadas en el país y elogiaron las utilizadas en el exterior. Exigieron, además, el fin de los barbijos cuando eran indispensables y subrayaron su conveniencia cuando perdieron primacía. Este agobiante clima de hostilidad tuvo altos réditos electorales para la oposición.
UN MONSTRUO EN GESTACIÓN
Espert mejoró sus resultados de las PASO y Milei consiguió en la ciudad de Buenos Aires un inédito 17 %. Recolectaron votos con escándalos y provocaciones, pero no lograron transformarse en la tercera fuerza nacional de un espacio ya configurado.
Hay que evaluar esta modalidad de Bolsonarismo sin exageraciones , ni menosprecio de su peligrosidad . Los dos personajes reaccionarios de Argentina han sido fabricados por los medios. Carecen de trayectoria o militancia política previa. Milei adoptó la excéntrica pose de gritos, enojos y exabruptos que sus recomendaron asesores, para capturar la audiencia transformando la política en un programa de chimentos. Utilizó el dinero aportado por varias fundaciones estadounidenses para denostar a la "casta política", que ahora integra con plenitud. Despotricó además contra el estado, ocultando que se sostiene con recursos públicos.
Como en otros partes del mundo estos alocados personajes han sido auspiciados por los poderosos, para canaliza el descontento con los gobiernos inoperantes. Milei y Espert derrochan demagogia para capturar el enojo de la clase media y la desesperación de los empobrecidos. Con esa fórmula aportan su grano de arena a la gestación de un eventual gobierno derechista.
UN CASTIGO A LA CAPITULACIÓN
El cuasi empate en la provincia de Buenos Aires, no alteró la drástica pérdida de votos que ha sufrido el Frente de Todos en el último bienio. Esa remontada modificó el ánimo del oficialismo pero no el veredicto de las urnas.
Tampoco la recuperación de sufragios en Tierra del Fuego y Chaco compensó la seria recaída en Santa Fe, Chubut, La Pampa, Misiones y Entre Ríos. Los ajustados triunfos en Salta, San Juan y San Luis decepcionaron tanto, como el susto de Tucumán. El viejo postulado de invencibilidad del peronismo unificado quedó desmentido y el gobierno perdió la mayoría del Senado y su gran primacía en Diputados. Todas las paradojas enunciadas para disfrazar este retroceso eluden constatar el alcance de la derrota.
Tampoco la pandemia explicar lo ocurrido. Es cierto que durante la infección el oficialismo sólo obtuvo tres victorias en nueve elecciones de América Latina. Pero la hemorragia de adhesiones en Argentina fue más seria y Alberto no logró conservar el caudal, que por ejemplo mantuvo en los comicios de medio término su colega más cercano .
Los propios dirigentes de la coalición gobernante reconocieron que el empobrecimiento, la inflación y la desigualdad fueron más determinante del declive que la pandemia. Por eso demandaron luego de la PASO una inmediata mejora del "bolsillo de la gente", que el Ministro Guzmán desoyó para congraciarse con el FMI.
EL VIRAJE CONSERVADOR
Luego del terremoto electoral el gobierno intenta reconstituir su gestión con una nueva red de alianzas. Privilegia a la burocracia sindical y a los gobernadores para concertar una eventual tregua con las palomas de la oposición.
Alberto inauguró ese rumbo en las dos marchas organizadas por la CGT. Los "gordos" recomponen su propio aparato y reintegran a todas las alas para disciplinar las voces disidentes. Han logrado movilizar sus nutridas fuerzas evitando los silbidos del pasado y se disponen a renovar el sostén al oficialismo a cambio de prebendas.
La primacía de los gobernadores fue anticipada por la llegada de Manzur al gabinete. El tucumano es un típico heredero del menemismo. Gestiona la administración provincial con favores a las empresas amigas y no logra explicar su engrosado patrimonio personal. Abandonó a Cristina para sostener a Macri en el 2015, confrontó con las protestas sociales y rechazó la interrupción legal del embarazo a una niña violada de 11 años. Es un lobista de los grandes laboratorios, muy afín al Opus Dei.
LOS DILEMAS DEL KIRCHNERISMO CRÍTICO
En el progresismo K impera un inocultable malestar. Esa disconformidad ha sido abiertamente expresada por los exponentes de ese espectro, que tuvieron obturados los canales de la batalla interna en las unificadas listas de las PASO. Ese verticalismo alejó votantes, anestesió a la propia tropa y potenció el descontento de los sectores radicalizados.
Los cuestionamientos salieron a la superficie en el acto 17 de octubre, que el sector progresista motorizó para transparentar diferencias con el rumbo oficial. El protagonismo de Hebe y la crítica al convenio con el FMI ilustraron esas divergencias.
La Plaza de Mayo fue nuevamente testigo de un choque de los sectores avanzados y retrógrados del peronismo. Esos conflictos han atravesado toda la historia de esa formación política, desde los años de la resistencia hasta la JP, pasando por el propio Cristinismo. En la actualidad los progresistas cuestionan las capitulaciones de Alberto.
Luego de la bofetada sufrida en las PASO, el kirchnerismo crítico esperaba una reedición de la contraofensiva que sucedió a la derrota electoral del 2009. En ese momento Cristina reaccionó con la eliminación definitiva de las AFJP, la introducción de la Asignación Universal por Hijo y la recuperación del control estatal de Aerolíneas Argentinas e YPF. Motorizó, además, la ley de medios y el matrimonio igualitario, concitando una simpatía entre la juventud que renovó la militancia y nutrió las filas de la Cámpora.
EL NOVEDOSO IMPACTO DE LA IZQUIERDA
El gran avance electoral de la izquierda fue un dato subrayado por todos los analistas. Ese logro constituye una gran noticia en un escenario signado por la consolidación de la derecha y la irrupción del bolsonarismo. Los votos del FIT aportan un contrapeso a esa adversidad y renuevan las esperanzas de la militancia. En pocos países se observa esa contundente alternativa al auge de fuerzas reaccionarias.
La izquierda logró su mejor performance en una década, se asentó como tercera fuerza nacional, consiguió más del 7 % de los votos y aumentó su presencia en el Congreso. Consolidó la fidelidad de los sufragios anticipados en las rondas provinciales y capturó el descontento de sectores organizados de la clase trabajadora y los movimientos sociales, feministas o ambientalistas. Pudo proyectar esta vez a las urnas su protagonismo en las protestas contra el ajuste.
El logro electoral de la izquierda fue muy significativo en el conurbano bonaerense. Por primera vez conquistó una voz relevante entre los concejales de los distritos históricos del peronismo. Más impactante fue el 23 % conseguido en Jujuy.
LOS INTERROGANTES PENDIENTES
El perfil trotskista es un rasgo peculiar de la izquierda predominante en Argentina. El FIT reúne a cuatro partidos de esa adscripción y está circunvalado por otras dos formaciones del mismo tipo. Bajo un paraguas común coexisten distintas tradiciones de una matriz ideológica que ya acumula siete décadas de historia.
Las vertientes que privilegian la militancia en los sindicatos tradicionales, conviven con las corrientes que lograron una gran inserción en los movimientos sociales. Las variantes abiertas a la renovación teórica cohabitan con los partidarios de razonamientos más convencionales.
Esa preeminencia del trotskismo no anula la enorme incidencia de otras tradiciones de la izquierda, que hasta ahora no tienen cabida en el FIT. La ampliación de ese frente será un tema un clave, si su crecimiento plantea desafíos de mayor calibre. No es lo mismo disputar la calle, la dirección de sindicato o un mayor número de legisladores, que dirimir una intendencia o una gobernación. Esa eventualidad exige cohesionar previamente una estrategia de poder, que traduzca la repetida convocatoria al gobierno de los trabajadores en un curso efectivo para alcanzar esa meta.
Muchos dirigentes del FIT vislumbran un desplome próximo del peronismo, que desembocaría en una oleada de adhesiones a los ideales del socialismo. Con esa óptica han leído el resultado de las últimas elecciones, observando una gran erosión en el fervor justicialista del pasado. El acierto de esa constatación no se extiende sin embargo a su novedad.
El peronismo atravesó incontables momentos de retroceso, que no impidieron su reconstitución posterior. Ha logrado una supervivencia que lo distingue de sus pares de la región. Además, sus modalidades reaccionarias fueron reiteradamente contrapesadas por opciones progresistas . Esa trayectoria indica que el peronismo afronta nuevamente una gran crisis, pero no necesariamente el derrumbe terminal que tantas veces se ha presagiado.
Maribel Santana | Jueves, 02 de Diciembre de 2021 a las 15:06:37 horas
El problema es que los troncones y los anticapis y otros izquierdistas son iguales todos y en américa latina sobre todo en Argentina está plagado de esto.
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