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Lunes, 22 de Noviembre de 2021 Tiempo de lectura:

LA ACTUALIDAD DE LA REVOLUCIÓN... Y LA HERRAMIENTA NECESARIA PARA PREPARARLA

Aproximaciones para el debate

A nadie se le escapa -escribe el militante de TrinChera Andrés Fernández - que estamos inmersos en un momento de profundo malestar social. En cualquier momento asistiremos a un estallido social espontáneo. Hasta el FMI prevé oleadas de estadillos y que nadie dude de que pondrán todas sus herramientas y medios para aplastarlas. Hace unos días escribíamos un breve artículo abordando la actualidad de la revolución (...).

 

 

Por ANDRÉZ FERNÁNDEZ (*) PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

    A nadie se le escapa que estamos inmersos en un momento de profundo malestar social. En cualquier momento asistiremos a un estallido social espontáneo. Hasta el FMI prevé oleadas de estadillos [1] y que nadie dude de que pondrán todas sus herramientas y medios para aplastarlas. 

 

   Hace unos días escribíamos un breve artículo abordando la actualidad de la revolución. Advertíamos como el sistema es capaz de asimilar luchas heroicas cuando se las aborda aisladamente de la totalidad. Cuando esa reivindicación no está vinculada a la perspectiva de la revolución pierde su radicalidad. Por eso, al elaborar nuestro orden del día, debemos tener la revolución entre ceja y ceja. 

 

   Dicho esto es preciso aclarar que la actualidad de la revolución y sus objetivos finales no significa que sea posible realizarla de cualquier forma y en cualquier momento. Sino que nos encontramos en una época que se caracteriza por recordarnos cada vez que nos encontramos en situaciones de opresión la necesidad de cambiar todo lo que debe ser cambiado. La actualidad de la revolución es la nota dominante que caracteriza nuestra época. Por eso cada problema actual se ha convertido en un problema de la revolución. Y como la revolución es un tema de absoluta actualidad en ningún caso debe ser postergado como un objetivo final lejano e indeterminado. 

 

   Dado que la revolución no se hace de cualquier forma y en cualquier momento es preciso aclarar que hay un instante decisivo durante el proceso en el cual convergen los factores objetivos y los factores subjetivos. Si estamos ante la época de la actualidad de la revolución este instante revolucionario puede presentarse con toda su agudeza en varios momentos del proceso. El problema es que se corre el riesgo de dejar escapar este instante y sufrir un retroceso.

 

   En resumen, si decimos que nos encontramos en una época marcada por la actualidad de la revolución y que ésta solo puede llevarse a cabo en un determinado instante del proceso debemos prepararnos para ese instante.

 

   Prepararnos para ese instante nos lleva necesariamente a abordar el difícil tema de la organización. Cómo nos organizamos o cómo dejamos de hacerlo requiere de una visión lo menos deformada de la realidad. El carácter fetichista de las mercancías irradia sobre la realidad social y la deforma. Podemos distinguir en el ambiente capitalista cuatro momentos fetichistas:

 

 

· Mediación: “Lo misterioso de la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo. Como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que también refleja la relación social que media entre los productores y el trabajo global, como una relación social entre los objetos, existente al margen de los productores. Es por medio de este quid pro quo como los productos del trabajo se convierten en mercancías, en cosas sensorialmente sensibles o sociales.”

 

· Escisión: “Es solo en su intercambio donde los productos del trabajo adquieren una objetividad de valor, socialmente uniforme, separada de su objetividad de uso, sensorialmente diversa. Tal escisión del producto laboral en cosa útil y cosa de valor solo se efectiva, en la práctica, cuando el intercambio ya ha alcanzado la extensión y relevancia suficientes como para que se produzcan cosas útiles destinadas al intercambio, con lo cual, pues, ya en su producción misma se tiene en cuenta el carácter de valor de las cosas.”

 

· Abstracción: “La igualdad de trabajos toto coelo [totalmente] diversos solo puede consistir en una abstracción de su desigualdad real, en la reducción al carácter común que poseen en cuanto gasto de fuerza humana de trabajo, trabajo abstractamente humano.”

 

· Inversión: “La reflexión en torno a las formas de la vida humana, y por consiguiente el análisis científico de las mismas, toma un camino opuesto al seguido por el desarrollo real. Comienza post festum [después de los acontecimientos] y, por ende, disponiendo ya de los resultados últimos del proceso de desarrollo. Las formas que ponen la impronta de mercancías a los productos del trabajo y por tanto están presupuestas a la circulación de mercancías, poseen ya la fijeza propia de formas naturales de la vida social, antes de que los hombres procuren dilucidar no el carácter histórico de esas formas --que, más bien, ya cuentan para ellos como algo inmutable-- sino su contenido.”[2]

 

 

    La apelación a estos cuatro momentos fetichistas se explica porque la economía marxista, en comparación con el resto de teorías económicas, es capaz de mostrar, además de las categorías puramente económicas, las clases sociales y su ubicación en el proceso productivo en la totalidad.

 

    Por otro lado, como estamos abordando el tema de cómo y con quién nos organizamos, los cuatro momentos antes citados nos recuerdan que nos organizaremos con mujeres y hombres educados y corrompidos por el modo de producción capitalista. El pueblo no es homogéneo. Dentro de este magma llamado pueblo hay una sociedad dividida en clases. Cada clase con niveles de conciencia en sí y para sí distintas. De aquí se puede extraer la idea de que la clase trabajadora no entrará en su totalidad, y consciente de sí misma, en la resistencia y en la lucha por la emancipación. Una parte asistirá pasivamente, e incluso un sector se unirá al bando enemigo. 

 

 

   La Historia nos recuerda que las revoluciones las hacen las masas. También la experiencia histórica nos recuerda que la conciencia de clase y la vocación de poder no nacen espontáneamente. E incluso nos advierte que la conciencia de clase no es lineal y ascendente permanentemente, sino que sufre tropiezos y regresiones. Las cuestiones subjetivas no son mecánicas.

 

 

   Muchos de los levantamientos amplios y espontáneos de sectores de la clase trabajadora están impregnados de instinto revolucionario. Pero esta loable lucha no garantiza adquirir la plena conciencia de clase, y mucho menos, conservarla indefinidamente. 

 

 

    Para una inmensa mayoría de militantes de izquierda la revolución solo es factible cuando las masas están dispuestas a luchar en las barricadas. Pero al mismo tiempo hemos visto que los levantamientos espontáneos no bastan para garantizar la revolución. La agitación y la propaganda por si sola tampoco sobrepasa la espontaneidad aunque los postulados teóricos sean justos.

 

 

    Aquí surge un tema relevante íntimamente relacionado con la actualidad de la revolución: la herramienta organizativa necesaria para preparar la revolución. Los temas políticos deben ir íntimamente ligados a los temas organizativos. Un punto de nuestro orden del día que se aborda superficialmente.

 

 

   La experiencia nos dice que las revoluciones no las hace el Partido. El grupo de revolucionarias y revolucionarios no tiene por misión hacer la revolución. Tampoco arrastrar tras de sí a la masa y ponerla frente al hecho consumado de la revolución para que le dé el toque de gracia a la burguesía. 

 

 

   Esta herramienta organizativa es representante del conjunto de los intereses de la clase trabajadora. Por lo tanto sus integrantes no pueden renunciar a los principios de clase. Al mismo tiempo debe reunir y ubicar en su justa medida las diferentes contradicciones existentes en la totalidad social. No todas las contradicciones condicionan de la misma manera el devenir. Preparar no significa determinar con exactitud el momento y las circunstancias de la revolución sino de determinar las tendencias que llevan a ella. Ver los hechos aislado como parte de la totalidad. La claridad y energía que muestre la organización influirá en la reacción de la clase trabajadora. Preparar una revolución implica, entre otras cosas, un alto grado de disciplina.

 

 

    Por tanto, la herramienta organizativa integrada por el sector más revolucionario de la clase trabajadora se presenta como un faro. Generándose una interacción permanente con la clase y a su vez entre los miembros de la organización y la organización. Un proceso de educación mutua y permanente. 

 

 

   La disciplina antes citada no debe confundirse obediencia acrítica u “obediencia de partido”. Entendemos la necesidad de la disciplina como un requisito necesario para poder adaptar instantáneamente la organización y su capacidad teórica a la situación de perpetuo cambio de la totalidad social y sus momentos. La aparición de la pandemia afectó a todos los poros de nuestras vidas. Tal es así que formas de lucha y resistencia que veníamos desarrollando se han visto limitadas por esta nueva coyuntura. Esto nos obliga a acondicionar e inventar nuevas técnicas que suponen riesgos y sacrificios nuevos. Pero al mismo tiempo que desarrollamos nuevas formas de resistencia debemos asumir el riesgo de que estas nuevas formas nos desorganicen aún más si no nos preparamos organizativamente para asimilar estas nuevas formas de lucha. 

 

 

    Por eso la organización se consolida y evoluciona en una relación dialéctica en la cual aprende -y aprehende- de las masas al mismo tiempo que devuelve claridad a lo que las masas están inventando, creando. Claridad y rigor teórico son tan importantes como la firmeza en la acción de ahí que las actitudes dubitativas tengan un alto coste en la profundidad que puedan adoptar las conquistas.

 

 

   Para facilitar la interacción entre la masa y el faro debe existir una amalgama tupida de herramientas intermedias que sirvan para elevar los diferentes grados de conciencia existentes en nuestra clase. Pero también para evitar las desviaciones y corregir la luz del faro. 

 

 

    Si el faro no tiene capacidad de permanecer abierto a los cambios sin perder de vista los principios se petrifica y se vuelve un obstáculo para los intereses de la clase trabajadora. Sobran los ejemplos.

 

 

   Teniendo en cuenta que partimos de lo existente, y desde lo existente queremos hacer la revolución no podemos bajo ningún concepto esperar una revolución pura. Si no un punto de partida.

 

 

(*) Andrés Fernández es militante de Trinchera

 

https://trincheraor.com/f/aproximaciones-para-el-debate

 

[1] https://www.lavanguardia.com/internacional/20210221/6256996/protestas-paises-impacto-social-pandemia.html 

[2] K. Marx; El Capital, Libro I, Tomo I, Pág. 123, 124, 126 y 127; Editorial Siglo XXI, 2017

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  • Marco

    Marco | Jueves, 25 de Noviembre de 2021 a las 04:06:35 horas

    Lamentablemente estamos a años luz de eso y la izquierda institucional y sindicatos mayoritarios (ccoo y ugt) le están poniendo la alfombra roja y haciéndole el juego fácil a la derecha y a la ultraderecha para que en las próximas elecciones sean gobierno.

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  • Maribel Santana

    Maribel Santana | Martes, 23 de Noviembre de 2021 a las 00:10:00 horas

    Las masas populares están desubicadas por la venta por parte de la izquierda de los obreros a la patronal. Con este escándalo y despelote, como se van a organizar para la lucha las masas si no hay dirección????

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