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Lunes, 06 de Septiembre de 2021 Tiempo de lectura:

UCRANIA: LA GESTACIÓN SUBROGADA FACILITA EL ABOMINABLE COMERCIO DE RECIÉN NACIDOS

Un motivo más para exigir la prohibición generalizada del negocio de las madres de alquiler

En Ucrania, donde la llamada gestación subrogada está legalizada con un marco regulativo muy laxo, la policía está investigando una actividad delictiva que ofrece a hombres extranjeros comprar recién nacidos -de madre de alquiler- para después venderlos en el Sudeste Asiático. Así es cómo la trata de personas -tan criminal como lucrativa y global- puede añadir una mercancía -la más vulnerable de todas- a su “catálogo”.

 

 

Por TITA BARAHONA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

 

   Un medio digital ucraniano sacaba recientemente la noticia de que el jefe de la Policía Nacional de Ucrania, Ihor Klymenko, había informado desde su página de Facebook que sus operativos estaban trabajando con el Departamento de Policía Migratoria para seguirle la pista a un tráfico ilegal de recién nacidos que funciona desde hace al menos dos años bajo la tapadera de las agencias de maternidad subrogada.

 

 

   Quien organiza este tráfico -según Klymenko- es el director de una clínica de subrogación que obtiene la clientela a través de mediadores extranjeros. Para hacerse con un recién nacido en Ucrania, los “clientes” -varones- pagan en torno a 70.000 dólares y arreglan un matrimonio con una mujer ucraniana. Después, la falsa pareja encarga los servicios de una madre de alquiler. Una vez nacida la criatura, la "esposa" la abandona y formaliza el permiso al “padre” para que la saque de Ucrania hacia un país asiático, donde la vende y seguramente recupera con creces la inversión inicial.

 

 

   Es precisamente en los países del Sudeste Asiático donde, como informábamos en un artículo anterior, existe un comercio ilegal de recién nacidos que se obtienen, no ya de madres de alquiler, sino directamente de las redes de trata de mujeres con fines de explotación sexual. Estas mujeres, en su mayoría procedentes de Indonesia, Vietnam o Myanmar, son llevadas a Malasia por los traficantes con la promesa de un puesto de trabajo. Sin embargo, a su llegada las violan hasta que quedan embarazadas y las retienen en unas casas que se conocen como “granjas de bebés”.

 

 

   Los compradores de estas criaturas, arrebatadas a sus madres, no son sometidos a ningún control de antecedentes, por lo que quedan expuestas a todo tipo de abusos una vez vendidas. El mismo incierto futuro -da escalofrío solo de pensarlo- es el que aguarda a los recién nacidos sacados de Ucrania por la mediación de matrimonios fingidos y agencias de madres de alquiler.

 

 

   Según Klymenko, en la operación policial que destapó este negocio ilegal, se pudo rescatar a tres recién nacidos, que se pusieron bajo la custodia de los servicios sociales. Pero al menos trece de ellos fueron vendidos y sacados de Ucrania.

 

 

   Klymenko cree, además, que este no será el último grupo delictivo que descubran, ya que la legislación ucraniana relativa a las madres de alquiler es -según afirma- “demasiado blanda”. La línea que separa los servicios de subrogación del tráfico de bebés es muy fina. Y añade:

 

 

   “Lo vemos y se lo mostramos a todo el mundo. Sin embargo, necesitamos la ayuda de los legisladores. Sin una mayor regulación del asunto, no podremos acabar del todo con la venta de niños ucranianos”.

 

 

   Según un informe de la agencia de seguridad SBU, el 27 de julio pasado se destapó en la región de Kharkiv a un grupo delictivo dirigido por médicos radicados en Kiev, que trabajan en la industria de la reproducción asistida y pergeñaron un sistema para suministrar recién nacidos a extranjeros al amparo del programa de subrogación.

 

 

   Y es que, como dijo hace poco la economista mexicana y experta en geopolítica Ana Esther Ceceña en una tertulia online (1), hay un ámbito de acumulación capitalista que no solemos incluir en los análisis porque cae en el terreno de la ilegalidad, aunque a menudo está imbricado en el capitalismo “legal”. Se trata del crimen organizado que, aparte del tráfico de sustancias ilícitas como las drogas o el mercado negro de armas, obras de arte, etc., incluye el más criminal de todos los tráficos, el de personas.

 

 

   Este crimen organizado, es, como señala Ceceña, parte del mercado capitalista mundial del que no solo se extraen sustanciosos beneficios, sino que es también un poderoso medio de control social. Es un poder fáctico fuerte, dinámico, que permite que el capitalismo en su actual crisis no se desmorone.

 

 

   En el caso concreto del tráfico de personas, este inyecta mano de obra esclava y forzada -de adultos y niños de ambos sexos- a los sectores industrial, agro-ganadero y minero. Suministra igualmente materia prima para el tráfico de órganos. Y no menos lucrativo es el aporte de mujeres y niñas como esclavas sexuales a los burdeles del mundo o la industria pornográfica.

 

 

   Ahora este tráfico de seres humanos incluye también criaturas recién nacidas -las más vulnerables e indefensas- que, en el mejor de los casos, serán comprados por personas que los cuiden; y, en el peor, por desalmados que los utilicen para explotarlos laboral y/o sexualmente.

 

 

   De cualquier modo, no es difícil -aunque sí muy doloroso- imaginar el tipo de infancia que espera a estas criaturas tratadas como mercancías que, si llegan a alcanzar la madurez, nunca probablemente sabrán quiénes fueron sus padres o de dónde proceden. UNICEF debería decir algo al respecto, aunque solo fuera para aparentar que la Declaración de Derechos del Niño no es otro papel mojado.

 

 

   Aquí, en Europa, el maltrato supremo a la infancia lo está facilitando una nueva forma de industria capitalista que explota la capacidad reproductiva de las mujeres -pobres en su inmensa mayoría. Una industria que es legal y cuya mercancía es accesible a las clases acomodadas del mundo rico, en una nación, Ucrania, donde Estados Unidos y la Unión Europea provocaron un golpe de Estado para instalar un gobierno neo-nazi que ha hundido a su población trabajadora en la miseria.

 

 

   Este es otro poderoso motivo para oponernos firmemente a la legalización de las madres de alquiler, que eufemísticamente llaman "gestación subrogada".

 

 

 

   (1) Ponencia de Ana Esther Ceceña, en el espacio Tertulias en Cuarentena dirigidas por Txema Sánchez: https://www.youtube.com/watch?v=AaAUci4HkQk (a partir de 1:39:10).

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