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Miércoles, 09 de Junio de 2021 Tiempo de lectura:

UNA LECTURA POLÍTICA DEL CASO DEL "BOBBY ESTRANGULADOR DE LONDRES"

El desenlace de la violación y asesinato una joven londinense destruye de un manotazo el supuesto esquema de valores construido por las clases dominantes británicas.

Faltó tiempo para que en las redes sociales inglesas se dispararan frenéticamente las especulaciones y conjeturas de todo tipo. ¿Quién podía haber sido el protagonista un crimen tan execrable? ¿Un negro? ¿Un hindú? ¿Un árabe? ¿Un terrorista? ¿O, quizá, un blanco, psicológicamente desquiciado? Nuestro colaborador Aday Quesada realiza una lectura política del asesinato de una joven británica a manos de un "simpático" bobby perteneciente a la policía de Scotland Yard

 

 

POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL


    Por unas semanas, la sociedad londinense se convirtió en un auténtico hervidero. O por lo menos eso fue lo que se encargaron de reflejar sus medios de comunicación. Como siempre, la prensa amarilla británica hacía su agosto con la [Img #67530]repentina desaparición de Sarah Everard, una joven ejecutiva, de 33 años, rubia y bien parecida, perteneciente a lo que equívocamente en Gran Bretaña, al igual que en España, se denomina  "middle class", la clase media.

 

   Los medios contaron las incidencias que habían rodeado al caso  con todos los ingredientes precisos no sólo para  complacer a un sector del público, sediento de sucesos sangrientos, sino de paso alimentar el perenne racismo blanco y residualmente colonial, presente todavía en la sociedad británica.

 

     Una semana después de  detectarse la desaparición de Sarah Everard, el cadáver de esta fue encontrado en un bosque cercano del condado sureste de Kent, en las proximidades de Londres. Su autopsia puso de manifiesto que la causa de la muerte de la joven Sarah había sido el resultado de un estrangulamiento.

 

    Faltó tiempo para que en las redes sociales se dispararan frenéticamente  especulaciones y conjeturas de todo tipo. ¿Quién podía haber sido el protagonista de tan execrable crimen? ¿Un negro? ¿Un hindú? ¿Un árabe? ¿Un terrorista? ¿O un blanco, sin duda, psicológicamente desquiciado? Y es que cuando  cuando hay un blanco  capaz de realizar una acción de ese tipo,  invariablemente está psicológicamente enfermo o tenido una infancia infeliz. Por razones que se ignoran, este tipo de circunstancias no se reproducen con la misma frecuencia en un negro, ni en un hindú, ni en un árabe

 

   Nuevamente ese  clásico odio hacia lo distinto, hacia otras culturas incomprendidas e incomprensibles, que los británicos han sentido hacia lo extraño  en el curso de los dos últimos siglos, fluyó espontáneamente a través de las millonarias conexiones  internáuticas de Facebook, Twitter, etc. etc.

 

    Sin embargo, en esta ocasión, el asesinato de  Sarah Everard no sólo sirvió  para sacar a flote el "racismo yacente"  que pervive y  sobrevive todavía en la sociedad británica. Tras conocerse la forma dramática en la que Sarah Everard había perdido la vida, se dispararon también los testimonios de millares de mujeres londinenses, que independientemente de su raza, relataron el terror que de forma sistemática sienten cada noche cuando por diferentes razones, se ven obligadas  a circular las calles de la capital de Reino Unido.  Muchas de ellas contaron sus reacciones ante los temores de sufrir agresiones o ataques verbales.

 

   Aquella indignación espontáneamente mostrada a través de las redes sociales dio pie una auténtica ola de protestas que arrastró a miles de mujeres  a manifestarse en Clapham Common, en el sur de  Londres, el barrio donde  había desaparecido Sarah Everard.

 


EL BOBBY  ESTRANGULADOR DE LONDRES

 

   Contraviniendo todo el esquema de valores que con esmerado cuidado  han estado construyendo las clases dominantes británicas  en la mente de sus 'súbditos", el sorpresivo  desenlace  del "caso de Sarah Everard" ha venido a destrozar de un manotazo todas las estampas estereotipadas acerca de la sociedad británica, de sus centuriones o de sus benévolas bondades.

 
 A finales del pasada semana, para  escarnio de  lo más gazmoño  de la sociedad británica, las autoridades policiales de ese país dieron cuenta de que Wayne Couzens,  de 48 años, un probo agente de Scotland Yard, un un simpático "bobby", había sido el autor del secuestro, violación y posterior asesinato de la joven Sarah Everard. 

 

   Para qué contarles. Como si de un terremoto se tratara,, el clásico  castillo de  naipes turístico, levantado durante años  en base a manoseados juicios y  prejuicios, se vino escandalosamente al suelo.

 

  Por si resultara insuficientemente escandaloso el que fuera  un "bobby" quien estrangulara a Sarah Everard, vino a añadirse el hecho de que el perfil de  Wayne Couzens correspondía como si fuera un clon, al  que los mass medias británicos  ha presentado siempre como  un "agente del orden ideal" "seguro" y "confiable", capaz de responder con una sonrisa dibujada en la boca a las preguntas impertinentes de una recalcitrante ancianita del londinense barrio de Kensington.

 

    Wayne Couzens era un hombre casado, padre de familia, con dos hermosos hijos, propietario de una casa posiblemente de estilo victoriano, valorada en más de 240.000 €, amable y que raramente perdía su amplía sonrisa.  Y,además, el asesino era el  vivo arquetipo étnico del ario que Himmler hubiera deseado  tener en las filas de sus SS.

  

    Por si fuera poco, sus jerarquías policiales habían depositado toda su confianza en él. Por esa razón  fue destinado a una misión nada común entre los "bobbys" de Scotland Yard: formaba parte de una  unidad de élite, armada hasta los dientes,  responsabilizado de la custodia de áreas especialmente sensibles: protección de embajadas y otras representaciones diplomáticas.

 
   Este lunes, el  agente Wayne Couzens compareció  ante el juez, y reconoció de plano haber sido el autor del secuestro, violación y asesinato de Sarah Everard, una operación que ejecutó el pasado 3 de marzo en el sur de Clapham, en Londres.

 

EPÍLOGO

 

  ¿Qué queda, pues, de aquellos simpáticos y  cordiales "bobbys" que tan idílicamente nos describió la cinematografía británica o  las postales  del Londres tecnicolor,  que a lo largo de décadas pervivieron en la mente amable de los turistas que visitaban la capital del antiguo imperio?

 

   La verdad es que no queda nada, porque no hay donde nunca nada hubo. El "bobby amable" sólo fue una construcción deliberadamente creada para consumo interno  -y, también, externo-  de una sociedad a la que se  pretendió  hacer creer que las contradicciones entre las clases sociales no existían. Y que, por tanto, era posible la existencia de un cuerpo policial represivo que no ejerciera como tal. Fue la política conservadora Margaret Thatcher, la que asumió el cometido  de desnudar la verdad ante los asombrados ojos del mundo, con el  brutal aplastamiento de la famosa Huelga minera de  la década de los 80 del siglo pasado. Algunos se empezaron a apercibir ya entonces que "bobby" bonachón que se encargaba  de hacer retornar a sus hogares a los gatitos perdidos, no era más que un espejismo inducido.  

 

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  • Maribel Santana

    Maribel Santana | Sábado, 12 de Junio de 2021 a las 16:27:11 horas

    Para las ventas de souvenirs en Inglaterra sirvieron los caretos de estos fascistas.

    Accede para responder

  • Mika

    Mika | Miércoles, 09 de Junio de 2021 a las 19:57:12 horas

    Mejor no utilizar el término Bobby ya que es una manera amable de llamar a esta scum

    Accede para responder

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