
LOS "CRISTIANOS DE BASE" RESPONDEN A LAS TRIBULACIONES ANTIMARXISTAS DEL TRIDENTINO OBISPO DE CÓRDOBA
Demoledora réplica de las "Redes sociales cristianas" al troglodita obisbo de Códoba, Demetrio Fernández.
Poderosas razones de peso avalaría en que el obispo de Córdoba, Monseñor Demetrio Fernández González es el arquetipo clásico de los obispos que en el transcurso de los casi 40 años de dictadura de Franco, orientaron nuestras vidas, determinaron nuestras costumbres y nos aterrorizaron con el fuego de los infiernos. No obstante, en esta ocasión, el prelado cordobés ha obtenido su merecida réplica. Y esta tiene doble valor porque parte desde el seno mismo de la Iglesia a la que él dice defender.
POR M.RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
Con toda propiedad se podría decir que Monseñor Demetrio Fernández González, actual obispo de Córdoba, es el arquetipo clásico de un Obispo del franquismo.
A la luz de lo que conocemos sobre él, resulta evidente que por su persona no ha ha transitado la historia. Pese a los siglos transcurridos, este Príncipe de la Iglesia ha permanecido incólume tanto en loque se relaciona con el espíritu del Concilio de Trento, como con las interpretaciones ortodoxas que un día, hace ya más de un siglo, defendiera armado con una tea encendida don Marcelino Menéndez y Pelayo.
Con igual propiedad se podía decir, igualmente, que el señor Obispo de Córdoba es, pura y llanamente, un troglodita. Un troglodita de tomo y lomo. Arrastrado por los efluvios fóbicos que le brotan de su poblado entrecejo, un día llegó a afirmar que la Unesco
"tiene programado para los próximos veinte años que la mitad de la población sea homosexual"(sic).
Hacer una afirmación de esta envergadura no puede ser sólo la expresión de que el reloj del obispo quedó parado en algún momento dado de su biografía. Necesariamente su revoltijo ideologico tiene, además, connotaciones claramente patológicas, que el prelado haría muy bien en hacerse revisar.
No hace muchos años, en el 2011, afirmó sin encomendarse a Dios ni al diablo, que la fecundación in vitro era nada menos que un «aquelarre científico». Y en un incomprensible cabreo retrospectivo por la presencia musulmana durante 800 años en la Península ibérica, agregó que la Mezquita de Córdoba no era arte musulmán. Pese a que los más ilustres expertos y doctores en la materia le demandaron que no siguiera diciendo boberías, el Obispo se mantuvo, no obstante, erre que erre en sus trece de aguerrido cruzado.
En julio del pasado año nuestro tridentino prelado se aventuró a ir aún más allá. Pronunció una furibunda crítica en contra de la celebración de un homenaje por parte del Estado a las víctimas del COVID19. ¿Qué mensaje de el maligno podría esconderse un acto como ese? Pues bien, nuestro insigne prelado terminó descubriéndolo. Dado que tal ceremonia no fue un "acto católico", tal y como mandan los cánones, investido por la ira furibunda de Dios, Don Demetrio acusó a las autoridades celebrantes, como si de un revival del Tribunal de la Santa Inquisición se tratara, de estar intentando "silenciar a Dios" con aquella despreciable ceremonia pagana .
No obstante, Monseñor Demetrio Fernández González, que reúne todas las condiciones para llegar formar parte de un renovado Santo Oficio el día que Vox se proponga proceder a su rehabilitación, encontró hace unas semanas la "horma de su zapato". Nuestro Torquemada del siglo XXI había escrito un artículo en el que entre otras cosas decía:
"Si este mundo es azuzado por el marxismo, la lucha de clases y el odio, el trabajo se convierte en una plataforma de lucha e incluso de violencia… El marxismo, la lucha de clases y el odio conducen a la violencia, por lo que es urgente que en este mundo del trabajo entre de lleno el amor cristiano”.
A Faustino Castaño, un miembro de las Comunidades Cristianas de Gijón, le faltó tiempo para ponerle los puntos sobre las íes al pensamiento troglodítico con el que este jerarca de la Iglesia pretendía aterrorizar a sus feligreses. Desde las páginas del magacín digital "Redes Cristianas", que constituye una plataforma que aglutina a alrededor de 200 Comunidades cristianas españolas, Faustino Castaño escribió una devastadora réplica que hasta el momento presente sólo ha encontrado el silencio más hermético por parte este peculiar (¿) obispo cordobés.
"El obispo de Córdoba - escribe Castaño en su réplica- confunde la enfermedad con sus síntomas y con el diagnóstico de la misma. La enfermedad es la existencia de clases sociales antagónicas, con la explotación de los débiles por parte de los fuertes. La lucha de clases y el odio que genera son síntomas de esa enfermedad; existen porque existe la enfermedad, y el marxismo es el diagnóstico de esa enfermedad y una propuesta de remedio.
"El marxismo no inventó la enfermedad -la sociedad clasista- ni sus síntomas -la lucha de clases y el odio-. El marxismo no aparece hasta la segunda mitad del siglo XIX, y para entonces la humanidad ya llevaba muchos siglos, milenios… con lucha de clases, guerras, odio entre los humanos… El marxismo no inventó todo eso, lo descubrió, lo interpretó y se apresta a darle solución. En esa tarea el marxismo está en la línea de todos los esfuerzos anteriores que se hicieron en el mismo sentido.
Más adelante, este cristiano de base le recuerda a su Obispo que:
"La sociedad clasista del Imperio Romano, en cuyo contexto se impartió esa enseñanza de Jesús de Nazaret, estaba edificada sobre arena: se había desarrollado a base de guerras de conquista, explotación de pueblos sometidos, esclavismo, elitismo de las clases altas… estaba destinada a derrumbarse y se hundió según había pronosticado el Maestro de Nazaret. Y lo mismo ocurrió con otras sociedades clasistas que vinieron a continuación. El feudalismo que se basaba en la supremacía de la clase terrateniente y su explotación de los siervos de la gleba tuvo también su ruina, cuyo hito más notable fue la Revolución Francesa. Era, ella también, una casa edificada sobre arena.
Y prosiguió escribiendo Castaño:
"Y ahora tenemos la sociedad burguesa, capitalista. ¿Tiene ésta un fundamento mejor? Veamos: está basada en el poder del dinero y el privilegio de sus poseedores frente a quien no tiene más recurso que su trabajo. La desigualdad social en este sistema produce desequilibrios que generan grandes convulsiones sociales: países en bancarota, imperialismo en zonas subdesarrolladas del planeta que generan emigraciones masivas que son rechazadas con criterios racistas en el mundo desarrollado que se beneficia de la rapiña imperialista. Todo esto se produce con un telón de fondo de desigualdad de género que somete a la mitad femenina de la población a la supremacía masculina".
Y dirigiéndose directamente a Monseñor Demetrio Fernández González, le espeta:
"No faltan integrismos religiosos que enmascaran los problemas sociales con fanatismos que no tienen otra finalidad que apartar a las masas populares de la lucha por su liberación. La Iglesia a la que pertenece el obispo cuyo artículo comentamos, nos impone una jerarquía compuesta de personas como él, que no fueron elegidas por las comunidades que pretenden dirigir. Una jerarquía que, además, no fue instituida por Jesús de Nazaret y que bendijo las pasadas sociedades clasistas, la esclavista del Imperio Romano, la feudal, y ahora la burguesa capitalista. "
"La doctrina que imparte el obispo de Córdoba pretendiendo condenar al marxismo y la "lucha de clases,, en realidad, forma parte también de "la lucha de clases", es algo que se hace a favor de las clases dominantes y el mantenimiento de esta sociedad edificada sobre arena".
"El marxismo, y la "Teología de la Liberación" que asume sus enseñanzas, aportan el mensaje de que la liberación de los oprimidos sólo puede ser obra de ellos mismos. Les enseña quién y cómo los explotan. Su lucha desatará la represión de los dominadores: …os perseguirán como me persiguieron a mi. (Juan, 15:20). Pero la finalidad ha de ser conseguir esa sociedad sin clases, sin explotación del hombre por el hombre, donde reine la justicia y la igualdad entre los seres humanos, el Comunismo…, una sociedad edificada sobre roca".
Castaño concluye su artículo con un párrafo que a nuestro juicio resulta definitivo:
"Cuando se llegue a esa meta, eso no será la culminación de la historia humana, será tan solo el fin de la prehistoria y el comienzo de la verdadera historia humana, como señalaron Karl Marx y Friedrich Engels, los iniciadores del marxismo.
Firma: Faustino Castaño, miembro del "Foro Gaspar García Laviana"
y de las Comunidades Cristianas de base de Gijón.
POR M.RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
Con toda propiedad se podría decir que Monseñor Demetrio Fernández González, actual obispo de Córdoba, es el arquetipo clásico de un Obispo del franquismo.
A la luz de lo que conocemos sobre él, resulta evidente que por su persona no ha ha transitado la historia. Pese a los siglos transcurridos, este Príncipe de la Iglesia ha permanecido incólume tanto en loque se relaciona con el espíritu del Concilio de Trento, como con las interpretaciones ortodoxas que un día, hace ya más de un siglo, defendiera armado con una tea encendida don Marcelino Menéndez y Pelayo.
Con igual propiedad se podía decir, igualmente, que el señor Obispo de Córdoba es, pura y llanamente, un troglodita. Un troglodita de tomo y lomo. Arrastrado por los efluvios fóbicos que le brotan de su poblado entrecejo, un día llegó a afirmar que la Unesco
"tiene programado para los próximos veinte años que la mitad de la población sea homosexual"(sic).
Hacer una afirmación de esta envergadura no puede ser sólo la expresión de que el reloj del obispo quedó parado en algún momento dado de su biografía. Necesariamente su revoltijo ideologico tiene, además, connotaciones claramente patológicas, que el prelado haría muy bien en hacerse revisar.
No hace muchos años, en el 2011, afirmó sin encomendarse a Dios ni al diablo, que la fecundación in vitro era nada menos que un «aquelarre científico». Y en un incomprensible cabreo retrospectivo por la presencia musulmana durante 800 años en la Península ibérica, agregó que la Mezquita de Córdoba no era arte musulmán. Pese a que los más ilustres expertos y doctores en la materia le demandaron que no siguiera diciendo boberías, el Obispo se mantuvo, no obstante, erre que erre en sus trece de aguerrido cruzado.
En julio del pasado año nuestro tridentino prelado se aventuró a ir aún más allá. Pronunció una furibunda crítica en contra de la celebración de un homenaje por parte del Estado a las víctimas del COVID19. ¿Qué mensaje de el maligno podría esconderse un acto como ese? Pues bien, nuestro insigne prelado terminó descubriéndolo. Dado que tal ceremonia no fue un "acto católico", tal y como mandan los cánones, investido por la ira furibunda de Dios, Don Demetrio acusó a las autoridades celebrantes, como si de un revival del Tribunal de la Santa Inquisición se tratara, de estar intentando "silenciar a Dios" con aquella despreciable ceremonia pagana .
No obstante, Monseñor Demetrio Fernández González, que reúne todas las condiciones para llegar formar parte de un renovado Santo Oficio el día que Vox se proponga proceder a su rehabilitación, encontró hace unas semanas la "horma de su zapato". Nuestro Torquemada del siglo XXI había escrito un artículo en el que entre otras cosas decía:
"Si este mundo es azuzado por el marxismo, la lucha de clases y el odio, el trabajo se convierte en una plataforma de lucha e incluso de violencia… El marxismo, la lucha de clases y el odio conducen a la violencia, por lo que es urgente que en este mundo del trabajo entre de lleno el amor cristiano”.
A Faustino Castaño, un miembro de las Comunidades Cristianas de Gijón, le faltó tiempo para ponerle los puntos sobre las íes al pensamiento troglodítico con el que este jerarca de la Iglesia pretendía aterrorizar a sus feligreses. Desde las páginas del magacín digital "Redes Cristianas", que constituye una plataforma que aglutina a alrededor de 200 Comunidades cristianas españolas, Faustino Castaño escribió una devastadora réplica que hasta el momento presente sólo ha encontrado el silencio más hermético por parte este peculiar (¿) obispo cordobés.
"El obispo de Córdoba - escribe Castaño en su réplica- confunde la enfermedad con sus síntomas y con el diagnóstico de la misma. La enfermedad es la existencia de clases sociales antagónicas, con la explotación de los débiles por parte de los fuertes. La lucha de clases y el odio que genera son síntomas de esa enfermedad; existen porque existe la enfermedad, y el marxismo es el diagnóstico de esa enfermedad y una propuesta de remedio.
"El marxismo no inventó la enfermedad -la sociedad clasista- ni sus síntomas -la lucha de clases y el odio-. El marxismo no aparece hasta la segunda mitad del siglo XIX, y para entonces la humanidad ya llevaba muchos siglos, milenios… con lucha de clases, guerras, odio entre los humanos… El marxismo no inventó todo eso, lo descubrió, lo interpretó y se apresta a darle solución. En esa tarea el marxismo está en la línea de todos los esfuerzos anteriores que se hicieron en el mismo sentido.
Más adelante, este cristiano de base le recuerda a su Obispo que:
"La sociedad clasista del Imperio Romano, en cuyo contexto se impartió esa enseñanza de Jesús de Nazaret, estaba edificada sobre arena: se había desarrollado a base de guerras de conquista, explotación de pueblos sometidos, esclavismo, elitismo de las clases altas… estaba destinada a derrumbarse y se hundió según había pronosticado el Maestro de Nazaret. Y lo mismo ocurrió con otras sociedades clasistas que vinieron a continuación. El feudalismo que se basaba en la supremacía de la clase terrateniente y su explotación de los siervos de la gleba tuvo también su ruina, cuyo hito más notable fue la Revolución Francesa. Era, ella también, una casa edificada sobre arena.
Y prosiguió escribiendo Castaño:
"Y ahora tenemos la sociedad burguesa, capitalista. ¿Tiene ésta un fundamento mejor? Veamos: está basada en el poder del dinero y el privilegio de sus poseedores frente a quien no tiene más recurso que su trabajo. La desigualdad social en este sistema produce desequilibrios que generan grandes convulsiones sociales: países en bancarota, imperialismo en zonas subdesarrolladas del planeta que generan emigraciones masivas que son rechazadas con criterios racistas en el mundo desarrollado que se beneficia de la rapiña imperialista. Todo esto se produce con un telón de fondo de desigualdad de género que somete a la mitad femenina de la población a la supremacía masculina".
Y dirigiéndose directamente a Monseñor Demetrio Fernández González, le espeta:
"No faltan integrismos religiosos que enmascaran los problemas sociales con fanatismos que no tienen otra finalidad que apartar a las masas populares de la lucha por su liberación. La Iglesia a la que pertenece el obispo cuyo artículo comentamos, nos impone una jerarquía compuesta de personas como él, que no fueron elegidas por las comunidades que pretenden dirigir. Una jerarquía que, además, no fue instituida por Jesús de Nazaret y que bendijo las pasadas sociedades clasistas, la esclavista del Imperio Romano, la feudal, y ahora la burguesa capitalista. "
"La doctrina que imparte el obispo de Córdoba pretendiendo condenar al marxismo y la "lucha de clases,, en realidad, forma parte también de "la lucha de clases", es algo que se hace a favor de las clases dominantes y el mantenimiento de esta sociedad edificada sobre arena".
"El marxismo, y la "Teología de la Liberación" que asume sus enseñanzas, aportan el mensaje de que la liberación de los oprimidos sólo puede ser obra de ellos mismos. Les enseña quién y cómo los explotan. Su lucha desatará la represión de los dominadores: …os perseguirán como me persiguieron a mi. (Juan, 15:20). Pero la finalidad ha de ser conseguir esa sociedad sin clases, sin explotación del hombre por el hombre, donde reine la justicia y la igualdad entre los seres humanos, el Comunismo…, una sociedad edificada sobre roca".
Castaño concluye su artículo con un párrafo que a nuestro juicio resulta definitivo:
"Cuando se llegue a esa meta, eso no será la culminación de la historia humana, será tan solo el fin de la prehistoria y el comienzo de la verdadera historia humana, como señalaron Karl Marx y Friedrich Engels, los iniciadores del marxismo.
Firma: Faustino Castaño, miembro del "Foro Gaspar García Laviana"
y de las Comunidades Cristianas de base de Gijón.
jose antonio | Jueves, 20 de Mayo de 2021 a las 12:45:50 horas
en un gobierno con conciencia de clase. a estos señores. se les juzgaria por un tribunal popular. y que la justicia real les haga pagar todos los daños fisicos sicologicos robo y saqueo. en campos de trabajo hasta el final de sus dias.
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