
ANTE EL EVENTO ELECTORAL: PABLO IGLESIAS Y EL LOBO DEL FASCISMO. ¿QUIÉN BLANQUEA A QUIÉN? (VÍDEO)
Pablo Iglesias declara a "El País" que los medios de comunicación españoles están "blanqueando" la presencia fascista en la sociedad española
Declara Pablo Iglesias que cuando hizo público su desesperado llamamiento a la sociedad española a una "alerta antifascista", todo el mundo, incluso la izquierda, "se le echó encima". ¿Responde a la realidad esta afirmación del dirigente de Podemos? se pregunta Máximo Relti, autor de este artículo. En el curso de estos cuatro últimos decenios ¿ha dejado en algún instante de blanquearse la imagen del fascismo en España? ¿No ha participado también Iglesias en esta suerte de ceremonia de santificación del ultraderechismo español?
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
Según declaró Pablo Iglesias este domingo, 2 de mayo, al periódico madrileño "El País", uno de los problemas más graves que se está produciendo en España en estos momentos lo constituye el hecho de que desde sus medios de comunicación se está "blanqueando" la presencia del fascismo en nuestra sociedad. Se "naturaliza", precisó Iglesias, su visualizacion entre nosotros.
"Cuando dijimos "alerta antifascista" -manifestó el Secretario General de Podemos- se nos echaron encima, incluso también desde sectores de la izquierda, pero cuando esa palabra la pronuncia Pepa Bueno hay un antes y un después. Y Àngels Barceló, y lo dice Ángel Gabilondo".
Como ha venido sucediendo a lo largo de toda su corta pero no menos contradictoria trayectoria política, Iglesias no deja de valerse de todo tipo de recursos y timos politicos para tratar de movilizar a sus decepcionados antiguos votantes que, movidos por temores ciertos o inciertos, justificados o injustificados, le puedan servir para cumplir sus fines electorales, cuando no estrictamente personales.
¿QUIÉN Y CÓMO SE "BLANQUEA" REALMENTE AL FASCISMO EN ESPAÑA?
Que en España se ha intentado "blanquear" al fascismo no es una novedad que pueda asombrar a aquellos que sigan con cierta atención los avatares de la política española. Incluso podría decirse que realizar una afirmación como esa a estas alturas, no pasa de ser una simple perogrullada.
Desde el mismo 18 de julio de 1936 una demoledora maquinaria de transmisión ideológica, construida ex profeso, estuvo tratando de escribir a sangre y fuego sobre la mente de los españoles los valores propios de esa ideología. De forma sincronizadamente conjunta, la Iglesia, los medios de comunicación y el aparato educativo constituyeron piezas claves en esa batalla ideológica emprendida por la derecha española ya antes de que se produjera la derrota republicana.
Ese sistemático "blaqueamiento" no ha cesado desde entonces. Es cierto que hoy para la defensa del autoritarismo político ya no se recurre a la fanfarria ideológica fascista clásica, pero el trasfondo de principios, ideas, valoraciones y esquemas interpretativos continúa subyacente en el conjunto de la institucionalidad española. No podía haber sucedido de otra manera, dado que ni siquiera llegó a producirse un intento de proceder a cambiarlos por parte de los poderes del Estado, después de la desaparición del dictador y de que se estableciera la peculiar "democracia" que rige nuestra vida política actual.
Contrariamente a lo que se nos ha tratado de hacer entender, con la Constitución de 1978 se implantó en el Estado español una Monarquía que clonó todos los vértices de la arquitectura de la dictadura . Se cambiaron algunas formas, pero los contenidos esenciales continuaron perennes.
Todo el aparato institucional, en el que se incluyen los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, no han dejado de estar sometidos -de una u otra forma, con mayor o menor intensidad - al perseverante empeño de blanquear los aspectos más notoriamente autoritarios devenidos de la pasada dictadura franquista.
Y es que, si las cosas no hubieran sucedido tal y como la estamos describiendo, hoy resultaría difícilmente explicable, por ejemplo, la actual composición ideológica de una poderosa Judicatura ultraconservadora, capaz de interceptar la más insignificante reforma que se pretenda realizar, incluso, desde las instituciones del propio sistema político.
O la existencia de una cúpula militar que, lejos de haber sido depurada en un riguroso proceso de democratización, como sucedió en otros países europeos, continúa en realidad sin estar sometida a la autoridad del Parlamento, respondiendo exclusivamente a la libre voluntad del monarca. Constitucionalmente él es el jefe de las Fuerzas Armadas, determinando última ratio -y todos podemos intuir hasta dónde pueden llegar los límites de esta última ratio, cual deberá ser su comportamiento y actuaciones.
Cómo explicarse, si no fuera así, que los diferentes Ejecutivos durante estas últimas cuatro décadas, por ejemplo, se mostraran incapaces de hacer desaparecer el Mausoleo a sus Caídos, erigido por el dictador a mayor gloria suya. Cómo estar en condiciones de entender las reiteradas denuncias formuladas por acreditados organismos internacionales, que corroboran que en las dependencias policiales españolas se continúa practicando la tortura.
De qué manera se podría entender, si no, la insólita e impune amenaza formulada por altos mandos militares del Ejército, que estuvieron desempeñando durante décadas las más altas funciones en la Jefatura del Ejército, y que se permiten hoy pronunciarse favorablemente a la liquidación de 26 millones de españoles, si ello fuera políticamente preciso. Cómo asumir que el monarca, heredero en línea directa del dictador, se haya servido del trono para convertirlo en una eficaz máquina de hacer dinero.
Y lo esencial: ¿cómo una sociedad formada y articulada a través de principios democráticos, habría podido resistir casi en silencio, secuencias como las que acabamos de reseñar?
PABLO IGLESIAS Y LA TRIVIALIZACIÓN DE LA AMENAZA FASCISTA
Aunque Iglesias ahora se haya atrevido a esgrimir el legendario "¡No pasarán!" en su campaña electoral, en realidad no está haciendo otra cosa más que trivializar la seria amenaza que supone en una sociedad como la nuestra, las amenazas de las corrientes totalitarias.
El fascismo no aparece nunca por ensalmo, de la nada. Su aparición y desarrollo responde generalmente a factores políticos, sociales y económicos previos. Embrionariamente las actuales corrientes ultraderechistas europeas están siendo gestadas, entre otras razones, por la inexistencia de una izquierda coherente, revolucionaria y combativa, cuya ausencia del espacio político hace posible que las reivindicaciones populares terminen siendo demagógicamente reconducidas por los partidos y organizaciones que justamente lo que pretenden es que nada cambie, que todo siga igual.
Bastaría consultar la historia del siglo XX para poder constatar que el desarrollo del fascismo clásico respondió a causas aproximadamente similares. Así sucedió en Alemania, en el año 1933, donde una ultraderecha disfrazada de "Partido Obrero nacional-socialista alemán" trató de estafar políticamente a los sectores populares, recurriendo a hondos sentimientos colectivos insatisfechos. O en la Italia de los años 20, cuando un ex socialdemócrata, Benito Mussolini, se presentó como "salvador" ante las clases populares italianas.
O ya en tiempos cronológicamente más cercanos cuando, en los Estados Unidos, Donald Trump, frente la avalancha de despidos, la precarización laboral y la desindustrialización en aras de los intereses globalizadores de los grandes capitales financieros estadounidenses, pronunció su banderín de enganche con el "American First". El brasileño Bolsonaro no fue tampoco el resultado de un simple desatino político. Es también la viva expresión del profundo desengaño provocado por la intensa y generalizada corrupción en el seno del Partido del Trabajo, liderado por Lula da Silva. ¿En qué recónditos nidos se incuban, pues, los huevos de la serpiente fascista?
Conviene no trivializar, como ahora hace Pablo Iglesias, cuestiones que implican graves repercusiones sociales y políticas para los pueblos. La prevención en contra del fascismo no puede fundamentarse nunca en un recurso electoral al grito de "¡qué viene el lobo!", ¡que viene el lobo!, porque el lobo no ha dejado ni dejará de permanecer nunca entre nosotros, y el peligro de su reaparición continuará existiendo en tanto exista el sistema capitalista que lo posibilita y lo utiliza en momentos históricamente determinados, en los que las clases hegemónicas requieren de la violencia para imponer sus intereseses.
Pero es que, además, sucede que, como sosteníamos unos párrafos más arriba, ninguno de los partidos que componen el arco institucional español se libra de la acusación de haber banalizado -por acción u omisión- la incuestionable presencia de los valores ideológicos del fascismo en la sociedad española. Ni siquiera el del propio Pablo Iglesias, que ahora, en pleno festival electoral, finge estar alarmado por el vertiginoso y repentino "avance" del fascismo en España.
OTRAS FORMAS NO MENOS DAÑINAS DE "BLANQUEAR" AL FASCISMO
Y para que quede constancia argumental de que la "alarma antifascista" proclamada por Pablo Iglesias - independientemente de cuáles sean los resultados finales de las elecciones madrileñas del martes - ha sido tan sólo un gesto electoral sobrevenido, ponemos a disposición de nuestros lectores las imágenes videográficas de una amena y festiva "tertulia", descubierta por una cámara indiscreta, entre el dirigente de Podemos y destacados líderes de la peor carcundia celtibérica española, que solaz y amigablemente compartieron sus cuitas, acompañados por alegres y jaraneros "jijis - jajas".
¿Es esa la forma con la que un dirigente político que alega representar los intereses populares, debe relacionarse con enemigos tan peligrosos contra los que ahora, y sólo en período electoral, nos pretende alertar?
VÍDEO: IGLESIAS DE "JIJÍS-JAJÁS" CON EL INMOBILIARIO Y DIRIGENTE DE VOX, IVÁN ESPINOSA DE LOS MONTEROS
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
Según declaró Pablo Iglesias este domingo, 2 de mayo, al periódico madrileño "El País", uno de los problemas más graves que se está produciendo en España en estos momentos lo constituye el hecho de que desde sus medios de comunicación se está "blanqueando" la presencia del fascismo en nuestra sociedad. Se "naturaliza", precisó Iglesias, su visualizacion entre nosotros.
"Cuando dijimos "alerta antifascista" -manifestó el Secretario General de Podemos- se nos echaron encima, incluso también desde sectores de la izquierda, pero cuando esa palabra la pronuncia Pepa Bueno hay un antes y un después. Y Àngels Barceló, y lo dice Ángel Gabilondo".
Como ha venido sucediendo a lo largo de toda su corta pero no menos contradictoria trayectoria política, Iglesias no deja de valerse de todo tipo de recursos y timos politicos para tratar de movilizar a sus decepcionados antiguos votantes que, movidos por temores ciertos o inciertos, justificados o injustificados, le puedan servir para cumplir sus fines electorales, cuando no estrictamente personales.
¿QUIÉN Y CÓMO SE "BLANQUEA" REALMENTE AL FASCISMO EN ESPAÑA?
Que en España se ha intentado "blanquear" al fascismo no es una novedad que pueda asombrar a aquellos que sigan con cierta atención los avatares de la política española. Incluso podría decirse que realizar una afirmación como esa a estas alturas, no pasa de ser una simple perogrullada.
Desde el mismo 18 de julio de 1936 una demoledora maquinaria de transmisión ideológica, construida ex profeso, estuvo tratando de escribir a sangre y fuego sobre la mente de los españoles los valores propios de esa ideología. De forma sincronizadamente conjunta, la Iglesia, los medios de comunicación y el aparato educativo constituyeron piezas claves en esa batalla ideológica emprendida por la derecha española ya antes de que se produjera la derrota republicana.
Ese sistemático "blaqueamiento" no ha cesado desde entonces. Es cierto que hoy para la defensa del autoritarismo político ya no se recurre a la fanfarria ideológica fascista clásica, pero el trasfondo de principios, ideas, valoraciones y esquemas interpretativos continúa subyacente en el conjunto de la institucionalidad española. No podía haber sucedido de otra manera, dado que ni siquiera llegó a producirse un intento de proceder a cambiarlos por parte de los poderes del Estado, después de la desaparición del dictador y de que se estableciera la peculiar "democracia" que rige nuestra vida política actual.
Contrariamente a lo que se nos ha tratado de hacer entender, con la Constitución de 1978 se implantó en el Estado español una Monarquía que clonó todos los vértices de la arquitectura de la dictadura . Se cambiaron algunas formas, pero los contenidos esenciales continuaron perennes.
Todo el aparato institucional, en el que se incluyen los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, no han dejado de estar sometidos -de una u otra forma, con mayor o menor intensidad - al perseverante empeño de blanquear los aspectos más notoriamente autoritarios devenidos de la pasada dictadura franquista.
Y es que, si las cosas no hubieran sucedido tal y como la estamos describiendo, hoy resultaría difícilmente explicable, por ejemplo, la actual composición ideológica de una poderosa Judicatura ultraconservadora, capaz de interceptar la más insignificante reforma que se pretenda realizar, incluso, desde las instituciones del propio sistema político.
O la existencia de una cúpula militar que, lejos de haber sido depurada en un riguroso proceso de democratización, como sucedió en otros países europeos, continúa en realidad sin estar sometida a la autoridad del Parlamento, respondiendo exclusivamente a la libre voluntad del monarca. Constitucionalmente él es el jefe de las Fuerzas Armadas, determinando última ratio -y todos podemos intuir hasta dónde pueden llegar los límites de esta última ratio, cual deberá ser su comportamiento y actuaciones.
Cómo explicarse, si no fuera así, que los diferentes Ejecutivos durante estas últimas cuatro décadas, por ejemplo, se mostraran incapaces de hacer desaparecer el Mausoleo a sus Caídos, erigido por el dictador a mayor gloria suya. Cómo estar en condiciones de entender las reiteradas denuncias formuladas por acreditados organismos internacionales, que corroboran que en las dependencias policiales españolas se continúa practicando la tortura.
De qué manera se podría entender, si no, la insólita e impune amenaza formulada por altos mandos militares del Ejército, que estuvieron desempeñando durante décadas las más altas funciones en la Jefatura del Ejército, y que se permiten hoy pronunciarse favorablemente a la liquidación de 26 millones de españoles, si ello fuera políticamente preciso. Cómo asumir que el monarca, heredero en línea directa del dictador, se haya servido del trono para convertirlo en una eficaz máquina de hacer dinero.
Y lo esencial: ¿cómo una sociedad formada y articulada a través de principios democráticos, habría podido resistir casi en silencio, secuencias como las que acabamos de reseñar?
PABLO IGLESIAS Y LA TRIVIALIZACIÓN DE LA AMENAZA FASCISTA
Aunque Iglesias ahora se haya atrevido a esgrimir el legendario "¡No pasarán!" en su campaña electoral, en realidad no está haciendo otra cosa más que trivializar la seria amenaza que supone en una sociedad como la nuestra, las amenazas de las corrientes totalitarias.
El fascismo no aparece nunca por ensalmo, de la nada. Su aparición y desarrollo responde generalmente a factores políticos, sociales y económicos previos. Embrionariamente las actuales corrientes ultraderechistas europeas están siendo gestadas, entre otras razones, por la inexistencia de una izquierda coherente, revolucionaria y combativa, cuya ausencia del espacio político hace posible que las reivindicaciones populares terminen siendo demagógicamente reconducidas por los partidos y organizaciones que justamente lo que pretenden es que nada cambie, que todo siga igual.
Bastaría consultar la historia del siglo XX para poder constatar que el desarrollo del fascismo clásico respondió a causas aproximadamente similares. Así sucedió en Alemania, en el año 1933, donde una ultraderecha disfrazada de "Partido Obrero nacional-socialista alemán" trató de estafar políticamente a los sectores populares, recurriendo a hondos sentimientos colectivos insatisfechos. O en la Italia de los años 20, cuando un ex socialdemócrata, Benito Mussolini, se presentó como "salvador" ante las clases populares italianas.
O ya en tiempos cronológicamente más cercanos cuando, en los Estados Unidos, Donald Trump, frente la avalancha de despidos, la precarización laboral y la desindustrialización en aras de los intereses globalizadores de los grandes capitales financieros estadounidenses, pronunció su banderín de enganche con el "American First". El brasileño Bolsonaro no fue tampoco el resultado de un simple desatino político. Es también la viva expresión del profundo desengaño provocado por la intensa y generalizada corrupción en el seno del Partido del Trabajo, liderado por Lula da Silva. ¿En qué recónditos nidos se incuban, pues, los huevos de la serpiente fascista?
Conviene no trivializar, como ahora hace Pablo Iglesias, cuestiones que implican graves repercusiones sociales y políticas para los pueblos. La prevención en contra del fascismo no puede fundamentarse nunca en un recurso electoral al grito de "¡qué viene el lobo!", ¡que viene el lobo!, porque el lobo no ha dejado ni dejará de permanecer nunca entre nosotros, y el peligro de su reaparición continuará existiendo en tanto exista el sistema capitalista que lo posibilita y lo utiliza en momentos históricamente determinados, en los que las clases hegemónicas requieren de la violencia para imponer sus intereseses.
Pero es que, además, sucede que, como sosteníamos unos párrafos más arriba, ninguno de los partidos que componen el arco institucional español se libra de la acusación de haber banalizado -por acción u omisión- la incuestionable presencia de los valores ideológicos del fascismo en la sociedad española. Ni siquiera el del propio Pablo Iglesias, que ahora, en pleno festival electoral, finge estar alarmado por el vertiginoso y repentino "avance" del fascismo en España.
OTRAS FORMAS NO MENOS DAÑINAS DE "BLANQUEAR" AL FASCISMO
Y para que quede constancia argumental de que la "alarma antifascista" proclamada por Pablo Iglesias - independientemente de cuáles sean los resultados finales de las elecciones madrileñas del martes - ha sido tan sólo un gesto electoral sobrevenido, ponemos a disposición de nuestros lectores las imágenes videográficas de una amena y festiva "tertulia", descubierta por una cámara indiscreta, entre el dirigente de Podemos y destacados líderes de la peor carcundia celtibérica española, que solaz y amigablemente compartieron sus cuitas, acompañados por alegres y jaraneros "jijis - jajas".
¿Es esa la forma con la que un dirigente político que alega representar los intereses populares, debe relacionarse con enemigos tan peligrosos contra los que ahora, y sólo en período electoral, nos pretende alertar?
VÍDEO: IGLESIAS DE "JIJÍS-JAJÁS" CON EL INMOBILIARIO Y DIRIGENTE DE VOX, IVÁN ESPINOSA DE LOS MONTEROS
ejenenacar | Miércoles, 05 de Mayo de 2021 a las 15:07:04 horas
esto va para el nick javier puertolas que ha dejado una respuesta en mi primer comentario y como me ha sido imposible contestar allí, lo hago de este modo.
... los insultos y descalificaciones sin atisbo de argumentación, denota el grado reaccionario del que así actúa. Me ahorro pues calificativos pues solito se ha descalificado
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