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Martes, 27 de Abril de 2021 Tiempo de lectura:

EL VERDADERO "GRAN HERMANO": LOS BANCOS AVANZAN EN LA VIGILANCIA GLOBAL

Se plantean implementar sistemas de inteligencia artificial para monitorear a clientes y empleados

 Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL. ORG.-

 

 

    Para satisfacer su imperiosa necesidad de hacer nuevos negocios con los clientes, y en pos de un mejor control de sus empleados, las empresas utilizan cada vez más las tecnologías avanzadas, para lo que se ha dado en llamar “control panóptico”.

 

    Esto es precisamente lo que los bancos estadounidenses, como City National Bank de Florida, JP Morgan Chase o Wells Fargo, están poniendo en práctica. Se trata de un sistema para captar todos los datos posibles y nutrir con ellos los algoritmos de la mal llamada “inteligencia artificial”.

 

    En correspondencia con dicha estrategia, han comenzado a implementar tecnologías de inteligencia artificial en las cámaras que tienen instaladas en sus sucursales, para realizar reconocimiento facial y analizar patrones de comportamiento generales, tanto de los clientes como de los empleados, según informa la agencia de noticias Reuters citando fuentes del sector bancario. Estas mismas tecnologías se utilizan también para identificar a las personas que duermen en o cerca de los cajeros automáticos. 

 

   Con la “naturalidad” apologética que caracteriza a los tecnócratas, Bobby Domínguez, director de seguridad de la información del City National, presentó las pruebas de reconocimiento facial que se realizarán en sus 31 sucursales:

 

 

"estamos aprovechando el reconocimiento facial en los dispositivos móviles ¿Por qué no aprovecharlo en el mundo real?".

 

   Eso sí, para despejar cualquier duda acerca de la pretendida integridad de su empresa, Domínguez "garantizó" con su palabra que nunca van a comprometer la privacidad de sus clientes.

 

    Sin embargo, por más que se intente disimular el conflicto entre los intereses empresariales y los sociales e individuales  de los clientes, trivializándolo con axiomas “tecnofílicos”, el reconocimiento facial constituye un avance más hacia el “panóptico global”, es decir: vigilancia global, donde el rostro constituye el preciado objetivo del mundo 5G que está desarrollándose vertiginosamente ante nosotros.

 

   El término "panóptico" lo usamos como analogía entre las nuevas estructuras de control y vigilancia directa utilizadas por empresas y gobiernos, a través de nuestros dispositivos electrónicos conectados a Internet, los datáfonos y el cajero automático; y la estructura del panóptico ideado por el filósofo utilitarista de finales del siglo XVIII, Jeremy Bentham, consistente en un tipo de arquitectura carcelaria en círculo, cuyo objetivo no era otro que permitir a su guardián, protegido en una torre central, observar a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales alrededor de la torre, sin que estos pudieran saber si eran observados ni cuándo.

 

 

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   En este sentido, el panóptico sirvió como herramienta de análisis para los filósofos franceses, Michel Foucault y Gilles Deleuze en relación con el control político en las sociedades occidentales.

 

   Según Foucault, Bentham habría encontrado “una tecnología específica para resolver los problemas de vigilancia” que el poder procuraba y que, a pesar de la existencia de experiencias precursoras, "generó una revolución en sistemas relacionados con penitenciarías, hospitales, fábricas e instituciones educativas" a finales del siglo XVIII. A esto el filósofo francés lo llamó “poder por transparencia”. Es decir, un sistema en donde no hay posibilidades de ocultarse, ni de realizar acciones sin ser visto. En dos palabras, vigilancia omnipresente.

 

   Para Foucault, el efecto panóptico por excelencia es aquel que logra “[…] inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder”.

 

    Como podemos imaginar, a medida que los avances tecnológicos lo favorecieron, dichas tecnologías de vigilancia han ido actualizándose hasta el día de hoy, con la vigilancia de los cuerpos facilitada por la emergencia de Internet.

 

    Es en este momento cuando aparecen los análisis de Gilles Deleuze (1995), quien actualiza extraordinariamente el asunto en su Posdata sobre las sociedades de control, donde explica cómo las técnicas y estrategias de control de las poblaciones – problematizadas también por el propio Foucault en Nacimiento de la biopolítica – podían identificarse además en las relaciones entre individuos y masas.

 

   Deleuze se adelantó a clarificar lo que hoy podríamos perfectamente identificar con cualquier persona que interactúa con su smartphone:

 

 

“No es preciso apelar a la ficción científica –escribió- para concebir un mecanismo de control capaz de proporcionar a cada instante la posición de un elemento en un medio abierto, ya sea un animal dentro de una reserva o un hombre en una empresa (collarín electrónico)”.

 

    Tiempo después, Zygmunt Bauman concretó el concepto de “post-panóptico” y el de “vigilancia líquida” para explicar el control en la sociedad contemporánea, donde ya no podemos percibir de forma clara los puntos de vigilancia.

 

    Sin embargo, pareciera que la mayoría de la sociedad asume como fatalidad que es  “normal” que, como contrapartida a los servicios de internet que “nos hacen la vida más fácil", como a menudo se dice, debemos aceptar que nuestra vida digital (o digitalizada) pueda ser  espiada,  sustraída y utilizada contra nosotros mismos.

 

    En la novela 1984, George Orwell  proclamaba que lo que no podía hacer el poder era meterse en nuestra cabeza. No obstante, con Internet se han generado eventos en el mundo de las comunicaciones que treinta años atrás solamente podían vislumbrarse a través de ficciones. Basta  nuestra “huella digital”, atesorada en gigantescas bases de datos almacenadas en colmenas de servidores conectados unos a otros a través de Internet –que conforma lo que se ha denominado “big data”-,  para imaginar el horizonte y las ramificaciones que puede adoptar el control social más despótico.

 

   Por ello, en el reconocimiento facial vemos una de las expresiones más claras del panóptico global que el capitalismo implementa  a través de Internet y toda su aparatología.

 

 

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