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Lunes, 26 de Abril de 2021 Tiempo de lectura:

LA MARMOTA DE VOX

¿Recuerdan - escribe Francisco Javier González - aquella película de mediados de hace unos años, “El Día de la Marmota” (Groundhog Day)? En ella Bill Murray acudía a aquel pequeño pueblo gringo, de irrepetible nombre, al que había ido la prensa para dar fe de la predicción de futuro del curioso animalito (...).

 

Por FRANCISCO JAVIER GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

  ¿Recuerdan aquella película de mediados de hace unos años, “El Día de la Marmota” (Groundhog Day)? En ella Phil (Bill Murray) acudía a aquel pequeño pueblo gringo, de irrepetible nombre, al que había ido la prensa para dar fe de la predicción de futuro del curioso animalito. Phil se dormía y, al despertar, veía, entre asombrado y temeroso, como se repetían, punto por punto, todos los sucesos del día anterior.

 

   El pasado viernes, por la mañana, la cadena SER transmitía un debate con cuatro de los cinco candidatos a la presidencia de la Autonomía de la capital del Estado español. La pepera Sra. Ayuso no apareció porque sabía que su presencia no añadía nada nuevo al bloque reaccionario, suficiente y efectivamente representado por la derecha, supuestamente centrada de Ciudadanos, y la muy extrema de Vox, como voces laterales que complementan y definen a la aspiración de gobierno del hispano PP.

 

 

   En realidad el debate interesa fuera de las fronteras madrileñas, colonias africanas incluidas, porque la ínclita, irrepetible e increíble presidenta madrileña Ayuso -encarnación única del chulapismo capitalino que huyó de ese debate pensando que tenía más que perder que de ganar-  ha tenido la habilidad torticera de convertir esas elecciones locales en una confrontación extensible a todo el Estado entre, como dice ella, “Comunismo o Libertad” o, su posterior modificación de “Socialismo o Libertad”, traducible a la real y permanente entre “Izquierda o Derecha”

 

 

    Para aderezar toda la campaña que gira ahora entorno a Madrid, desde esos rincones oscuros , innominados pero identificables perfectamente, de la derecha española heredera del franquismo, se envían, sendas misivas por correo, al Ministro del Interior español y la Directora General de la Guardia Civil, instando a su dimisión en diez días o enfrentándose, caso de no acceder, a la amenaza de una bala del 7,62 –calibre en uso por el ejército español- mientras que al candidato de Podemos, Pablo Iglesias, le remitieron otra comunicándole su condena a muerte, con sus padres y esposa, adjuntando, para dar veracidad a la amenaza, 4 balas de igual calibre.

 

 

   Antes de comenzar el debate, y visto que la jesuítica representante de VOX ponía en duda la veracidad de esa amenaza –duda que su jefe de filas, el “ex mantenido” del PP, Mr. Abascal- achacaba a un supuesto montaje, el Sr Iglesias optó por retirarse para no soportar la presencia de personajes fascistas como la Sra. Monasterio, presidenta de VOX-Madrid. Este ejemplo, tras las intervenciones faltonas y fuera de toda lógica de esta supuesta “señora” en el transcurso del debate, se siguió también por el resto de representantes de la izquierda presente, haciéndose visible la dicotomía real que subyace en esta elección madrileña: derecha facciosa y españolera vs. Izquierda más o menos progresista.

 

 

    Como espectador no impasible no he podido menos que recordar mi propia experiencia personal. El 23 de febrero (23F) del 81, a algo más de las 6 de la tarde hora canaria, estaba yo en el Instituto de Canarias-Cabrera Pinto con Adrián Alemán. Nos preparábamos, él a dar una charla sobre arquitectura lagunera a los alumnos, y yo a presentarlo al alumnado. Vinieron a avisarnos que oyéramos la radio porque en España se había desatado un golpe de estado. Nos fuimos a casa.

 

 

   Yo estaba implicado en el PTC, la CCT y la lucha independentista. Se desató un pandemónium de esconder papeles, de recibir llamadas de compañeros, unos que abandonaban rápidamente los domicilios y otros preguntándome que hacer. La CCT sacó de su local toda la documentación. La multicopista se llevó a mi casa.  Juana no quiso irse de casa y mandamos los niños con mis padres. Recuerdo con nitidez dos de las tantas llamadas que tuve: la de mi compañero y amigo Lolo León –que era el patrón de un motovelero de turismo que me dijo que estaría a bordo por si era necesario- y otra, de una voz, de tinte policial, que recordaba de alguna vez anterior, advirtiéndome de que me quedaba poco tiempo. Que vendrían a por mí.

 

 

  Era el fascismo puro y duro. Hoy, cuarenta años después, he recordado con mi esposa Juana esos días y esas amenazas.

 

Es, otra vez, el “Día de la Marmota”.

 

 

Gomera a 24 de abril de 2021.

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