TTE. GONZALO SEGURA: HACIA LA ROBOTIZACIÓN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL
El programa armamentista europeo en el que se ha embarcado España no solo genera dudas políticas por su inutilidad pública, sino también por aquellas de carácter moral
Según el todavía teniente del ejército español, Luis Gonzalo Segura, España, además de pretender convertirse en incrementar su día grande potencial como exportadora de armamento , ocupando el séptimo lugar en el mundo, acaba de poner en marcha un programa de "modernización militar", que no es más que un megaproyecto de robotización militar, en un país en el que diariamente se nos informa que no hay recursos para repartir el tipo de mascarillas que nos correspondería estar utilizando.
POR LUIS GONZALO SEGURA
(Resumido de su articulo "España (y Europa) robotiza sus ejércitos" Si desea leer el ariticulo en su integridad, pulse aquí)
Yemen, 2030
Un dron sobrevuela un mercado repleto de personas. Lo considera un objetivo. Envía una señal a un enjambre de vehículos militares no tripulado del tamaño de un coche Smart fortwo con una plataforma de misiles. Desde el buque saudita donde se controla el robot militar se dispara, como si de un videojuego se tratara, una letal descarga de explosivos que arrasa el mercado y acaba con la vida de decenas o centenares de personas. Es decir, lo que ya ocurre en la actualidad, pero mucho más barato y efectivo.
¿Un denominador común?
Navantia, la empresa española que vende fragatas a Arabia Saudí y que acaba de presentar un proyecto de vehículo no tripulado terrestre; España, que pretende convertirse en una mayor potencia mundial de lo que ya es en cuanto a fabricar y vender armas –séptima– y cuyo Ejército de Tierra acaba de poner en marcha un programa de modernización militar; la Unión Europea, que acaba de movilizar 9.000 millones de euros para dotar de robots terrestres militares a sus ejércitos; y Estados Unidos, dispuesta a comenzar una nueva carrera armamentista que provoque otra Guerra Fría que cause millones de muertos, despilfarre muchos más millones de dólares públicos para beneficio de las élites esquilmando todavía más los sistemas públicos de salud o educación. Es el futuro, amigos. También el presente.
MIENTRAS:
Los hospitales están próximos al colapso, el nivel de contagios aumenta de forma incontrolada, las funerarias trabajan a destajo y la desesperación comienza a mermar en una ciudadanía que no parece vislumbrar un remedio para la carcoma del tejido económico.
La recuperación se antoja interminable, el desempleo se eleva hasta lo insostenible y las vacunas han sido secuestradas por las voraces farmacéuticas. En estas circunstancias se encuentra España, como muchos otros países en Europa y el resto del mundo.
Y, en estas circunstancias, España ha decidido aumentar el número de militares –a finales de enero se convocaron 3.340 vacantes para entrar en el Ejército español– y embarcarse en el mencionado programa armamentista europeo que, no solo genera dudas políticas por su (no) utilidad pública, sino también morales: robots. Robots terrestres capaces de todo. Y arroja no pocas sombras de duda.
El programa armamentista europeo en el que se ha embarcado España no solo genera dudas políticas por su (no) utilidad pública, sino también morales: robots. Robots terrestres capaces de todo.
Un Ejército robotizado, con Inteligencia Artificial, nanotecnología, armas de alta precisión, tecnologías cuánticas y de redes neuronales y elevada conectividad se sitúa frente al palacio presidencial de ese incorregible país que decide, de forma absolutamente insolente, que pretende un modelo en el que el reparto del capital sea más equitativo y se reduzcan los niveles de desigualdad y pobreza. Es una guerra sin coste mediático. El sueño de los halcones yanquis.
Norteamérica y Europa, 2050
Esa tecnología, que no ha resuelto los grandes problemas de la actualidad, como la desigualdad y la precariedad, pero ha proporcionado innumerables réditos a las élites económicas y a la industria armamentista, ha sido implementada, como suele ocurrir con los avances militares, en la seguridad civil.
Ahora, todos aquellos que no quisieron o no supieron saber lo que ocurría en el resto del mundo mientras contaran con pan y circo están controlados también por enjambres de robots policiales dispuestos a que el orden no se altere lo más mínimo. El orden es el Capitalismo y lo hemos y lo estamos construyendo entre todos. Incluso en plena crisis económica y sanitaria.
POR LUIS GONZALO SEGURA
(Resumido de su articulo "España (y Europa) robotiza sus ejércitos" Si desea leer el ariticulo en su integridad, pulse aquí)
Yemen, 2030
Un dron sobrevuela un mercado repleto de personas. Lo considera un objetivo. Envía una señal a un enjambre de vehículos militares no tripulado del tamaño de un coche Smart fortwo con una plataforma de misiles. Desde el buque saudita donde se controla el robot militar se dispara, como si de un videojuego se tratara, una letal descarga de explosivos que arrasa el mercado y acaba con la vida de decenas o centenares de personas. Es decir, lo que ya ocurre en la actualidad, pero mucho más barato y efectivo.
¿Un denominador común?
Navantia, la empresa española que vende fragatas a Arabia Saudí y que acaba de presentar un proyecto de vehículo no tripulado terrestre; España, que pretende convertirse en una mayor potencia mundial de lo que ya es en cuanto a fabricar y vender armas –séptima– y cuyo Ejército de Tierra acaba de poner en marcha un programa de modernización militar; la Unión Europea, que acaba de movilizar 9.000 millones de euros para dotar de robots terrestres militares a sus ejércitos; y Estados Unidos, dispuesta a comenzar una nueva carrera armamentista que provoque otra Guerra Fría que cause millones de muertos, despilfarre muchos más millones de dólares públicos para beneficio de las élites esquilmando todavía más los sistemas públicos de salud o educación. Es el futuro, amigos. También el presente.
MIENTRAS:
Los hospitales están próximos al colapso, el nivel de contagios aumenta de forma incontrolada, las funerarias trabajan a destajo y la desesperación comienza a mermar en una ciudadanía que no parece vislumbrar un remedio para la carcoma del tejido económico.
La recuperación se antoja interminable, el desempleo se eleva hasta lo insostenible y las vacunas han sido secuestradas por las voraces farmacéuticas. En estas circunstancias se encuentra España, como muchos otros países en Europa y el resto del mundo.
Y, en estas circunstancias, España ha decidido aumentar el número de militares –a finales de enero se convocaron 3.340 vacantes para entrar en el Ejército español– y embarcarse en el mencionado programa armamentista europeo que, no solo genera dudas políticas por su (no) utilidad pública, sino también morales: robots. Robots terrestres capaces de todo. Y arroja no pocas sombras de duda.
El programa armamentista europeo en el que se ha embarcado España no solo genera dudas políticas por su (no) utilidad pública, sino también morales: robots. Robots terrestres capaces de todo.
Un Ejército robotizado, con Inteligencia Artificial, nanotecnología, armas de alta precisión, tecnologías cuánticas y de redes neuronales y elevada conectividad se sitúa frente al palacio presidencial de ese incorregible país que decide, de forma absolutamente insolente, que pretende un modelo en el que el reparto del capital sea más equitativo y se reduzcan los niveles de desigualdad y pobreza. Es una guerra sin coste mediático. El sueño de los halcones yanquis.
Norteamérica y Europa, 2050
Esa tecnología, que no ha resuelto los grandes problemas de la actualidad, como la desigualdad y la precariedad, pero ha proporcionado innumerables réditos a las élites económicas y a la industria armamentista, ha sido implementada, como suele ocurrir con los avances militares, en la seguridad civil.
Ahora, todos aquellos que no quisieron o no supieron saber lo que ocurría en el resto del mundo mientras contaran con pan y circo están controlados también por enjambres de robots policiales dispuestos a que el orden no se altere lo más mínimo. El orden es el Capitalismo y lo hemos y lo estamos construyendo entre todos. Incluso en plena crisis económica y sanitaria.





























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