PÁNICO ANTE LAS ELECCIONES CATALANAS
" El Estado español pretendió doblegar la voluntad democrática del pueblo catalán"
Las inminentes elecciones catalanas están provocando -escribe Tomás F. Ruiz - un pánico inusitado entre toda la clase política española, un pánico generalizado que afecta tanto a la derecha como a la izquierda y que no se había dado antes en este país con tanta fuerza (...).
Por TOMÁS F. RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Las inminentes elecciones catalanas están provocando un pánico inusitado entre toda la clase política española, un pánico generalizado que afecta tanto a la derecha como a la izquierda y que no se había dado antes en este país con tanta fuerza. Ni tan siquiera la pavorosa lista que un puñado de militares insatisfechos elaboró para fusilar a 26 millones de ciudadanos, una lista presentada a Felipe VI para que Su Majestad diera su visto bueno al genocidio, había levantado tanto revuelo.
Y no es para menos, porque aunque toda la clase política española se niegue a reconocerlo, estas elecciones son en realidad un nuevo referéndum en el que el pueblo catalán está llamado a votar por su independencia. El plebiscito provoca pánico porque la última ocasión en que Cataluña acudió a votar en las urnas, el 1º de octubre de 2017, el Estado español no escatimó esfuerzos en aplastar ese derecho y desató una brutalidad policial injustificada. Los videos de ese día hablan por sí mismos: apaleamientos brutales e indiscriminados a votantes indefensos, detenciones ilegales, torturas… Y lo que es peor, su principal responsable, el emérito fhürer Mariano Rajoy, sigue sin ser procesado.
El Estado español pretendió doblegar la voluntad democrática del pueblo catalán pero no lo consiguió. La sistemática represión que viene aplicando desde entonces contra todo aquel que reclame independencia, no ha podido doblegar la firme decisión ya expresada en las urnas. En contra de lo que esperaban desde los cuerpos represivos españoles, la resistencia catalana funciona como la piel de un tambor: cuanto más la golpean suena mejor.
Por tomar sólo uno de los ejemplos más significativos de ese terror que siente nuestra clase política ante los resultados que arrojen las urnas catalanas, tenemos la peregrina decisión del psoe de encabezar la lista de sus candidatos a la Generalitat con su ministro de Sanidad, Salvador Illa, retirándolo de sus funciones al frente del ministerio. Sólo bajo la gran presión que significa sentir un pánico extremo puede ser entendida esta descerebrada decisión política de Pedro Sánchez, tan fuera de lugar y tan catastrófica para el partido psoista. Tomada in extremis, para arañar unos cuantos votos al independentismo catalán, esta maniobra ha desgatado totalmente al gobierno. Sus beneficios electorales, tras las reacciones políticas que ya ha habido, no parecen generar ningún efecto positivo, sino todo lo contrario. Tanto la oposición como sus propios socios políticos (la supuesta “izquierda española” que representa Unidos-Podemos) han desacreditado, en vez de aplaudirla, esta desbaratada maniobra política de retirar al ministro de sus funciones en un momento tan crítico para la sanidad pública. El pavor a que los resultados electorales den amplia mayoría al independentismo y el horror a que en la primera sesión parlamentaria surgida de estas elecciones se declare de facto la república catalana, desquicia a los señores diputados hasta tal punto que pelean entre ellos y se desmarcan del frente común que los mantenía unidos: esto es, impedir la independencia al pueblo catalán sin reparar en medios para conseguirlo.
El pánico que estas clases dirigentes sienten ante las elecciones catalanas es comprensible. Si las fuerzas independentistas ganan, como apuntan los sondeos, será inevitable iniciar un calendario de trabajo para hacer realidad la independencia de Catalonia. El miedo no se debe tan sólo a que Cataluña se separe de España; el terror que embarga a nuestra clase política es tener que reconocer que éste será el primer paso para enterrar de una vez por todas la ilegítima monarquía borbónica y dar paso a la república federal, un cambio de régimen que este país viene esperando pacientemente desde 1873, fecha de la proclamación de la primera república española.
El miedo hace temblar a nuestros señores diputados, que han disparado contra el independentismo catalán, sin lograr debilitarlo, todos los misiles franquistas que guardaban en sus arsenales dictatoriales. También tiemblan los jueces, fiscales y magistrados que han jugado el papel de inquisidores en el proceso de quemar en la hoguera a todos los partidarios de la independencia. El miedo que más preocupa a los políticos es el de los banqueros europeos, que tienen en España y en Catalonia recursos financieros que les dan excelentes beneficios y nos les gustaría ver como se volatilizan sus fondos de inversiones… Todos intentan exorcizar ese miedo practicando la política del avestruz: escondiendo su cabeza en un hoyo y no viendo como el régimen post dictatorial que vive España se hunde a su alrededor estrepitosamente.
Ese miedo contra un futuro independentista de Cataluña ha hecho también al TSJC negarse al retraso de las elecciones. Suponen, y no andan descaminados, que votar bajo el miedo de la pandemia reduciría el porcentaje de votantes y daría más poder a las opciones duras, las de la España Una, Grande y Libre.
Por otra parte, si junto al larvado pánico que domina a toda la sociedad española en estos momentos de repunte de la pandemia, se da la pronosticada victoria del independentismo catalán en las urnas, esa situación de caos generalizado puede ser aprovechada para llevar a cabo el masivo fusilamiento de los 26 millones de españoles incluidos en esa pavorosa lista de condenados, elaborada por un militar jubilado y refrendada con su firma por medio millar de oficiales en activo… ¿Cuánto van a esperar esa padilla de militares terroristas para sacar sus tanques a las calles y exterminar a cañonazos todo tipo de disidencia? ¿Que Europa no les iba a permitir llevar a cabo una carnicería de esas dimensiones?... Bueno, eso habría que verlo. Cuando Franco se sublevó en 1936 contra el orden democrático republicano, con el imprescindible apoyo de Hitler y Mussolini, y se comenzaron a conocer sus atrocidades (el cuadro “Gernika” es el más representativo de esas carnicerías), todas las naciones europeas miraron para otro lado mientras la república española sucumbía bajo los bombardeos nazis.
En vez de sentir pánico ante el resultado de las elecciones catalanas y habiendo fracasado todas sus estrategias para dinamitarlas, nuestra timorata clase política se podía plantear encarcelar, como primer paso y en espera de juicio, a ese medio millar de militares sediciosos y genocidas. Con ese contingente de criminales en la cárcel, a todos nos quitarían un peso de encima y a ellos se les suavizaría el intenso pánico que ahora sienten ante los temidos resultados que arrojen las elecciones en Catalonia el día que, por fin, se ponga fecha para realizarlas.
Por TOMÁS F. RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Las inminentes elecciones catalanas están provocando un pánico inusitado entre toda la clase política española, un pánico generalizado que afecta tanto a la derecha como a la izquierda y que no se había dado antes en este país con tanta fuerza. Ni tan siquiera la pavorosa lista que un puñado de militares insatisfechos elaboró para fusilar a 26 millones de ciudadanos, una lista presentada a Felipe VI para que Su Majestad diera su visto bueno al genocidio, había levantado tanto revuelo.
Y no es para menos, porque aunque toda la clase política española se niegue a reconocerlo, estas elecciones son en realidad un nuevo referéndum en el que el pueblo catalán está llamado a votar por su independencia. El plebiscito provoca pánico porque la última ocasión en que Cataluña acudió a votar en las urnas, el 1º de octubre de 2017, el Estado español no escatimó esfuerzos en aplastar ese derecho y desató una brutalidad policial injustificada. Los videos de ese día hablan por sí mismos: apaleamientos brutales e indiscriminados a votantes indefensos, detenciones ilegales, torturas… Y lo que es peor, su principal responsable, el emérito fhürer Mariano Rajoy, sigue sin ser procesado.
El Estado español pretendió doblegar la voluntad democrática del pueblo catalán pero no lo consiguió. La sistemática represión que viene aplicando desde entonces contra todo aquel que reclame independencia, no ha podido doblegar la firme decisión ya expresada en las urnas. En contra de lo que esperaban desde los cuerpos represivos españoles, la resistencia catalana funciona como la piel de un tambor: cuanto más la golpean suena mejor.
Por tomar sólo uno de los ejemplos más significativos de ese terror que siente nuestra clase política ante los resultados que arrojen las urnas catalanas, tenemos la peregrina decisión del psoe de encabezar la lista de sus candidatos a la Generalitat con su ministro de Sanidad, Salvador Illa, retirándolo de sus funciones al frente del ministerio. Sólo bajo la gran presión que significa sentir un pánico extremo puede ser entendida esta descerebrada decisión política de Pedro Sánchez, tan fuera de lugar y tan catastrófica para el partido psoista. Tomada in extremis, para arañar unos cuantos votos al independentismo catalán, esta maniobra ha desgatado totalmente al gobierno. Sus beneficios electorales, tras las reacciones políticas que ya ha habido, no parecen generar ningún efecto positivo, sino todo lo contrario. Tanto la oposición como sus propios socios políticos (la supuesta “izquierda española” que representa Unidos-Podemos) han desacreditado, en vez de aplaudirla, esta desbaratada maniobra política de retirar al ministro de sus funciones en un momento tan crítico para la sanidad pública. El pavor a que los resultados electorales den amplia mayoría al independentismo y el horror a que en la primera sesión parlamentaria surgida de estas elecciones se declare de facto la república catalana, desquicia a los señores diputados hasta tal punto que pelean entre ellos y se desmarcan del frente común que los mantenía unidos: esto es, impedir la independencia al pueblo catalán sin reparar en medios para conseguirlo.
El pánico que estas clases dirigentes sienten ante las elecciones catalanas es comprensible. Si las fuerzas independentistas ganan, como apuntan los sondeos, será inevitable iniciar un calendario de trabajo para hacer realidad la independencia de Catalonia. El miedo no se debe tan sólo a que Cataluña se separe de España; el terror que embarga a nuestra clase política es tener que reconocer que éste será el primer paso para enterrar de una vez por todas la ilegítima monarquía borbónica y dar paso a la república federal, un cambio de régimen que este país viene esperando pacientemente desde 1873, fecha de la proclamación de la primera república española.
El miedo hace temblar a nuestros señores diputados, que han disparado contra el independentismo catalán, sin lograr debilitarlo, todos los misiles franquistas que guardaban en sus arsenales dictatoriales. También tiemblan los jueces, fiscales y magistrados que han jugado el papel de inquisidores en el proceso de quemar en la hoguera a todos los partidarios de la independencia. El miedo que más preocupa a los políticos es el de los banqueros europeos, que tienen en España y en Catalonia recursos financieros que les dan excelentes beneficios y nos les gustaría ver como se volatilizan sus fondos de inversiones… Todos intentan exorcizar ese miedo practicando la política del avestruz: escondiendo su cabeza en un hoyo y no viendo como el régimen post dictatorial que vive España se hunde a su alrededor estrepitosamente.
Ese miedo contra un futuro independentista de Cataluña ha hecho también al TSJC negarse al retraso de las elecciones. Suponen, y no andan descaminados, que votar bajo el miedo de la pandemia reduciría el porcentaje de votantes y daría más poder a las opciones duras, las de la España Una, Grande y Libre.
Por otra parte, si junto al larvado pánico que domina a toda la sociedad española en estos momentos de repunte de la pandemia, se da la pronosticada victoria del independentismo catalán en las urnas, esa situación de caos generalizado puede ser aprovechada para llevar a cabo el masivo fusilamiento de los 26 millones de españoles incluidos en esa pavorosa lista de condenados, elaborada por un militar jubilado y refrendada con su firma por medio millar de oficiales en activo… ¿Cuánto van a esperar esa padilla de militares terroristas para sacar sus tanques a las calles y exterminar a cañonazos todo tipo de disidencia? ¿Que Europa no les iba a permitir llevar a cabo una carnicería de esas dimensiones?... Bueno, eso habría que verlo. Cuando Franco se sublevó en 1936 contra el orden democrático republicano, con el imprescindible apoyo de Hitler y Mussolini, y se comenzaron a conocer sus atrocidades (el cuadro “Gernika” es el más representativo de esas carnicerías), todas las naciones europeas miraron para otro lado mientras la república española sucumbía bajo los bombardeos nazis.
En vez de sentir pánico ante el resultado de las elecciones catalanas y habiendo fracasado todas sus estrategias para dinamitarlas, nuestra timorata clase política se podía plantear encarcelar, como primer paso y en espera de juicio, a ese medio millar de militares sediciosos y genocidas. Con ese contingente de criminales en la cárcel, a todos nos quitarían un peso de encima y a ellos se les suavizaría el intenso pánico que ahora sienten ante los temidos resultados que arrojen las elecciones en Catalonia el día que, por fin, se ponga fecha para realizarlas.






























maribel santana | Jueves, 04 de Febrero de 2021 a las 16:58:46 horas
Arriba del españolismo fasciston, que además lo apoyan izquierdas y derechas. Hay que ver como los que se dicen hasta marxista aplaudieron las cárceles de los políticos catalanes. Les llama fascistas, y hasta dice que toda separación del territorio, separa a las clases trabajadoras y eso lo hacen los fascista . Así mete en el saco a la izquierda revolucionaria desde los clásicos hasta nuestros días que apoya el derecho de autodeterminación de los pueblos. Que bien se han leído a Lenin, fidel, Fran Fanon etc.etc. El españolismo rancio es lo que les domina a estos que para justificar dice que separa a los trabajadores. que tendrá que ver el culo con las gafas de sol. Así se ponen al lado de VOX Y PP que con saña aplauden las cárceles y represión por ideología. ¡El totalitarismo y el españolismo es lo mismo!
Hay muchos partidos u organizaciones, que aun no estando de acuerdo con la separación de Cataluña, dicen que les respeta su posición ideología, pues si no, seria anti demócrata. Hasta Pablo Iglesias aunque sea un socialdemócrata, habla de los huidos a otros paises como Puigdemont como exiliado político. Y luego los que militan en partidos dice comunistas y feministas de las Españas aplauden las cárceles para los que no piensan iguales a ellos, igualmente aplaudieron al Rey en su argumento fascista contra los que votaron el 1Oc.
O sea, que los comunistas y feministas de partidos se unen a VOX,PP, Cs Y EL Rey. HAY QUE JODERSE SEÑORES. No se si serán todos pero lo que si es cierto, que mucho/as si se iguala a la derecha fascista y el Rey que es lo mismo.
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