EL GASTO MILITAR ESPAÑOL: DESPROPORCIONADO Y FALSEADO
A propósito de la liquidación del gasto de la IGAE (parte 1)
Conocer el gasto militar español requiere -escribe Juan Carlos Rois - al menos dos momentos: el primero, cuando se elaboran y aprueban los presupuestos, que indica lo que dicen que van a gastar, y el segundo, cuando acaba cada ejercicio y se revisan las cuentas, y aparece lo que no dicen que se han gastado (...).
Por JUAN CARLOS ROIS PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Conocer el gasto militar español requiere al menos dos momentos: el primero, cuando se elaboran y aprueban los presupuestos, que indica lo que dicen que van a gastar, y el segundo, cuando acaba cada ejercicio y se revisan las cuentas, y aparece lo que no dicen que se han gastado.
En este segundo momento resulta especialmente interesante leer las liquidaciones de gasto que publica la intervención General del Estado, que también dice y no dice el gasto militar. Por desgracia IGAE tarda al menos dos añitos en tener datos concluyentes, pero es lo que hay.
Y a vueltas con las liquidaciones de gasto que publica el organismo oficial encargado de verificar la contabilidad pública, la Intervención General del Estado (IGAE), vamos a fijarnos en la recientemente publicada «Liquidación del presupuesto 2019» referido a la contabilización efectuada durante el ejercicio 2019.
Lógicamente muchos de sus capítulos, con tener su enjundia, no nos interesan para este trabajo sino como demostración del agravio comparativo que, año tras año, padecen las partidas más sociales de gasto público del Estado frente a las enfocadas a la seguridad, la defensa y nuestro control disciplinario, en realidad una de las materias políticas más mimadas por nuestras autoridades.
El informe, al ser más extenso y pormenorizado que los avances mensuales, nos ofrece una cifra en la que esperamos ser capaces de «desagregar» partidas de gasto militar que se encuentran disfrazadas en otros ministerios (las más groseras, no todas) y aproximarnos a la cifra que nuestra propia contabilidad consignó como gasto indiscutiblemente militar en el año 2019.
Un gasto diferente
Un gasto éste que, para sorpresa nuestra, difiere enormemente del que el Ministerio de Defensa reconocía como tal al inicio del año y, en general, con el que difunden cualquier año con el propósito ya suficientemente desenmascarado de hacernos creer (porque en esta materia esperan nuestra creencia, no nuestra razón) que en materia de gasto militar estamos tiesos en comparación con nuestros «socios» militares y políticos.
Ignoramos si los citados socios son tan tramposos a la hora de contabilizar su gasto como nuestros preclaros contables (y algo de eso hay a juzgar con las estimaciones que hacen determinadas instituciones en general no cuestionadas como el SIPRI, por poner un ejemplo de la que nos parece más cercana a nuestros planteamientos, o el IISS o el Banco Mundial, por poner otros referentes alejados de nuestra visión) pero no cabe duda que la comparación ofende cuando lo es de su gasto social respecto a nuestro mini-gasto social, donde no sólo no competimos, sino que tampoco llegamos a calificar para ponernos en la línea de salida.
1) EL SOBREGASTO DEL MINISTERIO DE DEFENSA
Con arreglo a las cifras que arroja el texto «Liquidación del presupuesto 2019» encontramos que, de entrada, el crédito inicial consignado por la IGAE, 8.737,40 millones de euros, acabó siendo un gasto real de 9.730,66 millones de euros. Esto supone 993,25 millones de euros más que ha gastado defensa respecto de los que presupuestó inicialmente.
Es decir, el Ministerio de Defensase ha gastado el 111,3% del dinero que presupuestó inicialmente, un desvío que no parece muy razonable, sobre todo porque no es la primera vez.
Primera sorpresa: el crédito inicial consignado pro IGAE, 8.737,40 millones de euros, supera en 200 millones de euros el presupuesto del año 2018 del Ministro Montoro, ese vetusto presupuesto que se ha prorrogado por una eternidad. Y para este cambio «sorpresa» no contamos con una explicación suficiente de por qué razón, si el presupuesto se prorrogaba sin más, la cifra inicial que consigna IGAE es otra distinta a la que se aprobó con Montoro y teóricamente se ha venido prorrogando desde entonces sin ampliaciones.
Les voy a dar mi impresión: en parte porque el desbarajuste de la cuenta de Defensa es así in secula seculorum, razón de fe que evita acudir a las razones más conspicuas, y en segundo lugar, porque, de alguna manera, resultaba difícil esconder más partidas y era preferible, ya que era poco el aumento en comparación con los desajustes de otras ocasiones anteriores, aflorar esos 200 millones desde el inicio y disimular.
Segunda sorpresa, el de defensa es el segundo Ministerio que más desvío ha tenido en 2019. Sólo el Ministerio del Interior, la otra pata del sistema de control securitizador y de la idea de seguridad cada vez más militarizado, gastó de más por encima del de defensa. Nada menos que 1.126,11 millones de euros, en parte debido a la demagógica equiparación salarial de la guardia civil, el cuerpo militar disfrazado en el Ministerio del Interior, con los otros cuerpos policiales.
Luego volveremos sobre la comparativa de ministerios en cuanto al gasto de unos y otros.
De este modo, con este nuevo gasto ejecutado por encima del presupuestado, defensa consolida su política habitual desde tiempos de Maricastaña de gastar más de lo que presupuesta.
En la tabla que acompañamos consignamos el gasto inicial presupuestado para el Ministerio de Defensa estrictamente (es decir, sin contar los organismos autónomos militares) y el gasto contabilizado para el mismo período por IGAE. Hemos señalado los años en color azul (para años y presupuestos del PP) o rojo (para gobiernos del PSOE) para verificar que la tónica es exactamente la misma con uno y otro gobierno, ambos siameses en política de defensa.

Han sido suficientes 18 años con gobiernos de uno y otro signo para gastar de más 23.725,43 millones de euros en Defensa sobre lo presupuestado, un +118,42 % de promedio y una cantidad ingente de sobregasto que hemos soportado las más de 47 millones de pagadores cautivos del Estado para sostener la estructura militar de defensa que nadie nos ha consultado. ¿Podríamos pensar en destinos mejores para 23.725,43 millones de euros? A mi se me ocurren miles.
Por otra parte, este sobregasto se verifica, de forma más gráfica, en el cuadro siguiente:

¿Dónde se han producido los desfases de Defensa?
Aunque la magnitud del desvío escandaliza, lo más importante se esconde más al fondo de la cifra fría y habitualmente queda eclipsado por ésta.
Empecemos por despejar los gastos de Defensa por los distintos programas con los que cuenta.
El mayor gasto desembolsado por Defensa en 2019 ha sido el que ha tenido lugar en la los llamados gastos operativos (3.274,62 millones de euros), que son los gastos de acuartelamientos, alimentación, los gastos de despliegue y adiestramiento, las miniobras, etc., incluyendo las retribuciones de los militares en activo.
Como diremos después los gastos de personal (de todo el personal de Defensa, incluyendo los oficiales en situación de reserva, los funcionarios civiles y militares que no se consideran «fuerza» a los efectos oportunos, y los cargos ministeriales) suponen un gasto mayor del presupuestado para gastos operativos, lo que quiere decir que el gasto de personal, además de aquí, se distribuye en los restantes programas del Ministerio de Defensa. De hecho es un gasto desproporcionado, porque también es desmesurado el número de militares existente, y ahoga el resto de gastos y actividades del Ministerio de Defensa, porque, a pesar de la enorme cifra de gasto militar que mantenemos, o tiene para pagar suelos o para hacer cosas.
Se supone que una parte del despliegue de las operaciones militares en el exterior también se consigna en este capítulo, concretamente tres de sus capítulo, 4 millones de euros como gastos de personal originados por las operaciones de paz (se refiere a retribuciones además del sueldo de los soldados, debemos aclarar), más otros 33 millones de gastos corrientes por esta participación, y otros 277,74 millones que se destinan a inversiones reales.
¿Dónde está el resto de los gastos que originan estas operaciones, que superan los 1.000 millones anuales por regla general? Pues en dos partidas presupuestarias, una de Defensa y otra de Asuntos Exteriores, y en un crédito suplementario que el gobierno da durante el ejercicio y que por tanto no está en los presupuestos.
Veamos: una primera partida casi insignificante del propio Ministerio de Defensa en su programa de servicios generales, por importe de 1.000 euros; más la partida que aparece en el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde encontramos otros 211,34 millones de euros más para «operaciones de mantenimiento de la «paz» de la ONU.
Se supone que, por tanto, la principal partida de actividad del ejército es, amén de pagar los sueldos de los militares, que es la principal partida de gasto por capítulos, tener los cuarteles listos, alimentar a la tropa y tenerla entrenada. Sigamos.
Después de los gastos operativos, la segunda partida militar consiste en comprar armas que no necesitamos desde el punto de vista militar y que tienen como principales explicaciones el intento de impulsar nuestra industria militar como una de las grandes exportadoras del mundo y no quedarse atrás en el rearme occidental, sin despreciar su uso, muchas veces con carácter de mera exhibición destinada a la venta de armas, en lugares recónditos o al menos muy alejados del sitio donde se supone que deben estar para «defendernos» (si es que se le puede dar al armamento ese marchamo de servir para defendernos, lo cual es un atrevimiento intelectual de campeonato), o el empleo en la 18 operaciones de injerencia militar en el exterior en las que andamos involucrados.
A esto destinamos nada menos que 2.164,47 millones de euros en 2019, una cifra brutal tanto en lo cualitativo como en la intención de su uso en esa estrategia de defensa militar de la OTAN y la UE en la que somos uno de los estados más proactivos en el envío de tropas al exterior y que está provocando gran parte de los desajustes y agresiones a la paz con contenidos del planeta.
Debemos señalar, además, que estos gastos en armas son interminables porque arrastramos una deuda por armas ya encargadas importante y que no podrá acabar de pagarse hasta dentro de más de una década. A esta hay que sumar el segundo y tercer ciclo de adquisición de armas español, que nos va a poner la deuda militar otra vez por encima de los 30.000 millones de euros a pagar hasta más allá de 2035. ¿Le han consultado a alguien si queremos mantener una ingente deuda militar o si queremos adquirir estos sistemas de armas en vez de usar el dinero para causas mas nobles? Ni lo han hecho ni lo harán, porque en materia de defensa la soberanía no reside en el pueblo, sino en el complejo militar-industrial y sus colaboraciones en la élite mediática y política.
La burocracia y los cuarteles generales incorporan el tercer gran gasto de Defensa, con 1.417,88 millones de euros.
Le sigue el apoyo logístico, con 1.156,45 millones de euros.
El apoyo logístico consiste en el mantenimiento de los sistemas de armas, y los gastos directos de entretenimiento, mantenimiento y conservación, tanto de la infraestructura como de los distintos sistemas de armas y equipos que utilizan o apoyan a las Fuerzas Armadas.
Una parte de estos gastos se endosa a un organismo autónomo militar, el INVIED, que además de vender terrenos militares y especular con la venta de inmuebles del enorme patrimonio militar, se encarga de reinvertir en infraestructuras militares y armas con el producto de su negocio.
Una de las partidas más desafortunadas del gasto militar español consiste en los 517,61 millones de euros que el Ministerio de Defensa desembolsa para pagar sueldos a los militares en la reserva que sobran, al llegar a cierta edad, conforme al grado militar que se tenga y determinadas especificaciones que señala el art 113 de la Ley de la Carrera Militar y hasta cumplir los 65 años en que pasan a la jubilación. Según los índices de estadística militar hay cerca de 15.000 personas en esta situación de semijubilación dorada y compatible con otro empleo civil.
Nos parece un abuso excepcionalmente grave, porque es obvio que se trata de militares que, en el mejor de los casos, sobran y no se necesitas (de ahí su pase a la reserva) y que, al envejecer, no resulta eficaz mantener en activo, pero al que retribuyen muy generosamente para que no la líen.
Si no los necesitamos, primera pregunta, ¿Por qué mantener un ejército tan abultado? ¿por qué cuando, como es el caso, tenemos encima una ratio de un mando por cada 1´7 soldados? ¿No sería mejor hacer las cosas con un mínimo de lógica?
Y, segunda pregunta, para el caso de entenderse que estos señores tan bien preparados no pueden ser útiles en un momento dado y hay que tener una cierta opción por su regreso al plano activo, ¿no es verdadero agravio comparativo con sectores civiles estratégicos donde nuestra característica principal es la de desentendernos y mandar a personas de gran valía a la porra, como es el caso de los científicos, que acaban emigrando a ambientes menos insensatos, o docentes, que tampoco interesan demasiado en un país donde el papanatismo prima sobre la cultura?. También podríamos utilizar una política parecida para sectores sociales castigados por la dureza de sus trabajos en la vida civil, o para otros que tienen personal excesivo pero que en un momento dado pueden ser deficitarios, pero es a los militares a quienes destinan este dinero privilegiado y a cargo del erario público.
La asistencia hospitalaria de los militares, una partida que básicamente se transfiere al organismo autónomo militar ISFAS, una gran parte de cuyo gasto no computa como gasto militar en los cálculos de nuestro Ministerio de Defensa porque consideran que es un gasto social, no militar, constituye la tercera actividad de Defensa y arrastra una cifra nada despreciable del presupuesto militar.
En su conjunto, las partidas de gasto del presupuesto directo que maneja el Ministerio de Defensa (en otras entregas veremos que hay otros ministerios que contribuyen a multiplicar por varios guarismos el gasto militar) se representa en el siguiente cuadro:

El personal de la defensa
Vistos los programas, no lo sabemos todo de la distribución del gasto militar. Una mirada a sus capítulos nos permite, a la vez, verificar el enorme sinsentido del gasto del Ministerio.
En cuanto al gasto de personal, es el mayor de los gastos de Defensa. Incorpora nada menos que 4.971,75 millones de euros, más de la mitad de lo que consume defensa. Podemos responder a una primera pregunta ¿Cuál es la principal acción de Defensa? Pagar sueldos.
Parece una perogrullada, pero no ocurre así en todos los Ministerios. Sólo Defensa e interior destinan la gran mayoría de su presupuesto a pagar sueldos. Defensa estos 4.971,75 millones de euros en 2020 e interior 6.681,70 millones de euros.
En el caso de estos dos ministerios, ocurre además que, a diferencia de la ratio que mantenemos en cualquier otro tipo de funcionarios, nuestra ratio de militares y policías por cada mil personas es de las más altas de nuestro entorno y no se justifica por las necesidades que aparentemente deben cubrir estos señores, sino por el endémico fervor de nuestras élites a mantener y mimar estas estructuras de orden y la no menos triste adherencia de las mismas élites a despreciar a médicos, educadores, científicos u otros sectores socialmente más valiosos.
De hecho, en el caso de los militares, la enorme dimensión de nuestros ejércitos no ha sido solventada nunca. Lo intentó en su día Azaña, pero fracasó. Lo intentó en la transición Serra, pero le salió mal la jugada. Y desde entonces el despropósito no ha hecho sino incrementarse, porque los militares que sobran pero están aún en edad activa, son mandados a esa especie de jubilación dorada que hemos dicho y a la espera de la jubilación de verdad, pero no son dados de baja y por tanto siguen mamando de la teta del presupuesto, mientras que los soldados que envejecen, gracias a la hábil campaña de sus reivindicaciones corporativas, han conseguido hacer otro tapón y seguir enganchados a pesar de habérseles pasado el tiempo legal de contrato.
Tal es la situación que nuestro ejército incumple la propia ley en cuanto al número de generales que legalmente podemos tener, rebasándola sin que nadie ponga coto al asunto. Mantenemos un número de oficiales por encima de la ratio homologable en los países del entorno y con una ratio soldado/oficial de 1´7 soldados por oficial, algo imposible de gestionar.
Veamos un cuadro esclarecedor y comparativo de los ministerios que relación con lo que se gastan en personal (en azul) respecto al volumen total de presupuesto que mantienen.

Como se ve, sólo Justicia, Defensa e Interior aplican la mayoría de su presupuesto a pagar sueldos, frente a los otros ministerios que se aplican a hacer cosas.
Además de esto, y gracias al consenso parlamentario tan solidario y sindicalista en el que coinciden desde Podemos a Vox, la vía de evacuación de tantísimo militar sobrante que era su desembocadura a otras profesiones por medio del PROPIDEF para dar salida a los soldados de más de 45 años que llegan al final de su ciclo legal como soldados (al parecer un soldado viejuno no puede darse de barrigazos con igual empeño que uno más joven y no está bien visto llevarlos a las operaciones en el exterior con achaques) se ha despachado con el acuerdo de mantener sus prerrogativas a estos soldados innecesarios, envejecidos y protestones. No adivinamos cómo el celo en mantener militares a troche y moche no se acompaña de medidas para mantener civiles con igual énfasis y a costa del erario público cuando vencen sus contratos temporales.
De modo que el gasto de personal, recapitulando, es el gasto número uno del ejército, pero además es un gasto que acumula un enorme peso porque el número de militares es exagerado, el número de oficiales es exagerado, tanto que hay que mandar algunos a la reserva (pero pagándoles como si no) para que no haya líos a la hora de distribuirse los soldados existentes, y la sostenibilidad del gasto público en mantener toda esta tropa se ve comprometida, lo que arrastra a su vez a la secular insostenibilidad de nuestro gasto militar, que, amén del enorme coste de oportunidad que implica un gasto tan innecesario, genera para financiarlo un enorme déficit que se financia emitiendo deuda.
Veremos más adelante que la enorme dimensión de nuestro ejército es aún mayor, porque además de estos militares y guardias civiles en activo o en la reserva, contamos con más de 2.500.000 pensionistas y jubilados militares que, a pesar de su jubilación, siguen siendo militares y actuando con el mismo peso corporativo que todos los demás. De hecho, los últimos días hemos asistido al ruido de sables generado por estas almas cándidas, lo que nos da reflejo del enorme peso militarista que pagamos sufridamente.
Sobregasto en defensa. ¿Para qué?
¿En qué se ha gastado «de más» Defensa esos cerca de mil millones de euros que se han calzado por encima de los presupuestados?
Pues, principalmente, para tres grandes partidas:
- La más golosa, de 728,23 millones de euros para financiar fuera de presupuesto y con cargo a los fondos de contingencia la parte gorda de las operaciones militares en el exterior que realiza España.
- La segunda gran magnitud es el chute que el INVIED mete al presupuesto militar para financiar infraestructuras militares gracias a los ingresos que obtienen por la enajenación de patrimonio militar, por importe de 224,5 millones
- Y el resto, alrededor de 33 millones más, dispersos entre partidas variopintas que no están desagregadas en la información del IGAE.
De este modo, y una vez que Defensa se ha decidido a contabilizar los pagos anuales que realiza por los programas especiales de armamentos (PEAS) dentro del presupuesto, la principal partida que esconden en el fondo de contingencia financia las operaciones en el exterior que, como se sabe, nos cuestan al año más de 1.000 millones de euros de los que entre Defensa y Asuntos Exteriores no afloran en sus presupuestos sino el 30% aproximadamente.
2) ORGANISMOS AUTóNOMOS MILITARES
Defensa cuenta con tres organismos autónomos militares que dependen del Ministerio pero que tienen personalidad jurídica propia; uno dedicado a la investigación militar (INTA), otro a las prestaciones sociales y hospitalarias de las fuerzas armadas (ISFAS) y el tercero a la gestión del patrimonio inmobiliario y adquisición de sus infraestructuras (INVIED).
Dado su carácter autónomo el Ministerio de Defensa, no contabiliza el enorme gasto de estos tres monstruos como gasto militar.
En el ejercicio 2019 esto organismos incorporaron al presupuesto militar nada menos de 1.088,23 millones de euros de gasto militar, sin sumar con las cuotas que Hacienda abona por el INVIED como cuotas sociales de los militares y guardias civiles a cargo del erario público.
Dicha cantidad ha sufrido un ligero incremento, de 0,84 millones de euros, que se han añadido a la cuenta del INTA según la liquidación de organismos autónomos ofrecida por IGAE y relativa a diciembre de 2019.
De este modo, el cuadro de Organismos Autónomos quedaría del siguiente modo:

Como decimos, la cifra es equívoca, porque no contabiliza la partida que Hacienda asigna para el pago de cuotas de ISFAS por los militare y guardias civiles, otros 649,02 millones de euros que recibe del programa 923S del Ministerio de Hacienda.
De este modo, los organismos autónomos, si consideramos que el presupuesto de éstos no creció y que las aportaciones, conforme a la liquidación referida a cuotas de mutualismo administrativo en general (es decir, ISFAS, MUFACE y la mutualidad de la Justicia) ha tenido una baja global de 54 millones de euros que no queda claro a cuál de las tres mutualidades se refiere o si lo es varias o a todas ellas, nos hace estimar que el gasto militar del Ministerio de Defensa más los organismos autónomos militares (incluidas las aportaciones al mutualismo administrativo) es de 1.737,34 millones de euros. Es decir, un gasto directo desde el presupuesto del ministerio de defensa y sus organismos autónomos de 11.467,99 millones de euros, como vemos en la tabla siguiente:

¿Eso es todo? Es todo lo explícito pero el gasto militar es algo parecido a las matrioshkas rusas, esas muñecas que siempre esconden otra dentro, porque el gasto militar no sólo se disimula en Defensa y se obvia en sus organismos autónomos, sino que además se esconde en otras partidas y ministerios, como quien no quiere la cosa. De ello hablaremos en otra entrega.
De TORTUGA
Por JUAN CARLOS ROIS PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Conocer el gasto militar español requiere al menos dos momentos: el primero, cuando se elaboran y aprueban los presupuestos, que indica lo que dicen que van a gastar, y el segundo, cuando acaba cada ejercicio y se revisan las cuentas, y aparece lo que no dicen que se han gastado.
En este segundo momento resulta especialmente interesante leer las liquidaciones de gasto que publica la intervención General del Estado, que también dice y no dice el gasto militar. Por desgracia IGAE tarda al menos dos añitos en tener datos concluyentes, pero es lo que hay.
Y a vueltas con las liquidaciones de gasto que publica el organismo oficial encargado de verificar la contabilidad pública, la Intervención General del Estado (IGAE), vamos a fijarnos en la recientemente publicada «Liquidación del presupuesto 2019» referido a la contabilización efectuada durante el ejercicio 2019.
Lógicamente muchos de sus capítulos, con tener su enjundia, no nos interesan para este trabajo sino como demostración del agravio comparativo que, año tras año, padecen las partidas más sociales de gasto público del Estado frente a las enfocadas a la seguridad, la defensa y nuestro control disciplinario, en realidad una de las materias políticas más mimadas por nuestras autoridades.
El informe, al ser más extenso y pormenorizado que los avances mensuales, nos ofrece una cifra en la que esperamos ser capaces de «desagregar» partidas de gasto militar que se encuentran disfrazadas en otros ministerios (las más groseras, no todas) y aproximarnos a la cifra que nuestra propia contabilidad consignó como gasto indiscutiblemente militar en el año 2019.
Un gasto diferente
Un gasto éste que, para sorpresa nuestra, difiere enormemente del que el Ministerio de Defensa reconocía como tal al inicio del año y, en general, con el que difunden cualquier año con el propósito ya suficientemente desenmascarado de hacernos creer (porque en esta materia esperan nuestra creencia, no nuestra razón) que en materia de gasto militar estamos tiesos en comparación con nuestros «socios» militares y políticos.
Ignoramos si los citados socios son tan tramposos a la hora de contabilizar su gasto como nuestros preclaros contables (y algo de eso hay a juzgar con las estimaciones que hacen determinadas instituciones en general no cuestionadas como el SIPRI, por poner un ejemplo de la que nos parece más cercana a nuestros planteamientos, o el IISS o el Banco Mundial, por poner otros referentes alejados de nuestra visión) pero no cabe duda que la comparación ofende cuando lo es de su gasto social respecto a nuestro mini-gasto social, donde no sólo no competimos, sino que tampoco llegamos a calificar para ponernos en la línea de salida.
1) EL SOBREGASTO DEL MINISTERIO DE DEFENSA
Con arreglo a las cifras que arroja el texto «Liquidación del presupuesto 2019» encontramos que, de entrada, el crédito inicial consignado por la IGAE, 8.737,40 millones de euros, acabó siendo un gasto real de 9.730,66 millones de euros. Esto supone 993,25 millones de euros más que ha gastado defensa respecto de los que presupuestó inicialmente.
Es decir, el Ministerio de Defensase ha gastado el 111,3% del dinero que presupuestó inicialmente, un desvío que no parece muy razonable, sobre todo porque no es la primera vez.
Primera sorpresa: el crédito inicial consignado pro IGAE, 8.737,40 millones de euros, supera en 200 millones de euros el presupuesto del año 2018 del Ministro Montoro, ese vetusto presupuesto que se ha prorrogado por una eternidad. Y para este cambio «sorpresa» no contamos con una explicación suficiente de por qué razón, si el presupuesto se prorrogaba sin más, la cifra inicial que consigna IGAE es otra distinta a la que se aprobó con Montoro y teóricamente se ha venido prorrogando desde entonces sin ampliaciones.
Les voy a dar mi impresión: en parte porque el desbarajuste de la cuenta de Defensa es así in secula seculorum, razón de fe que evita acudir a las razones más conspicuas, y en segundo lugar, porque, de alguna manera, resultaba difícil esconder más partidas y era preferible, ya que era poco el aumento en comparación con los desajustes de otras ocasiones anteriores, aflorar esos 200 millones desde el inicio y disimular.
Segunda sorpresa, el de defensa es el segundo Ministerio que más desvío ha tenido en 2019. Sólo el Ministerio del Interior, la otra pata del sistema de control securitizador y de la idea de seguridad cada vez más militarizado, gastó de más por encima del de defensa. Nada menos que 1.126,11 millones de euros, en parte debido a la demagógica equiparación salarial de la guardia civil, el cuerpo militar disfrazado en el Ministerio del Interior, con los otros cuerpos policiales.
Luego volveremos sobre la comparativa de ministerios en cuanto al gasto de unos y otros.
De este modo, con este nuevo gasto ejecutado por encima del presupuestado, defensa consolida su política habitual desde tiempos de Maricastaña de gastar más de lo que presupuesta.
En la tabla que acompañamos consignamos el gasto inicial presupuestado para el Ministerio de Defensa estrictamente (es decir, sin contar los organismos autónomos militares) y el gasto contabilizado para el mismo período por IGAE. Hemos señalado los años en color azul (para años y presupuestos del PP) o rojo (para gobiernos del PSOE) para verificar que la tónica es exactamente la misma con uno y otro gobierno, ambos siameses en política de defensa.

Han sido suficientes 18 años con gobiernos de uno y otro signo para gastar de más 23.725,43 millones de euros en Defensa sobre lo presupuestado, un +118,42 % de promedio y una cantidad ingente de sobregasto que hemos soportado las más de 47 millones de pagadores cautivos del Estado para sostener la estructura militar de defensa que nadie nos ha consultado. ¿Podríamos pensar en destinos mejores para 23.725,43 millones de euros? A mi se me ocurren miles.
Por otra parte, este sobregasto se verifica, de forma más gráfica, en el cuadro siguiente:

¿Dónde se han producido los desfases de Defensa?
Aunque la magnitud del desvío escandaliza, lo más importante se esconde más al fondo de la cifra fría y habitualmente queda eclipsado por ésta.
Empecemos por despejar los gastos de Defensa por los distintos programas con los que cuenta.
El mayor gasto desembolsado por Defensa en 2019 ha sido el que ha tenido lugar en la los llamados gastos operativos (3.274,62 millones de euros), que son los gastos de acuartelamientos, alimentación, los gastos de despliegue y adiestramiento, las miniobras, etc., incluyendo las retribuciones de los militares en activo.
Como diremos después los gastos de personal (de todo el personal de Defensa, incluyendo los oficiales en situación de reserva, los funcionarios civiles y militares que no se consideran «fuerza» a los efectos oportunos, y los cargos ministeriales) suponen un gasto mayor del presupuestado para gastos operativos, lo que quiere decir que el gasto de personal, además de aquí, se distribuye en los restantes programas del Ministerio de Defensa. De hecho es un gasto desproporcionado, porque también es desmesurado el número de militares existente, y ahoga el resto de gastos y actividades del Ministerio de Defensa, porque, a pesar de la enorme cifra de gasto militar que mantenemos, o tiene para pagar suelos o para hacer cosas.
Se supone que una parte del despliegue de las operaciones militares en el exterior también se consigna en este capítulo, concretamente tres de sus capítulo, 4 millones de euros como gastos de personal originados por las operaciones de paz (se refiere a retribuciones además del sueldo de los soldados, debemos aclarar), más otros 33 millones de gastos corrientes por esta participación, y otros 277,74 millones que se destinan a inversiones reales.
¿Dónde está el resto de los gastos que originan estas operaciones, que superan los 1.000 millones anuales por regla general? Pues en dos partidas presupuestarias, una de Defensa y otra de Asuntos Exteriores, y en un crédito suplementario que el gobierno da durante el ejercicio y que por tanto no está en los presupuestos.
Veamos: una primera partida casi insignificante del propio Ministerio de Defensa en su programa de servicios generales, por importe de 1.000 euros; más la partida que aparece en el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde encontramos otros 211,34 millones de euros más para «operaciones de mantenimiento de la «paz» de la ONU.
Se supone que, por tanto, la principal partida de actividad del ejército es, amén de pagar los sueldos de los militares, que es la principal partida de gasto por capítulos, tener los cuarteles listos, alimentar a la tropa y tenerla entrenada. Sigamos.
Después de los gastos operativos, la segunda partida militar consiste en comprar armas que no necesitamos desde el punto de vista militar y que tienen como principales explicaciones el intento de impulsar nuestra industria militar como una de las grandes exportadoras del mundo y no quedarse atrás en el rearme occidental, sin despreciar su uso, muchas veces con carácter de mera exhibición destinada a la venta de armas, en lugares recónditos o al menos muy alejados del sitio donde se supone que deben estar para «defendernos» (si es que se le puede dar al armamento ese marchamo de servir para defendernos, lo cual es un atrevimiento intelectual de campeonato), o el empleo en la 18 operaciones de injerencia militar en el exterior en las que andamos involucrados.
A esto destinamos nada menos que 2.164,47 millones de euros en 2019, una cifra brutal tanto en lo cualitativo como en la intención de su uso en esa estrategia de defensa militar de la OTAN y la UE en la que somos uno de los estados más proactivos en el envío de tropas al exterior y que está provocando gran parte de los desajustes y agresiones a la paz con contenidos del planeta.
Debemos señalar, además, que estos gastos en armas son interminables porque arrastramos una deuda por armas ya encargadas importante y que no podrá acabar de pagarse hasta dentro de más de una década. A esta hay que sumar el segundo y tercer ciclo de adquisición de armas español, que nos va a poner la deuda militar otra vez por encima de los 30.000 millones de euros a pagar hasta más allá de 2035. ¿Le han consultado a alguien si queremos mantener una ingente deuda militar o si queremos adquirir estos sistemas de armas en vez de usar el dinero para causas mas nobles? Ni lo han hecho ni lo harán, porque en materia de defensa la soberanía no reside en el pueblo, sino en el complejo militar-industrial y sus colaboraciones en la élite mediática y política.
La burocracia y los cuarteles generales incorporan el tercer gran gasto de Defensa, con 1.417,88 millones de euros.
Le sigue el apoyo logístico, con 1.156,45 millones de euros.
El apoyo logístico consiste en el mantenimiento de los sistemas de armas, y los gastos directos de entretenimiento, mantenimiento y conservación, tanto de la infraestructura como de los distintos sistemas de armas y equipos que utilizan o apoyan a las Fuerzas Armadas.
Una parte de estos gastos se endosa a un organismo autónomo militar, el INVIED, que además de vender terrenos militares y especular con la venta de inmuebles del enorme patrimonio militar, se encarga de reinvertir en infraestructuras militares y armas con el producto de su negocio.
Una de las partidas más desafortunadas del gasto militar español consiste en los 517,61 millones de euros que el Ministerio de Defensa desembolsa para pagar sueldos a los militares en la reserva que sobran, al llegar a cierta edad, conforme al grado militar que se tenga y determinadas especificaciones que señala el art 113 de la Ley de la Carrera Militar y hasta cumplir los 65 años en que pasan a la jubilación. Según los índices de estadística militar hay cerca de 15.000 personas en esta situación de semijubilación dorada y compatible con otro empleo civil.
Nos parece un abuso excepcionalmente grave, porque es obvio que se trata de militares que, en el mejor de los casos, sobran y no se necesitas (de ahí su pase a la reserva) y que, al envejecer, no resulta eficaz mantener en activo, pero al que retribuyen muy generosamente para que no la líen.
Si no los necesitamos, primera pregunta, ¿Por qué mantener un ejército tan abultado? ¿por qué cuando, como es el caso, tenemos encima una ratio de un mando por cada 1´7 soldados? ¿No sería mejor hacer las cosas con un mínimo de lógica?
Y, segunda pregunta, para el caso de entenderse que estos señores tan bien preparados no pueden ser útiles en un momento dado y hay que tener una cierta opción por su regreso al plano activo, ¿no es verdadero agravio comparativo con sectores civiles estratégicos donde nuestra característica principal es la de desentendernos y mandar a personas de gran valía a la porra, como es el caso de los científicos, que acaban emigrando a ambientes menos insensatos, o docentes, que tampoco interesan demasiado en un país donde el papanatismo prima sobre la cultura?. También podríamos utilizar una política parecida para sectores sociales castigados por la dureza de sus trabajos en la vida civil, o para otros que tienen personal excesivo pero que en un momento dado pueden ser deficitarios, pero es a los militares a quienes destinan este dinero privilegiado y a cargo del erario público.
La asistencia hospitalaria de los militares, una partida que básicamente se transfiere al organismo autónomo militar ISFAS, una gran parte de cuyo gasto no computa como gasto militar en los cálculos de nuestro Ministerio de Defensa porque consideran que es un gasto social, no militar, constituye la tercera actividad de Defensa y arrastra una cifra nada despreciable del presupuesto militar.
En su conjunto, las partidas de gasto del presupuesto directo que maneja el Ministerio de Defensa (en otras entregas veremos que hay otros ministerios que contribuyen a multiplicar por varios guarismos el gasto militar) se representa en el siguiente cuadro:

El personal de la defensa
Vistos los programas, no lo sabemos todo de la distribución del gasto militar. Una mirada a sus capítulos nos permite, a la vez, verificar el enorme sinsentido del gasto del Ministerio.
En cuanto al gasto de personal, es el mayor de los gastos de Defensa. Incorpora nada menos que 4.971,75 millones de euros, más de la mitad de lo que consume defensa. Podemos responder a una primera pregunta ¿Cuál es la principal acción de Defensa? Pagar sueldos.
Parece una perogrullada, pero no ocurre así en todos los Ministerios. Sólo Defensa e interior destinan la gran mayoría de su presupuesto a pagar sueldos. Defensa estos 4.971,75 millones de euros en 2020 e interior 6.681,70 millones de euros.
En el caso de estos dos ministerios, ocurre además que, a diferencia de la ratio que mantenemos en cualquier otro tipo de funcionarios, nuestra ratio de militares y policías por cada mil personas es de las más altas de nuestro entorno y no se justifica por las necesidades que aparentemente deben cubrir estos señores, sino por el endémico fervor de nuestras élites a mantener y mimar estas estructuras de orden y la no menos triste adherencia de las mismas élites a despreciar a médicos, educadores, científicos u otros sectores socialmente más valiosos.
De hecho, en el caso de los militares, la enorme dimensión de nuestros ejércitos no ha sido solventada nunca. Lo intentó en su día Azaña, pero fracasó. Lo intentó en la transición Serra, pero le salió mal la jugada. Y desde entonces el despropósito no ha hecho sino incrementarse, porque los militares que sobran pero están aún en edad activa, son mandados a esa especie de jubilación dorada que hemos dicho y a la espera de la jubilación de verdad, pero no son dados de baja y por tanto siguen mamando de la teta del presupuesto, mientras que los soldados que envejecen, gracias a la hábil campaña de sus reivindicaciones corporativas, han conseguido hacer otro tapón y seguir enganchados a pesar de habérseles pasado el tiempo legal de contrato.
Tal es la situación que nuestro ejército incumple la propia ley en cuanto al número de generales que legalmente podemos tener, rebasándola sin que nadie ponga coto al asunto. Mantenemos un número de oficiales por encima de la ratio homologable en los países del entorno y con una ratio soldado/oficial de 1´7 soldados por oficial, algo imposible de gestionar.
Veamos un cuadro esclarecedor y comparativo de los ministerios que relación con lo que se gastan en personal (en azul) respecto al volumen total de presupuesto que mantienen.

Como se ve, sólo Justicia, Defensa e Interior aplican la mayoría de su presupuesto a pagar sueldos, frente a los otros ministerios que se aplican a hacer cosas.
Además de esto, y gracias al consenso parlamentario tan solidario y sindicalista en el que coinciden desde Podemos a Vox, la vía de evacuación de tantísimo militar sobrante que era su desembocadura a otras profesiones por medio del PROPIDEF para dar salida a los soldados de más de 45 años que llegan al final de su ciclo legal como soldados (al parecer un soldado viejuno no puede darse de barrigazos con igual empeño que uno más joven y no está bien visto llevarlos a las operaciones en el exterior con achaques) se ha despachado con el acuerdo de mantener sus prerrogativas a estos soldados innecesarios, envejecidos y protestones. No adivinamos cómo el celo en mantener militares a troche y moche no se acompaña de medidas para mantener civiles con igual énfasis y a costa del erario público cuando vencen sus contratos temporales.
De modo que el gasto de personal, recapitulando, es el gasto número uno del ejército, pero además es un gasto que acumula un enorme peso porque el número de militares es exagerado, el número de oficiales es exagerado, tanto que hay que mandar algunos a la reserva (pero pagándoles como si no) para que no haya líos a la hora de distribuirse los soldados existentes, y la sostenibilidad del gasto público en mantener toda esta tropa se ve comprometida, lo que arrastra a su vez a la secular insostenibilidad de nuestro gasto militar, que, amén del enorme coste de oportunidad que implica un gasto tan innecesario, genera para financiarlo un enorme déficit que se financia emitiendo deuda.
Veremos más adelante que la enorme dimensión de nuestro ejército es aún mayor, porque además de estos militares y guardias civiles en activo o en la reserva, contamos con más de 2.500.000 pensionistas y jubilados militares que, a pesar de su jubilación, siguen siendo militares y actuando con el mismo peso corporativo que todos los demás. De hecho, los últimos días hemos asistido al ruido de sables generado por estas almas cándidas, lo que nos da reflejo del enorme peso militarista que pagamos sufridamente.
Sobregasto en defensa. ¿Para qué?
¿En qué se ha gastado «de más» Defensa esos cerca de mil millones de euros que se han calzado por encima de los presupuestados?
Pues, principalmente, para tres grandes partidas:
- La más golosa, de 728,23 millones de euros para financiar fuera de presupuesto y con cargo a los fondos de contingencia la parte gorda de las operaciones militares en el exterior que realiza España.
- La segunda gran magnitud es el chute que el INVIED mete al presupuesto militar para financiar infraestructuras militares gracias a los ingresos que obtienen por la enajenación de patrimonio militar, por importe de 224,5 millones
- Y el resto, alrededor de 33 millones más, dispersos entre partidas variopintas que no están desagregadas en la información del IGAE.
De este modo, y una vez que Defensa se ha decidido a contabilizar los pagos anuales que realiza por los programas especiales de armamentos (PEAS) dentro del presupuesto, la principal partida que esconden en el fondo de contingencia financia las operaciones en el exterior que, como se sabe, nos cuestan al año más de 1.000 millones de euros de los que entre Defensa y Asuntos Exteriores no afloran en sus presupuestos sino el 30% aproximadamente.
2) ORGANISMOS AUTóNOMOS MILITARES
Defensa cuenta con tres organismos autónomos militares que dependen del Ministerio pero que tienen personalidad jurídica propia; uno dedicado a la investigación militar (INTA), otro a las prestaciones sociales y hospitalarias de las fuerzas armadas (ISFAS) y el tercero a la gestión del patrimonio inmobiliario y adquisición de sus infraestructuras (INVIED).
Dado su carácter autónomo el Ministerio de Defensa, no contabiliza el enorme gasto de estos tres monstruos como gasto militar.
En el ejercicio 2019 esto organismos incorporaron al presupuesto militar nada menos de 1.088,23 millones de euros de gasto militar, sin sumar con las cuotas que Hacienda abona por el INVIED como cuotas sociales de los militares y guardias civiles a cargo del erario público.
Dicha cantidad ha sufrido un ligero incremento, de 0,84 millones de euros, que se han añadido a la cuenta del INTA según la liquidación de organismos autónomos ofrecida por IGAE y relativa a diciembre de 2019.
De este modo, el cuadro de Organismos Autónomos quedaría del siguiente modo:

Como decimos, la cifra es equívoca, porque no contabiliza la partida que Hacienda asigna para el pago de cuotas de ISFAS por los militare y guardias civiles, otros 649,02 millones de euros que recibe del programa 923S del Ministerio de Hacienda.
De este modo, los organismos autónomos, si consideramos que el presupuesto de éstos no creció y que las aportaciones, conforme a la liquidación referida a cuotas de mutualismo administrativo en general (es decir, ISFAS, MUFACE y la mutualidad de la Justicia) ha tenido una baja global de 54 millones de euros que no queda claro a cuál de las tres mutualidades se refiere o si lo es varias o a todas ellas, nos hace estimar que el gasto militar del Ministerio de Defensa más los organismos autónomos militares (incluidas las aportaciones al mutualismo administrativo) es de 1.737,34 millones de euros. Es decir, un gasto directo desde el presupuesto del ministerio de defensa y sus organismos autónomos de 11.467,99 millones de euros, como vemos en la tabla siguiente:

¿Eso es todo? Es todo lo explícito pero el gasto militar es algo parecido a las matrioshkas rusas, esas muñecas que siempre esconden otra dentro, porque el gasto militar no sólo se disimula en Defensa y se obvia en sus organismos autónomos, sino que además se esconde en otras partidas y ministerios, como quien no quiere la cosa. De ello hablaremos en otra entrega.
De TORTUGA





























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