¡VACUNESE QUIEN PUEDA!
Y es que el último escándalo se veía venir. No hablo de las actividades delictivas de Juan Carlos I, los tejemanejes del comisario-fontanero Villarejo o las infamias típicas de los políticos, sino del proceso de vacunación. Cuando parecía que el escándalo de la polémica se lo llevarían los primeros, el ko técnico de los indecentes ha sido de tal magnitud que, muy probablemente, los antivacunas han terminado en la lona. Porque, desde luego, en vista de la indecencia de tanto poderoso para disfrutar de un jeringazo, no parece que haya mucho peligro en la vacuna.
Al final, la indecencia española tiene hasta un beneficio didáctico.
Vacúnese quien pueda
El pasado 27 de diciembre, hace escasamente un mes, comenzó en España la inyección de las dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech, un proceso que supondrá vacunar, con al menos dos dosis, a más de cuarenta millones de personas, lo que no será en absoluto sencillo y obligará a que muchas personas deban esperar a ser vacunadas, con el riesgo que ello supone –salvo para los antivacunas, claro–. En la segunda fase, que comenzaría en marzo, serían vacunados los mayores de 80 años, aunque se aspira a que, si hubiera dosis suficientes, fueran vacunados los mayores de 65 años. Sin embargo, han sido varias las personalidades con privilegios que han accedido a la vacuna sin cumplir los requisitos exigidos para la vacunación en la primera fase, ni tan siquiera en la segunda que comenzará en marzo, y ya han recibido la primera dosis.
Políticos, a servirse
En total han sido casi treinta los políticos que han sido vacunados –que se sepa de momento, porque el tarro de las esencias acaba de destaparse–, liderando la clasificación el PSOE, con 14 políticos, seguido del PP con 9, Junts per Catalunya con 2 y el PNV con otros 2, aunque estos son ex políticos. Si la indebida vacunación demuestra un elevado nivel de insolidaridad e deshonestidad, las excusas argumentadas revelan la alta consideración que tienen los políticos por los ciudadanos. Por desgracia, la tibia respuesta de los partidos políticos no les deja en mejor lugar.
Lamentablemente, no han sido cesados por sus partidos políticos, incluso desde el Partido Popular se ha llegado a defender con efusividad el "vacúnese quien pueda".
Vacunados de guerra
El gran afectado, de momento, ha sido el recién dimitido Jefe de Estado Mayor de la Defensa, el general Miguel Ángel Villarroya, que otrora, en el mes de marzo arengó a los españoles –"En esta guerra todos somos soldados", "demostremos que somos soldados cada uno en el puesto que nos ha tocado vivir" o "en tiempos de guerra todos los días son lunes". Todos somos soldados en esta guerra, pero yo, el general, me vacuno primero. El ministerio de Defensa intentó paralizar de urgencia la vacunación, pero ya era demasiado tarde. El escándalo ya estaba en la mesa de todos los españoles.
Durante todo el viernes el ministerio de Defensa estuvo contemporizando para salvar al JEMAD, en lugar de estar indignado y cesar de inmediato al alto mando y a todos los militares vacunados indebidamente. A primera hora del sábado 23, el JEMAD, con un nivel de presión casi insoportable, dimitía. Sin embargo, el escándalo continuaba. Los españoles todavía no comprenden que, en las guerras, todos somos soldados mientras los generales nos dirigen desde la cantina.
Cuando el general Villarroya dimitió el pasado sábado no solo no se excusó, como habían hecho los políticos cazados infraganti con el jeringazo bajo el brazo, sino que afirmó que vacunarse fue "acertado" y que, en todo caso, la culpa del escándalo recaía en los ciudadanos por no entender "la idiosincrasia de los ejércitos".
Y es que el último escándalo se veía venir. No hablo de las actividades delictivas de Juan Carlos I, los tejemanejes del comisario-fontanero Villarejo o las infamias típicas de los políticos, sino del proceso de vacunación. Cuando parecía que el escándalo de la polémica se lo llevarían los primeros, el ko técnico de los indecentes ha sido de tal magnitud que, muy probablemente, los antivacunas han terminado en la lona. Porque, desde luego, en vista de la indecencia de tanto poderoso para disfrutar de un jeringazo, no parece que haya mucho peligro en la vacuna.
Al final, la indecencia española tiene hasta un beneficio didáctico.
Vacúnese quien pueda
El pasado 27 de diciembre, hace escasamente un mes, comenzó en España la inyección de las dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech, un proceso que supondrá vacunar, con al menos dos dosis, a más de cuarenta millones de personas, lo que no será en absoluto sencillo y obligará a que muchas personas deban esperar a ser vacunadas, con el riesgo que ello supone –salvo para los antivacunas, claro–. En la segunda fase, que comenzaría en marzo, serían vacunados los mayores de 80 años, aunque se aspira a que, si hubiera dosis suficientes, fueran vacunados los mayores de 65 años. Sin embargo, han sido varias las personalidades con privilegios que han accedido a la vacuna sin cumplir los requisitos exigidos para la vacunación en la primera fase, ni tan siquiera en la segunda que comenzará en marzo, y ya han recibido la primera dosis.
Políticos, a servirse
En total han sido casi treinta los políticos que han sido vacunados –que se sepa de momento, porque el tarro de las esencias acaba de destaparse–, liderando la clasificación el PSOE, con 14 políticos, seguido del PP con 9, Junts per Catalunya con 2 y el PNV con otros 2, aunque estos son ex políticos. Si la indebida vacunación demuestra un elevado nivel de insolidaridad e deshonestidad, las excusas argumentadas revelan la alta consideración que tienen los políticos por los ciudadanos. Por desgracia, la tibia respuesta de los partidos políticos no les deja en mejor lugar.
Lamentablemente, no han sido cesados por sus partidos políticos, incluso desde el Partido Popular se ha llegado a defender con efusividad el "vacúnese quien pueda".
Vacunados de guerra
El gran afectado, de momento, ha sido el recién dimitido Jefe de Estado Mayor de la Defensa, el general Miguel Ángel Villarroya, que otrora, en el mes de marzo arengó a los españoles –"En esta guerra todos somos soldados", "demostremos que somos soldados cada uno en el puesto que nos ha tocado vivir" o "en tiempos de guerra todos los días son lunes". Todos somos soldados en esta guerra, pero yo, el general, me vacuno primero. El ministerio de Defensa intentó paralizar de urgencia la vacunación, pero ya era demasiado tarde. El escándalo ya estaba en la mesa de todos los españoles.
Durante todo el viernes el ministerio de Defensa estuvo contemporizando para salvar al JEMAD, en lugar de estar indignado y cesar de inmediato al alto mando y a todos los militares vacunados indebidamente. A primera hora del sábado 23, el JEMAD, con un nivel de presión casi insoportable, dimitía. Sin embargo, el escándalo continuaba. Los españoles todavía no comprenden que, en las guerras, todos somos soldados mientras los generales nos dirigen desde la cantina.
Cuando el general Villarroya dimitió el pasado sábado no solo no se excusó, como habían hecho los políticos cazados infraganti con el jeringazo bajo el brazo, sino que afirmó que vacunarse fue "acertado" y que, en todo caso, la culpa del escándalo recaía en los ciudadanos por no entender "la idiosincrasia de los ejércitos".
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