
YEMEN AL BORDE DE OTRA CATÁSTROFE HUMANITARIA
Joe Biden ha expresado su intención de parar la guerra del Yemen, pero los yemeníes no le creen
Un reciente informe de la ONU advierte de que Yemen sufrirá otra devastadora hambruna a pocos meses vista, mientras la industria armamentista de Estados Unidos hace caja vendiendo bombas a la Coalición Saudí.
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La mayoría de yemeníes alberga pocas esperanzas de que la nueva Casa Blanca acabe con el bloqueo y la devastadora guerra de su país, que ya se acerca a su sexto año. Tampoco creen que durante el mandato de Biden vaya a cesar el apoyo de EE.UU a las fuerzas de intervención saudíes en Yemen.
Ibrahim Abdulkareem, que perdió a su hija de 11 meses cuando en 2015 un avión saudí arrojó una bomba de fabricación estadounidense sobre su casa en Saná, declaró al medio MintPress que la declaración de Biden no supone ninguna buen noticia: “No soy optimista de que Biden vaya a dejar de suministrar bombas como la que mató a mi hija a Bin Salman”.
Como Ibrahim, los civiles yemeníes pierden a sus seres queridos, sus hogares e infraestructuras debido a las armas que EE.UU vende a la Coalición Saudí en grandes cantidades, y no se creen que el presidente electo, Joe Biden, vaya a dejar de ofrecer este apoyo a Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
De hecho, tanto en Saná como en Adén -sedes respectivas del poder de las fuerzas contendientes en esta guerra- se ve como poco factible que Biden vaya a tomar medidas para poner fin al conflicto dada la realidad geopolítica actual en Oriente Medio. En esa realidad está la fiebre que les ha entrado a los gobiernos árabes -y Riad y Abu Dhabi no son excepción- por normalizar las relaciones con Israel; así como también, en estrecha relación, la obsesión de la actual administración estadounidense por tratar de contener la llamada “influencia iraní” en Oriente Medio, en lo que incluye al Yemen.
Los políticos yemeníes han pedido a Biden que la Casa Blanca cambie su visión del conflicto y deje de tratarlo como parte de su confrontación con Irán. Por desgracia, todo se ha reducido a ese único argumento: tanto Demócratas como Republicanos culpan de todo a Irán y aseguran que los huthis son un brazo de la influencia iraní, cuando el verdadero contexto del conflicto es la agresión extranjera y la lucha por controlar áreas estratégicas que contienen lucrativas reservas no explotadas de petróleo y gas.
La mayoría de yemeníes considera que el apoyo de EE.UU a la Coalición Saudí echa leña al fuego bélico, que el gobierno de EE.UU es parte de los graves crímenes de guerra ocurridos en su país y de la devastadora crisis humanitaria que afrontan. Yemen está de nuevo al borde de la catástrofe. Según un reciente informe de la ONU, habrá otra hambruna a pocos meses vista; una hambruna que, en gran medida, no es sólo consecuencia de la agresión saudí y el bloqueo, sino también de los drásticos recortes a los programas de alimentos y ayuda perpetrados por el presidente Trump.
Desde marzo de 2015, cuando empezó la guerra, más que cesar en la venta de armas o presionar a Arabia Saudí por vía diplomática, la Casa Blanca optó por no hacer caso a los llamamientos de la comunidad internacional para acabar con el sufrimiento de los civiles yemeníes. Aún peor, dio carta blanca a Arabia Saudí y los EAU para cometer las más crasas violaciones de la ley internacional y horribles masacres de la historia contemporánea.
La Coalición Saudí ha matado a más de 100.000 personas desde enero de 2016, según un informe del ACLED (Armed Conflict and Location Event Data Project). Esta cifra no incluye a los que han muerto en los desastres humanitarios provocados por el conflicto, en particular por el hambre y las miles de toneladas de armas, suministradas por EE.UU, que se han arrojado sobre hospitales, escuelas, mercados, mezquitas, granjas, fábricas, puentes, centrales eléctricas y plantas de tratamiento de agua.
Si Biden va en serio sobre poner fin a la guerra por vía diplomática, se le abre la oportunidad de añadir al legado de su mandato presidencial el haber acabado con uno de los conflictos más violentos del siglo XXI.
Yemen está sediento de paz. Tanto las fueras de resistencia dirigidas por Ansar Allah como los grupos militantes apoyados por Arabia Saudí han manifestado su deseo de alcanzar un acuerdo político, algo de lo que, por supuesto, no se han hecho eco los gobiernos de Arabia Saudí y los EAU. Esos gobiernos, sin embargo, van perdiendo el apoyo de las mismas fuerzas yemeníes que supuestamente los invitaron a intervenir con la excusa de reponer en el poder al derrocado presidente Abdul Mansour Hadi. Ahora, incluso los más firmes aliados de la coalición contemplan las acciones de Arabia Saudí como poco más que el empeño por balcanizar la nación en regiones y facciones, de modo que puedan ser manejadas con mayor facilidad.
Fuente:
https://www.mintpressnews.com/joe-biden-yemen-war-saudi-arabia/273064/
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La mayoría de yemeníes alberga pocas esperanzas de que la nueva Casa Blanca acabe con el bloqueo y la devastadora guerra de su país, que ya se acerca a su sexto año. Tampoco creen que durante el mandato de Biden vaya a cesar el apoyo de EE.UU a las fuerzas de intervención saudíes en Yemen.
Ibrahim Abdulkareem, que perdió a su hija de 11 meses cuando en 2015 un avión saudí arrojó una bomba de fabricación estadounidense sobre su casa en Saná, declaró al medio MintPress que la declaración de Biden no supone ninguna buen noticia: “No soy optimista de que Biden vaya a dejar de suministrar bombas como la que mató a mi hija a Bin Salman”.
Como Ibrahim, los civiles yemeníes pierden a sus seres queridos, sus hogares e infraestructuras debido a las armas que EE.UU vende a la Coalición Saudí en grandes cantidades, y no se creen que el presidente electo, Joe Biden, vaya a dejar de ofrecer este apoyo a Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
De hecho, tanto en Saná como en Adén -sedes respectivas del poder de las fuerzas contendientes en esta guerra- se ve como poco factible que Biden vaya a tomar medidas para poner fin al conflicto dada la realidad geopolítica actual en Oriente Medio. En esa realidad está la fiebre que les ha entrado a los gobiernos árabes -y Riad y Abu Dhabi no son excepción- por normalizar las relaciones con Israel; así como también, en estrecha relación, la obsesión de la actual administración estadounidense por tratar de contener la llamada “influencia iraní” en Oriente Medio, en lo que incluye al Yemen.
Los políticos yemeníes han pedido a Biden que la Casa Blanca cambie su visión del conflicto y deje de tratarlo como parte de su confrontación con Irán. Por desgracia, todo se ha reducido a ese único argumento: tanto Demócratas como Republicanos culpan de todo a Irán y aseguran que los huthis son un brazo de la influencia iraní, cuando el verdadero contexto del conflicto es la agresión extranjera y la lucha por controlar áreas estratégicas que contienen lucrativas reservas no explotadas de petróleo y gas.
La mayoría de yemeníes considera que el apoyo de EE.UU a la Coalición Saudí echa leña al fuego bélico, que el gobierno de EE.UU es parte de los graves crímenes de guerra ocurridos en su país y de la devastadora crisis humanitaria que afrontan. Yemen está de nuevo al borde de la catástrofe. Según un reciente informe de la ONU, habrá otra hambruna a pocos meses vista; una hambruna que, en gran medida, no es sólo consecuencia de la agresión saudí y el bloqueo, sino también de los drásticos recortes a los programas de alimentos y ayuda perpetrados por el presidente Trump.
Desde marzo de 2015, cuando empezó la guerra, más que cesar en la venta de armas o presionar a Arabia Saudí por vía diplomática, la Casa Blanca optó por no hacer caso a los llamamientos de la comunidad internacional para acabar con el sufrimiento de los civiles yemeníes. Aún peor, dio carta blanca a Arabia Saudí y los EAU para cometer las más crasas violaciones de la ley internacional y horribles masacres de la historia contemporánea.
La Coalición Saudí ha matado a más de 100.000 personas desde enero de 2016, según un informe del ACLED (Armed Conflict and Location Event Data Project). Esta cifra no incluye a los que han muerto en los desastres humanitarios provocados por el conflicto, en particular por el hambre y las miles de toneladas de armas, suministradas por EE.UU, que se han arrojado sobre hospitales, escuelas, mercados, mezquitas, granjas, fábricas, puentes, centrales eléctricas y plantas de tratamiento de agua.
Si Biden va en serio sobre poner fin a la guerra por vía diplomática, se le abre la oportunidad de añadir al legado de su mandato presidencial el haber acabado con uno de los conflictos más violentos del siglo XXI.
Yemen está sediento de paz. Tanto las fueras de resistencia dirigidas por Ansar Allah como los grupos militantes apoyados por Arabia Saudí han manifestado su deseo de alcanzar un acuerdo político, algo de lo que, por supuesto, no se han hecho eco los gobiernos de Arabia Saudí y los EAU. Esos gobiernos, sin embargo, van perdiendo el apoyo de las mismas fuerzas yemeníes que supuestamente los invitaron a intervenir con la excusa de reponer en el poder al derrocado presidente Abdul Mansour Hadi. Ahora, incluso los más firmes aliados de la coalición contemplan las acciones de Arabia Saudí como poco más que el empeño por balcanizar la nación en regiones y facciones, de modo que puedan ser manejadas con mayor facilidad.
Fuente:
https://www.mintpressnews.com/joe-biden-yemen-war-saudi-arabia/273064/
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