
EL COMUNISTA QUE PERMANECIÓ DURANTE DÉCADAS EN LOS ALTARES DE LAS IGLESIAS CATÓLICAS ESPAÑOLAS
"La foto de aquel "cura", victima del martirio, era nada menos que una reproducción de la imagen viva del mismísimo rostro Jesucristo" .
Durante décadas, un brigadista que vino voluntariamente a defender a la República contra el golpe militar , que era, además, comunista y posiblemente de origen judío, fue objeto de veneración en las iglesias, conventos y colegios españoles. La equivocación en el epígrafe de una fotografía, lo convirtió en el Santo en el que se encomendaron miles de católicos españoles
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
Según cuenta la articulista Maité Campillo, en el curso de la Guerra Civil española, en un diminuto pueblo de Huesca llamado Siétamo, los milicianos republicanos arrestaron a un grupo de insurrectos franquistas que se habían hecho con el dominio de la villa. Entre los sublevados se encontraba un joven cura católico, que tal y como habia propulsado la Iglesia católica en otros lugares del país, se había alzado en contra de la legalidad republicana.
Entre los milicianos que aplastaron la rebelión se encontraba el periodista y fotógrafo alemán Hans Gutmann Guster, que aprovechó la inigualable ocasión para tomar algunas instantáneas fotográficas de la cadena de secuencias que provocó en el pueblo la trifulca entre fascistas y republicanos.
En las dilas de los milicianos que defendían a la República había un brigadista internacional, de origen posiblemente alemán, alto, rubio, de ojos claros, cuyo perfil físico hubiera encajado -incluso hoy- en la portada de cualquier revista de moda masculina. Se ignora por qué razón el periodista alemán Hans Gutmann Guster -que castellanizaría su nombre cambiándolo por el de "Juan Guzmán"- se equivocó en el pie de la fotografía del brigadista republicano, y escribió en el epígrafe de la instantánea fotográficala frase: "Martín Martínez Pascual, sacerdote sonriendo instantes antes de ser fusilado". Quién le iba a decir a aquél fotógrafo germano que su equivocación iba a elevar durante décadas a los altares de las iglesias españolas a uno de sus fotografiados personajes.
![[Img #64377]](https://canarias-semanal.org/upload/images/10_2020/8333_santificado-2.jpg)
MERCADOTECNIA ECLESIÁSTICA
A estas alturas resultaria una obviedad decir que la Iglesia Católica, tanto la autóctona como la romana, es una hábil maestra en mercadotecnia religiosa. En efecto, los sabios príncipes que tiene la Iglesia, al constatar la impresionante instantánea del fotógrafo germano lo tuvieron muy claro. La foto que tenían ante sí era nada menos que una reproducción de la imagen viva del mismísimo rostro Jesucristo, que la rica imaginería religiosa habia representado a través de la escultura y la pintura. (Conozca la versión hagiográfica del "beato Martin" según la Iglesia)
La apostura física impactante que presentaba el cura presuntamente fusilado por los "rojos", que se enfrentaba sonriente ante pelotón de fusilamiento, ofrecía una oportunidad inigualable para a través de ella suscitar la veneración masiva y ferviente de miles o, incluso, millones de creyentes.
Como por arte de magia - de esa fecunda magia religiosa que es capaz de movilizar la emoción de centenares de miles de devotos - la foto del cura-mártir, alto, de ojos claros y pelo rubio y ensortijado, fue rapidamente reproducida en miles de estampitas, rogatorias, escapularios y cuadros, llegándose a filmar, incluso, reconstrucciones de cómo se había producido su dramática "ejecución a manos de las hordas rojas"
Ni que decir tiene que las biografías hagiográficas del santo
beato, rubio y bien parecido, que describian con todo lujo de detalles la santidad que había caracterizado la vida y el martirio del supuesto sacerdote sacrificado, además, por la Causa Nacional, y que con tanta serenidad afrontó los momentos postreros de su vida con la generosidad de una sonrisa dibujada entre sus labios.
Cabe suponer que en el oscurantista clima religioso de la España de la época, la atractiva imagen del sacerdote-mártir fue intensamente sublimada por miles de feligresas que encontrarían en el presunto padre Martín Martínez Pascual, el sosiego necesario para ahogar sus pulsiones más íntimas.
Relata la referida Maite Campillo, que la historia de este rubio querubín se extendió como un reguero de pólvora a lo ancho de todo el orbe católico, siendo objeto de relatos fantásticos en iglesias, atrios, seminarios y colegios. Con motivo de su martirio se realizaron gran cantidad de grabados para honrar el sacrificio de aquél “ángel celestial incorrupto”. Las atribuladas adolescentes de la época no dudaban en encomendarse al santo-mártir con objeto de que este intercediera ante Dios, Nuestro Señor Jesucristo o la Virgen María para que un milagro salvador las sacara del angustioso "valle de lágrimas" en el que estaban sumidas.
"¡Ayyyy Santo Martín de la hermosura, cúrame los dolores que brotan de mi espaldica doblada por el trabajo, haz que me toque la lotería para salir de esta miseria y cura!".
Por su parte, las afligidas madres de la dura posguerra española tampoco se recataban a la hora de solicitar un milagrito al bello Adonis, ahora en vías de ser incorporado al santoral católico.
"¡Cura a mi Charo del mal de ojo que la está mortificando !"
LA INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA DESCUBRE EL SACRÍLEGO EQUÍVOCO.
Sin embargo, - cuenta la BBC de Londres - todo aquel gozo de extasis religioso, iba a terminar en un pozo. Resultó que tras arduas investigaciones periodísticas se descubrió que el apuesto mártir de la foto, de ojos claros, alto, rubio y de pelo ensortijado, no era el autentico padre Martín Martínez Pascual, sino un miliciano combatiente del Ejercito republicano. Las investigaciones realizadas revelaron que para más inri, el venerado querubín resultó ser no solo un odioso rojo republicano, sino que posiblemente fue un alemán que para más coña tenia origen judío y había venido a España como voluntario de las Brigadas Internacionales para defender a la II República.
![[Img #64379]](https://canarias-semanal.org/upload/images/10_2020/8108_santificado-4jpg.jpg)
El descubrimiento de la auténtica personalidad de este "santo" tan idolatrado en escuelas, seminarios y parroquias católicas españolas, no es de anteayer. El resultado de las pesquisas periodísticas vieron la luz hace un par de años, a través de los periódicos 'The New York Times', 'El Periódico de Catalunya' y "El Confidencial". Sin embargo, ha sido ahora cuando la BBC londinense ha producido un corto documental -"The Handsome Priest"- en el que se narra con todo detalle la historia de aquella abracadabrante confusión, que tanta conmocion causó entre las piadosas almas de la feligresía católica.
Uno de los hechos que se pudo constatar en el curso de las investigaciones periodísticas citadas, fue que el cura Martín
Martínez Pascual existió realmente. Y también que fue fusilado por las tropas republicanas. Pero no en Siétamo como se habia datado, sino en el pueblo de Valdealgorfa, en Teruel. Se sabe, además, que al padre Martínez Pascual lo fusilaron los milicianos no por ser cura, sino por participar en la insurreccion franquista contra la República.
Como deja constancia fehaciente la fotografía que adjuntamos, el "look" de Martínez Pascual no tenía maldita coincidencia con el que ofrecía aquél alemán proteínicamente bien nutrido. Por ello, es de suponer que la mercadotecnia religiosa no hubiera podido funcionar con el auténtico Martín Martínez Pascual como lo hizo con el mentado miliciano judeo-comunista. Y puede entenderse. En la España famélica y semifeudal de la decada de los 30, 40 y 50, ni siquiera los curas párrocos podian permitirse el lujo de poseer la estampa de un europeo bien alimentado.
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
Según cuenta la articulista Maité Campillo, en el curso de la Guerra Civil española, en un diminuto pueblo de Huesca llamado Siétamo, los milicianos republicanos arrestaron a un grupo de insurrectos franquistas que se habían hecho con el dominio de la villa. Entre los sublevados se encontraba un joven cura católico, que tal y como habia propulsado la Iglesia católica en otros lugares del país, se había alzado en contra de la legalidad republicana.
Entre los milicianos que aplastaron la rebelión se encontraba el periodista y fotógrafo alemán Hans Gutmann Guster, que aprovechó la inigualable ocasión para tomar algunas instantáneas fotográficas de la cadena de secuencias que provocó en el pueblo la trifulca entre fascistas y republicanos.
En las dilas de los milicianos que defendían a la República había un brigadista internacional, de origen posiblemente alemán, alto, rubio, de ojos claros, cuyo perfil físico hubiera encajado -incluso hoy- en la portada de cualquier revista de moda masculina. Se ignora por qué razón el periodista alemán Hans Gutmann Guster -que castellanizaría su nombre cambiándolo por el de "Juan Guzmán"- se equivocó en el pie de la fotografía del brigadista republicano, y escribió en el epígrafe de la instantánea fotográficala frase: "Martín Martínez Pascual, sacerdote sonriendo instantes antes de ser fusilado". Quién le iba a decir a aquél fotógrafo germano que su equivocación iba a elevar durante décadas a los altares de las iglesias españolas a uno de sus fotografiados personajes.
MERCADOTECNIA ECLESIÁSTICA
A estas alturas resultaria una obviedad decir que la Iglesia Católica, tanto la autóctona como la romana, es una hábil maestra en mercadotecnia religiosa. En efecto, los sabios príncipes que tiene la Iglesia, al constatar la impresionante instantánea del fotógrafo germano lo tuvieron muy claro. La foto que tenían ante sí era nada menos que una reproducción de la imagen viva del mismísimo rostro Jesucristo, que la rica imaginería religiosa habia representado a través de la escultura y la pintura. (Conozca la versión hagiográfica del "beato Martin" según la Iglesia)
La apostura física impactante que presentaba el cura presuntamente fusilado por los "rojos", que se enfrentaba sonriente ante pelotón de fusilamiento, ofrecía una oportunidad inigualable para a través de ella suscitar la veneración masiva y ferviente de miles o, incluso, millones de creyentes.
Como por arte de magia - de esa fecunda magia religiosa que es capaz de movilizar la emoción de centenares de miles de devotos - la foto del cura-mártir, alto, de ojos claros y pelo rubio y ensortijado, fue rapidamente reproducida en miles de estampitas, rogatorias, escapularios y cuadros, llegándose a filmar, incluso, reconstrucciones de cómo se había producido su dramática "ejecución a manos de las hordas rojas"
Ni que decir tiene que las biografías hagiográficas del santo beato, rubio y bien parecido, que describian con todo lujo de detalles la santidad que había caracterizado la vida y el martirio del supuesto sacerdote sacrificado, además, por la Causa Nacional, y que con tanta serenidad afrontó los momentos postreros de su vida con la generosidad de una sonrisa dibujada entre sus labios.
Cabe suponer que en el oscurantista clima religioso de la España de la época, la atractiva imagen del sacerdote-mártir fue intensamente sublimada por miles de feligresas que encontrarían en el presunto padre Martín Martínez Pascual, el sosiego necesario para ahogar sus pulsiones más íntimas.
Relata la referida Maite Campillo, que la historia de este rubio querubín se extendió como un reguero de pólvora a lo ancho de todo el orbe católico, siendo objeto de relatos fantásticos en iglesias, atrios, seminarios y colegios. Con motivo de su martirio se realizaron gran cantidad de grabados para honrar el sacrificio de aquél “ángel celestial incorrupto”. Las atribuladas adolescentes de la época no dudaban en encomendarse al santo-mártir con objeto de que este intercediera ante Dios, Nuestro Señor Jesucristo o la Virgen María para que un milagro salvador las sacara del angustioso "valle de lágrimas" en el que estaban sumidas.
"¡Ayyyy Santo Martín de la hermosura, cúrame los dolores que brotan de mi espaldica doblada por el trabajo, haz que me toque la lotería para salir de esta miseria y cura!".
Por su parte, las afligidas madres de la dura posguerra española tampoco se recataban a la hora de solicitar un milagrito al bello Adonis, ahora en vías de ser incorporado al santoral católico.
"¡Cura a mi Charo del mal de ojo que la está mortificando !"
LA INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA DESCUBRE EL SACRÍLEGO EQUÍVOCO.
Sin embargo, - cuenta la BBC de Londres - todo aquel gozo de extasis religioso, iba a terminar en un pozo. Resultó que tras arduas investigaciones periodísticas se descubrió que el apuesto mártir de la foto, de ojos claros, alto, rubio y de pelo ensortijado, no era el autentico padre Martín Martínez Pascual, sino un miliciano combatiente del Ejercito republicano. Las investigaciones realizadas revelaron que para más inri, el venerado querubín resultó ser no solo un odioso rojo republicano, sino que posiblemente fue un alemán que para más coña tenia origen judío y había venido a España como voluntario de las Brigadas Internacionales para defender a la II República.
El descubrimiento de la auténtica personalidad de este "santo" tan idolatrado en escuelas, seminarios y parroquias católicas españolas, no es de anteayer. El resultado de las pesquisas periodísticas vieron la luz hace un par de años, a través de los periódicos 'The New York Times', 'El Periódico de Catalunya' y "El Confidencial". Sin embargo, ha sido ahora cuando la BBC londinense ha producido un corto documental -"The Handsome Priest"- en el que se narra con todo detalle la historia de aquella abracadabrante confusión, que tanta conmocion causó entre las piadosas almas de la feligresía católica.
Uno de los hechos que se pudo constatar en el curso de las investigaciones periodísticas citadas, fue que el cura Martín Martínez Pascual existió realmente. Y también que fue fusilado por las tropas republicanas. Pero no en Siétamo como se habia datado, sino en el pueblo de Valdealgorfa, en Teruel. Se sabe, además, que al padre Martínez Pascual lo fusilaron los milicianos no por ser cura, sino por participar en la insurreccion franquista contra la República.
Como deja constancia fehaciente la fotografía que adjuntamos, el "look" de Martínez Pascual no tenía maldita coincidencia con el que ofrecía aquél alemán proteínicamente bien nutrido. Por ello, es de suponer que la mercadotecnia religiosa no hubiera podido funcionar con el auténtico Martín Martínez Pascual como lo hizo con el mentado miliciano judeo-comunista. Y puede entenderse. En la España famélica y semifeudal de la decada de los 30, 40 y 50, ni siquiera los curas párrocos podian permitirse el lujo de poseer la estampa de un europeo bien alimentado.
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