LA DESENFRENADA "UBERIZACIÓN" DEL MUNDO LABORAL
El espejismo de la “mano invisible del algoritmo” o la esclavitud asalariada
La uberización del trabajo, es decir, el desarrollo creciente de actividades económicas basadas en el uso de plataformas digitales se extiende por por los más diversos sectores laborales, prescindiendo cada vez más del trabajo asalariado...
Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL. ORG.
El pasado lunes un tribunal del Reino Unido dictaminó que Uber podrá seguir operando en su capital, Londres, después de que “los reguladores” le negaran en 2019 la renovación de la licencia tras detectar conductores que trabajaban ilegalmente.
La noticia podría parecer ajena a quienes no se desempeñan como uno de los miles de conductores de taxi que se enfrentan al poder de Uber en todo el planeta. Sin embargo, el control excesivo de los flujos masivos de datos personales que domina esta empresa nos incumbe a todos. Basta pensar por un momento en nuestros teléfonos móviles, donde se encuentra todo cuanto necesita saber de nosotros.
Pero sobre todo nos atañe porque su modelo económico ha impregnado todos los sectores económicos y hasta los bancos buscan la manera de “uberizar” su negocio. Es decir, de desarrollar un modelo de negocio mediante el cual particulares puedan efectuar transacciones económicas a partir de aplicaciones informáticas que funcionan con potentes algoritmos matemáticos, que permiten una automatización y digitalización accesibles, desde aplicaciones que se encuentran en sus “celulares inteligentes” o en sus computadores.
Aunque esta “nueva forma de economía” se viste de “colaboración” para el desarrollo una supuesta libre relación entre prestadores de servicios y necesitados, sin mediación del capital, la uberización” no es otra cosa que una forma de explotación laboral consistente en transferir todo el riesgo económico hacía los trabajadores, con todas las consecuencias que eso implica.
La realidad detrás de estos llamados negocios “colaborativos” -Uber, Glovo, Pedidos Ya, Rappi y Cabify, entre otros- es la del capital financiero más concentrado -específicamente grandes fondos de inversión- y la explotación capitalista más cruda, con la consiguiente abolición de derechos laborales y la mayor precariedad. Ahí se encuentra el gran secreto de su éxito y no el triunfo de la idea “ingeniosa” de un “emprendedor exitoso” como, Travis Kalanick, cofundador de Uber.
En definitiva, el proceso de uberización de la economía del mundo nos concierne a todos por que encierra, además, una idea perversa. La que presenta a los trabajadores como empresarios. Si antes la encarnación flamante del neoliberalismo era el trabajador tercerizado, bajo el efecto de la intensificación del trabajo, la rotación, la inestabilidad; hoy la nueva figura en esta llamada "reestructuración productiva" es el trabajador uberizado, condición a la que todos podemos ser reducidos.
Con el engañoso nombre de “economía colaborativa” lo que se está promoviendo es la despolitización, la ocultación, de la contradicción capital-trabajo como proceso fundamental de explotación.
Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL. ORG.
El pasado lunes un tribunal del Reino Unido dictaminó que Uber podrá seguir operando en su capital, Londres, después de que “los reguladores” le negaran en 2019 la renovación de la licencia tras detectar conductores que trabajaban ilegalmente.
La noticia podría parecer ajena a quienes no se desempeñan como uno de los miles de conductores de taxi que se enfrentan al poder de Uber en todo el planeta. Sin embargo, el control excesivo de los flujos masivos de datos personales que domina esta empresa nos incumbe a todos. Basta pensar por un momento en nuestros teléfonos móviles, donde se encuentra todo cuanto necesita saber de nosotros.
Pero sobre todo nos atañe porque su modelo económico ha impregnado todos los sectores económicos y hasta los bancos buscan la manera de “uberizar” su negocio. Es decir, de desarrollar un modelo de negocio mediante el cual particulares puedan efectuar transacciones económicas a partir de aplicaciones informáticas que funcionan con potentes algoritmos matemáticos, que permiten una automatización y digitalización accesibles, desde aplicaciones que se encuentran en sus “celulares inteligentes” o en sus computadores.
Aunque esta “nueva forma de economía” se viste de “colaboración” para el desarrollo una supuesta libre relación entre prestadores de servicios y necesitados, sin mediación del capital, la uberización” no es otra cosa que una forma de explotación laboral consistente en transferir todo el riesgo económico hacía los trabajadores, con todas las consecuencias que eso implica.
La realidad detrás de estos llamados negocios “colaborativos” -Uber, Glovo, Pedidos Ya, Rappi y Cabify, entre otros- es la del capital financiero más concentrado -específicamente grandes fondos de inversión- y la explotación capitalista más cruda, con la consiguiente abolición de derechos laborales y la mayor precariedad. Ahí se encuentra el gran secreto de su éxito y no el triunfo de la idea “ingeniosa” de un “emprendedor exitoso” como, Travis Kalanick, cofundador de Uber.
En definitiva, el proceso de uberización de la economía del mundo nos concierne a todos por que encierra, además, una idea perversa. La que presenta a los trabajadores como empresarios. Si antes la encarnación flamante del neoliberalismo era el trabajador tercerizado, bajo el efecto de la intensificación del trabajo, la rotación, la inestabilidad; hoy la nueva figura en esta llamada "reestructuración productiva" es el trabajador uberizado, condición a la que todos podemos ser reducidos.
Con el engañoso nombre de “economía colaborativa” lo que se está promoviendo es la despolitización, la ocultación, de la contradicción capital-trabajo como proceso fundamental de explotación.
































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