
¿POR QUÉ UN PRODUCTOR DE PETRÓLEO COMO VENEZUELA DEBE IMPORTAR GASOLINA DESDE IRÁN?
Un caso paradójico solamente a simple vista
Parece contradictorio que, siendo uno de los grandes países exportadores de petróleo, Venezuela tenga comprar combustible. Sin embargo, no todo es lo que parece, ni tiene una explicación simple como cabría esperar. ¿Se trata de algo provocado únicamente por “insuficiencias” venezolanas, como afirman los medios occidentales de prensa?
Por JOSÉ MELQUIADES PARA CANARIAS SEMANAL. ORG.-
Si la República Bolivariana de Venezuela no fuera víctima de una larga y polifacética guerra, que no excluye ninguna forma de agresión, podría considerarse contradictorio que se viese obligada a importar gasolina de un país tan lejano. Pero esta guerra es, justamente, la clave que explica por qué, pese a que Venezuela cuente con las mayores reservas certificadas de crudo del mundo, sufre una fuerte carencia de combustible que le aboque a importación de este imprescindible rubro.
De acuerdo con la corresponsal de la agencia de noticias Rusia Today (RT) en el país sudamericano, Érika Ortega Sanoja, todo se inició con el ataque al Complejo Refinador Paraguaná (CRP) en agosto de 2012, cuando la refinería Amuay, una de las dos que conforman el complejo, sufrió graves daños en sus instalaciones luego de que se produjera una explosión derivada de una fuga de gas propano, aparentemente provocada.
Desde entonces, comenzó a reducirse la capacidad operativa del CRP hasta su paralización.
Desde su cuenta en Twitter, la periodista hizo un
pormenorizado recuento de los diferentes eventos que evidencian porque este complejo refinador de petróleo –el segundo más grande del mundo–, se encuentra en tal incapacidad productiva. Entre ellos, dos muy importantes. Por un lado, el debilitamiento progresivo de la estatal petrolera PDVSA, debido a la vertiginosa y sostenida caída de los precios del petróleo entre 2014 y 2016. Y otro, no menos importante, la inadecuada gestión de la compañía, antes y durante esos años críticos, por causa de gerentes corruptos hoy buscador por la justicia venezolana.
A ello hay que agregar -según la reportera- el abandono “repentino” de un número importante de trabajadores cualificados con amplia experiencia en el sector. Fue precisamente este activo-subrayó la periodista- “el que permitió recuperar la industria en 2002, tras el sabotaje petrolero opositor teledirigido desde Estados Unidos”.
En resumen, el desmantelamiento programado y progresivo de la empresa pudo tener lugar gracias a la infiltración de agentes vinculados con la oposición venezolana en cargos de responsabilidad. Hecho que pudo demostrarse a partir de las acciones de la directiva de la empresa Citgo -filial de PDVSA en los Estados Unidos- que a la postre crearía condiciones para que Juan Guaidó dispusiera ilegalmente de sus activos desde 2019.
A todo lo anterior habría que sumar el efecto de las sanciones inhumanas impuestas por la administración Trump sobre la República, lo que se ha traducido en la imposibilidad de adquirir repuestos, maquinarias y aditivos necesarios para el funcionamiento de la industria, amén de desestimular la inversión de otros actores en los distintos negocios de la estatal, debido al temor a ser sancionados por Estados Unidos.
En este sentido, la periodista desztacó que “las sanciones también obligaron al país, pese a la difícil situación económica, a cancelar 70 mil millones de dólares de deuda pública porque se le negó el refinanciamiento, al tiempo que perdía el control de sus recursos depositados en bancos europeos y estadounidenses”.
“De lo anterior se desprende que solo a partir de la consideración conjunta de estas complejas situaciones puede comprenderse por qué Venezuela, un país productor de petróleo y con capacidad instalada para producir todo el combustible que necesita, deba adquirirlo en un tercer país”- concluyó Érika Ortega Sanoja, corresponsal de RT.
A ello habría que añadir, no obstante, que Washington también ha amenazado a socios comerciales de PDVSA, como su homóloga, la española Repsol, la italiana Eni y Reliance de India, para que no la provean de gasolina.
Por JOSÉ MELQUIADES PARA CANARIAS SEMANAL. ORG.-
Si la República Bolivariana de Venezuela no fuera víctima de una larga y polifacética guerra, que no excluye ninguna forma de agresión, podría considerarse contradictorio que se viese obligada a importar gasolina de un país tan lejano. Pero esta guerra es, justamente, la clave que explica por qué, pese a que Venezuela cuente con las mayores reservas certificadas de crudo del mundo, sufre una fuerte carencia de combustible que le aboque a importación de este imprescindible rubro.
De acuerdo con la corresponsal de la agencia de noticias Rusia Today (RT) en el país sudamericano, Érika Ortega Sanoja, todo se inició con el ataque al Complejo Refinador Paraguaná (CRP) en agosto de 2012, cuando la refinería Amuay, una de las dos que conforman el complejo, sufrió graves daños en sus instalaciones luego de que se produjera una explosión derivada de una fuga de gas propano, aparentemente provocada.
Desde entonces, comenzó a reducirse la capacidad operativa del CRP hasta su paralización.
Desde su cuenta en Twitter, la periodista hizo un pormenorizado recuento de los diferentes eventos que evidencian porque este complejo refinador de petróleo –el segundo más grande del mundo–, se encuentra en tal incapacidad productiva. Entre ellos, dos muy importantes. Por un lado, el debilitamiento progresivo de la estatal petrolera PDVSA, debido a la vertiginosa y sostenida caída de los precios del petróleo entre 2014 y 2016. Y otro, no menos importante, la inadecuada gestión de la compañía, antes y durante esos años críticos, por causa de gerentes corruptos hoy buscador por la justicia venezolana.
A ello hay que agregar -según la reportera- el abandono “repentino” de un número importante de trabajadores cualificados con amplia experiencia en el sector. Fue precisamente este activo-subrayó la periodista- “el que permitió recuperar la industria en 2002, tras el sabotaje petrolero opositor teledirigido desde Estados Unidos”.
En resumen, el desmantelamiento programado y progresivo de la empresa pudo tener lugar gracias a la infiltración de agentes vinculados con la oposición venezolana en cargos de responsabilidad. Hecho que pudo demostrarse a partir de las acciones de la directiva de la empresa Citgo -filial de PDVSA en los Estados Unidos- que a la postre crearía condiciones para que Juan Guaidó dispusiera ilegalmente de sus activos desde 2019.
A todo lo anterior habría que sumar el efecto de las sanciones inhumanas impuestas por la administración Trump sobre la República, lo que se ha traducido en la imposibilidad de adquirir repuestos, maquinarias y aditivos necesarios para el funcionamiento de la industria, amén de desestimular la inversión de otros actores en los distintos negocios de la estatal, debido al temor a ser sancionados por Estados Unidos.
En este sentido, la periodista desztacó que “las sanciones también obligaron al país, pese a la difícil situación económica, a cancelar 70 mil millones de dólares de deuda pública porque se le negó el refinanciamiento, al tiempo que perdía el control de sus recursos depositados en bancos europeos y estadounidenses”.
“De lo anterior se desprende que solo a partir de la consideración conjunta de estas complejas situaciones puede comprenderse por qué Venezuela, un país productor de petróleo y con capacidad instalada para producir todo el combustible que necesita, deba adquirirlo en un tercer país”- concluyó Érika Ortega Sanoja, corresponsal de RT.
A ello habría que añadir, no obstante, que Washington también ha amenazado a socios comerciales de PDVSA, como su homóloga, la española Repsol, la italiana Eni y Reliance de India, para que no la provean de gasolina.
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