
EUDALD CARBONELL: "LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICO-TÉCNICA TIENE QUE SER UNA REVOLUCIÓN SOCIAL"
"Darwin, Marx, Engels, eran gente de pensamiento crítico"
"Si la ciencia y la tecnología socializada - dice el codirector del Proyecto Atapuerca, Eudald Carbonell - en una revolución científico-técnica ,yo pienso que el ser humano dará un gran paso hacia el futuro, hacia un futuro transformado. Porque es obvio que nuestra especie va a aplicar sus conocimientos a la misma y dejaremos de ser humanos dentro de algún tiempo. A mí no me da miedo".
Hace unas fechas, la periodista científica cubana Flor de Paz, antigua colaboradora de Canarias Semanal, y hoy directora del digital "Cubaperiodistas", le realizó una extensa entrevista al conocido arqueólogo catalán y codirector del "Proyecto Atapuerca", Eudald Carbonell Roura. De ella, y dado su interés, la redacción de Canarias semanal ha realizado el resumen que les presentamos en esta misma página .
"En los últimos 200 años la especie humana ha experimentado un crecimiento exponencial: de unos centenares de miles de personas a 6. 700 millones. En un lapso de tiempo récord, Homo sapiens ha
colonizado todo el planeta y ha hecho uso masivo de materia y energía. En la biota terrícola, el pulso de las transformaciones se acelera. Los cambios climáticos se precipitan. Las amenazas de una desestructuración de la civilización humana, que no significará la extinción de la especie, se aleja de la ficción.
Uno de los defensores más convencidos de esta tesis es el español y catalán Eudald Carbonell Roura: arqueólogo y codirector del Proyecto Atapuerca, un científico que en sus numerosos libros publicados, e incluso a través de audiovisuales que protagoniza, remite los resultados de la investigación sobre evolución humana, “lo que dicen los fósiles”, a la comprensión del presente, al conocimiento del pasado y a la formulación del futuro de sapiens: su noción marxista de conciencia crítica basada en la transferencia social del conocimiento, entre otros postulados. Es Eudald Carbonell un gran predicador que piensa (no cree) que “tanto la ciencia como los científicos o serán sociales o no serán”.
—Tanto desde el punto de vista filosófico como desde la práctica científica, ¿qué significa ser evolucionista en el escenario científico actual?
—No queda otra. Si se trabaja en un campo como el nuestro y no se admite la evolución, la estructura científica no tiene ninguna capacidad explicativa, con lo cual de alguna forma estás impelido a hacerlo. Es como ser mamífero y no tener mamas. Tiene sentido, ¿o no?
—Claro, pero hay creacionistas que dicen que son científicos…
—Todo el mundo sabe que el creacionismo es una esperanza de conocimiento que realmente no tiene una base metodológica para conseguir auto-explicarse. Es decir, el creacionismo es una tautología.
— ¿Y ser evolucionista y marxista?
—Es más, porque es un compromiso. Gould, uno de los grandes evolucionistas, que ya murió, era marxista. Queríamos escribir una revista juntos. El pensamiento crítico está muy ligado a los evolucionistas. Estoy convencido de que Darwin, Marx, Engels, eran gente de pensamiento no conservador. Para mí un pensamiento crítico, puede conservar los buenos procesos naturales, pero no puede nunca ser conservador en el sentido de la expresión de cambio, cuando niegas el cambio niegas la evolución, aunque no seas responsable de nada. Porque la evolución tiene su propio proceso, siempre se dirige a adaptarse mejor la especie. Por lo tanto, el evolucionismo en estos sentidos es básico para poder construir un esquema científico y explicativo de lo qué es la humanidad. Lo que no explica, lo que no predice, no es ciencia.
— ¿Además de Darwin, quiénes han sido sus teóricos de referencia?
—Los clásicos, sobre todo los presocráticos: Anaximandro, Anaxímenes. Aristóteles, por esa mentalidad enciclopédica de abordar analíticamente los procesos. Después, los más modernos: Descartes para mi formación analítica; los procesos cartesianos influyeron bastante en mí: formas cuadriculadas para entender; los ilustrados franceses, muchos alemanes también, sobre todo los prerrománticos. Me marcaron los ideólogos del siglo XIX alemán, también en la música clásica; la evolución filosófica desde Grecia hasta el siglo XIX; Goethe, Kant que ha sido un gran apoyo científico, psicológico y estratégico para entender la ciencia, sobre lo trascendental como asunto objetivo y subjetivo en los procesos del conocimiento, que son muy complicados. Es una mezcla: de los clásicos, de la ilustración, de los románticos, del marxismo. Marx y todas las corrientes filosóficas críticas, conforman las grandes bases de la formación de mi pensamiento.
— ¿Si hubiera sido Darwin cómo hubiera argumentado ante sus colegas la teoría de la evolución?
—Esto es muy interesante: por observación. Para mí la observación es siempre un factor básico. Pero si no pasas de la observación a la inferencia y a la interpretación, es muy difícil construir conocimiento y pensamiento. Probablemente, si no hubiera conocido los estudios de Darwin, lo hubiera hecho a través de la analítica. Cuando pones al tiempo en su sitio la analítica va dando los grados de complejidad; después, por observación hubiera deducido que había evolución. Seguramente Darwin lo hizo por observación, por su viaje del Beagle. Yo lo podría haber hecho observando mi entorno y siendo capaz de darle un tiempo a cada proceso que está sucediendo, por deducción probablemente, una hipótesis por deducción; es probable.
— ¿Y por qué fue Darwin quien pudo formular la teoría de la evolución de las especies?
—Porque Darwin tenía la teoría —sobre todo de su abuelo Erasmus, según sus biografías— quien probablemente le dio las pautas teóricas de los procesos y Charles las completó con el viaje del Beagle.
—Eudald, ¿qué significa declararse marxista en el mundo de la ciencia contemporánea, donde los recursos más importantes para la investigación provienen de los grandes capitales?
—Esta es una constricción que ha sido así histórica y evolutivamente. Las guerras, el comercio, el control oligárquico y monopolista, los sectores fundamentales en los procesos de conocimiento y de pensamiento han marcado. Las guerras han hecho cambiar, evolucionar, socializar. Forman parte de toda esa binaria contradictoria del ser humano como un animal adaptado, adaptable, pero también como animal inadaptado, inadaptable. Y esta complejidad del mecanismo interno, biológico y social del ser humano hace que cuando construyes grandes estructuras y llega al poder, el poder intenta manipular desde estas estructuras todos los procesos
—¿Cómo lo hace?
—Pues enviando y controlando el dinero hacia y en los sectores que le pueden reproducir el poder. Es lo que estamos viviendo. Ahora mismo el complejo tecnomilitar es el más poderoso del mundo. Pero, por ejemplo, hay industrias de la alimentación y de la biomédica, que conforman grandes procesos humanos, que controlan y manipulan, incluso, hasta las enfermedades. Es un error importante y falta de conciencia de nuestra especie, poner por delante los intereses de grupos dominantes y del poder por encima de los intereses sociales, lo cual va a hacer mucho daño a la socialización de la especie y al aumento de su conciencia.
—En su práctica como científico y socializador del conocimiento, ¿cómo ha podido lidiar con esta contradicción?
—Es muy difícil. Soy vicepresidente de una fundación y dentro tengo patronos de grandes empresas multinacionales que tienen planteamientos en algunas cosas en las cuales no estoy de acuerdo, pero se necesita dinero para poder formar a la gente y para ponerlas a trabajar. Esto no te hace abandonar las ideas, al contrario, mantienes esa actitud crítica y sabes que todos los procesos en el mundo son contradictorios.
— ¿Cuáles son las perspectivas de la investigación en evolución humana frente a los enormes avances tecnológicos actuales? ¿Hasta dónde se podrá llegar?
—La revolución científico-técnica tiene que ser una revolución social. Este es el elemento fundamental, en el sentido de aumentar la sociabilidad de la especie; o sea, la tecnología y la ciencia, el conocimiento, y el pensamiento, han de estar articulados para que nuestra capacidad de creación, de organización, de emergencia, tengan más tecnologías y capacidades para estar implicadas en cambios sociales importantes donde la complementariedad, la solidaridad, la singularidad propia de la especie se vean perfectamente incubadas en el progreso social, no para el desarrollo, sino para el progreso[ii]. Y para una mejor comprensión de qué papel ha de jugar la especie en el futuro. Si la ciencia y la tecnología socializada en esta revolución científico-técnica pasa por aquí yo pienso que el ser humano dará un gran paso hacia el futuro, hacia un futuro transformado. Porque es obvio que nuestra especie va a aplicar sus conocimientos a la misma y dejaremos de ser humanos dentro de algún tiempo. A mí no me da miedo.
Hace unas fechas, la periodista científica cubana Flor de Paz, antigua colaboradora de Canarias Semanal, y hoy directora del digital "Cubaperiodistas", le realizó una extensa entrevista al conocido arqueólogo catalán y codirector del "Proyecto Atapuerca", Eudald Carbonell Roura. De ella, y dado su interés, la redacción de Canarias semanal ha realizado el resumen que les presentamos en esta misma página .
"En los últimos 200 años la especie humana ha experimentado un crecimiento exponencial: de unos centenares de miles de personas a 6. 700 millones. En un lapso de tiempo récord, Homo sapiens ha colonizado todo el planeta y ha hecho uso masivo de materia y energía. En la biota terrícola, el pulso de las transformaciones se acelera. Los cambios climáticos se precipitan. Las amenazas de una desestructuración de la civilización humana, que no significará la extinción de la especie, se aleja de la ficción.
Uno de los defensores más convencidos de esta tesis es el español y catalán Eudald Carbonell Roura: arqueólogo y codirector del Proyecto Atapuerca, un científico que en sus numerosos libros publicados, e incluso a través de audiovisuales que protagoniza, remite los resultados de la investigación sobre evolución humana, “lo que dicen los fósiles”, a la comprensión del presente, al conocimiento del pasado y a la formulación del futuro de sapiens: su noción marxista de conciencia crítica basada en la transferencia social del conocimiento, entre otros postulados. Es Eudald Carbonell un gran predicador que piensa (no cree) que “tanto la ciencia como los científicos o serán sociales o no serán”.
—Tanto desde el punto de vista filosófico como desde la práctica científica, ¿qué significa ser evolucionista en el escenario científico actual?
—No queda otra. Si se trabaja en un campo como el nuestro y no se admite la evolución, la estructura científica no tiene ninguna capacidad explicativa, con lo cual de alguna forma estás impelido a hacerlo. Es como ser mamífero y no tener mamas. Tiene sentido, ¿o no?
—Claro, pero hay creacionistas que dicen que son científicos…
—Todo el mundo sabe que el creacionismo es una esperanza de conocimiento que realmente no tiene una base metodológica para conseguir auto-explicarse. Es decir, el creacionismo es una tautología.
— ¿Y ser evolucionista y marxista?
—Es más, porque es un compromiso. Gould, uno de los grandes evolucionistas, que ya murió, era marxista. Queríamos escribir una revista juntos. El pensamiento crítico está muy ligado a los evolucionistas. Estoy convencido de que Darwin, Marx, Engels, eran gente de pensamiento no conservador. Para mí un pensamiento crítico, puede conservar los buenos procesos naturales, pero no puede nunca ser conservador en el sentido de la expresión de cambio, cuando niegas el cambio niegas la evolución, aunque no seas responsable de nada. Porque la evolución tiene su propio proceso, siempre se dirige a adaptarse mejor la especie. Por lo tanto, el evolucionismo en estos sentidos es básico para poder construir un esquema científico y explicativo de lo qué es la humanidad. Lo que no explica, lo que no predice, no es ciencia.
— ¿Además de Darwin, quiénes han sido sus teóricos de referencia?
—Los clásicos, sobre todo los presocráticos: Anaximandro, Anaxímenes. Aristóteles, por esa mentalidad enciclopédica de abordar analíticamente los procesos. Después, los más modernos: Descartes para mi formación analítica; los procesos cartesianos influyeron bastante en mí: formas cuadriculadas para entender; los ilustrados franceses, muchos alemanes también, sobre todo los prerrománticos. Me marcaron los ideólogos del siglo XIX alemán, también en la música clásica; la evolución filosófica desde Grecia hasta el siglo XIX; Goethe, Kant que ha sido un gran apoyo científico, psicológico y estratégico para entender la ciencia, sobre lo trascendental como asunto objetivo y subjetivo en los procesos del conocimiento, que son muy complicados. Es una mezcla: de los clásicos, de la ilustración, de los románticos, del marxismo. Marx y todas las corrientes filosóficas críticas, conforman las grandes bases de la formación de mi pensamiento.
— ¿Si hubiera sido Darwin cómo hubiera argumentado ante sus colegas la teoría de la evolución?
—Esto es muy interesante: por observación. Para mí la observación es siempre un factor básico. Pero si no pasas de la observación a la inferencia y a la interpretación, es muy difícil construir conocimiento y pensamiento. Probablemente, si no hubiera conocido los estudios de Darwin, lo hubiera hecho a través de la analítica. Cuando pones al tiempo en su sitio la analítica va dando los grados de complejidad; después, por observación hubiera deducido que había evolución. Seguramente Darwin lo hizo por observación, por su viaje del Beagle. Yo lo podría haber hecho observando mi entorno y siendo capaz de darle un tiempo a cada proceso que está sucediendo, por deducción probablemente, una hipótesis por deducción; es probable.
— ¿Y por qué fue Darwin quien pudo formular la teoría de la evolución de las especies?
—Porque Darwin tenía la teoría —sobre todo de su abuelo Erasmus, según sus biografías— quien probablemente le dio las pautas teóricas de los procesos y Charles las completó con el viaje del Beagle.
—Eudald, ¿qué significa declararse marxista en el mundo de la ciencia contemporánea, donde los recursos más importantes para la investigación provienen de los grandes capitales?
—Esta es una constricción que ha sido así histórica y evolutivamente. Las guerras, el comercio, el control oligárquico y monopolista, los sectores fundamentales en los procesos de conocimiento y de pensamiento han marcado. Las guerras han hecho cambiar, evolucionar, socializar. Forman parte de toda esa binaria contradictoria del ser humano como un animal adaptado, adaptable, pero también como animal inadaptado, inadaptable. Y esta complejidad del mecanismo interno, biológico y social del ser humano hace que cuando construyes grandes estructuras y llega al poder, el poder intenta manipular desde estas estructuras todos los procesos
—¿Cómo lo hace?
—Pues enviando y controlando el dinero hacia y en los sectores que le pueden reproducir el poder. Es lo que estamos viviendo. Ahora mismo el complejo tecnomilitar es el más poderoso del mundo. Pero, por ejemplo, hay industrias de la alimentación y de la biomédica, que conforman grandes procesos humanos, que controlan y manipulan, incluso, hasta las enfermedades. Es un error importante y falta de conciencia de nuestra especie, poner por delante los intereses de grupos dominantes y del poder por encima de los intereses sociales, lo cual va a hacer mucho daño a la socialización de la especie y al aumento de su conciencia.
—En su práctica como científico y socializador del conocimiento, ¿cómo ha podido lidiar con esta contradicción?
—Es muy difícil. Soy vicepresidente de una fundación y dentro tengo patronos de grandes empresas multinacionales que tienen planteamientos en algunas cosas en las cuales no estoy de acuerdo, pero se necesita dinero para poder formar a la gente y para ponerlas a trabajar. Esto no te hace abandonar las ideas, al contrario, mantienes esa actitud crítica y sabes que todos los procesos en el mundo son contradictorios.
— ¿Cuáles son las perspectivas de la investigación en evolución humana frente a los enormes avances tecnológicos actuales? ¿Hasta dónde se podrá llegar?
—La revolución científico-técnica tiene que ser una revolución social. Este es el elemento fundamental, en el sentido de aumentar la sociabilidad de la especie; o sea, la tecnología y la ciencia, el conocimiento, y el pensamiento, han de estar articulados para que nuestra capacidad de creación, de organización, de emergencia, tengan más tecnologías y capacidades para estar implicadas en cambios sociales importantes donde la complementariedad, la solidaridad, la singularidad propia de la especie se vean perfectamente incubadas en el progreso social, no para el desarrollo, sino para el progreso[ii]. Y para una mejor comprensión de qué papel ha de jugar la especie en el futuro. Si la ciencia y la tecnología socializada en esta revolución científico-técnica pasa por aquí yo pienso que el ser humano dará un gran paso hacia el futuro, hacia un futuro transformado. Porque es obvio que nuestra especie va a aplicar sus conocimientos a la misma y dejaremos de ser humanos dentro de algún tiempo. A mí no me da miedo.
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