MENOS EMPLEO Y MÁS POBREZA: EL SALDO FINAL DE LA RECESIÓN EN MARCHA
¿Quiénes serán las principales víctimas de la recesión sin precedentes que se avecina?
La irrupción del coronavirus ha desencadenado -escribe nuestro colaborador Orlando Ruiz Ruiz - una crisis económica que crece como una avalancha. Algunos países toman medidas que no tienen precedentes ante los efectos de la debacle sanitaria en la economía mundial. La actividad económica se hunde, altas cifras de empresas alertan que pueden quebrar. Muchos trabajadores están perdiendo sus empleos y las bolsas siguen en caída libre (...).
Por ORLANDO RUIZ RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Esta sintética definición de la BBC anticipa en dramáticos trazos la realidad que vivirá el mundo una vez rebasada la pandemia. Pero, ¿quiénes serán las principales víctimas de la recesión sin precedentes que se avecina?
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtió la pasada semana que hasta 24,7 millones de empleos en todo el mundo pueden desaparecer.
En las naciones de Occidente donde la riqueza no se reparte por igual y en las que, por supuesto, los fondos de rescate no van a ser priorizados para preservar el empleo, socorrer a las personas más desvalidas y apuntalar a los pequeños negocios, el dinero quedará al manejo del gran empresariado y las oligarquías, de los que a la larga forman parte también muchos políticos y gobernantes que no tienen ningún compromiso con las sociedades que representan.
El ejemplo de Estados Unidos basta para ilustrar la dura realidad que aguarda a los pobres, que también han sido los más afectados por el azote del coronavirus.
En la nación más rica del mundo antes de dedicar fondos a evitar la catástrofe sanitaria, frenar el contagio y salvar vidas cuando la Covid-19 amenazaba con alcanzar su apogeo, el Departamento del Tesoro solicitó un enorme rescate conocido como “Ley de Estímulo”, destinado a las grandes empresas afectadas por la presencia de la enfermedad.
Según detalla un certero análisis de la investigadora y periodista española Clara López González, “de la enormidad de este rescate y de las consecuencias que podrá tener no se ha informado suficientemente. Se habla de una cifra de 500 mil millones.
“De esta abultada cuantía, 75 mil millones van para las aerolíneas y lo que se ha dado en llamar “negocios críticos para la seguridad nacional”. Los otros 425 mil se dirigen a capitalizar un préstamo de 4,25 billones (con b) de la Reserva Federal.
“Las grandes empresas estadounidenses no están obligadas a mantener los puestos de trabajo; de hecho, la provisión de estímulo al seguro de desempleo, que se dará durante cuatro meses al ciento por ciento del salario medio -tanto a trabajadores despedidos, como a los de subcontratas y los (falsos) autónomos- significa que estas grandes corporaciones pueden despedir con relativa impunidad”, agrega Clara en su artículo.
“Mucha gente en Estados Unidos considera que esto es un robo, no un rescate por el coronavirus, sino por la fragilidad de unas empresas a las que bastan pocas semanas de interrupción de la actividad para irse al garete. El cortoplacismo y la falta de reservas de capital convirtió las suculentas ganancias en un baño de oro para los inversores. Estos, los financieros y los grandes propietarios de activos, son los únicos que se mantienen íntegros.
“Cuando en los días pasados se le dijo a Wall Street que sería rescatado, las acciones y bonos se pusieron por las nubes. Black Rock, la mayor empresa de gestión de inversiones del mundo, dirige el programa de rescate para la Reserva Federal, y podría beneficiarse directamente si esta comprara sus fondos, lo que probablemente hará”.
Según la autora de la citada ingación, de este mega-rescate a la clase capitalista, los trabajadores solo obtienen migajas: una paga de 1.200 dólares -que hasta mayo, como pronto, no cobrarán- y la prestación de desempleo durante cuatro meses.
Aún tras largas horas de búsqueda, este reportero no ha conseguido encontrar detalles esclarecedores de los rescates financieros que se ponen en marcha más allá del Atlántico. Crecen las pugnas entre los miembros de la Unión Europea; los gobiernos tienen dudas sobre los condicionamientos a que serán sometidos los países que se vean obligados a contraer mayores deudas y prácticamente no hay ningún pronunciamiento acerca del desempleo que ya estalla, de la crisis alimentaria que sobrevendrá y de la ayuda que requerirán sectores desatendidos como el de la salud, que ha puesto en evidencia la falta de equidad social de las naciones de mayor desarrollo, donde sin embargo prevalece y se agranda la brecha entre ricos y pobres.
La pandemia ha pasado la cuenta a un modelo económico donde el bienestar de millones de personas está supeditado la codicia de unos pocos que sustentan un supuesto desarrollo caracterizado por la abundancia de lo superfluo y el abandono de cuanto es fundamental para la vida de los seres humanos.
Por ORLANDO RUIZ RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Esta sintética definición de la BBC anticipa en dramáticos trazos la realidad que vivirá el mundo una vez rebasada la pandemia. Pero, ¿quiénes serán las principales víctimas de la recesión sin precedentes que se avecina?
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtió la pasada semana que hasta 24,7 millones de empleos en todo el mundo pueden desaparecer.
En las naciones de Occidente donde la riqueza no se reparte por igual y en las que, por supuesto, los fondos de rescate no van a ser priorizados para preservar el empleo, socorrer a las personas más desvalidas y apuntalar a los pequeños negocios, el dinero quedará al manejo del gran empresariado y las oligarquías, de los que a la larga forman parte también muchos políticos y gobernantes que no tienen ningún compromiso con las sociedades que representan.
El ejemplo de Estados Unidos basta para ilustrar la dura realidad que aguarda a los pobres, que también han sido los más afectados por el azote del coronavirus.
En la nación más rica del mundo antes de dedicar fondos a evitar la catástrofe sanitaria, frenar el contagio y salvar vidas cuando la Covid-19 amenazaba con alcanzar su apogeo, el Departamento del Tesoro solicitó un enorme rescate conocido como “Ley de Estímulo”, destinado a las grandes empresas afectadas por la presencia de la enfermedad.
Según detalla un certero análisis de la investigadora y periodista española Clara López González, “de la enormidad de este rescate y de las consecuencias que podrá tener no se ha informado suficientemente. Se habla de una cifra de 500 mil millones.
“De esta abultada cuantía, 75 mil millones van para las aerolíneas y lo que se ha dado en llamar “negocios críticos para la seguridad nacional”. Los otros 425 mil se dirigen a capitalizar un préstamo de 4,25 billones (con b) de la Reserva Federal.
“Las grandes empresas estadounidenses no están obligadas a mantener los puestos de trabajo; de hecho, la provisión de estímulo al seguro de desempleo, que se dará durante cuatro meses al ciento por ciento del salario medio -tanto a trabajadores despedidos, como a los de subcontratas y los (falsos) autónomos- significa que estas grandes corporaciones pueden despedir con relativa impunidad”, agrega Clara en su artículo.
“Mucha gente en Estados Unidos considera que esto es un robo, no un rescate por el coronavirus, sino por la fragilidad de unas empresas a las que bastan pocas semanas de interrupción de la actividad para irse al garete. El cortoplacismo y la falta de reservas de capital convirtió las suculentas ganancias en un baño de oro para los inversores. Estos, los financieros y los grandes propietarios de activos, son los únicos que se mantienen íntegros.
“Cuando en los días pasados se le dijo a Wall Street que sería rescatado, las acciones y bonos se pusieron por las nubes. Black Rock, la mayor empresa de gestión de inversiones del mundo, dirige el programa de rescate para la Reserva Federal, y podría beneficiarse directamente si esta comprara sus fondos, lo que probablemente hará”.
Según la autora de la citada ingación, de este mega-rescate a la clase capitalista, los trabajadores solo obtienen migajas: una paga de 1.200 dólares -que hasta mayo, como pronto, no cobrarán- y la prestación de desempleo durante cuatro meses.
Aún tras largas horas de búsqueda, este reportero no ha conseguido encontrar detalles esclarecedores de los rescates financieros que se ponen en marcha más allá del Atlántico. Crecen las pugnas entre los miembros de la Unión Europea; los gobiernos tienen dudas sobre los condicionamientos a que serán sometidos los países que se vean obligados a contraer mayores deudas y prácticamente no hay ningún pronunciamiento acerca del desempleo que ya estalla, de la crisis alimentaria que sobrevendrá y de la ayuda que requerirán sectores desatendidos como el de la salud, que ha puesto en evidencia la falta de equidad social de las naciones de mayor desarrollo, donde sin embargo prevalece y se agranda la brecha entre ricos y pobres.
La pandemia ha pasado la cuenta a un modelo económico donde el bienestar de millones de personas está supeditado la codicia de unos pocos que sustentan un supuesto desarrollo caracterizado por la abundancia de lo superfluo y el abandono de cuanto es fundamental para la vida de los seres humanos.






























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