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Eva Lagunero
Miércoles, 15 de Abril de 2020 Tiempo de lectura:

VENEZUELA Y CUBA CONTRA EL COVID-19 Y LAS SANCIONES DE ESTADOS UNIDOS

Cuando la solidaridad internacional es más necesaria, Estados Unidos refuerza su guerra híbrida contra los países cuyos gobiernos pretende derrocar

En los medios corporativos proliferan artículos donde se nos avisa de la catastrófica situación que viven Venezuela y Cuba y en la actual crisis del COVID-19. Sin embargo, ambos países caribeños se encuentran muy por debajo de Colombia, Argentina o Perú en número de casos, a pesar de los graves problemas derivados de las sanciones impuestas por Estados Unidos. Irónicamente, el gigante sancionador lidera los casos de contagio en el continente, mientras aprovecha la pandemia para redoblar su agresión exterior.

  

 

POR EVA LAGUNERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

   En marzo pasado, cuando Trump decidió suspender los vuelos comerciales como medida preventiva contra la extensión de la pandemia en el interior del país, el gobierno de Venezuela ofreció a unos 200 venezolanos, que quedaron atrapados en Estados Unidos, poder volver sin coste a Caracas. En la página web donde había que registrarse para acogerse a esta ayuda, finalmente fueron más de 800 los venezolanos que la solicitaron.

 

 

 

   Quienes solamente consultan las noticias en los medios corporativos se preguntarían quién en su sano juicio querría salir de Estados Unidos para volver a Venezuela. The Washington Post, Time, The Hill, Miami Herald, The Guardian, El País, entre otros, han venido publicando una serie de artículos en los que se describe a Venezuela como una pesadilla. Estos medios no han parado de hablar del desastre aún mayor que ha provocado allí el coronavirus, de la incompetencia del gobierno y de que la nación está al borde del colapso. Pero en ningún momento han informado de cuál está siendo, en realidad, la respuesta de Venezuela a la pandemia.

 

 

 

   No se trata de defender a ningún gobierno. Todos tienen aspectos criticables. Pero sería de justicia que estos medios reconocieran un dato objetivo que sistemáticamente omiten: el daño que están causando las sanciones impuestas por la administración Trump en Venezuela y otros países. En el país caribeño devastaron la economía y el sistema de salud mucho antes de que azotara la pandemia. En lo que concierne específicamente al coronavirus, las sanciones han elevado los costes de los tests y otros suministros sanitarios, que el gobierno de Venezuela tiene prohibido adquirir de EE.UU y muchos países europeos.

 

 

 

   Estos obstáculos habrían puesto al país en la senda del peor escenario de todos, similar a Irán o Italia. Sin embargo, Venezuela dio pasos decisivos desde muy temprano para encarar la pandemia. A consecuencia de estas medidas y otros factores, el país caribeño muestra uno de los mejores escenarios de América Latina. Aunque los datos de contagios crecen día a día en casi todo el mundo, a 9 de abril, había en Venezuela 167 personas contagiadas, de las cuales habían muerto 9. Si lo comparamos con los 2.054 casos y 55 muertes de la vecina Colombia en la misma fecha ¿A qué escenario catastrófico nos estamos refiriendo?

 

 

 

   Muchos alegarán que el gobierno de Maduro está ocultando las cifras, que no hay suficientes tests, ni medicinas, ni talento para afrontar la pandemia. Hay, sin embargo, tres hechos a destacar. En primer lugar, la solidaridad internacional. China envió equipos de diagnóstico del COVID-19 para unos 320.000 venezolanos, además de un grupo de expertos y toneladas de otros suministros. Cuba aportó 130 profesionales sanitarios y 10.000 dosis de Interferon alfa.2b, fármaco que ha ayudado a la recuperación de muchos pacientes. Rusia mandó los primeros cargamentos de equipos sanitarios.

 

 

 

   En segundo lugar, el gobierno fue de los primeros en tomar medidas para contener la expansión de la enfermedad. El 12 de marzo, un día antes de que se dieran los primeros casos confirmados, se decretó la emergencia sanitaria prohibiendo las reuniones públicas y cancelando los vuelos procedentes de Europa y Colombia. Acto seguido se suspendieron las clases, se impuso la obligación de llevar mascarillas en zonas concurridas, entre otras prevenciones. Por esos días el gobierno de Estados Unidos aún no había tomado ninguna medida. Además, a través del portal en línea, Sistema Patria, se realizó una encuesta de seguimiento a nivel nacional. Las más de 20.000 personas que informaron estar enfermas recibieron visitas médicas en sus casas y a 145 se les aplicó el test. El gobierno calcula que sin estas medidas, Venezuela tendría 3.000 personas infectadas y un elevado número de fallecidos.

 

 

 

   En tercer lugar, hay que señalar la solidaridad interna y el hecho de primar por encima de todo las necesidades de la ciudadanía. Las Comunas y otras organizaciones locales han producido mascarillas, mantenido el suministro de alimentos y facilitado las visitas médicas puerta a puerta. Mas de 12.000 estudiantes de medicina pidieron ser entrenados para ayudar en esta labor. Por su parte, la administración de Maduro ha suspendido el pago de alquileres, congelado los despidos, proporcionado ayudas a los trabajadores, prohibido el corte de líneas telefónicas e Internet, entre otras medidas sociales que también han tomado países europeos cuyas economías, si se ven asfixiadas, no es precisamente por sanciones y bloqueos.

 

 

 

   Respecto a Cuba, a 9 de abril tenía 457 casos de contagio y 12 fallecidos, lejos de los 2.111 y 108 respectivamente de la República Dominicana en esa fecha. A día de hoy, las cifras de contagio en Cuba han aumentado, pero están todavía muy por debajo de las de otros países del continente, a pesar de que Washington se empeña en limitar la capacidad de la Isla para hacer frente a la pandemia, restringiendo aún más su acceso a medicinas y otros suministros de primera necesidad.

 

 

   Los primeros casos de coronavirus en Cuba llegaron del exterior, en concreto, de turistas italianos, uno de los cuales murió el 18 de marzo por complicaciones asociadas a otras patologías. Y los primeros contagios entre nacionales cubanos se dieron en personas que acababan de volver de España o Italia, o trabajaban en el sector turístico. A partir de entonces se tomaron medidas para frenar la expansión de la enfermedad, como el aislamiento y la ampliación de camas en los hospitales, especialmente en las unidades de cuidados intensivos. Cuba no sólo posee un sólido sistema sanitario, sino también de investigación médica y laboratorios donde se producen medicamentos como el referido anti-viral Interferon alfa-2b, que se ha probado eficaz para tratar el virus en los primeros estadios de la enfermedad.

 

 

   Sobre los daños que produce el bloqueo económico al sector de la Salud en Cuba, el doctor Néstor Marimón Torres, director de Relaciones Internacionales y Colaboración del Minsap, informó que se contabilizan en 160 millones de dólares los perjuicios, «60 millones más que en igual etapa del año anterior». El bloqueo imposibilitó recientemente la llegada a Cuba de un donativo del fundador de Alibaba, el gigante electrónico chino, pues el transportista pertenecía a una empresa estadounidense. «Y este es solo un ejemplo», se lamentaba Marimón Torres.

 

 

   Al mismo tiempo, EE.UU ha forzado a sus países lacayos a que rechacen la ayuda prestada por las brigadas médicas cubanas. Porque, mientras la guerra económica limita el normal desarrollo del ramo de la Salud en la Isla, Cuba da a Estados Unidos una lección de humanidad enviando a 700 profesionales sanitarios a todo el mundo para combatir el COVID-19, recientemente a Italia, país europeo más afectado por la pandemia junto con España. Y ha sido Cuba el único país que ha permitido atracar a un barco británico, con pasajeros infectados, que fue rechazado en Estados Unidos y otros países del Caribe.

 

 

 

   Cuando la solidaridad internacional es más necesaria, Estados Unidos refuerza su guerra híbrida contra los países cuyos gobiernos pretende derrocar. Ello a pesar de que el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha llamado a un cese general de las hostilidades, sanciones incluidas, que ya ha sido apoyado por más de 70 países. Pero Washington ha visto la pandemia como una oportunidad para aumentar la miseria en Irán, Venezuela, Nicaragua, Cuba, Siria y otros países del mundo. Un tercio de la humanidad se halla bajo la creciente presión de las sanciones de EE.UU.

 

 

   Estas medidas coercitivas unilaterales, ilegales bajo las leyes internacionales, están explícitamente diseñadas para causar sufrimiento y por ello constituyen crímenes de lesa humanidad.

 

 

   Venezuela pidió al Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo de urgencia para afrontar la crisis del coronavirus, que le fue rechazado por la presión de Estados Unidos. Trump ha amenazado incluso con suspender su contribución a la Organización Mundial de la Salud (0MS), porque le pidió que levantara las sanciones para que Irán pudiera comprar suministros sanitarios.

 

 

   Y mientras EE.UU refuerza su guerra híbrida en el exterior, el propio país presenta un escenario lamentable, especialmente en los Estados de Nueva York, California y New Jersey, con las tasas de contagio y mortalidad más altas del mundo. En las últimas 24 horas, se han registrado 2.108 fallecimientos por COVID-19, según datos de la Universidad John Hopkins, cifra que representa un nuevo récord de las muertes diarias a nivel mundial desde el inicio del brote de coronavirus en enero. Un brote que está afectando especialmente a las familias trabajadoras afroamericanas y de origen hispano.

 

 

 

   No es sólo que el país más rico carezca de un sistema público de salud capaz de cubrir a toda la población sin que suponga una deuda de por vida. No es sólo que las medicinas básicas sean las más caras del mundo, con diferencia, y que muchos diabéticos tengan que comprar insulina para perros. No es sólo que se haya recurrido al trabajo esclavo de los presos, a los que se ha puesto a rellenar botellas de líquido desinfectante por 60 centavos la hora y a excavar fosas comunes para los pobres fallecidos que no tienen quien pueda pagarles un entierro. Es también que dos tercios de su presupuesto federal va a parar al complejo militar-industrial o lo que llaman “Defensa”. El reciente rescate a Boeing, el segundo fabricante de armas, es para el señor Trump y muchos congresistas más importante que ayudar a las familias estadounidenses a superar la crisis pandémica.

 

 

   Todo el dinero destinado a matar, coaccionar y extorsionar es el que el que Estados Unidos no se ha empleado en gasto hospitalario, respiradores, tratamientos médicos, pruebas de COVID-19 y otros de los muchos equipamientos necesarios en una crisis que no es militar.

 

 

 

Fuentes:

https://venezuelanalysis.com/analysis/14824

https://www.plenglish.com/index.php?o=rn&id=54467&SEO=cuba-one-month-after-first-covid-19-cases

http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/04/11/el-bloqueo-no-impedira-que-cuba-garantice-la-salud-de-su-pueblo-ante-la-covid-19/

https://www.mintpressnews.com/solidarity-during-pandemic-us-capitalizes-covid-19/266557/

https://www.counterpunch.org/2020/03/31/why-is-the-u-s-so-exceptionally-vulnerable-to-covid-19/

http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/04/10/ee-uu-se-convierte-en-el-primer-pais-del-mundo-en-reportar-mas-de-2-000-muertes-por-covid-19-en-un-solo-dia/

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