
THE WASHINGTON POST "DESCUBRE" LA INGANABLE GUERRA DE AFGANISTAN, PERO SIN REVELAR LOS HORRORES ALLÍ COMETIDOS
Los Estados Unidos se retiran de Afganistán, pero sin contarnos porque se metieron allí y cuales fueron los horrores que cometieron
¿Se apercibe el lector -pregunta nuestro colaborador Máximo Relti- cómo, de manera regular, la Administración norteamericana permite que se cuelen al mundo aspectos de incongruencia de sus guerras pero sin revelar ni un solo ápice de los horrores cometidos
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
¿Se apercibe lector de cómo, de manera regular, la Administración norteamericana permite que se cuelen a su país, y al mundo, aspectos de la incongruencia de sus guerras, operaciones de la CIA, terrorismo de Estado, etc. Lo hace siempre después de que hayan transcurrido no menos de 10, 12 ó más años después de que esos eventos tuvieran lugar. Y cuando, por fin, se permiten publicar algo al respecto lo hacen atenuando la naturaleza ilegal y perversa de la barbarie por ellos perpetrada.
Esa "técnica", que es hoy ampliamente reconocida por un amplio espectro de periodistas e investigadores, continúa reproduciéndose sin que su presentación ante la opinión pública cambie siquiera de apariencia. Continúa pasando hoy casi lo mismo que ayer sucediera con intervenciones tipo Vietnam, Cuba, Nicaragua, Irak, Irán, Chile…
Viene esto a colación´, porque en el curso de estos día el rotativo estadounidense de "The Washington Post" nos ha venido a descubrir que a lo largo de los tres últimos mandatos presidenciales estadounidenses, la Administración de ese país ha estado ocultando al mundo, y a sus ciudadanos, la verdad sobre la marcha de la guerra en Afganistán, así como la catastrófica gestión de la misma.
Aunque pueda resultar sorprendente a los lectores, la guerra de Afganistán ha sido - y continúa siendo - el conflicto armado más largo en número de años de toda la historia de los Estados Unidos. Las autoridades norteamericanas han sido conscientes de que se trataba de un conflicto que no se podía ganar. Existen centenares de informes oficiales de espertos que así lo han estado constatando durante décadas. Tanto los historiadores como estrategas militares, conocedores de la intrincada orografía afgana, han sabido siempre que esa característica de la geografía de ese país juega un papel determinante en su invulnerabilidad frente a invasiones externas.
Ahora, el periódico Washington Post nos ha descubierto la "primicia" de la guerra inganable de Afganistán con la publicación de algunos de esos testimonios. Según el rotativo, infinidad de testigos de esa guerra inútil y sangrienta, resguardados por el anonimato, han estado informando al periódico sobre la catastrófica marcha de una guerra que fue emprendida en el año 2001 por George Bush y continuada por Barack Obama, cuyo único objetivo inicial fue intentar resarcir el prestigio estadounidense frente al singular y letal ataque en contra de las Torres gemelas neoyorquinas que, por razones todavía no expresamente aclaradas, Bush se empeñó en atribuir al gobierno ultraconservador talibán, que se había hecho con el gobierno de ese país.
Entre los testimonios ofrecidos por el periódico estadounidense, que no fue un medio neutral durante el desarrollo de conflicto, se encuentran las revelaciones del teniente general Douglas Lute, alto mando en la guerra durante las administraciones de George W. Bush y Barack Obama.
“Si el pueblo estadounidense conociera la magnitud de la disfunción… 2.400 vidas perdidas. ¿Quién va a decir que eso fue en vano?”.
Obsérvese que el miliitar norteamericano se refiere exclusivamente a
las vidas perdidas por los soldados estadounidenses. Los 200 mil afganos, muertos en una guerra que les fue deliberadamente impuesta, no cuentan para nada, no forman parte del ajuste contable que deba ser registrado. Del mismo modo, para el Washington Post lo único que prevalece es si la guerra fue "útil, oportuna" y las razones por las que la han terminado perdiendo. No existe otro esquema de valoraciones en las "revelaciones" que ahora nos descubre el periódico norteamericano. El Washington Post y sus informantes no se cuestionan la guerra en sí, como un evento deleznable provocado por el gobierno de su país, sino que tan sólo evaluan sus resultados. Si estos hubieran sido positivos para los intereses de los EEUU, la avasalladora guerra en contra de un pueblo que no ha acabado de salir del feudalismo, tambien lo hubiera sido.
Desde año 2001, Washington ha desplegado en Afganistán casi 800.000 soldados. 2.300 de ellos resultaron muertos y otros 20.589 heridos. Las administraciones estadounidenses han invertido en esa guerra casi 1 billón de dólares.
Durante los años de los mandatos de diferentes presidentes de los Estados Unidos -ya fueran estos demócratas o republicanos- estos animaron a sus fans a continuar la guerra porque, según ellos, "valía la pena" y, además, estaba ya prácticamente ganada.
Ahora, cuando Donald Trump reconoce que esa guerra "no vale ya la pena" y ha empezado a poner "pies en polvorosa", el Washington Post se ha atrevido a sacar a la luz las declaraciones de destacados atestiguantes oficiales que han aceptado que "se ha estado mintiendo de manera constante al pueblo estadounidense".
“Cada dato fue alterado para presentar el mejor cuadro posible”, osó manifestar en una entrevista Bob Crowley, coronel que ejerció de consejero de contrainsurgencia entre los años 2013 y 2014.
“Las encuestas, por ejemplo, eran totalmente poco fiables, pero reforzaban la idea de que todo lo que hacíamos era lo correcto”.
El Washington Post completa a destiempo su "informe" sobre la guerra de Afganistán, con la aportación de las notas desclasificadas del ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, en las que amonestada a sus subordinados por considerar que sus reportes no ponían suficientemente enfasis en quiénes eran "los malos" en aquella guerra
“No tengo ningún tipo de visibilidad sobre quiénes son los malos”, les reprochaba a sus subalternos el prepotente Rumsfeld en una de sus notas.
Ni que decir tiene que los documentos dados a conocer por el rotativo Washington Post en ningún momento tratan de provocar ningúna "emoción" movilizadora de las conciencias. En cualquier caso, esperarlo resultaría ingenuo por nuestra parte. La documentación y las revelaciones omiten descripciones sobre las masacres generadas por las operaciones militares apoyadas en armas ultramodernas. Los reportajes del periódico constituyen tan sólo una recopilación de críticas al relato oficial esgrimido por anteriores presidentes, que ya están muertos políticamente, aunque la institucionalidad del sistema siga rodeándolos de la suntuosidad social.
Nada nuevo, pues. Un informe sobre la descabellada guerra de Afganistan, que no pasa de ser pura filfa y que sólo valdrá para acallar los efímeros remordimientos de los demócratas reformistas estadounidenses y de periódicos españoles "progres" como El País.
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
¿Se apercibe lector de cómo, de manera regular, la Administración norteamericana permite que se cuelen a su país, y al mundo, aspectos de la incongruencia de sus guerras, operaciones de la CIA, terrorismo de Estado, etc. Lo hace siempre después de que hayan transcurrido no menos de 10, 12 ó más años después de que esos eventos tuvieran lugar. Y cuando, por fin, se permiten publicar algo al respecto lo hacen atenuando la naturaleza ilegal y perversa de la barbarie por ellos perpetrada.
Esa "técnica", que es hoy ampliamente reconocida por un amplio espectro de periodistas e investigadores, continúa reproduciéndose sin que su presentación ante la opinión pública cambie siquiera de apariencia. Continúa pasando hoy casi lo mismo que ayer sucediera con intervenciones tipo Vietnam, Cuba, Nicaragua, Irak, Irán, Chile…
Viene esto a colación´, porque en el curso de estos día el rotativo estadounidense de "The Washington Post" nos ha venido a descubrir que a lo largo de los tres últimos mandatos presidenciales estadounidenses, la Administración de ese país ha estado ocultando al mundo, y a sus ciudadanos, la verdad sobre la marcha de la guerra en Afganistán, así como la catastrófica gestión de la misma.
Aunque pueda resultar sorprendente a los lectores, la guerra de Afganistán ha sido - y continúa siendo - el conflicto armado más largo en número de años de toda la historia de los Estados Unidos. Las autoridades norteamericanas han sido conscientes de que se trataba de un conflicto que no se podía ganar. Existen centenares de informes oficiales de espertos que así lo han estado constatando durante décadas. Tanto los historiadores como estrategas militares, conocedores de la intrincada orografía afgana, han sabido siempre que esa característica de la geografía de ese país juega un papel determinante en su invulnerabilidad frente a invasiones externas.
Ahora, el periódico Washington Post nos ha descubierto la "primicia" de la guerra inganable de Afganistán con la publicación de algunos de esos testimonios. Según el rotativo, infinidad de testigos de esa guerra inútil y sangrienta, resguardados por el anonimato, han estado informando al periódico sobre la catastrófica marcha de una guerra que fue emprendida en el año 2001 por George Bush y continuada por Barack Obama, cuyo único objetivo inicial fue intentar resarcir el prestigio estadounidense frente al singular y letal ataque en contra de las Torres gemelas neoyorquinas que, por razones todavía no expresamente aclaradas, Bush se empeñó en atribuir al gobierno ultraconservador talibán, que se había hecho con el gobierno de ese país.
Entre los testimonios ofrecidos por el periódico estadounidense, que no fue un medio neutral durante el desarrollo de conflicto, se encuentran las revelaciones del teniente general Douglas Lute, alto mando en la guerra durante las administraciones de George W. Bush y Barack Obama.
“Si el pueblo estadounidense conociera la magnitud de la disfunción… 2.400 vidas perdidas. ¿Quién va a decir que eso fue en vano?”.
Obsérvese que el miliitar norteamericano se refiere exclusivamente a las vidas perdidas por los soldados estadounidenses. Los 200 mil afganos, muertos en una guerra que les fue deliberadamente impuesta, no cuentan para nada, no forman parte del ajuste contable que deba ser registrado. Del mismo modo, para el Washington Post lo único que prevalece es si la guerra fue "útil, oportuna" y las razones por las que la han terminado perdiendo. No existe otro esquema de valoraciones en las "revelaciones" que ahora nos descubre el periódico norteamericano. El Washington Post y sus informantes no se cuestionan la guerra en sí, como un evento deleznable provocado por el gobierno de su país, sino que tan sólo evaluan sus resultados. Si estos hubieran sido positivos para los intereses de los EEUU, la avasalladora guerra en contra de un pueblo que no ha acabado de salir del feudalismo, tambien lo hubiera sido.
Desde año 2001, Washington ha desplegado en Afganistán casi 800.000 soldados. 2.300 de ellos resultaron muertos y otros 20.589 heridos. Las administraciones estadounidenses han invertido en esa guerra casi 1 billón de dólares.
Durante los años de los mandatos de diferentes presidentes de los Estados Unidos -ya fueran estos demócratas o republicanos- estos animaron a sus fans a continuar la guerra porque, según ellos, "valía la pena" y, además, estaba ya prácticamente ganada.
Ahora, cuando Donald Trump reconoce que esa guerra "no vale ya la pena" y ha empezado a poner "pies en polvorosa", el Washington Post se ha atrevido a sacar a la luz las declaraciones de destacados atestiguantes oficiales que han aceptado que "se ha estado mintiendo de manera constante al pueblo estadounidense".
“Cada dato fue alterado para presentar el mejor cuadro posible”, osó manifestar en una entrevista Bob Crowley, coronel que ejerció de consejero de contrainsurgencia entre los años 2013 y 2014.
“Las encuestas, por ejemplo, eran totalmente poco fiables, pero reforzaban la idea de que todo lo que hacíamos era lo correcto”.
El Washington Post completa a destiempo su "informe" sobre la guerra de Afganistán, con la aportación de las notas desclasificadas del ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, en las que amonestada a sus subordinados por considerar que sus reportes no ponían suficientemente enfasis en quiénes eran "los malos" en aquella guerra
“No tengo ningún tipo de visibilidad sobre quiénes son los malos”, les reprochaba a sus subalternos el prepotente Rumsfeld en una de sus notas.
Ni que decir tiene que los documentos dados a conocer por el rotativo Washington Post en ningún momento tratan de provocar ningúna "emoción" movilizadora de las conciencias. En cualquier caso, esperarlo resultaría ingenuo por nuestra parte. La documentación y las revelaciones omiten descripciones sobre las masacres generadas por las operaciones militares apoyadas en armas ultramodernas. Los reportajes del periódico constituyen tan sólo una recopilación de críticas al relato oficial esgrimido por anteriores presidentes, que ya están muertos políticamente, aunque la institucionalidad del sistema siga rodeándolos de la suntuosidad social.
Nada nuevo, pues. Un informe sobre la descabellada guerra de Afganistan, que no pasa de ser pura filfa y que sólo valdrá para acallar los efímeros remordimientos de los demócratas reformistas estadounidenses y de periódicos españoles "progres" como El País.
Gustavo | Martes, 24 de Marzo de 2020 a las 12:35:52 horas
Lo que llama la atención es que la población norteamericana no haya protestado de manera masiva en contra la intervención en Afganistán, aunque el gasto de esa guerra habra creado empleos de casi un billón de $, y los soldados destacados en ese Pais no es de leva, sino voluntarios (mercenarios), que fue el caso contrario en allá en Vietnam, Laos y Camboya que fueron obligados a participar. De todos es sabido que la guerra es un gran negociete mientras no mueran los promotores.
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