
LA IRREMEDIABLE QUIEBRA DE LA PRENSA DE PAPEL ESPAÑOLA
Colapso en la tirada de las primeras cabeceras de la prensa española
La prensa de papel en España se muere. Y no lentamente. Su agonía está teniendo una velocidad de vértigo. En el 2007 un periódico español podía alcanzar una tirada de medio millón de unidades. En la actualidad, "ABC", "La Razón", "El País" y "El Mundo" juntos no llegan a vender más de 300.000 ejemplares. Las causas de su muerte no sólo son atribuibles a la existencia de Internet. La complicidad que los medios de prensa tuvieron con las corruptelas de los más altos dignatarios de la monarquía borbónica, terminaron arruinando su credibilidad ante la gente.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL
La Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) es una empresa constituida 1964, que se encarga de ejercer el control de la tirada y difusión de diarios y revistas que son impresos en España.
Pues bien, de acuerdo con los datos proporcionados por esta empresa, el año 2020 será el último en el que un periódico español con carácter generalista, pueda traspasar la cifra de 100.000 ejemplares diarios.
Durante la primera década de este segundo milenio, cuando la vorágine de la burbuja inmobiliaria dominaba por entero la economía española, la tirada de los periódicos de este país podían llegar a alcanzar el medio millón de unidades. En el año 2007, por ejemplo, la prensa española utilizó nada menos que 848.000 toneladas de papel en sus ediciones, que se vendían en 28.089 puntos de venta. Periódicos como "El País", "El Mundo", "ABC" y "La Razón", firmes mascarones de proa del régimen monárquico, tenían una difusión de 1,15 millones de ejemplares diarios.
Pero aquellos tiempos se marcharon para no volver. No sólo la comunicación internáuticas han contribuído en arrasar con las grandes cabeceras de la prensa española. También la escasa credibilidad que tenían estos periódicos ante la opinión pública han contribuído a la quiebra de los órganos de la comunicación periodística. Durante más de tres décadas, la prensa de papel española fue cómplice servil de las corruptelas de los más altos personajes de la vida política y económica del país. Ahora esos medios no han hecho otra cosa que recibir el pago social que corresponde a sus pasadas servidumbres.
El fuerte rechazo de la ciudadanía a comprar prensa de papel ha supuesto un auténtico "revolcón" para las empresas de la comunicación de este país, la mayoría de ellas financiadas por los grandes bancos, las entidades financieras y las empresas del IBEX 35.
En el año 2017, en todo el Estado español sólo era posible encontrar 22.367 puntos de venta de prensa de papel. El total del papel utilizado para su edición apenas alcanzó la cifra de las 294.000 toneladas. Los periódicos "ABC", "La Razón", "El País" y "El Mundo", grandes estrellas mediáticas de la década anterior, todas juntas apenas lograron durante ese año vender 302.500 diarios
A la quiebra de los periódicos de papel se ha agregado el hecho de que estos son ahora aún más dependientes que antes de sus anunciantes, con lo que las posibilidades de expresarse con cierta independencia, si ya antes apenas la tenían, en la actualidad resulta una auténtica utopía.
La prensa de papel, pues, ha muerto. Y a causa del nefasto rol que desempeñaban, no han sido pocos los que se han alegrado de su desaparición. Ahora sólo nos queda permanecer atentos a las nuevas herramientas con las que el establishment tratará de poner bajo su control la libre circulación de la información.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL
La Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) es una empresa constituida 1964, que se encarga de ejercer el control de la tirada y difusión de diarios y revistas que son impresos en España.
Pues bien, de acuerdo con los datos proporcionados por esta empresa, el año 2020 será el último en el que un periódico español con carácter generalista, pueda traspasar la cifra de 100.000 ejemplares diarios.
Durante la primera década de este segundo milenio, cuando la vorágine de la burbuja inmobiliaria dominaba por entero la economía española, la tirada de los periódicos de este país podían llegar a alcanzar el medio millón de unidades. En el año 2007, por ejemplo, la prensa española utilizó nada menos que 848.000 toneladas de papel en sus ediciones, que se vendían en 28.089 puntos de venta. Periódicos como "El País", "El Mundo", "ABC" y "La Razón", firmes mascarones de proa del régimen monárquico, tenían una difusión de 1,15 millones de ejemplares diarios.
Pero aquellos tiempos se marcharon para no volver. No sólo la comunicación internáuticas han contribuído en arrasar con las grandes cabeceras de la prensa española. También la escasa credibilidad que tenían estos periódicos ante la opinión pública han contribuído a la quiebra de los órganos de la comunicación periodística. Durante más de tres décadas, la prensa de papel española fue cómplice servil de las corruptelas de los más altos personajes de la vida política y económica del país. Ahora esos medios no han hecho otra cosa que recibir el pago social que corresponde a sus pasadas servidumbres.
El fuerte rechazo de la ciudadanía a comprar prensa de papel ha supuesto un auténtico "revolcón" para las empresas de la comunicación de este país, la mayoría de ellas financiadas por los grandes bancos, las entidades financieras y las empresas del IBEX 35.
En el año 2017, en todo el Estado español sólo era posible encontrar 22.367 puntos de venta de prensa de papel. El total del papel utilizado para su edición apenas alcanzó la cifra de las 294.000 toneladas. Los periódicos "ABC", "La Razón", "El País" y "El Mundo", grandes estrellas mediáticas de la década anterior, todas juntas apenas lograron durante ese año vender 302.500 diarios
A la quiebra de los periódicos de papel se ha agregado el hecho de que estos son ahora aún más dependientes que antes de sus anunciantes, con lo que las posibilidades de expresarse con cierta independencia, si ya antes apenas la tenían, en la actualidad resulta una auténtica utopía.
La prensa de papel, pues, ha muerto. Y a causa del nefasto rol que desempeñaban, no han sido pocos los que se han alegrado de su desaparición. Ahora sólo nos queda permanecer atentos a las nuevas herramientas con las que el establishment tratará de poner bajo su control la libre circulación de la información.
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