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Martes, 19 de Noviembre de 2019 Tiempo de lectura:

SI LA TORTURA FUNCIONA, ¿HACE FALTA PRACTICARLA 183 VECES EN UN MISMO PRISIONERO?

Una práctica criminal institucionalizada en los Estados Unidos

Durante siete años, un investigador del Senado estadounidense, Daniel J. Jones, trabajó en un informe acerca de los métodos para interrogar prisioneros que la CIA implementó tras el 11 de septiembre de 2001 (...).


  CUBAINFORMACIÓN.-

 

 

   Durante siete años, un investigador del Senado estadounidense, Daniel J. Jones, trabajó en un informe acerca de los métodos para interrogar prisioneros que la CIA implementó tras el 11 de septiembre de 2001. El resultado fueron 6.700 páginas que demostraron que los espías torturaban, ocultaban esas prácticas y, además, no obtenían ninguno de los resultados que buscaban con esas prácticas aberrantes.

 

 

   “Si la tortura funciona, ¿hace falta practicarla 183 veces en un mismo prisionero?”, pregunta un verdugo de la CIA en la película “The Report”, dirigida por Scott Z. Burns, un especialista en escribir guiones basados total o parcialmente en investigaciones, como El desinformante o La lavandería. Ahora, a cargo tanto del guión como de la dirección, se enfrentaba al desafío de convertir un mamotreto árido y farragoso en una ficción atractiva. Lo logra sólo a medias: “The Report” no es tanto una película de suspense como una lección sobre el funcionamiento de la burocracia estadounidense.

 

 

   Burns muestra todo el proceso de realización del informe de Jones y se las ingenia para sacar agua de las piedras, explotando al máximo el escaso material dramático que puede proveer una tarea burocrática. Porque la mayor parte de esos siete años, Jones se los pasó encerrado en un sótano sin luz natural revisando correos electrónicos, memorandos y otros documentos internos de la CIA. Era todo lo que el acuerdo entre la agencia y el Senado le permitía: no podía entrevistar agentes.

 

 

   Aún así, su obsesión por el trabajo le permitió llegar a conclusiones lapidarias y sólidamente fundadas. Para amenizar la lectura de esos papeles, tan apasionantes como una escritura inmobiliaria, hay “flashbacks” que recrean las prácticas de los torturadores de la CIA que aplicaron “técnicas de interrogatorio mejoradas”, un eufemismo para evitar la palabra “tortura”. Las famosas fotos de la cárcel de Abu Ghraib parecen un juego en comparación a lo que se muestra la película.

 

 

   En paralelo están las intrigas palaciegas, las presiones políticas por las consecuencias que traería la publicación del informe. Con constantes diálogos explicativos, la película mantiene el tono didáctico para evitar que nos perdamos lo menos posible en los pasillos de la burocracia estadounidense y poder transmitir un mensaje propagandístico de n¡buena esperanza: a pesar de todo la democracia estadounidense goza de buena salud.

 

 

   Democracia significa que haya al menos dos partidos y circos electorales cada cierto tiempo. Lo demás no importa, no tiene que ver con la democracia. No importa la salud, ni la vivienda, ni la educación, ni el paro, ni la guerra… Nada de nada.

 

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