
VOTAR DONDE MÁS LES DUELE
"Creo que ha llegado el momento de usar mi voto para denunciar el criminal régimen político español"
Desde que tengo uso de razón -escribe Tomás F. Ruiz - he desconfiado mucho del poder. Mi desconfianza se agudiza especialmente cuando se trata de votar en unas elecciones y delegar poder en alguien (...).
Por TOMÁS F. RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Desde que tengo uso de razón he desconfiado mucho del poder. Mi desconfianza se agudiza especialmente cuando se trata de votar en unas elecciones y delegar poder en alguien. La edad me ha demostrado que la clase política española ha sido, sigue siendo y será en un futuro (siempre y cuando los electores le sigan dando crédito con sus votos), una clase política sistemáticamente mentirosa, embaucadora por vocación y corrupta por principio. Desde ese punto de vista y porque nunca me he creído las falsas promesas de nuestra depravada clase política, jamás participé en elecciones de ningún tipo ni nunca he dado poder con mi voto a ningún farsante parlamentario. Solamente acudí a las urnas para decir No a la OTAN y para rechazar una Constitución minusválida, que se nos impuso bajo chantaje militar y que sólo ha servido para aplastar los derechos del ciudadano.
Sin embargo, ante las elecciones que se celebrarán el próximo domingo, no puedo evitar preguntarme: ¿Cómo es posible que se pretenda llevar a cabo unas elecciones con presos políticos en las cárceles, con ciudadanos torturados en las comisarías, con el terror en forma de policías enmascarados que irrumpen de madrugada en las casas y secuestran a sus pacíficos inquilinos?...¿De qué mente enferma ha salido la pretensión de que la ciudadanía apoye con sus votos ese tipo de actuaciones típicas de la Alemania nazi? ¿Cómo ese parlamento esperpéntico que tenemos en España, al que solo le falta iniciar las sesiones cantando el “Caralsol”, se ha atrevido a convocar comicios? ¿Puede alguien aún pensar que depositando su voto en una urna y delegando su poder a un partido político se arreglará el caos en el que vivimos?
España es una nave a la deriva, un galeón naufragado sin rumbo ni destino. O destino, sí, por supuesto, que España, gracias a los señores diputados, sigue manteniendo“firme el ademán”, anclada en el mismo“destino en lo universal”en que la sumieron los criminales que aplastaron, con la ayuda de Hitler y Mussolini, nuestra segunda república.
Hoy en día, en el año 2019 y pretendiendo legitimar unas elecciones celebradas bajo el despotismo de un rey indigno, hace ya más de 80 años que seguimos sin restaurar la legalidad republicana en España… Estamos en un país que hace aguas por todas partes, una nación inventada que mantiene como ilegítimo rey a un mamarracho fascista al que abuchean allá donde vaya. Esa España monárquica tiene un único norte: el de la corrupción generalizada y el de la represión contra los disidentes. Esa España fascista, ese reino nauseabundo, ya sólo puede sobrevivir imponiendo el terror en las calles… ¿Puede aún alguien pensar que depositando su voto en una urna y dando poder a un partido político se arreglará el caos en el que vivimos?
Para mantener firme su rumbo hacia el suicidio, el Estado español no duda en violar sistemáticamente todo tipo de derechos humanos, encarcelar a todo aquel que se le oponga y practicar la tortura a través de sus cuerpos represivos. Y recordemos que el partido pesoista que desgobierna España se considera un partido de “izquierdas”, cuyo mayor mérito ha sido sacar a la momia de Franco del Valle de los Caídos.
Estamos a bordo de un país que sigue los mismos derroteros criminales del franquismo, un régimen de terror que se suicida día a día, pero que antes de morir hará todo el daño que pueda. El país está ahora, lo hemos podido ver estos días en numerosos videos, en manos de bandas de hienas neonazis que, protegidas por jueces, por el gobierno y por la misma policía, imponen su terror en la calles apaleando a jóvenes independentistas. El Estado español es una bestia agonizante que morirá matando. Seguimos, sin duda alguna, bajo la España Una, Grande y Libre heredada de Franco.
¿Y bajo esas circunstancias me pide ahora el Estado español mi voto?
Sin embargo, fuera del contexto de apoyo al sistema con que yo interpreto votar en unas elecciones, creo que ha llegado el momento de usar mi voto para denunciar el criminal régimen político en el que ahora vivimos. Desde ese punto de vista, sí que tiene sentido abandonar mi postura individual en contra de la representatividad de este sistema y acudir el próximo 10 de noviembre a las urnas.
Veamos la situación bajo otro prisma. Hace un par de años que el independentismo catalán, tras muchos años de mordaza, brotó por fin y se impuso con toda la fuerza de una decisión refrendada democráticamente. Este independentismo es el arma más poderosa que se nos ha ofrecido desde que murió Franco para, como mínimo, acabar con la monarquía y recuperar, de una vez por todas, la legalidad republicana. Desde ese punto de vista, no desde mi planteamiento particular en contra de votar en elecciones, me he replanteado acudir a las urnas este domingo. Mi voto a cualquiera de las opciones del independentismo sería un voto de apoyo y de solidaridad, de agradecimiento también, por supuesto, por esa mano que nos tienden los catalanes para hacer de España y de Cataluña dos repúblicas hermanadas en un nuevo concepto de convivencia.
Aunque sólo fuera por demostrar mi rechazo visceral a una Cataluña sometida al terror de la Gestapo española, aunque se tratara simplemente de conseguir que los policía nacionales, los guardias civiles y aquellos mossos de esquadra que se alineen con los torturadores, sean detenidos, juzgados y encarcelados por los crímenes que hayan cometido, mi voto tendría sentido.
Votar al independentismo es votar donde más le duele al Estado español. Cada voto entregado a la lucha catalana por su independencia, dolerá a los políticos españoles tanto como si descargaran sobre ellos la porra de un antidisturbios. Por otra parte, estos votos demostrarán a los catalanes que no están solos en su frente contra la política de terror que practica el gobierno español y que hace de España un país de vergüenza ante el mundo…E pur, si muove.
Por TOMÁS F. RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Desde que tengo uso de razón he desconfiado mucho del poder. Mi desconfianza se agudiza especialmente cuando se trata de votar en unas elecciones y delegar poder en alguien. La edad me ha demostrado que la clase política española ha sido, sigue siendo y será en un futuro (siempre y cuando los electores le sigan dando crédito con sus votos), una clase política sistemáticamente mentirosa, embaucadora por vocación y corrupta por principio. Desde ese punto de vista y porque nunca me he creído las falsas promesas de nuestra depravada clase política, jamás participé en elecciones de ningún tipo ni nunca he dado poder con mi voto a ningún farsante parlamentario. Solamente acudí a las urnas para decir No a la OTAN y para rechazar una Constitución minusválida, que se nos impuso bajo chantaje militar y que sólo ha servido para aplastar los derechos del ciudadano.
Sin embargo, ante las elecciones que se celebrarán el próximo domingo, no puedo evitar preguntarme: ¿Cómo es posible que se pretenda llevar a cabo unas elecciones con presos políticos en las cárceles, con ciudadanos torturados en las comisarías, con el terror en forma de policías enmascarados que irrumpen de madrugada en las casas y secuestran a sus pacíficos inquilinos?...¿De qué mente enferma ha salido la pretensión de que la ciudadanía apoye con sus votos ese tipo de actuaciones típicas de la Alemania nazi? ¿Cómo ese parlamento esperpéntico que tenemos en España, al que solo le falta iniciar las sesiones cantando el “Caralsol”, se ha atrevido a convocar comicios? ¿Puede alguien aún pensar que depositando su voto en una urna y delegando su poder a un partido político se arreglará el caos en el que vivimos?
España es una nave a la deriva, un galeón naufragado sin rumbo ni destino. O destino, sí, por supuesto, que España, gracias a los señores diputados, sigue manteniendo“firme el ademán”, anclada en el mismo“destino en lo universal”en que la sumieron los criminales que aplastaron, con la ayuda de Hitler y Mussolini, nuestra segunda república.
Hoy en día, en el año 2019 y pretendiendo legitimar unas elecciones celebradas bajo el despotismo de un rey indigno, hace ya más de 80 años que seguimos sin restaurar la legalidad republicana en España… Estamos en un país que hace aguas por todas partes, una nación inventada que mantiene como ilegítimo rey a un mamarracho fascista al que abuchean allá donde vaya. Esa España monárquica tiene un único norte: el de la corrupción generalizada y el de la represión contra los disidentes. Esa España fascista, ese reino nauseabundo, ya sólo puede sobrevivir imponiendo el terror en las calles… ¿Puede aún alguien pensar que depositando su voto en una urna y dando poder a un partido político se arreglará el caos en el que vivimos?
Para mantener firme su rumbo hacia el suicidio, el Estado español no duda en violar sistemáticamente todo tipo de derechos humanos, encarcelar a todo aquel que se le oponga y practicar la tortura a través de sus cuerpos represivos. Y recordemos que el partido pesoista que desgobierna España se considera un partido de “izquierdas”, cuyo mayor mérito ha sido sacar a la momia de Franco del Valle de los Caídos.
Estamos a bordo de un país que sigue los mismos derroteros criminales del franquismo, un régimen de terror que se suicida día a día, pero que antes de morir hará todo el daño que pueda. El país está ahora, lo hemos podido ver estos días en numerosos videos, en manos de bandas de hienas neonazis que, protegidas por jueces, por el gobierno y por la misma policía, imponen su terror en la calles apaleando a jóvenes independentistas. El Estado español es una bestia agonizante que morirá matando. Seguimos, sin duda alguna, bajo la España Una, Grande y Libre heredada de Franco.
¿Y bajo esas circunstancias me pide ahora el Estado español mi voto?
Sin embargo, fuera del contexto de apoyo al sistema con que yo interpreto votar en unas elecciones, creo que ha llegado el momento de usar mi voto para denunciar el criminal régimen político en el que ahora vivimos. Desde ese punto de vista, sí que tiene sentido abandonar mi postura individual en contra de la representatividad de este sistema y acudir el próximo 10 de noviembre a las urnas.
Veamos la situación bajo otro prisma. Hace un par de años que el independentismo catalán, tras muchos años de mordaza, brotó por fin y se impuso con toda la fuerza de una decisión refrendada democráticamente. Este independentismo es el arma más poderosa que se nos ha ofrecido desde que murió Franco para, como mínimo, acabar con la monarquía y recuperar, de una vez por todas, la legalidad republicana. Desde ese punto de vista, no desde mi planteamiento particular en contra de votar en elecciones, me he replanteado acudir a las urnas este domingo. Mi voto a cualquiera de las opciones del independentismo sería un voto de apoyo y de solidaridad, de agradecimiento también, por supuesto, por esa mano que nos tienden los catalanes para hacer de España y de Cataluña dos repúblicas hermanadas en un nuevo concepto de convivencia.
Aunque sólo fuera por demostrar mi rechazo visceral a una Cataluña sometida al terror de la Gestapo española, aunque se tratara simplemente de conseguir que los policía nacionales, los guardias civiles y aquellos mossos de esquadra que se alineen con los torturadores, sean detenidos, juzgados y encarcelados por los crímenes que hayan cometido, mi voto tendría sentido.
Votar al independentismo es votar donde más le duele al Estado español. Cada voto entregado a la lucha catalana por su independencia, dolerá a los políticos españoles tanto como si descargaran sobre ellos la porra de un antidisturbios. Por otra parte, estos votos demostrarán a los catalanes que no están solos en su frente contra la política de terror que practica el gobierno español y que hace de España un país de vergüenza ante el mundo…E pur, si muove.
Gustavo | Lunes, 11 de Noviembre de 2019 a las 01:30:57 horas
Qué fastidio, los ultranacionalcatolicos
de Vox (nietos y bisnietos de los siempre), nos van hacer cantar el "carasol", ayer duplicaron sus diputados, para que algunos ideologos defensores del contrato social del 78, digan que no hay troncos ni raicillas profundas del pasado tenebroso en la sociedad hispana. Los hechos son tozudos y no se quieren enterar. La depuracion sigue pendiente.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder