
AMARILLISMO SINDICAL Y OPORTUNISMO DEMÓCRATA EN LA HUELGA DE GENERAL MOTORS
Rebelión en uno de los grandes símbolos del capitalismo norteamericano
Cuarenta y seis mil trabajadores de General Motors han interrumpido la producción de las 35 plantas de montaje en los estados de Michigan, Ohio, Indiana, Kentucky, Missouri, Tennessee y Nueva York. Una acción que le costarán al gigante automovilístico cerca de 400 millones de dólares que se embolsaría en situación normal.
Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Cuarenta y seis mil trabajadores de General Motors han interrumpido la producción de 35 plantas de montaje en los estados de Michigan, Ohio, Indiana, Kentucky, Missouri, Tennessee y Nueva York. Una acción que le costará al gigante automovilístico cerca de 400 millones de dólares que se embolsaría en situación normal. Se trata de la primera huelga del sector automotriz desde 2007 en Estados Unidos, en la que se exigen salarios justos, atención médica asequible, seguridad laboral y participación en los beneficios de la empresa.
Sin embargo, lo que ha quedado una vez más en evidencia –junto a la explotación capitalista-, ha sido el papel traicionero de los líderes del sindicato United Auto Workers (UAW), abiertamente al servicio de los dueños de la multinacional. Así se hizo patente el día antes del paro cuando el UAW les ordenó a sus miembros violar los piquetes de la huelga de los conserjes que pertenecen al mismo sindicato. Y sobre todo cuando esta organización declinó llamar a huelga a los trabajadores de Ford y Fiat Chrysler, lo cual provocaría el paro de todo el sector del automóvil estadounidense.
El cierre de General Motors, no obstante, rebasa en importancia los límites del contexto norteamericano. No hay que olvidar que General Motors no solo representa uno de los grandes símbolos del capitalismo norteamericano por sus 55 mil millones de dólares de valor de mercado. GM es, además, un eslabón importantísimo de la industria automotriz a nivel mundial en el que se ocupan millones de trabajadores.
También se ha hecho patente en esta huelga el oportunismo político. De manera que varios candidatos demócratas a la presidencia en 2020 ya han apoyado la huelga, a pesar de que los gobiernos demócratas, exactamente igual que los republicanos, han apoyado durante décadas, la industria automotriz para el sostenimiento de las ganancias corporativas a costa de los trabajadores.
Entre estos defensores de la gran corporación automovilística se encuentra el muy popular entre la progresía internacional, Bernie Sanders. De acuerdo con una nota de la web Democracy Now, juntó a él, Amy Klobuchar, el alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg, y el exalcalde de San Antonio y ex secretario del Departamento de Vivienda y Urbanismo Julian Castro.
Como se recordará, durante el Gobierno demócrata de Jimmy Carter en 1979, con el Congreso controlado por el Partido Demócrata, el gigante Chrysler fue rescatado de la quiebra concedérsele enormes facilidades consistentes en la vulneración de los derechos laborales de los trabajadores evitando de ese modo el cierre de fábricas. Medida continuada ulteriormente por la Administración republicana de Reagan, en otros sectores económicos.
Sin ir más lejos, durante la administración Obama se recortó a la mitad los salarios de todos los nuevos trabajadores como parte de su reestructuración de la industria automotriz.
Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Cuarenta y seis mil trabajadores de General Motors han interrumpido la producción de 35 plantas de montaje en los estados de Michigan, Ohio, Indiana, Kentucky, Missouri, Tennessee y Nueva York. Una acción que le costará al gigante automovilístico cerca de 400 millones de dólares que se embolsaría en situación normal. Se trata de la primera huelga del sector automotriz desde 2007 en Estados Unidos, en la que se exigen salarios justos, atención médica asequible, seguridad laboral y participación en los beneficios de la empresa.
Sin embargo, lo que ha quedado una vez más en evidencia –junto a la explotación capitalista-, ha sido el papel traicionero de los líderes del sindicato United Auto Workers (UAW), abiertamente al servicio de los dueños de la multinacional. Así se hizo patente el día antes del paro cuando el UAW les ordenó a sus miembros violar los piquetes de la huelga de los conserjes que pertenecen al mismo sindicato. Y sobre todo cuando esta organización declinó llamar a huelga a los trabajadores de Ford y Fiat Chrysler, lo cual provocaría el paro de todo el sector del automóvil estadounidense.
El cierre de General Motors, no obstante, rebasa en importancia los límites del contexto norteamericano. No hay que olvidar que General Motors no solo representa uno de los grandes símbolos del capitalismo norteamericano por sus 55 mil millones de dólares de valor de mercado. GM es, además, un eslabón importantísimo de la industria automotriz a nivel mundial en el que se ocupan millones de trabajadores.
También se ha hecho patente en esta huelga el oportunismo político. De manera que varios candidatos demócratas a la presidencia en 2020 ya han apoyado la huelga, a pesar de que los gobiernos demócratas, exactamente igual que los republicanos, han apoyado durante décadas, la industria automotriz para el sostenimiento de las ganancias corporativas a costa de los trabajadores.
Entre estos defensores de la gran corporación automovilística se encuentra el muy popular entre la progresía internacional, Bernie Sanders. De acuerdo con una nota de la web Democracy Now, juntó a él, Amy Klobuchar, el alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg, y el exalcalde de San Antonio y ex secretario del Departamento de Vivienda y Urbanismo Julian Castro.
Como se recordará, durante el Gobierno demócrata de Jimmy Carter en 1979, con el Congreso controlado por el Partido Demócrata, el gigante Chrysler fue rescatado de la quiebra concedérsele enormes facilidades consistentes en la vulneración de los derechos laborales de los trabajadores evitando de ese modo el cierre de fábricas. Medida continuada ulteriormente por la Administración republicana de Reagan, en otros sectores económicos.
Sin ir más lejos, durante la administración Obama se recortó a la mitad los salarios de todos los nuevos trabajadores como parte de su reestructuración de la industria automotriz.
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