
EL “SOCIALISTA” PABLO IGLESIAS O LA ILUSIÓN POSTMODERNA
Crónica tortuosa de un viaje hacia la nada, pasando previamente por Syriza y por el “pacto a la portuguesa"
Por EUGENIO FERNÁNDEZ / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La velocidad con la que Podemos, Izquierda Unida y el resto de formaciones políticas vergonzantemente socialdemócratas renuevan sus referentes políticos, olvidando a quienes hasta ayer representaban ese papel cuando “caen en desgracia”, es tan vertiginosa como corresponde a la postmodernidad. Esto sucede en unos tiempos en los que, no por casualidad, los aparatos ideológicos del poder se encargan de hacernos vivir una suerte de presente continúo, en el que nuestra memoria es permanentemente borrada con el deliberado propósito de hurtarnos la posibilidad de analizar críticamente la realidad que nos circunda.
Ya nadie quiere recordar, por ejemplo, que para un amplio sector del mundo “progre” Syriza y Alexis Tsipras encarnaban, hasta hace no mucho tiempo, lo más avanzado de la “izquierda” presuntamente alternativa y transformadora. En palabras de Pablo Iglesias, se trataba de la organización que, junto con Podemos y otros grupos afines, iba a emprender la "construcción de la Europa de los pueblos”.
Hoy, cuando la realidad ha puesto en evidencia lo que solo unos pocos nos atrevíamos a denunciar entonces -que una formación socialdemócrata como Syriza acabaría plegándose a todos los dictámenes de la Europa del capital - los antiguos "fans" de Tsipras callan y se ponen subrepticiamente de perfil para evitar mojarse y evitar las valoraciones políticas autocríticas que tal fracaso deberían generar.
El supuesto "milagro portugués" a la intemperie
Sin embargo, la socialdemocracia vergonzante que domina ideológicamente y sin competencia en nuestro país, necesita remozar constantemente las esperanzas de la "gente" a la que, inevitablemente, siempre concluyen defraudando. Por ello, tras el rotundo fiasco de Syriza fue la llamada "vía portuguesa" la encargada de tomar el relevo, para reproducir de esa manera la quimérica ilusión de que es posible desarrollar políticas favorables a las mayorías sociales, al mismo tiempo que se es obediente con los dictámenes y exigencias ese gran consorcio que es la Unión Europea y, de paso, garantizar la continuidad de nuestra permanencia en la OTAN.
Repentinamente, pareció que nuestros vecinos de la Península Ibérica habían sido capaces de resolver esta cuadratura del círculo mediante el apoyo a un gobierno socialista, sin entrar en el mismo, del Bloco de Esquerda - afín a Podemos - y el antaño coherente Partido Comunista Portugués.
De acuerdo al nuevo discurso que se hizo dominante, no solo se había recuperado la economía portuguesa, sino que los trabajadores estaban mejorando significativamente sus condiciones laborales y sociales. Ni que decir tiene que durante el tiempo que ha durado esta mágica concertación política portuguesa, en ese país los trabajadores no han parado de hacer huelgas, ni de protestar, ni los maestros de continuar malviviendo con sueldos congelados desde hace años.
Claro que de esas realidades sociales no se hacían eco ni los digitales Público, eldiario.es o Rebelión, portavoces no oficiales de la combinación PSOE-Podemos. Todo lo contrario: hacían filigranas conceptuales para descubrir las claves del supuesto portento portugués. Había que hacer todo lo posible para que el cuento idílico del "milagro luso" no se estropeara y, de paso, destruyera la hipótesis política, construida por Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, de que sin lograr una alianza con el PSOE en este país la izquierda "no tenia nada que hacer". Un razonamiento este que se entiende, por otra parte, en líderes políticos que un día se presentaron como presuntos "revolucionarios" cuando, en realidad, solo han pretendido retocar levemente la fachada de un sistema cuyas graves contradicciones ya no admiten "reformas".
La verdad es que a nuestros "progres" poco parecía inquietarles el hecho de que fuera el mismísimo Fondo Monetario Internacional quien coincidiera plenamente con ellos, felicitando al Gobierno portugués por hacer cumplidamente "sus deberes", presentándolo como todo "un ejemplo a seguir."
Pero este tipo de ilusiones, montadas sobre famélicas hipótesis ideológicas, no suelen sobrevivir a sus propios autores. El "milagro portugués" ha comenzado a desmoronarse de la manera más inesperada, justamente por la acción de los propios socialdemócratas que hasta ahora se esforzaban por mantenerla. Ha bastado para ello que el presidente en funciones del Gobierno español, Pedro Sánchez, maniobre para reproducir la "vía portuguesa", con la descarada intención de presionar a Podemos para que le apoye sin contrapartidas ministeriales.
Ante este órdago, Iglesias, que interpreta que quedarse fuera del Gobierno de Sánchez puede representar su definitiva defunción política, afirma que "el milagro portugués" no es en realidad más que un "engaño".
Iglesias y los suyos destacan ahora lo que antes ocultaban, alertando de que "el gobierno portugés ha tomado medidas económicas de derechas y aprobadas con el apoyo de la derecha". ¡A buenas horas, mangas verdes!. Y, aunque sin atreverse a criticar a sus homólogos del Bloco de Esquerda, el secretario general de Podemos se ha caido del caballo y ha descubierto por anunciación divina que el llamado “Pacto de la Geringonza” portugués –“chapuza”, en castellano - “ha sido una mala experiencia".
Pero como las aguas continúan bajando revueltas en una coalición morada en franco proceso de descomposición, también en esto existen fuertes discrepancias con Unidas Podemos. Ni la Izquierda Unida de Alberto Garzón, ni el sector anticapitalista (sic) de la andaluza Teresa Rodríguez ven con malos ojos la reproduccion de una "jerigonza" a la española, apoyando a Pedro Sánchez sin participar en su gobierno.
Una sola cosa se puede pronosticar respecto a lo que está sucediendo sin temor a equivocarse. Con “pacto chapucero”, con “gobierno de coalición” o con repetición electoral, quienes saldrán perdiendo una vez más serán los sectores populares, a los que en la actual fase de desarrollo capitalista, ya nada pueden ofrecerles ni los viejos socialdemócratas reconvertidos en neoliberales, ni sus jóvenes cachorros en versión "renovada".
Por EUGENIO FERNÁNDEZ / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La velocidad con la que Podemos, Izquierda Unida y el resto de formaciones políticas vergonzantemente socialdemócratas renuevan sus referentes políticos, olvidando a quienes hasta ayer representaban ese papel cuando “caen en desgracia”, es tan vertiginosa como corresponde a la postmodernidad. Esto sucede en unos tiempos en los que, no por casualidad, los aparatos ideológicos del poder se encargan de hacernos vivir una suerte de presente continúo, en el que nuestra memoria es permanentemente borrada con el deliberado propósito de hurtarnos la posibilidad de analizar críticamente la realidad que nos circunda.
Ya nadie quiere recordar, por ejemplo, que para un amplio sector del mundo “progre” Syriza y Alexis Tsipras encarnaban, hasta hace no mucho tiempo, lo más avanzado de la “izquierda” presuntamente alternativa y transformadora. En palabras de Pablo Iglesias, se trataba de la organización que, junto con Podemos y otros grupos afines, iba a emprender la "construcción de la Europa de los pueblos”.
Hoy, cuando la realidad ha puesto en evidencia lo que solo unos pocos nos atrevíamos a denunciar entonces -que una formación socialdemócrata como Syriza acabaría plegándose a todos los dictámenes de la Europa del capital - los antiguos "fans" de Tsipras callan y se ponen subrepticiamente de perfil para evitar mojarse y evitar las valoraciones políticas autocríticas que tal fracaso deberían generar.
El supuesto "milagro portugués" a la intemperie
Sin embargo, la socialdemocracia vergonzante que domina ideológicamente y sin competencia en nuestro país, necesita remozar constantemente las esperanzas de la "gente" a la que, inevitablemente, siempre concluyen defraudando. Por ello, tras el rotundo fiasco de Syriza fue la llamada "vía portuguesa" la encargada de tomar el relevo, para reproducir de esa manera la quimérica ilusión de que es posible desarrollar políticas favorables a las mayorías sociales, al mismo tiempo que se es obediente con los dictámenes y exigencias ese gran consorcio que es la Unión Europea y, de paso, garantizar la continuidad de nuestra permanencia en la OTAN.
Repentinamente, pareció que nuestros vecinos de la Península Ibérica habían sido capaces de resolver esta cuadratura del círculo mediante el apoyo a un gobierno socialista, sin entrar en el mismo, del Bloco de Esquerda - afín a Podemos - y el antaño coherente Partido Comunista Portugués.
De acuerdo al nuevo discurso que se hizo dominante, no solo se había recuperado la economía portuguesa, sino que los trabajadores estaban mejorando significativamente sus condiciones laborales y sociales. Ni que decir tiene que durante el tiempo que ha durado esta mágica concertación política portuguesa, en ese país los trabajadores no han parado de hacer huelgas, ni de protestar, ni los maestros de continuar malviviendo con sueldos congelados desde hace años.
Claro que de esas realidades sociales no se hacían eco ni los digitales Público, eldiario.es o Rebelión, portavoces no oficiales de la combinación PSOE-Podemos. Todo lo contrario: hacían filigranas conceptuales para descubrir las claves del supuesto portento portugués. Había que hacer todo lo posible para que el cuento idílico del "milagro luso" no se estropeara y, de paso, destruyera la hipótesis política, construida por Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, de que sin lograr una alianza con el PSOE en este país la izquierda "no tenia nada que hacer". Un razonamiento este que se entiende, por otra parte, en líderes políticos que un día se presentaron como presuntos "revolucionarios" cuando, en realidad, solo han pretendido retocar levemente la fachada de un sistema cuyas graves contradicciones ya no admiten "reformas".
La verdad es que a nuestros "progres" poco parecía inquietarles el hecho de que fuera el mismísimo Fondo Monetario Internacional quien coincidiera plenamente con ellos, felicitando al Gobierno portugués por hacer cumplidamente "sus deberes", presentándolo como todo "un ejemplo a seguir."
Pero este tipo de ilusiones, montadas sobre famélicas hipótesis ideológicas, no suelen sobrevivir a sus propios autores. El "milagro portugués" ha comenzado a desmoronarse de la manera más inesperada, justamente por la acción de los propios socialdemócratas que hasta ahora se esforzaban por mantenerla. Ha bastado para ello que el presidente en funciones del Gobierno español, Pedro Sánchez, maniobre para reproducir la "vía portuguesa", con la descarada intención de presionar a Podemos para que le apoye sin contrapartidas ministeriales.
Ante este órdago, Iglesias, que interpreta que quedarse fuera del Gobierno de Sánchez puede representar su definitiva defunción política, afirma que "el milagro portugués" no es en realidad más que un "engaño".
Iglesias y los suyos destacan ahora lo que antes ocultaban, alertando de que "el gobierno portugés ha tomado medidas económicas de derechas y aprobadas con el apoyo de la derecha". ¡A buenas horas, mangas verdes!. Y, aunque sin atreverse a criticar a sus homólogos del Bloco de Esquerda, el secretario general de Podemos se ha caido del caballo y ha descubierto por anunciación divina que el llamado “Pacto de la Geringonza” portugués –“chapuza”, en castellano - “ha sido una mala experiencia".
Pero como las aguas continúan bajando revueltas en una coalición morada en franco proceso de descomposición, también en esto existen fuertes discrepancias con Unidas Podemos. Ni la Izquierda Unida de Alberto Garzón, ni el sector anticapitalista (sic) de la andaluza Teresa Rodríguez ven con malos ojos la reproduccion de una "jerigonza" a la española, apoyando a Pedro Sánchez sin participar en su gobierno.
Una sola cosa se puede pronosticar respecto a lo que está sucediendo sin temor a equivocarse. Con “pacto chapucero”, con “gobierno de coalición” o con repetición electoral, quienes saldrán perdiendo una vez más serán los sectores populares, a los que en la actual fase de desarrollo capitalista, ya nada pueden ofrecerles ni los viejos socialdemócratas reconvertidos en neoliberales, ni sus jóvenes cachorros en versión "renovada".
amelia | Domingo, 18 de Agosto de 2019 a las 17:59:55 horas
Creo que por lo que parece,izquierda unida se ha visto perjudicada por la confluencia con Podemos,porque ni se la ve,Podemos es un partido nuevo,recién llegado,y esta claro que es socialdemócrata,y tiene algunas ideas buenas,pero izquierda unida no se ve desde que esta con ellos y no es justo.
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