LA FAO, PROMOTORA DEL HAMBRE EN EL MUNDO
Junto al Banco Mundial ha sido de los principales promotores del acaparamiento de tierras a nivel mundial
De acuerdo con el último informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el número de personas que padecen hambre en el mundo se ha incrementado paulatinamente en los últimos tres años hasta alcanzar los 820 millones de personas en 2018. Dicho de otra manera, una de cada nueve personas en el mundo carece de alimentos regularmente.
Por FERMÍN DOMÍNGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
De acuerdo con el último informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el número de personas que padecen hambre en el mundo se ha incrementado paulatinamente en los últimos tres años hasta alcanzar los 820 millones de personas en 2018. Dicho de otra manera, una de cada nueve personas en el mundo carece de alimentos regularmente.
Sin embargo, la situación es aun más grave si a esas aterradoras cifras se suman los 1300 millones de personas-un 17.2 por ciento de la población mundial- que han experimentado niveles moderados de inseguridad alimentaria. Es decir, quienes no tienen acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes: que aunque no sufran necesariamente hambre, se encuentran en grave riesgo de padecer distintas formas de malnutrición y mala salud.
Al respecto, los técnicos de la FAO, revelan que "si se combinan los niveles moderado y grave de inseguridad alimentaria, la estimación asciende al 26.4 por ciento de la población mundial o a un total de alrededor de 2 mil millones de personas".
En otra parte del informe, se da cuenta que el hambre está aumentando en casi todas las regiones del mundo. Encabezan la lista, África, con casi el 20 por ciento su población, seguida de Asia con un 11 por ciento y América Latina con el 7 por ciento de sus habitantes (42.5 millones de personas).
Para Marco Sánchez Castillo, experto de la FAO, estos son los factores principales causantes de tales aumentos. En primer lugar, "la desaceleración de la economía por sus efectos bastante nocivos, que se ven reflejados en problemas de desempleo y salarios que hacen aminorar el poder adquisitivo de los hogares". En segundo término, inscribe, los conflictos y la violencia que tiene lugar en muchas partes del mundo y por último, la variabilidad climática y la exposición a eventos catastróficos extremos más complejos y frecuentes e intensos. Estos últimos –según el especialista- están mermando los logros alcanzados en la eliminación del hambre y la malnutrición.
Como no podía ser de otra manera, ni una palabra que relacione -ni de lejos- al capitalismo como principal causante del tan atroz flagelo que condena al hambre y a la miseria a tantos millones de seres humanos.
Al comienzo del presente siglo XXI, en el año 2000, se pactaron en la ONU los “objetivos del milenio”: conseguir en un plazo de quince años, para 2015, erradicar la pobreza y el hambre que por entonces se calculaba en torno a los mil millones de personas que la sufrían cada día, y donde once millones de infantes morían cada año por enfermedades relacionadas con una alimentación deficiente y falta de atención sanitaria.
No es la falta de voluntad política lo que se necesita para acabar con el hambre, ni coordinar esfuerzos en incrementar la donación de alimentos a los países más pobres, ni la cacareada ayuda al desarrollo, ni los milagrosos transgénicos. La miseria y el hambre han sido una constante en el devenir histórico. Pero solo con el advenimiento del capitalismo se han incrementado hasta niveles de exterminio masivo de personas al tiempo que se produce suficiente alimento como para nutrir a toda la población del planeta. Desde el año 1961 la producción per cápita de alimentos disponibles para el consumo humano puede satisfacer las necesidades calóricas de toda la población mundial (2200 calorías por persona por día).
Lo que efectivamente acontece no es simplemente que lo que no comen ni consumen unos, necesariamente debe ser consumido o despilfarrado por otros. Piense por un momento en la privatización del mundo, concretamente en la expropiación de la tierra o en el monopolio de las semillas y los fitosanitarios para el control de plagas.
La usurpación del suelo "virgen" es el pecado original y hereditario de la "dominación del hombre por el hombre", escribió Marx. Desde entonces estamos obligados a reconocer que el hambre y la pobreza no serían posible en la proporciones actuales sin aquella apropiación violenta de la tierra. De manera que, como escribiera el filósofo marxista alemán, Robert Kurz, “bajo la dictadura de la propiedad privada moderna, ya no es tolerado ningún uso gratuito para la satisfacción de las necesidades humanas, más allá de los oficiales: los recursos tienen que servir a la valorización o quedar en barbecho. Dada la forma de la propiedad privada, incluso la parte de la tierra que el capital no puede usar de ningún modo debe estar excluida de cualquier otro uso.
Desde que estallara la crisis alimentaria y financiera de 2008, se desató un ciclo de apropiación de tierras a escala global. Desde entonces, varios gobiernos, agroindustria e inversionistas (fondos de pensiones, bancos) de países importadores de alimentos han adquirido fértiles tierras en países del Sur para la especulación, la obtención de materia prima para la fabricación de agrocombusibles. No por casualidad, la FAO, junto al Banco Mundial han sido los principales promotores de este acaparamiento de tierras.
Por FERMÍN DOMÍNGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
De acuerdo con el último informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el número de personas que padecen hambre en el mundo se ha incrementado paulatinamente en los últimos tres años hasta alcanzar los 820 millones de personas en 2018. Dicho de otra manera, una de cada nueve personas en el mundo carece de alimentos regularmente.
Sin embargo, la situación es aun más grave si a esas aterradoras cifras se suman los 1300 millones de personas-un 17.2 por ciento de la población mundial- que han experimentado niveles moderados de inseguridad alimentaria. Es decir, quienes no tienen acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes: que aunque no sufran necesariamente hambre, se encuentran en grave riesgo de padecer distintas formas de malnutrición y mala salud.
Al respecto, los técnicos de la FAO, revelan que "si se combinan los niveles moderado y grave de inseguridad alimentaria, la estimación asciende al 26.4 por ciento de la población mundial o a un total de alrededor de 2 mil millones de personas".
En otra parte del informe, se da cuenta que el hambre está aumentando en casi todas las regiones del mundo. Encabezan la lista, África, con casi el 20 por ciento su población, seguida de Asia con un 11 por ciento y América Latina con el 7 por ciento de sus habitantes (42.5 millones de personas).
Para Marco Sánchez Castillo, experto de la FAO, estos son los factores principales causantes de tales aumentos. En primer lugar, "la desaceleración de la economía por sus efectos bastante nocivos, que se ven reflejados en problemas de desempleo y salarios que hacen aminorar el poder adquisitivo de los hogares". En segundo término, inscribe, los conflictos y la violencia que tiene lugar en muchas partes del mundo y por último, la variabilidad climática y la exposición a eventos catastróficos extremos más complejos y frecuentes e intensos. Estos últimos –según el especialista- están mermando los logros alcanzados en la eliminación del hambre y la malnutrición.
Como no podía ser de otra manera, ni una palabra que relacione -ni de lejos- al capitalismo como principal causante del tan atroz flagelo que condena al hambre y a la miseria a tantos millones de seres humanos.
Al comienzo del presente siglo XXI, en el año 2000, se pactaron en la ONU los “objetivos del milenio”: conseguir en un plazo de quince años, para 2015, erradicar la pobreza y el hambre que por entonces se calculaba en torno a los mil millones de personas que la sufrían cada día, y donde once millones de infantes morían cada año por enfermedades relacionadas con una alimentación deficiente y falta de atención sanitaria.
No es la falta de voluntad política lo que se necesita para acabar con el hambre, ni coordinar esfuerzos en incrementar la donación de alimentos a los países más pobres, ni la cacareada ayuda al desarrollo, ni los milagrosos transgénicos. La miseria y el hambre han sido una constante en el devenir histórico. Pero solo con el advenimiento del capitalismo se han incrementado hasta niveles de exterminio masivo de personas al tiempo que se produce suficiente alimento como para nutrir a toda la población del planeta. Desde el año 1961 la producción per cápita de alimentos disponibles para el consumo humano puede satisfacer las necesidades calóricas de toda la población mundial (2200 calorías por persona por día).
Lo que efectivamente acontece no es simplemente que lo que no comen ni consumen unos, necesariamente debe ser consumido o despilfarrado por otros. Piense por un momento en la privatización del mundo, concretamente en la expropiación de la tierra o en el monopolio de las semillas y los fitosanitarios para el control de plagas.
La usurpación del suelo "virgen" es el pecado original y hereditario de la "dominación del hombre por el hombre", escribió Marx. Desde entonces estamos obligados a reconocer que el hambre y la pobreza no serían posible en la proporciones actuales sin aquella apropiación violenta de la tierra. De manera que, como escribiera el filósofo marxista alemán, Robert Kurz, “bajo la dictadura de la propiedad privada moderna, ya no es tolerado ningún uso gratuito para la satisfacción de las necesidades humanas, más allá de los oficiales: los recursos tienen que servir a la valorización o quedar en barbecho. Dada la forma de la propiedad privada, incluso la parte de la tierra que el capital no puede usar de ningún modo debe estar excluida de cualquier otro uso.
Desde que estallara la crisis alimentaria y financiera de 2008, se desató un ciclo de apropiación de tierras a escala global. Desde entonces, varios gobiernos, agroindustria e inversionistas (fondos de pensiones, bancos) de países importadores de alimentos han adquirido fértiles tierras en países del Sur para la especulación, la obtención de materia prima para la fabricación de agrocombusibles. No por casualidad, la FAO, junto al Banco Mundial han sido los principales promotores de este acaparamiento de tierras.






























Ambrosio | Miércoles, 17 de Julio de 2019 a las 17:03:09 horas
Espeluznante. Y todavía hay quien habla de capitalismo de rostro amable.
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