
LA HOMOFOBIA POLÍTICA DE LA MINISTRA BRASILEÑA DE LA MUJER
Los imperativos patriarcales detrás de la oposición tajante entre lo femenino y lo masculino.
Los discursos y las prácticas culturales e institucionales anti-diversidad sexual: antigays y antilésbicos forman parte substancial del discurso y el quehacer político de los “nuevos” partidos de ultra derecha en todo el mundo. Junto al ultranacionalismo y la xenofobia, la homofobia.
Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Los discursos y las prácticas culturales e institucionales contra la diversidad sexual -antigays y antilésbicos- forman parte substancial del quehacer político de los “nuevos” partidos de ultraderecha en todo el mundo. Junto al ultranacionalismo y la xenofobia, estas formaciones políticas también hacen gala de su homofobia.
Esta semana el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil ha dado otro ejemplo de ello en la persona de la ministra de la Mujer, Familia y DDHH, la pastora evangelista Damares Alves, quien insinuó que la película ‘Frozen’ convierte a las niñas en lesbianas.
Esta fue su particular interpretación del film aparecido en un vídeo que el pasado sábado se viralizó en las redes sociales y que –sin embargo- ha desatado toda clase de burlas en la Red.
“¿Saben por qué ella termina sola en un castillo de hielo?- preguntó Alves.
A lo que ella misma respondió: “Porque es lesbiana!”.
De acuerdo con una nota de la televisora rusa RT, la ministra aseveró que la heroína de Disney volverá para despertar a la Bella Durmiente con un “beso lésbico”.
Más adelante, Alves se lamentó de que mientras antaño “una soñaba con su príncipe”, hoy en día las películas del estudio de animación estadounidense enseñan a las chicas jóvenes a esperar por ‘su encantadora princesa".
Si bien no se conoce el desempeño de este personaje en la segunda parte de la película, que se estrenará el próximo mes de noviembre, los internautas se burlaron de las interpretaciones de Alves. Entre las numerosos críticas a la funcionaria – que se defendió en Instagram señalando que su objetivo es proteger a los niños de mensajes sexualizados- destaca las de quienes calificaron a la ministra brasileña como “desequilibrada” y “promotora del odio”.
Las declaraciones de la ministra brasileña, en cualquier caso, ponen de manifiesto un problema político suficientemente serio como para que no sea subestimadoa. No solo en Brasil, donde muchas personas y analistas hoy se siguen preguntando cómo fue posible que un político que demostró ser abiertamente misógino, racista y contrario a las libertades de los colectivos LGTB lograra llegar a la presidencia delpaís, sino para cualquier realidad patriarcal en el mundo.
La homofobia es el término que se acuñó en 1972 por el psicólogo estadounidense George Weinberg para hacer referencia al odio irrazonable, obsesivo, hostil y discriminatorio hacia los homosexuales, que se manifiesta en acciones y pensamientos como los que ha expresado la ministra Alves.
No se trata de ningún desequilibrio mental, como se acostumbra a justificar este tipo de ideas -ya que esto sería una atenuante- sino de convicciones que se sustentan profundamente en imperativos patriarcales caracterizados por una lógica binaria que comporta la oposición tajante entre lo femenino y lo masculino.
El heterosexismo de este pensamiento -exclusivo y excluyente- no es otra cosa que una ideología que quiere seguir imponiendo socialmente la norma que toda persona debe cumplir.
Lo pertinente, por tanto, es hablar en términos de “prejuicio sexual”, que hace referencia a representaciones ideológicas.
Ello resitua la homofobia en el ámbito de lo público, de lo político, rescatando su tratamiento de la esfera privada, de las patologías individuales supuestamente "tratables" en consultorios, en el que hasta ahora había sido relegada por el sistema de ideas dominante.
Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Los discursos y las prácticas culturales e institucionales contra la diversidad sexual -antigays y antilésbicos- forman parte substancial del quehacer político de los “nuevos” partidos de ultraderecha en todo el mundo. Junto al ultranacionalismo y la xenofobia, estas formaciones políticas también hacen gala de su homofobia.
Esta semana el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil ha dado otro ejemplo de ello en la persona de la ministra de la Mujer, Familia y DDHH, la pastora evangelista Damares Alves, quien insinuó que la película ‘Frozen’ convierte a las niñas en lesbianas.
Esta fue su particular interpretación del film aparecido en un vídeo que el pasado sábado se viralizó en las redes sociales y que –sin embargo- ha desatado toda clase de burlas en la Red.
“¿Saben por qué ella termina sola en un castillo de hielo?- preguntó Alves.
A lo que ella misma respondió: “Porque es lesbiana!”.
De acuerdo con una nota de la televisora rusa RT, la ministra aseveró que la heroína de Disney volverá para despertar a la Bella Durmiente con un “beso lésbico”.
Más adelante, Alves se lamentó de que mientras antaño “una soñaba con su príncipe”, hoy en día las películas del estudio de animación estadounidense enseñan a las chicas jóvenes a esperar por ‘su encantadora princesa".
Si bien no se conoce el desempeño de este personaje en la segunda parte de la película, que se estrenará el próximo mes de noviembre, los internautas se burlaron de las interpretaciones de Alves. Entre las numerosos críticas a la funcionaria – que se defendió en Instagram señalando que su objetivo es proteger a los niños de mensajes sexualizados- destaca las de quienes calificaron a la ministra brasileña como “desequilibrada” y “promotora del odio”.
Las declaraciones de la ministra brasileña, en cualquier caso, ponen de manifiesto un problema político suficientemente serio como para que no sea subestimadoa. No solo en Brasil, donde muchas personas y analistas hoy se siguen preguntando cómo fue posible que un político que demostró ser abiertamente misógino, racista y contrario a las libertades de los colectivos LGTB lograra llegar a la presidencia delpaís, sino para cualquier realidad patriarcal en el mundo.
La homofobia es el término que se acuñó en 1972 por el psicólogo estadounidense George Weinberg para hacer referencia al odio irrazonable, obsesivo, hostil y discriminatorio hacia los homosexuales, que se manifiesta en acciones y pensamientos como los que ha expresado la ministra Alves.
No se trata de ningún desequilibrio mental, como se acostumbra a justificar este tipo de ideas -ya que esto sería una atenuante- sino de convicciones que se sustentan profundamente en imperativos patriarcales caracterizados por una lógica binaria que comporta la oposición tajante entre lo femenino y lo masculino.
El heterosexismo de este pensamiento -exclusivo y excluyente- no es otra cosa que una ideología que quiere seguir imponiendo socialmente la norma que toda persona debe cumplir.
Lo pertinente, por tanto, es hablar en términos de “prejuicio sexual”, que hace referencia a representaciones ideológicas.
Ello resitua la homofobia en el ámbito de lo público, de lo político, rescatando su tratamiento de la esfera privada, de las patologías individuales supuestamente "tratables" en consultorios, en el que hasta ahora había sido relegada por el sistema de ideas dominante.
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