NIÑAS EN EL COMERCIO DE ESCLAVAS SEXUALES: ES EL CAPITALISMO, AMIGO
El segundo tráfico más lucrativo después de las drogas y las armas
El comercio de sexo -especialmente la compra-venta de niñas- se ha convertido en un gran negocio en los Estados Unidos -y, sin duda, en el mundo entero. Es el segundo tráfico más lucrativo después de las drogas y las armas (...).
Por EVA LAGUNERO / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El comercio de sexo -especialmente la compra-venta de niñas- se ha
convertido en un gran negocio en los Estados Unidos -y, sin duda, en el mundo entero. Es el segundo tráfico más lucrativo después de las drogas y las armas.
Un estudio publicado en 2015 por el jurista estadounidense John W. Whitehead, titulado Battlefield in America. The War on American People (Campo de batalla en EEUU. La guerra contra el pueblo norteamericano) calcula que, sólo en los Estados Unidos, hay entre 100.000 y 150.000 niñas traficadas. La media de edad es de 13 años, lo que significa que las hay de 8, 9 y 10 años. Cada vez son más jóvenes.
Según el medio USA Today, en este país la compra de niñas por parte de hombres adultos se realiza unos 2,5 millones de veces anualmente. Se trata de gente corriente de todos los estratos sociales, incluso respetables profesionales como médicos y sacerdotes. Una sola de estas niñas, en cinco años de esclavitud, es violada por una media de 6.000 hombres. Estas criaturas no se prestan voluntariamente a ser esclavas sexuales. Algunas son secuestradas o forzadas. En algunos casos son chicas que se han fugado de sus casas, otras son vendidas por sus parientes y conocidos. Pero la gran mayoría no tiene elección.
Las redes sociales se lo ponen muy fácil a los proxenetas para encontrar víctimas. Buscan en MySpace, Facebook y otras redes. También recorren los centros comerciales, las universidades e institutos de enseñanza media, las paradas de autobús... Los traficantes de carne humana tienen asimismo un importante caladero en las casas de acogida de menores y los albergues.
Para las criaturas traficadas, su esclavitud es una auténtica pesadilla de principio a fin. Whitehead ha recogido testimonios de chicas que han logrado escapar de su esclavitud y hablan de violaciones continuas, de ser drogadas a la fuerza y amenazadas, de palizas para mantenerlas obedientes, de contagio de enfermedades, de embarazaos, abortos espontáneos y provocados, de torturas, dolor insufrible, y siempre con el constante miedo de ser asesinadas. A veces son grabadas en vídeo mientras las fuerzan a tener sexo con adultos o una con otra. En el llamado “grupo del dolor”, los clientes pueden golpearlas o hacer con ellas lo que quieran.
A la pregunta ¿De dónde procede este apetito por las niñas? Whitehead responde:
“Mira a tu alrededor. Hace años que las niñas son sexualizadas en los vídeos musicales, en los carteles publicitarios, en los anuncios televisivos, y en la industria de la moda. Los comerciantes han creado una demanda de carne fresca y oferta rápida de niñas hiper-sexualizadas”.
En un reportaje de la revista Newsweek, Jessica Bennet escribe lo siguiente:
“Las prendas de látex, los corsés, los tacones de estilete, que antes eran la moda de las estrellas del porno, hoy se han introducido en los colegios de enseñanzas media y superior (…) Es la 'pornografización de una generación' (…) el sexo, si no el porno, ha invadido nuestras vidas”.
En opinión de Whitehead, debemos dejar de alimentar al monstruo: el tráfico sexual es el eslabón de una cadena que en los Estados Unidos pasa por las jóvenes sin hogar, la pobreza, los problemas de auto-estima, la sexualización televisiva, la glorificación de la cultura del chulo y una industria multimillonaria del sexo alimentada por la pornografía, la música, el entretenimiento, etc.
Que tantas mujeres y niñas continúen siendo victimizadas, brutalizadas y tratadas como mercancía se debe a tres factores. Primero, una demanda de consumo cada vez más lucrativa para quienes la promueven. Segundo, un nivel de corrupción generalizado tanto a nivel local como internacional, que hace que haya poca esperanza de cambio a través de los canales establecidos. Y, tercero, el preocupante silencio de quienes no denuncian estos horrores.
Todos somos culpables de este sufrimiento humano: los traficantes, los consumidores, la corrupción de las fuerzas policiales, los grupos de mujeres que no hacen nada, las “misiones de paz” enviadas a otros países, las ONG's que contribuyen a la demanda de esclavas sexuales, y todos y cada uno de los que no alzamos la voz contra estas atrocidades cometidas contra las mujeres y niñas en casi todas las naciones del globo.
Fuente:
https://www.globalresearch.ca/decadent-western-community-of-values-human-trafficking-and-sex-slavery/5675948
Por EVA LAGUNERO / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El comercio de sexo -especialmente la compra-venta de niñas- se ha convertido en un gran negocio en los Estados Unidos -y, sin duda, en el mundo entero. Es el segundo tráfico más lucrativo después de las drogas y las armas.
Un estudio publicado en 2015 por el jurista estadounidense John W. Whitehead, titulado Battlefield in America. The War on American People (Campo de batalla en EEUU. La guerra contra el pueblo norteamericano) calcula que, sólo en los Estados Unidos, hay entre 100.000 y 150.000 niñas traficadas. La media de edad es de 13 años, lo que significa que las hay de 8, 9 y 10 años. Cada vez son más jóvenes.
Según el medio USA Today, en este país la compra de niñas por parte de hombres adultos se realiza unos 2,5 millones de veces anualmente. Se trata de gente corriente de todos los estratos sociales, incluso respetables profesionales como médicos y sacerdotes. Una sola de estas niñas, en cinco años de esclavitud, es violada por una media de 6.000 hombres. Estas criaturas no se prestan voluntariamente a ser esclavas sexuales. Algunas son secuestradas o forzadas. En algunos casos son chicas que se han fugado de sus casas, otras son vendidas por sus parientes y conocidos. Pero la gran mayoría no tiene elección.
Las redes sociales se lo ponen muy fácil a los proxenetas para encontrar víctimas. Buscan en MySpace, Facebook y otras redes. También recorren los centros comerciales, las universidades e institutos de enseñanza media, las paradas de autobús... Los traficantes de carne humana tienen asimismo un importante caladero en las casas de acogida de menores y los albergues.
Para las criaturas traficadas, su esclavitud es una auténtica pesadilla de principio a fin. Whitehead ha recogido testimonios de chicas que han logrado escapar de su esclavitud y hablan de violaciones continuas, de ser drogadas a la fuerza y amenazadas, de palizas para mantenerlas obedientes, de contagio de enfermedades, de embarazaos, abortos espontáneos y provocados, de torturas, dolor insufrible, y siempre con el constante miedo de ser asesinadas. A veces son grabadas en vídeo mientras las fuerzan a tener sexo con adultos o una con otra. En el llamado “grupo del dolor”, los clientes pueden golpearlas o hacer con ellas lo que quieran.
A la pregunta ¿De dónde procede este apetito por las niñas? Whitehead responde:
“Mira a tu alrededor. Hace años que las niñas son sexualizadas en los vídeos musicales, en los carteles publicitarios, en los anuncios televisivos, y en la industria de la moda. Los comerciantes han creado una demanda de carne fresca y oferta rápida de niñas hiper-sexualizadas”.
En un reportaje de la revista Newsweek, Jessica Bennet escribe lo siguiente:
“Las prendas de látex, los corsés, los tacones de estilete, que antes eran la moda de las estrellas del porno, hoy se han introducido en los colegios de enseñanzas media y superior (…) Es la 'pornografización de una generación' (…) el sexo, si no el porno, ha invadido nuestras vidas”.
En opinión de Whitehead, debemos dejar de alimentar al monstruo: el tráfico sexual es el eslabón de una cadena que en los Estados Unidos pasa por las jóvenes sin hogar, la pobreza, los problemas de auto-estima, la sexualización televisiva, la glorificación de la cultura del chulo y una industria multimillonaria del sexo alimentada por la pornografía, la música, el entretenimiento, etc.
Que tantas mujeres y niñas continúen siendo victimizadas, brutalizadas y tratadas como mercancía se debe a tres factores. Primero, una demanda de consumo cada vez más lucrativa para quienes la promueven. Segundo, un nivel de corrupción generalizado tanto a nivel local como internacional, que hace que haya poca esperanza de cambio a través de los canales establecidos. Y, tercero, el preocupante silencio de quienes no denuncian estos horrores.
Todos somos culpables de este sufrimiento humano: los traficantes, los consumidores, la corrupción de las fuerzas policiales, los grupos de mujeres que no hacen nada, las “misiones de paz” enviadas a otros países, las ONG's que contribuyen a la demanda de esclavas sexuales, y todos y cada uno de los que no alzamos la voz contra estas atrocidades cometidas contra las mujeres y niñas en casi todas las naciones del globo.
Fuente:
https://www.globalresearch.ca/decadent-western-community-of-values-human-trafficking-and-sex-slavery/5675948
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