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Artículos de Tita Barahona
Sábado, 20 de Abril de 2019 Tiempo de lectura:

Feminismo del 99: ¿La última estrategia para "despistar" a las trabajadoras?

Por TITA BARAHONA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

 

   A estas alturas, quienes formamos parte de la clase trabajadora deberíamos saber muy bien lo que podemos esperar de los partidos políticos que se definen “de izquierdas” o “progresistas” o llevan -impropiamente- en sus nombres la palabra “socialista”, y se alternan en los gobiernos con los partidos de “derechas” o “conservadores”. O de esos sindicatos que tienen aún el atrevimiento de llamarse “de clase”. Organizaciones, en definitiva, que dicen defender los intereses de los trabajadores, del “pueblo”, de “la gente” o, en versión más posmoderna, “del 99%”; pero, en realidad,  gobiernan - cuando les toca el turno -, al igual que sus supuestos oponentes, para la clase dominante y el sistema de explotación y opresión que representa. Partidos y organizaciones que únicamente aspiran a realizar reformas que den la sensación de que algo cambia para que lo esencial siga igual. No hace falta poner ejemplos. Sólo en la España del último medio siglo darían para llenar muchas páginas.

 

 

 

"Lo que se ha bautizado como “feminismo del 99%” es una nueva expresión del reformismo integrado en el sistema que se presenta a sí mismo como anticapitalista"

 

 

 

    En los llamados movimientos sociales, como por ejemplo el ecologismo y el feminismo, hay sectores, hoy hegemónicos con la inestimable ayuda de los medios de comunicación del sistema, que reproducen en cierta medida esta aparente dicotomía entre una corriente abiertamente liberal, que cree, por ejemplo, que se puede salvar el planeta o alcanzar la igualdad entre los sexos, sin alterar en lo sustancial el modo de producción capitalista; y una corriente que se auto-denomina “anti-capitalista” pero cuyo objetivo es aplicar reformas en el sistema que nos devuelvan esos derechos sociales (educación gratuita, sanidad universal, vivienda asequible, guarderías y residencias públicas, etc.), que la actual fase capitalista -llamada por ellos “neoliberal, financiarizada y globalizada”- nos está arrebatando. Este último parece ser el caso de lo que se ha bautizado como “feminismo del 99%”.

 

 

 

   Una de sus madrinas, la académica estadounidense Nancy Fraser, ha estado recientemente visitando Madrid, invitada por el Museo Reina Sofía, el MediaLab y su Grupo de Estudios Críticos, para dar un seminario y una serie de entrevistas, que han sido publicadas en los principales periódicos y programas como La Tuerka (1). Fraser es una de las tres firmantes del llamado Manifiesto para un Feminismo del 99%, que el pasado 8 de Marzo se publicó simultáneamente en varios países y en 13 idiomas, y al que se le está dando mucha publicidad en medios como Público, eldiario.es o El País (2).

 

 

 

 

"Quienes formamos parte de la clase trabajadora deberíamos saber muy bien lo que podemos esperar de los partidos políticos que se definen “de izquierdas” y solo aspiran  a realizar reformas que den la sensación de que algo cambia para que lo esencial siga igual"

 

 

      No entraremos aquí a valorar los planteamientos y los fallos teóricos de que se alimenta dicha corriente, empresa que dejamos para otra ocasión. Nos limitaremos a comentar algunas afirmaciones realizadas por Fraser en la entrevista concedida a la revista CTXT de Público (3). Ya sólo el título elegido por la entrevistadora Necesitamos un concepto totalmente diferente de clase trabajadora llama la atención. Aparte de que no refleja lo esencial del contenido de la entrevista, es frase sacada de una respuesta en la que Fraser implica, falsa y absurdamente, que hasta ahora por clase trabajadora se ha entendido “al hombre blanco que trabaja en una fábrica”, y no a las mujeres y a las personas de otras razas y las trans. Resulta sorprendente que una intelectual, que afirma haberse inspirado también de las fuentes de la teoría marxista, no sepa que la clase trabajadora siempre se ha definido como el conjunto de personas -de todo sexo, edad, raza o nacionalidad- que no poseen medios de producción, ni medios de vida, y por ello se ven precisadas a vender su fuerza de trabajo para subsistir. Sorprende igualmente que los temas identitarios -género, raza, orientación sexual- en los que se basa el “feminismo corporativo liberal” que ella tanto critica, los reintroduzca por la puerta de atrás. Pero, repito, dejamos estos aspectos para posteriores desarrollos.

 

 

 

    La contradicción que aquí viene al caso consiste en que alguien que se define “anti-capitalista” y aboga por un enfoque “de clase trabajadora” para el feminismo, al mismo tiempo se muestra entusiasmada por figuras políticas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, que en EEUU representan el llamado “socialismo democrático”, y con Elizabeth Warren, veterana senadora por Massachusetts. Entusiasmo incomprensible por cuanto las tres figuras citadas son miembros del Partido Demócrata, una de las dos cabezas del único cuerpo que ejerce el poder en EEUU: el del capital y la guerra imperialista. Sin embargo, para Fraser, tanto Ocasio-Cortez como Warren son “mujeres de izquierdas y antisistema”. Para quienes no estén familiarizados con la política interna estadounidense, veamos primero, brevemente, de dónde surge este “socialismo democrático”.

 

 


"El “socialismo democrático” aguado, que abanderan las admiradas y los admirados de Nancy Fraser, es, en realidad, un social-liberalismo del mismo corte que en las últimas décadas visten los partidos auto-denominados de izquierdas en Europa y Latinoamérica"

 

 

    Desde la inesperada victoria de Donald Trump, en el seno del Partido Demócrata han fraguado grupos como Justice Democrats, Our Revolution, Brand New Congress y Democratic Socialists of America, que se sitúan en oposición y pretenden ser una alternativa a la llamada corporate class, que domina los aparatos de dicha formación oligárquica (los Clinton, Pelosi y compañía). Todos juntos conforman la denominada resistancecontra Trump (4). La personalidad más destacada de este retoño izquierdista del Partido Demócrata es el senador por Vermont, Bernie Sanders, que disputó las primarias para elegir candidato a las presidenciales con Hillary Clinton, y no las ganó porque hubo manipulación por parte del equipo de Clinton, como demuestran documentos y correos publicados en su día por WikiLeaks junto a declaraciones de la ex-presidenta del Comité Nacional Demócrata, Donna Brazile y la misma Elizabeth Warren (5). Esta última siempre ha desempeñado muy bien el papel de presentar la cara más progresista del Partido Demócrata, que se define “progresista” -o liberal-, frente al “conservador” Partido Republicano, y dice gobernar para las familias trabajadoras. La famosa reprimenda pública que Warren dio a los grandes bancos que ocasionaron la crisis de 2007-08 fue muy aclamada, pero ello no impidió que Obama los rescatara con dinero público mientras cientos de miles de familias eran desahuciadas. 

 

 

    Ahora bien, una intelectual de la talla de Nancy Fraser debería saber, como lo saben las personas verdaderamente anti-capitalistas en los Estados Unidos, que el Partido Demócrata es el cementerio de cualquier movimiento que aspire a subvertir el orden establecido, y que hay en el país organizaciones mucho más “progresistas” y socialistas que ella parece ignorar. Si el término “socialismo” está experimentando una especie de renacimiento en EEUU, como, en efecto está sucediendo, es porque la versión de socialismo que representan Sanders y Ocasio-Cortez se está incubando bajo el ala del Partido Demócrata, lo cual indica que mucho daño al sistema no le puede hacer. Como señala Glen Ford, editor de Black Agenda Report:

 

 

     “El precio que paga el socialismo para ser admitido en el discurso de la bestia hegemónica capitalista es que siempre debe ir acompañado de la palabra-carabina “democrático”, para distinguirlo bien de las ideologías alegadamente “autoritarias” del mismo nombre. El adjetivo “democrático” opera maravillas, agrandando mágicamente el campo histórico del socialismo para incluir al Presidente Franklin Roosevelt, un millonario que nunca se sintió socialista, cuya Ley de Derechos económicos de 1944 es la fuente de la marca socialista de Bernie Sanders. Al mismo tiempo, se demoniza a casi todos los actuales movimientos y gobiernos de inspiración socialista”. (6).

 

 

    Veamos cómo estas palabras no van descaminadas con sólo un par de ejemplos de hasta dónde llega lo izquierdista y antisistema que Nancy Fraser ve en Sanders y Ocasio-Cortez, y las cualidades de Elizabeth Warren, que, según Fraser, harían de ella “una estupenda presidenta”. Mientras que los tres apoyan en sus discursos demandas populares como las energías limpias, la condonación de la deuda de los estudiantes, la subida del salario mínimo, la sanidad universal (medicare for all), entre otras, del recientemente fallecido John McCain -que apoyó el ascenso de los nazis en Ucrania y a los terroristas corta-cabezas en Siria-, Ocasio-Cortez dijo que “su legado representa un ejemplo de decencia humana y de servicio a los Estados Unidos (7). Mejor indicativo no puede haber de que la brillante latina no va a oponerse a la política imperialista de la gran potencia, y de que tiene mucho más de demócrata que de socialista.

 

 

    A los socialistas democráticos no les gusta usar la palabra imperialista porque molesta a la clase dominante, aparte de que comparten con ésta la misma lista de países enemigos en la que figuran, entre otros, Siria y Venezuela. Durante el discurso sobre el Estado de la Nación, ya bajo el mandato de Trump, la nueva congresista Ocasio-Cortez enmarcó el conflicto con Venezuela como “un tema de régimen autoritario contra democracia”. Y Elizabeth Warren vertió la misma propaganda diciendo que “los venezolanos merecen elecciones libres y justas, una economía que funcione [como la EEUU, sin duda] y la capacidad de vivir sin miedo a la violencia de su propio gobierno”. (8). Hemos de recordar asimismo que todos los senadores del Partido Demócrata, incluidos los de la “resistance”, Sanders y Warren, votaron en su día a favor de la decisión de Donald Trump de nombrar como Secretario de Defensa a Jim “Perro Loco” Mattis, cuyo sadismo en las guerras del Golfo, Afganistán e Iraq es de sobra conocido (9).

 

 

   Este “socialismo democrático” aguado, que abanderan las admiradas y los admirados de Nancy Fraser, es, en realidad, un social-liberalismo del mismo corte que en las últimas décadas visten los partidos auto-denominados de izquierdas en Europa y partes de América Latina. Su objetivo no es otro que “pastorear” hacia el redil electoral del Partido Demócrata a personas u organizaciones que simpatizan con las ideas socialistas, porque saben que el capitalismo sólo puede traer más miseria a la clase trabajadora y la menguante “clase media”. Su objetivo es evitar, mediante la cooptación, que se fortalezcan los movimientos verdaderamente socialistas que existen en los Estados Unidos, y que el doupolio demócrata-republicano ya se encarga de que no tengan ninguna posibilidad de éxito electoral, y menos que lideren huelgas y manifestaciones masivas que pongan en jaque al sistema. Nos preguntamos, por tanto -y con cierto fundamento- si el Feminismo del 99% que Fraser amadrina es  parte de la misma estrategia.

 

Abril de 2019.

 

 

 

    

(2) En España lo ha editado la editorial Herder. Sus autoras son Cinzia Arruza, Nancy Fraser y Tithi Bhattacharya.

  

(8)  Remito a la nota 6.

 

 (9) Es verdad que, por el contrario, los demócratas votaron en bloque en contra de otra denominación, la de Betsy DeVos, la reina de los colegios privados, como Secretaria de Educación. Claro que ya Barack Obama fue un desastre para la escuela pública, con el despido de mas de 300.000 maestros y personal de los centros: https://www.globalresearch.ca/u-s-senate-approves-billionaire-enemy-of-public-schools-as-secretary-of-education/5573601

 
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  • maribel santana

    maribel santana | Lunes, 29 de Julio de 2019 a las 00:10:07 horas

    El problema no es las mujeres o los hombres sino las clases para las que trabajan. El problema no es ser negra o blanca o de religiones y minorías distintas, con sus rituales y pañuelos, marcando su dignidad cultural, sino para quien trabajan estas mujeres. El problema no es feminismo, machismo sino quiénes les pagan a éstas y les apoya para estar en el poder.
    Pertenecer al partido demócrata en EEUU o al republicano, ¿dónde están las diferencias? Que todos sepamos las Condoleezza Rice, las Hillary Clinton, para no mencionar decenas de mujeres de uno y otro partido. ¿A quiénes sirvieron y sirven? ¿No eran las diseñadoras de las muertes de presidentes de países legítimos? Irak, Libia…entonces a que viene igualmente los miedos en España de que sino se vota PSOE( socialistas) ganará el PP( derechistas), acaso no son iguales???
    ¿a quiénes sirven Las cuatro mujeres, insultadas por el fascista de Trump, serán una especie de nidos de víboras utilizadas por los demócratas.? Claro que sí, hombre, el color, los pañuelos, los partidos y el genero si no es de clase, a quienes sirven??

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