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Miércoles, 03 de Abril de 2019 Tiempo de lectura:
"Esta guerra sucia contra los niños inmigrantes en EE.UU. no es nueva"

LOS NIÑOS DE LA INFAMIA POR LOS QUE NO LLORA LA “COMUNIDAD INTERNACIONAL”

"Se está produciendo una terrible catástrofe humanitaria en la frontera sur de los Estados Unidos"

Nueve meses han pasado desde que un juez federal ordenara a la administración Trump la reunificación de los miles de niños migrantes que habían sido separados de sus padres en la frontera, y aún se desconoce el paradero de muchos de ellos. Unos 15.000 se hallan bajo detención gubernamental (...).


Por EVA LAGUNERO /REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

“No son personas. Estos son animales”

(Donald Trump, 17 de mayo de 2018)
 

 

    Se está produciendo una catástrofe humanitaria en la frontera sur de los Estados Unidos. Nueve meses han pasado desde que un juez federal ordenara a la administración Trump la reunificación de los miles de niños migrantes que habían sido separados de sus padres en la frontera, y aún se desconoce el paradero de muchos de ellos. Unos 15.000 se hallan bajo detención gubernamental. Y la cifra aumenta día a día. Los datos más recientes de la Patrulla de Frontera dicen que se detuvo a 76.103 migrantes -dos tercios más que en el mes anterior. De estos, más de 40.000 eran familias que viajaban juntas. Niños y recién nacidos siguen siendo separados de sus padres aun cuando la administración sostiene que ha anulado la orden de arrancarlos a la fuerza.
 

 

Los pequeños, algunos todavía en pañales, lloran desconsoladamente llamando a sus madres,  están tan traumatizados que han dejado de hablar al personal contratado por el gobierno para su cuidado

 

 

 

   Los pequeños, algunos todavía en pañales, lloran desconsoladamente llamando a sus madres,  están tan traumatizados que han dejado de hablar al personal contratado por el gobierno para su cuidado, a los que no se les permite tocarlos para no ser acusados de agresión física o sexual. Se sabe que muchos de estos niños apartados nunca volverán con sus familias. Es posible que sean acogidos o adoptados por familias norteamericanas, lo cual tiene resonancias históricas con lo que se hizo con los niños de los esclavos africanos y los indios. El razonamiento que subyace en estas políticas es que los padres blancos y de clase media son más capaces, inteligentes y merecedores que los de los niños migrantes, que arriesgan sus vidas para proteger a sus hijos. Este es el fundamento de la guerra sucia contra los migrantes latinos que huyen de la violencia y la extrema pobreza para salvar a su descendencia.
 

 

   Porque, en efecto, el flujo migratorio de gente desesperada en busca de asilo proviene del Triángulo Norte -El Salvador, Guatemala y Honduras (no de Nicaragua, significativamente)-, donde las altas tasas de homicidios y la inestabilidad política y económica no surge de la nada, sino de décadas de intervención de EEUU en las que se solía llamar Repúblicas Bananeras. Lo realmente grave es la cantidad de personas que mueren en el desierto, forzadas a correr riesgos extremos para escapar de la pobreza y la violencia en sus países. Algunos mandan a sus hijos más mayores solos creyendo que EEUU los recibirá con los brazos abiertos, pero los brazos que los reciben en la frontera llevan rifles automáticos.
 

 

 

    Mientras la migración desde México se reducía en 2012, los centroamericanos incrementaban su éxodo. De 2016 a 2018, el número de familias aprehendidas en la frontera sur aumentó de 23.067 a 50.401 provenientes de Guatemala, y de 20.226 a 39.439 provenientes de Honduras. La migración de El Salvador se triplicó entre 2013 y 2016, con más de 27.000 unidades familiares y 17.500 niños acompañados que fueron prendidos en 2016.
 

 

 

 

En estos campos de inmigrantes, niños y adolescentes son esposados, agredidos y drogados con potentes psicóticos y sedantes. Las violaciones y abusos sexuales campan a sus anchas

 

 

 

   El terrorismo de Estado en América Central provocó la muerte de más de 200.000 civiles en Guatemala y más de 75.000 en El Salvador en décadas recientes. En Honduras, el flujo migratorio es consecuencia del violento golpe de estado de 2009, apoyado por EEUU, que derrocó al presidente electo Manuel Zelaya. Como dijo un joven centroamericano: “estamos aquí porque vosotros estáis allí”.
 

 

 

   La administración y los propagadores profesionales de odio generaron un ambiente de histeria contra los migrantes centroamericanos, tachados de terroristas, gansters, violadores y drogadictos, que utilizan a niños pequeños como escudos humanos. El anterior fiscal general de EEUU, Jeff Sessions describió a los que llegaban a la frontera como “aliens inhumanos”, actitud que casa con la furia que ha mostrado toda su vida contra el movimiento por los derechos civiles de los afro-americanos.
 

 

 

   El verano pasado, un titular del New York Times anunciaba que hay “Cuatro bases militares preparadas para albergar 20.000 niños”. Estas bases eran para una nueva generación de niños migrantes, no para la “generación perdida” de niños que es muy posible nunca vuelvan a reunirse con sus familias y están alojados en centros de detención, edificios abandonados y poblados de tiendas de campaña equipados con jaulas. Las noticias de la Fox -la voz de Trump- se refirió a estas jaulas como si fuese lo normal para alojar a niños, añadiendo que, como la higiene es la principal preocupación, se pueden limpiar con mangueras.
 

 

 

   En estos campos de inmigrantes, niños y adolescentes son esposados, agredidos y drogados con potentes psicóticos y sedantes. Las violaciones y abusos sexuales campan a sus anchas. Según datos del Departamento de Salud y Servicio Humano, 178 de las quejas presentadas fueron contra los cuidadores que escoltan a los críos dondequiera que van.
 

 

   La política de Tolerancia Cero consiste en la confiscación y separación de niños migrantes mientras sus padres son detenidos o repatriados. Las organizaciones privadas de caridad han estado implicadas en la adopción de estos niños por parte de respetables familias blancas cristianas, a las que se encomienda convertir a estos “animales” en verdaderos norteamericanos.
 

 

  La actual guerra sucia que se está produciendo en los Estados Unidos contra los niños inmigrantes no es nueva. Separarlos violentamente de sus padres, enjaularlos, burlarse y abusar de ellos, ponerlos con familias que simpatizan con el “régimen”, son todas señales inequívocas de guerras sucias pasadas y presentes en el continente Americano.
 

 

Fuente: https://www.counterpunch.org/2019/04/01/americas-dirty-war-on-immigrant-children/

 

VÍDEO: Imágenes de la infamia

 

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