
LA MASIVA MOVILIZACIÓN POPULAR EN HAITÍ, FEUDO DE LOS CLINTON, NO GENERA GRANDES TITULARES
Seis días de movilización reclamando la salida del gobierno, respondidas con violencia policial
En la reciente historia de América Latina, es difícil encontrar un país que EE.UU. haya manipulado y saqueado más que a Haití. Tras más de un siglo de intervencionismo norteamericano -desde los 19 años de ocupación militar que comenzaron en 1915, hasta las elecciones de 2010, amañadas por Hillary Clinton como Secretaria de Estado-, Haití ha sido laboratorio de políticas neoliberales que han puesto a su población en condiciones tan horribles, que hay ríos de inmundicia corriendo por las calles de la capital, Puerto Príncipe. Incluso el actual presidente, Jovenel Moise describió hace poco al país como una “letrina” (...).
Por EVA LAGUNERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En la reciente historia de América Latina, es difícil encontrar un país que EE.UU. haya manipulado y saqueado más que a Haití. Tras más de un siglo de intervencionismo norteamericano -desde los 19 años de ocupación militar que comenzaron en 1915, hasta las elecciones de 2010, amañadas por Hillary Clinton como Secretaria de Estado-, Haití ha sido laboratorio de políticas neoliberales que han puesto a su población en condiciones tan horribles, que hay ríos de inmundicia corriendo por las calles de la capital, Puerto Príncipe. Incluso el actual presidente, Jovenel Moise describió hace poco al país como una “letrina”.
Sin embargo, al igual que en 1791, cuando en Haití se produjo la primera revuelta victoriosa de esclavos en las Américas, hoy, la población haitiana parece que finalmente se ha cansado de ser esclava en todos los aspectos menos en el nombre, y está saliendo en masa a la calle contra el gobierno del partido Tèt Kale, formación política que mantiene estrechos vínculos con los Clinton.
Llevan seis días manifestándose en las principales ciudades del país pidiendo la salida de Moise por la corrupción y la nefasta política económica que ha presidido su gobierno en los últimos años, consecuencia en gran medida del terremoto de 2010 y la subsiguiente “ayuda” de EEUU, que llevaron a unas elecciones manipuladas, una epidemia mortal de cólera y el intento de convertir el país en un masivo explotadero de las compañías textiles norteamericanas. En concreto, Moise ha encendido la ira popular por su implicación en el desfalco de un préstamo de 4.000 millones de dólares otorgado al gobierno haitiano a través del programa PetroCaribe de Venezuela, y por su fracaso en la lucha contra una inflación que ha empobrecido todavía más a la nación caribeña.
La respuesta del presidente Moise a las protestas ha sido la misma que la del gobierno de su antiguo amo colonial, Francia, al movimiento de los Chalecos Amarillos: la violencia policial. Además de gases lacrimógenos, Moise ha ordenado disparar fuego real contra la multitud de manifestantes desarmados, con el resultado de al menos cuatro muertos, entre ellos un muchacho de 14 años, y enorme cantidad de heridos. A pesar de ello, las manifestaciones han cobrado más fuerza, llegando incluso a apedrear la residencia personal de Moise el domingo pasado, cuando este declaró que al día siguiente “limpiaría las calles” de manifestantes.
El lunes, sin embargo, continuó la movilización masiva e incluso se vio cómo en Carrefour (barrio de Puerto Príncipe), la policía se mantuvo inactiva, sin intención de seguir disparando a los manifestantes. En un vídeo compartido en las redes sociales se ve a una mujer gritando “la policía tiene miedo”. Por la tarde, medios locales informaron que la cúpula del partido gobernante estaba siendo evacuada en helicóptero desde el lujoso enclave de Petionville hasta el aeropuerto internacional de Toussaint L'Ouverture, en lo que parece un plan para huir del país -al menos de forma temporal. También llegaron noticias de que un policía había muerto por disparos y varias tiendas fueron saqueadas.
El martes siguió la movilización en varias ciudades. La respuesta internacional está siendo bastante alicorta. El domingo anterior la ONU había enviado a los manifestantes el mensaje de que “un cambio democrático debe producirse en las urnas, y no con violencia”, pasando por alto la evidencia palmaria de que los EEUU maquillaron el recuento de votos y aplicaron otras tácticas manipuladoras en las dos últimas elecciones presidenciales. Esto, unido al hecho de que EEUU secuestró y derrocó al izquierdista Jean-Bertrand Aristide las dos veces que ganó las elecciones – en 1991 y 2004-, ha mermado mucho la confianza de los haitianos en su “democracia”.
No son las primeras protestas que se producen desde que Moise tomó posesión en febrero de 2017, las hubo el pasado mes de julio, logrando que el gobierno anulara la proyectada subida de los carburantes, y en noviembre para exigir la salida de Moise por el desfalco referido. Gran parte de su descrédito se debe al hecho de que nunca fue elegido con apoyo popular. En los comicios de 2016, recibió en torno a 600.000 votos de una población de más de 11 millones. De hecho, figuras políticas prominentes del país hablaron de “golpe de estado electoral”. Además, estas elecciones, plagadas de acusaciones de fraude, estuvieron supervisadas por Ken Merten, que fue embajador en Haití durante la administración Obama, el mismo que supervisó las anteriores de 2010, cuyo recuento de votos manipuló el Departamento de Estado norteamericano. Por si esto no era suficiente, a Moise se le vinculó con blanqueo de dinero en su cuenta personal y una operación de tráfico de drogas.
El gobierno de Moise es continuación de su predecesor, Michel Martelly, que lo nombró sucesor. El ascenso de este último se produjo en circunstancias similares, si no más escandalosas, ya que Hillary Clinton, desplazada a Haití, forzó que Martelly concurriese como candidato a una segunda vuelta en sustitución de Jude Celestin, amenazando con retirar toda la ayuda norteamericana. Poco tiempo tardaron los haitianos en darse cuenta del interés de EEUU en Martelly, ya que no sólo impuso un programa neoliberal que empobreció aún más a las capas populares, sino que también respaldó el robo de tierras perpetrado por corporaciones extranjeras, para crear una “Zona de Libre Comercio”, y acordó con los Clinton la liberación de unos norteamericanos que habían sido detenidos por tráfico de niños.
Martelly, además, era firme aliado de la familia Duvalier -que rigió Haití con mano de hierro durante la dictadura de “Papa Doc” y su hijo “Baby Doc”. De hecho, nombró como primer ministro a Garry Conille, colaborador de Bill Clinton, y cuyo padre había ocupado cargo en el gabinete de Duvalier. De modo que, bajo Martelly y Moise, Haití ha vivido, en la práctica, en una era neo-Duvalier, orquestada por EEUU, que ahora está en riesgo de venirse abajo, lo cual provocaría un movimiento sísmico en las estructuras de poder estadounidenses y sus Estados clientes.
(*) Ya hay 52 haitianos muertos y casi 250 heridos.
Fuente:
Whitney Webb, “Mass Protests in Haiti, like France's Yellow Vests, Threaten Modern Oligarchic Structure”: https://www.mintpressnews.com/protests-in-haiti-like-frances-yellow-vests-threaten-oligarchic-structure/255009/ , 12 de febrero de 2019
Por EVA LAGUNERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En la reciente historia de América Latina, es difícil encontrar un país que EE.UU. haya manipulado y saqueado más que a Haití. Tras más de un siglo de intervencionismo norteamericano -desde los 19 años de ocupación militar que comenzaron en 1915, hasta las elecciones de 2010, amañadas por Hillary Clinton como Secretaria de Estado-, Haití ha sido laboratorio de políticas neoliberales que han puesto a su población en condiciones tan horribles, que hay ríos de inmundicia corriendo por las calles de la capital, Puerto Príncipe. Incluso el actual presidente, Jovenel Moise describió hace poco al país como una “letrina”.
Sin embargo, al igual que en 1791, cuando en Haití se produjo la primera revuelta victoriosa de esclavos en las Américas, hoy, la población haitiana parece que finalmente se ha cansado de ser esclava en todos los aspectos menos en el nombre, y está saliendo en masa a la calle contra el gobierno del partido Tèt Kale, formación política que mantiene estrechos vínculos con los Clinton.
Llevan seis días manifestándose en las principales ciudades del país pidiendo la salida de Moise por la corrupción y la nefasta política económica que ha presidido su gobierno en los últimos años, consecuencia en gran medida del terremoto de 2010 y la subsiguiente “ayuda” de EEUU, que llevaron a unas elecciones manipuladas, una epidemia mortal de cólera y el intento de convertir el país en un masivo explotadero de las compañías textiles norteamericanas. En concreto, Moise ha encendido la ira popular por su implicación en el desfalco de un préstamo de 4.000 millones de dólares otorgado al gobierno haitiano a través del programa PetroCaribe de Venezuela, y por su fracaso en la lucha contra una inflación que ha empobrecido todavía más a la nación caribeña.
La respuesta del presidente Moise a las protestas ha sido la misma que la del gobierno de su antiguo amo colonial, Francia, al movimiento de los Chalecos Amarillos: la violencia policial. Además de gases lacrimógenos, Moise ha ordenado disparar fuego real contra la multitud de manifestantes desarmados, con el resultado de al menos cuatro muertos, entre ellos un muchacho de 14 años, y enorme cantidad de heridos. A pesar de ello, las manifestaciones han cobrado más fuerza, llegando incluso a apedrear la residencia personal de Moise el domingo pasado, cuando este declaró que al día siguiente “limpiaría las calles” de manifestantes.
El lunes, sin embargo, continuó la movilización masiva e incluso se vio cómo en Carrefour (barrio de Puerto Príncipe), la policía se mantuvo inactiva, sin intención de seguir disparando a los manifestantes. En un vídeo compartido en las redes sociales se ve a una mujer gritando “la policía tiene miedo”. Por la tarde, medios locales informaron que la cúpula del partido gobernante estaba siendo evacuada en helicóptero desde el lujoso enclave de Petionville hasta el aeropuerto internacional de Toussaint L'Ouverture, en lo que parece un plan para huir del país -al menos de forma temporal. También llegaron noticias de que un policía había muerto por disparos y varias tiendas fueron saqueadas.
El martes siguió la movilización en varias ciudades. La respuesta internacional está siendo bastante alicorta. El domingo anterior la ONU había enviado a los manifestantes el mensaje de que “un cambio democrático debe producirse en las urnas, y no con violencia”, pasando por alto la evidencia palmaria de que los EEUU maquillaron el recuento de votos y aplicaron otras tácticas manipuladoras en las dos últimas elecciones presidenciales. Esto, unido al hecho de que EEUU secuestró y derrocó al izquierdista Jean-Bertrand Aristide las dos veces que ganó las elecciones – en 1991 y 2004-, ha mermado mucho la confianza de los haitianos en su “democracia”.
No son las primeras protestas que se producen desde que Moise tomó posesión en febrero de 2017, las hubo el pasado mes de julio, logrando que el gobierno anulara la proyectada subida de los carburantes, y en noviembre para exigir la salida de Moise por el desfalco referido. Gran parte de su descrédito se debe al hecho de que nunca fue elegido con apoyo popular. En los comicios de 2016, recibió en torno a 600.000 votos de una población de más de 11 millones. De hecho, figuras políticas prominentes del país hablaron de “golpe de estado electoral”. Además, estas elecciones, plagadas de acusaciones de fraude, estuvieron supervisadas por Ken Merten, que fue embajador en Haití durante la administración Obama, el mismo que supervisó las anteriores de 2010, cuyo recuento de votos manipuló el Departamento de Estado norteamericano. Por si esto no era suficiente, a Moise se le vinculó con blanqueo de dinero en su cuenta personal y una operación de tráfico de drogas.
El gobierno de Moise es continuación de su predecesor, Michel Martelly, que lo nombró sucesor. El ascenso de este último se produjo en circunstancias similares, si no más escandalosas, ya que Hillary Clinton, desplazada a Haití, forzó que Martelly concurriese como candidato a una segunda vuelta en sustitución de Jude Celestin, amenazando con retirar toda la ayuda norteamericana. Poco tiempo tardaron los haitianos en darse cuenta del interés de EEUU en Martelly, ya que no sólo impuso un programa neoliberal que empobreció aún más a las capas populares, sino que también respaldó el robo de tierras perpetrado por corporaciones extranjeras, para crear una “Zona de Libre Comercio”, y acordó con los Clinton la liberación de unos norteamericanos que habían sido detenidos por tráfico de niños.
Martelly, además, era firme aliado de la familia Duvalier -que rigió Haití con mano de hierro durante la dictadura de “Papa Doc” y su hijo “Baby Doc”. De hecho, nombró como primer ministro a Garry Conille, colaborador de Bill Clinton, y cuyo padre había ocupado cargo en el gabinete de Duvalier. De modo que, bajo Martelly y Moise, Haití ha vivido, en la práctica, en una era neo-Duvalier, orquestada por EEUU, que ahora está en riesgo de venirse abajo, lo cual provocaría un movimiento sísmico en las estructuras de poder estadounidenses y sus Estados clientes.
(*) Ya hay 52 haitianos muertos y casi 250 heridos.
Fuente:
Whitney Webb, “Mass Protests in Haiti, like France's Yellow Vests, Threaten Modern Oligarchic Structure”: https://www.mintpressnews.com/protests-in-haiti-like-frances-yellow-vests-threaten-oligarchic-structure/255009/ , 12 de febrero de 2019
AMEAUXET | Viernes, 15 de Febrero de 2019 a las 16:46:18 horas
EL DESCONTENTO MUNDIAL DEBE UNIRSE Y PARA ELLO NECESITAMOS UNA NUEVA Y REVOLUCIONARIA IZQUIERDA DISPUESTA A TOMAR EL PODER EN EL HEMISFERIO NORTE, EN TODO.
Es cierto o sólo es un amago sin que las cosas pasen de ahí. ¿¿¿UN FAROL, O NO???
Tenemos paramilitares listos para intervenir porque también ellos quieren hacer caer al Gobierno. Hoy todo está en calma, pero estamos al borde de la guerra civil». Estas palabras las pronunció anoche, sin darse cuenta que un micrófono estaba abierto, uno de los representantes de los chalecos amarillos, Christophe Chalençon, con el que se entrevistó en París la semana pasada el líder del movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio. El video golpista de uno de los líderes más extremistas de los chalecos amarillos fue emitido en la noche del jueves por el programa «Piazza pulita» del canal italiano de televisión La7.
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