¿QUÉ OPINABA ANTONIO MACHADO SOBRE EL FASCISMO Y LA UNIÓN SOVIÉTICA DE SU ÉPOCA?
"La Rusia actual, aunque saluda con el puño cerrado, es la mano abierta y generosa, el corazón hospitalario para todos los hombres libres"
El escritor y poeta español Antonio Machado fue hasta su muerte, un gran admirador de la experiencia política soviética de la década de los 20 y los 30 del pasado siglo, Un hecho por cierto, que en los tiempos que corren suele ocultarse de manera deliberada. "La Rusia actual- escribía en aquellos años- nace con la renuncia a todas las aspiraciones y ambiciones del Imperio, rompiendo todas las cadenas, reconociendo la libre personalidad de todos los pueblos que la integran". Asimismo, en el artículo suyo que reproducimos, augura cuál iba a ser el final de las dictaduras fascistas de Alemania e Italia.
POR ANTONIO MACHADO
"Londres, París, Berlín, Roma con su luz mortecina nos dicen claramente que es hoy Moscú, el foco activo de la historia.
Reparemos en las pobre idea que dan de sí mismas esas democracias que fueron un día el orgullo del mundo; veamos cuanto sale o se guisa en sus Cancillerías, incapaces de invocar -siquiera sea a título de dignidad formularia- ningún principio ideal, ninguna severa norma de justicia.
Como si estuvieran vencidas de antemano o subrepticiamente vendidas al enemigo, como si presintiesen que la llave de su futuro no está ya en su poder, apenas si tienen movimiento que no revele un miedo insuperable a lo que puede venir. Reparemos en su actuación desdichada en la Sociedad de Naciones, convirtiendo una Institución nobilísima, que hubiera honrado a la humanidad entera, en un organismo superfluo, cuando no lamentable y que sería de la más regocijante ópera bufa, si no coincidiese con los momentos más trágicos de la historia contemporánea.
Reparemos en esos dos hinchados dictadores que pretenden asustar al mundo y a quienes Roma y Berlín soportan y exaltan. Ellos no invocan la abrumadora tradición de cultura de sus grandes pueblos respectivos: la declaran superflua, proclaman, en cambio, una voluntad ambiciosa, un culto al poder por el poder mismo, un deseo arbitrario de avasallar al mundo, que pretenden cohonestar con una ideología rancia, cien veces refutada y reducida al absurdo por el solo hecho de la guerra europea.
Roma y Berlín son hoy los pedestales de esas dos figuras de teatro, abominables máscaras que suelen aparecer en los imperios llamados a ser aniquilados. La historia no camina al ritmo de nuestra impaciencia. No vivirá mucho, sin embargo, quien no vea el fracaso de esas dos deleznables organizaciones políticas que hoy representan Roma y Berlín.
Moscú -resumamos en este claro nombre toda la vasta organización de la Rusia actual- aunque saluda con el puño cerrado, es la mano abierta y generosa, el corazón hospitalario para todos los hombres libres, que se afanan por crear una forma de convivencia humana, que no tiene sus límites en la frontera de Rusia. Desde su gran revolución, un hecho genial surgido en plena guerra entre naciones, Moscú vive consagrado a una labor constructora, que es una empresa gigante de radio universal.
La fuerza incontrolable de la Rusia actual radica en esto: Rusia no es ya una entidad polémica, como la fue la Rusia de los zares, cuya misión era imponer un dominio, conquistar por la fuerza una hegemonía entre naciones. De esa unidad, que todavía calienta los sesos de Musolini, ese monstruo endiosado, se curaron los rusos hace veinte años.
La Rusia actual nace con la renuncia a todas las aspiraciones y ambiciones del Imperio, rompiendo todas las cadenas, reconociendo la libre personalidad de todos los pueblos que la integran. Su mismo ejército, el primero del mundo, no solo en número, sino sobre todo, en calidad, no es esencialmente el instrumento de un poder que amenace a nadie, ni a los fuertes ni a los débiles, responde a la imperiosa necesidad de defensa que le impone el encono de sus enemigos; porque contra Rusia militan las fuerzas al servicio de todos los injustos privilegios del mundo.
Sus gobernantes no lo olvidan. La política de Lenin y Stalin se caracteriza, no solo por su alcance universal, sino también por un claro sentido de lo real, cuya ausencia es siempre en política causa de fracaso. Más la Rusia actual, la gran República de los Soviets va ganando, de hora en hora, la simpatía y el amor de los pueblos; porque toda ella está consagrada a mejorar las condiciones de la vida humana, al logro efectivo, no a la mera enunciación, de un propósito de justicia".
POR ANTONIO MACHADO
"Londres, París, Berlín, Roma con su luz mortecina nos dicen claramente que es hoy Moscú, el foco activo de la historia.
Reparemos en las pobre idea que dan de sí mismas esas democracias que fueron un día el orgullo del mundo; veamos cuanto sale o se guisa en sus Cancillerías, incapaces de invocar -siquiera sea a título de dignidad formularia- ningún principio ideal, ninguna severa norma de justicia.
Como si estuvieran vencidas de antemano o subrepticiamente vendidas al enemigo, como si presintiesen que la llave de su futuro no está ya en su poder, apenas si tienen movimiento que no revele un miedo insuperable a lo que puede venir. Reparemos en su actuación desdichada en la Sociedad de Naciones, convirtiendo una Institución nobilísima, que hubiera honrado a la humanidad entera, en un organismo superfluo, cuando no lamentable y que sería de la más regocijante ópera bufa, si no coincidiese con los momentos más trágicos de la historia contemporánea.
Reparemos en esos dos hinchados dictadores que pretenden asustar al mundo y a quienes Roma y Berlín soportan y exaltan. Ellos no invocan la abrumadora tradición de cultura de sus grandes pueblos respectivos: la declaran superflua, proclaman, en cambio, una voluntad ambiciosa, un culto al poder por el poder mismo, un deseo arbitrario de avasallar al mundo, que pretenden cohonestar con una ideología rancia, cien veces refutada y reducida al absurdo por el solo hecho de la guerra europea.
Roma y Berlín son hoy los pedestales de esas dos figuras de teatro, abominables máscaras que suelen aparecer en los imperios llamados a ser aniquilados. La historia no camina al ritmo de nuestra impaciencia. No vivirá mucho, sin embargo, quien no vea el fracaso de esas dos deleznables organizaciones políticas que hoy representan Roma y Berlín.
Moscú -resumamos en este claro nombre toda la vasta organización de la Rusia actual- aunque saluda con el puño cerrado, es la mano abierta y generosa, el corazón hospitalario para todos los hombres libres, que se afanan por crear una forma de convivencia humana, que no tiene sus límites en la frontera de Rusia. Desde su gran revolución, un hecho genial surgido en plena guerra entre naciones, Moscú vive consagrado a una labor constructora, que es una empresa gigante de radio universal.
La fuerza incontrolable de la Rusia actual radica en esto: Rusia no es ya una entidad polémica, como la fue la Rusia de los zares, cuya misión era imponer un dominio, conquistar por la fuerza una hegemonía entre naciones. De esa unidad, que todavía calienta los sesos de Musolini, ese monstruo endiosado, se curaron los rusos hace veinte años.
La Rusia actual nace con la renuncia a todas las aspiraciones y ambiciones del Imperio, rompiendo todas las cadenas, reconociendo la libre personalidad de todos los pueblos que la integran. Su mismo ejército, el primero del mundo, no solo en número, sino sobre todo, en calidad, no es esencialmente el instrumento de un poder que amenace a nadie, ni a los fuertes ni a los débiles, responde a la imperiosa necesidad de defensa que le impone el encono de sus enemigos; porque contra Rusia militan las fuerzas al servicio de todos los injustos privilegios del mundo.
Sus gobernantes no lo olvidan. La política de Lenin y Stalin se caracteriza, no solo por su alcance universal, sino también por un claro sentido de lo real, cuya ausencia es siempre en política causa de fracaso. Más la Rusia actual, la gran República de los Soviets va ganando, de hora en hora, la simpatía y el amor de los pueblos; porque toda ella está consagrada a mejorar las condiciones de la vida humana, al logro efectivo, no a la mera enunciación, de un propósito de justicia".

































Maribel Santana | Domingo, 25 de Septiembre de 2022 a las 17:08:19 horas
Gracias a Stalin no hubo mas masacres de pueblos por los nazis. gracias a stalin con los planes quinquenales y con la inteligencia que tuvo en la segunda guerra mundial paró bastante a los capitalistas. que Stalin se equivocara respecto a muchas cosas sobre todo en el desarrollo de socialismo pues creyó que una vez los medios de produccion en manos del Estado era suficiente para que terminasen las clases sociales y no lo era por supuesto??? , etc,etc, pero de ahí a los inventos de los capitalistas y reformistas a tomar a Stalin como la oveja negra de la historia de la humanidad es interés por desmantelar el socialismo e ignorancia por parte de los que solo han leído literatura de la burguesía. Donde coño está las infraestructuras de los millones de personas que según los ignorantes se cargo stalin??? Por Dios critíquenlo desde la izquierda y en su medida. Pero los ataques a la persona de Stalin es el interés de los criminales del mundo. El capitalismo.
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