AL FINAL, PABLO IGLESIAS SE PRINGÓ EN "LA SALSA" DEL PCE (VÍDEOS)

   Por TITA BARAHONA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

   En 2015, hace solo seis años, Pablo Iglesias, entonces Secretario General de Podemos, echaba pestes del PCE -columna vertebral de Izquierda Unida- cuando, creyendo que pronto iba a “asaltar el cielo”, despreciaba cualquier coalición con IU acusando a sus militantes de ser unos “cenizos responsables de que en este país no cambie nada”. Fue entonces cuando dijo aquello de: “cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas, pero no te acerques...”.

  En un corto trayecto político, durante el cual se ha ido desdiciendo de todas y cada una de las convicciones que expresaba al principio de su subida al estrellato mediático, Iglesias ha pasado de huir de la “salsa de estrellas rojas” como de apestados, a mojar pan en ella y chuparse los dedos.

   Lo curioso -y algo que no se le debería escapar a un intelectual como se supone es Iglesias, a no ser que sea un cínico- es que por esas fechas de 2015 la salsa del PCE hacía mucho tiempo que había dejado de ser roja para quedarse en rosa, del mismo tono que los corazones que lució en su camisa el sucesor de Cayo Lara en la dirección del partido, Alberto Garzón alias “Melofo”, durante la campaña electoral “del amor” de 2016.

   Digámoslo claro de nuevo: a día de hoy el PCE tiene de comunista lo que el PSOE de socialista: exclusivamente el nombre, lo cual no deja de ser una afrenta a quienes de verdad se consideran comunistas y no tienen problema en reconocerlo públicamente, a diferencia de la ministra Yolanda Díaz, para quien ser comunista es “algo muy complejo”, o el mismo Pablo Iglesias, cuando preguntado si se consideraba comunista respondió que “nos hemos hecho mayores”.

   Para el matrimonio formado por Izquierda Unida y Podemos, lo de menos es que la primera formación haya perdido -e incluso expulsado- a muchos de sus militantes por su oposición a la “coyunda” con quien en un principio se presentaba como “ni de derechas ni de izquierdas” -al igual que los falangistas.

   Lo de más es que este matrimonio dio un retoño -Unidas Podemos- que ha logrado pisar los suelos encerados de los despachos ministeriales en el papel de “la izquierda” -que esta vez sí se veía oportuna la etiqueta; porque oportunismo es y no otra cosa el motor político que ha propulsado la contradictoria trayectoria del señor Iglesias.

   El discurso del invitado Pablo Iglesias en la fiesta del PCE fue interrumpido por los gritos de “¿Dónde está el cambio?” emitidos por un grupo del Movimiento Antirrepresivo de Madrid, a los que aquel tildó de “provocadores que regalan clicks y titulares a la ultraderecha”.

   No importa que ninguna de las promesas que hizo la coalición Unidas Podemos durante la campaña electoral, ni siquiera las más sencillas de cumplir como la derogación de la Ley Mordaza, hayan visto la luz en estos dos años de legislatura. No importa que la clase trabajadora no hayamos percibido ningún viso de mejora, a no ser que por ésta se entienda subir la ridícula cantidad de 15€ a un de por sí escuálido salario mínimo interprofesional (SMI) -en un momento de inflación y subida galopante de la energía-, o que el Ingreso Mínimo Vital sólo haya llegado al 17% de quienes han logrado atravesar el infierno burocrático para solicitarlo.

   Lo que importa es aplicar la vieja estrategia del “mal menor”: vótame a mi, porque si no viene la ultraderecha. Una ultraderecha que para los dirigentes políticos de Unidas Podemos ya no se compone solo de los fascistas de toda la vida, sino también de todo quisque que se atreva a criticarles:

   “¿Cómo queréis que en dos años cambien las estructuras que llevan vigentes desde el franquismo?”, “Quienes no nos habéis votado no tenéis derecho a criticar”, “Con 35 diputados no se puede hacer mucho”, “Estáis dando munición a la extrema derecha”… son algunos de los argumentos esgrimidos por los miembros del club de fans de Unidas Podemos.

   Quien realmente le está poniendo la alfombra roja a la ultraderecha es Unidas Podemos. De ello hay señales claras en las que aquí no nos detendremos.  

   Mientras tanto, la ministra Yolanda Díaz, la del “pacto con la esperanza”, en la fiesta del PCE y delante de Silvio Rodríguez, pone como ejemplo de que -según ella- “las cosas están cambiando” a un Joe Biden “que no es de izquerdas”, pero “está girando a posturas de Bernie Sanders”, porque “ha tenido la valentía de decir que a los trabajadores hay que pagarles más”.   De verdad. ¿Nos toma por idiotas o se pasó con la sangría?

   Joe Biden puede decir misa -del dicho al hecho, ya se sabe...-, pero eso no borra su historial de criminal de guerra y de instrumento útil de que la clase trabajadora de su país esté despojada de los derechos más básicos. Si estos son los referentes del PCE de la señora Díaz, dice mucho del licuado social-liberal en que se ha convertido.

   La fiesta del PCE, con los gritos Obamanescos del “Sí se puede” y las citas a Biden, lleva camino de convertirse en un calco de la Convención del Partido Demócrata de Estados Unidos.

   Pero, claro, ¿qué vamos a saber nosotros que “no estamos en la izquierda sino en el guindo”?, como ha dicho el miembro del aparato de IU, Carlos Sánchez Mato. Pues quedaos con vuestra "izquierda" de salón y brilli brilli, que nosotras seguiremos en un guindo que al menos da - este sí - frutos rojos.

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